Los pasajeros de micros de larga distancia sufrieron por horas el cierre fronterizo |
“Vamos a continuar hasta que nos den una respuesta adecuada, porque lo único que recibimos del Gobierno es represión”, dijo Zully Jacquet, dirigente de los pequeños importadores, explicando que “por suerte ahora parece que nos van a escuchar porque se solidarizaron con nosotros los hermanos argentinos”. La mujer mostró las heridas de 13 perdigones de balas de goma que les disparara la policía el lunes pasado, en ocasión de la represión de un piquete en la zona de Puente Remanso.
“El Mercosur se olvidó de los paseros, las primeras personas que comenzaron con la actividad de comerciar entre las fronteras”, comentó. “Estas normativas están hechas para que solo los grandes importadores puedan trabajar”, apuntó.
En principio, el corte de rutas impedía el paso de los camiones, permitiendo el paso de automóviles y ómnibus de pasajeros, pero la situación se agravó cuando los camioneros, enojados por la situación, practicaron su propio corte en el puente San Ignacio de Loyola, que une Falcón con Clorinda. “Si no pasamos nosotros, que no pase nadie”, dijo el camionero Roberto Aguirre, mientras un grupo de policías intentaba convencerlos de dejar pasar cada tanto algunos vehículos particulares y los ómnibus, cuyos pasajeros mostraban rostros de fastidio y cansancio.
Automovilistas de ambos lados de la frontera y de los países del Cono Sur, como Uruguay y Chile, protestaron por la situación. “Es increíble, nosotros esperábamos poder avanzar lo más posible en Argentina esta tarde, pero parece que nos vamos a quedar aquí”, se quejaba el uruguayo Juan Sanguinetti.
Augusto Velázquez llevó a su tía Beba, de 90 años, a hacerse atender en Clorinda y quedó varado en la cola de regreso. Los camioneros que transportan frutas, verduras, carnes, pastas congeladas, comenzaban a ponerse nerviosos porque la mercadería se iba a perder.
Pero quizá la imagen de la jornada fuera la de Daniel Ortiz y familia. El camión que le traía la mudanza desde Buenos Aires a Capiatá no tenía los papeles para cruzar la frontera, por lo que todos sus muebles y pertenencias quedaron en el asfalto del centro aduanero conjunto, donde para pasar el rato, su hijo Kenny jugaba con el perrito Kencho. (Publicado en La Nación)
“El país no es de una sola persona”
Según explicó Paciano Moreno de la Cooperativa de Transportistas de Puerto Elsa: “Estamos de acuerdo en pagar los impuestos, pero deberían dejarnos trabajar, somos por lo menos 7 mil personas las que trabajamos en esto, pero el impacto indirecto es para más de 35 mil personas en toda la Gran Asunción, no somos solo los estibadores, carretilleros, choferes, vendedores, está también la gente que hace los viajes para poder hacer rendir su platita, gente que tiene un capital de 150, 200 mil guaraníes que moviliza con esta actividad”, recordó. “El gobierno tiene que tener en cuenta a la gente humilde que parece no importarle al presidente Horacio Cartes. El país es del pueblo no de una sola persona o de un grupo de empresarios. Aquí están también los camiones de Cartes esperando para pasar”, se quejó.
“Pongan fábricas”
“Vivimnos de esto, qué le vamos a hacer, queremos que nos dejen trabajar”, insistía Ovidio Arias, en el corte que los clorindenses hacen en la ruta hacia Puerto Pilcomayo, el lugar desde el que los camiones toman la balsa para desembarcar en Ita Enramada. “Aquí todos somos hijos de paraguayos y no podemos creer como se sigue tratando a la gente. No puede ser que se le pegue y se le dispare a mujeres y niños. Es una vergüenza”, consideró. “Más o menos la mitad de la ciudad de Clorinda vive del comercio, nuestras patronas son mujeres que van y vienen todos los días, que compran para poder hacer una diferencia, para sobrevivir, porque tampoco es que la gente se va a hacer rica como A.J. Vierci”, expuso.
“El Mercosur se olvidó de los paseros, las primeras personas que comenzaron con la actividad de comerciar entre las fronteras”, comentó. “Estas normativas están hechas para que solo los grandes importadores puedan trabajar”, apuntó.
En principio, el corte de rutas impedía el paso de los camiones, permitiendo el paso de automóviles y ómnibus de pasajeros, pero la situación se agravó cuando los camioneros, enojados por la situación, practicaron su propio corte en el puente San Ignacio de Loyola, que une Falcón con Clorinda. “Si no pasamos nosotros, que no pase nadie”, dijo el camionero Roberto Aguirre, mientras un grupo de policías intentaba convencerlos de dejar pasar cada tanto algunos vehículos particulares y los ómnibus, cuyos pasajeros mostraban rostros de fastidio y cansancio.
Automovilistas de ambos lados de la frontera y de los países del Cono Sur, como Uruguay y Chile, protestaron por la situación. “Es increíble, nosotros esperábamos poder avanzar lo más posible en Argentina esta tarde, pero parece que nos vamos a quedar aquí”, se quejaba el uruguayo Juan Sanguinetti.
Augusto Velázquez llevó a su tía Beba, de 90 años, a hacerse atender en Clorinda y quedó varado en la cola de regreso. Los camioneros que transportan frutas, verduras, carnes, pastas congeladas, comenzaban a ponerse nerviosos porque la mercadería se iba a perder.
Pero quizá la imagen de la jornada fuera la de Daniel Ortiz y familia. El camión que le traía la mudanza desde Buenos Aires a Capiatá no tenía los papeles para cruzar la frontera, por lo que todos sus muebles y pertenencias quedaron en el asfalto del centro aduanero conjunto, donde para pasar el rato, su hijo Kenny jugaba con el perrito Kencho. (Publicado en La Nación)
“El país no es de una sola persona”
Según explicó Paciano Moreno de la Cooperativa de Transportistas de Puerto Elsa: “Estamos de acuerdo en pagar los impuestos, pero deberían dejarnos trabajar, somos por lo menos 7 mil personas las que trabajamos en esto, pero el impacto indirecto es para más de 35 mil personas en toda la Gran Asunción, no somos solo los estibadores, carretilleros, choferes, vendedores, está también la gente que hace los viajes para poder hacer rendir su platita, gente que tiene un capital de 150, 200 mil guaraníes que moviliza con esta actividad”, recordó. “El gobierno tiene que tener en cuenta a la gente humilde que parece no importarle al presidente Horacio Cartes. El país es del pueblo no de una sola persona o de un grupo de empresarios. Aquí están también los camiones de Cartes esperando para pasar”, se quejó.
“Pongan fábricas”
“Vivimnos de esto, qué le vamos a hacer, queremos que nos dejen trabajar”, insistía Ovidio Arias, en el corte que los clorindenses hacen en la ruta hacia Puerto Pilcomayo, el lugar desde el que los camiones toman la balsa para desembarcar en Ita Enramada. “Aquí todos somos hijos de paraguayos y no podemos creer como se sigue tratando a la gente. No puede ser que se le pegue y se le dispare a mujeres y niños. Es una vergüenza”, consideró. “Más o menos la mitad de la ciudad de Clorinda vive del comercio, nuestras patronas son mujeres que van y vienen todos los días, que compran para poder hacer una diferencia, para sobrevivir, porque tampoco es que la gente se va a hacer rica como A.J. Vierci”, expuso.