Hay que cobrarles el impuesto ya, ahora, sin más pérdida de tiempo.
Si se les cobra un 15% de impuestos a la exportación en bruto de la soja el Estado tendría unos 225 millones de dólares por año, estimando que se exporte por valor de 1.500 millones de dólares como fue el año anterior, que se podrían destinar a la reforma agraria, a la salud, la educación.
En el 2010, según el departamento de Agricultura de los Estados Unidos, las exportaciones paraguayas fueron de más de 6 millones de toneladas de soja en bruto, un despropósito sin gravamen, el reflejo directo de una economía colonial.
No habría mucho que discutir a la hora de cobrar los tributos si los tipos que están en el Congreso no fuesen tan serviles al modelo agroexportador, tampoco hay mucha duda de que esta u otra alícuota debería cobrarse también al trigo, al maíz, que es lo razonable en un esquema tributario progresivo.
La única preocupación y con justicia, es que cuando tributen el impuesto se legitime de alguna forma un modelo que se sabe afecta la salud de las comunidades campesinas e indígenas, degrada la tierra y contamina las aguas.
“Pagamos pero rompemos tranquilos”, puede ser la lógica de este grupo que ahora dice que no quiere pagar porque da trabajo y mueve toda la economía y una sarta de sandeces que no resisten el menor análisis.
Lo triste es que es un sueño una alícuota del 15%, si sale, saldrá una menor, parecida al 5% que ya cobrara el dictador Stroessner en su tiempo, que además, les pagaba sus exportaciones en dólar diferenciado.
Ahora con toda la política financiera y fiscal a favor, impunemente siguen sin tributar.
Sixto Pereira (Tekojoja) pidió una tasa del 12% a la exportación de la soja en un proyecto y Ramón Goméz Verlangieri (PLRA), lógicamente pidió un 6% aunque fue valiente en denunciar una “arquitectura de simulación de exportación” para evadir al fisco que perjudicaría al país en unos 40 millones de millones de dólares por año por parte de las grande agroexportadoras.
La discusión de la posibilidad, alentada por el presidente Fernando Lugo y tímidamente por Dionisio Borda, desató una serie de publicaciones de defensa que dejaron en claro la visión económica colonial del sector.
En un artículo sincericida, “Una industria con 50 empleados ya podria procesar toda nuestra soja”, el vocero principal de los sojeros, Héctor Cristaldo apuntó: “Una industria con capacidad de molienda de soja de 10 millones de toneladas/año (20% más de toda la cosecha de Paraguay) emplea solamente a unas 50 personas en todo el proceso, con lo que se demuestra que el impuesto a la exportación de granos no tendría impacto importante en la mano de obra, señaló el Ing. Agr. Héctor Cristaldo”, expuso ABC, en un increíble argumento a favor de la venta en bruto de materia prima.
En otro artículo de ciencia ficción se dan números falsos: “Conclusiones de Informes Técnicos de la Unión de Gremios de la Producción (UGP)/Aporte al fisco de la agricultura y la agroindustria alimentaria llega a 29%”. En este caso, por suerte salió, tímido como su jefe, el viceministro de Tributación, Gerónimo Bellasai a explicar que el aporte total del sector es de un 2,5% de la recaudación.
Pero volvamos al imperdible artículo: “Un impuesto a la exportación de granos pondría en peligro una inversión en la cadena productiva de la agricultura mecanizada de aproximadamente unos 37.650.000 dólares en tierras, bienes de capital, infraestructuras, instalaciones como silos y depósitos, industrias y capital operativo, en tanto que en las finanzas la agricultura mecanizada utiliza en cartera de préstamos unos 1.639.000 dólares con una mora en la cartera bancaria de tan solo 1,7%. Cabe mencionar igualmente que este sector ocupa al 20% de la población económicamente activa (PEA), lo que representa a unas 588.921 personas, algunas con familias que mantener de 3 y hasta 5 personas, señala la UGP”.
Impresionante, a confesión de parte, relevo de pruebas.
Aquí queda claro que “el gran complejo agroexportador salvador del país” invirtió durante los últimos 40 años menos de lo que burla al fisco en un año: 36 millones contra 40 millones de dólares que se estima, generosamente, es la evasión.
“Gran mentira – los dueños de los silos son grandes evadores de impuestos, ni hablar de las empresas exportadoras como ADM, Cargill, etc, quienes son expertos en ‘transfer pricing’”, dice al leer esto el economista inglés Andrew Nikson, que tiene importantes estudios sobre nuestro país en su haber.
Según refiere Luigi Bernardi en su libro “Sistemas impositivos y reformas impositivas en América Latina”, Paraguay y Costa Rica son los únicos páises que no tienen normativa para controlar esta situación.
Intentamos explicar los “precios de transferencia (transfer pricing)”: La Agroexportadora Ningungill “exporta” a una de sus filiales en el exterior la soja paraguaya a un precio mucho más bajo que el de mercado que sin embargo se vende afuera al verdadero precio. Pongo en los libros que te vendo a mil guaraníes y afuera la vendo a 5 mil.
La cobardía de los economistas, de las universidades, contribuye a esta impunidad. Cómo explican en sus clases, a los alumnos, a la gente de ciencia que se exportó en bruto por 1.500 millones de dólares en un sólo año sin tributar un guaraní. Cómo explican la no regulación de los “precios de tranferencia”.
Es hora de correr el velo y, por supuesto, cobrar el impuesto.
Breviario
√ Tranfer Pricing: “Es el precio que pactan dos empresas que pertenecen a un mismo grupo empresarial o a una misma persona. Mediante este precio se transfieren utilidades entre ambas empresas. Una le puede vender más caro o más barato, a diferencia del precio de mercado. Por lo tanto, el precio de transferencia no siempre sigue las reglas de una economía de mercado, es decir no siempre se regula mediante la oferta y la demanda”.
√ Paraguay es el cuarto exportador mundial de soja, después de Estados Unidos, Brasil y Argentina, y el sexto productor mundial.
√ En el ciclo 2009/2010 alcanzó una producción récord de 7,5 millones de toneladas en una superficie de 2,7 millones de hectáreas.
En este caso, deberían cobrar este impuesto a las empresas, que hacen el Tranfer Pricing, y que llevan la mayor ganancia sobre la exportación de la soja. Y no de esta forma que solo afecta directamente a los productores, y nada afecta a estas empresas.
ResponderEliminar