Por Jorge Zárate
Mafias, ese fue el
resultado del modelo político económico del stronismo. Está claro
en el análisis de quienes bucearon y dieron clara cuenta de este
fenómeno, entre los que se recomienda leer «Las Grandes Fortunas
del Paraguay», de Aníbal Miranda (Miranda y Asociados, Asunción
2000): «Cuando Stroessner estaba al mando, el crimen organizado
estaba verdaderamente organizado. Era vertical en su estructura,
cerrado para los no-leales, había pugnas entre grupos relativamente
antagónicos que de todos modos coexistían bajo el arbitrio –y la
brutalidad– del jefe máximo», señala.
En una entrevista que le
pudimos hacer Aníbal definía claramente el modelo: «En economía,
el imperio de la corrupción. La corrupción sistémica» y
recordaba: «…uno se da con que todo se explica en las mafias que
son varias después del stronismo. Antes era una, después del 85 se
abrió Rodríguez y fueron dos, cosa que se resolvió a cañonazos el
2 y 3 de febrero de 1989. A partir de ahí comienzan las
ramificaciones».
En la página se acompañan algunos de los
ganadores de ese modelo. Estos grupos de poder se hicieron con el
Estado para estructurar un modelo económico latifundista,
agroexportador y contrabandista.
«El contrabando es el precio
de la paz», supo decir el tirano Alfredo Stroessner cuando le
criticaron el modelo económico. Toda una definición. Ningún
gobierno de la transición pudo resolver cómo hacer que el ahorro
público sirva para financiar la producción y el empleo. Han
inclusive agravado el sistema financiero de la dictadura por clara
interferencia de las mafias que dibujaron el siguiente circuito: el
dinero de los tráficos ilícitos se usa para comprar tierra para
sembrar soja o colocar ganado, allí se va blanqueando, lo que se
vende sirve para comprar artículos de contrabando, el grueso de las
ganancias se remesan a bancos extranjeros.
Es fundamental el papel del contrabando, la
importación y triangulación de productos, el tráfico de drogas y
otras lindezas que hacen que la economía informal compita de igual a
igual con la formal y en muchos casos la supere porque aquí está la
clave del problema económico y político del Paraguay.
«La economía
de privilegios funcionó como un oligopolio que distorsionó
cualquier atisbo de libre competencia, permitió que el ahorro en el
estrato de altos ingresos se tornara sideral y que parte
significativa del mismo fuera transferida libremente al exterior. No
había una ley que previniera el lavado ni institución alguna que
rastreara el origen de los fondos, situación que convirtió a
Paraguay en plaza financiera privilegiada para blanquear dinero. Los
traficantes usaban las facilidades disponibles, bancos incluidos,
para sus operaciones», expone Miranda. (pág. 243).
Hay documentos
del Banco Central de Paraguay que establecen en 15 mil millones de
dólares las transacciones realizadas en 1995 sólo en Ciudad del
Este. Hay quienes aseguran que las cifras durante el stronismo fueron
superiores, aunque en los últimos años las cifras se habrían
reducido a unos tres mil millones de dólares anuales.
Es
imprescindible para desentrañar este drama acercarse a Los herederos
de Stroessner, de Idilio Méndez Grimaldi (Arandurå 2007).
Allí
Méndez establece un tetraedro, cuatro sectores mafiosos, que cruzan
todas las organizaciones del país, la política, la economía, los
negocios, provocando el empobrecimiento sostenido de las mayorías.
La
secuencia es terrible
Lo que se gana en la exportación de soja o
ganado, se lo vuelca a comprar artículos de contrabando; lo que se
gana con el contrabando va a la compra de ganado o tierras para la
soja, en un círculo cerrado que expulsa a las mayorías, sin que el
Estado lo controle nunca.
Es importante lo que expone Méndez,
periodista de trayectoria en el campo económico: «El capital
financiero en Paraguay es altamente especulativo y solo existen
créditos de corto plazo, especialmente acomodados a los cultivos de
renta con mercado seguro como las oleaginosas. No existen
créditos blandos a largo plazo, (privados ni públicos) de
desarrollo, para la inversión en plantaciones forestales o frutales,
por ejemplo».
Lo grave de todo esto es que se siguen utilizando los
fondos del Estado para favorecer los negocios privados. Durante la
discusión de la ley de Pensión para los Adultos Mayores, el
diputado Cándido Aguilera (anr) proponía que esta se financie con
un pequeño impuesto a las letras de regulación monetaria. Exponía:
«…hay bancos privados que reciben los depósitos de Petróleos del Paraguay (Petropar), la Administración de Electricidad (Ande), la Industria del Cemento (INC), la Empresa de Servicios Sanitarios (Essap.), que es plata de todos nosotros y con esa plata
compran las letras de regulación monetaria, con lo que consiguen que el Banco Central (BCP), le pague encima intereses. Aquí hay un
montón de letrados», dijo generando las risas de los
abuelos.
Sigamos con Méndez: «En este circuito de negocios de
privilegiados, donde los bancos de capital transnacional juegan un
papel determinante, se producen las enormes ganancias con los
intereses pagados por el Estado, dinero que solo va en una mínima
proporción al sector de la producción, más específicamente para
financiar los cultivos de commodities, especialmente la soja. La
mayor parte de las ganancias de los bancos van a parar a los paraísos fiscales o ingresan en el torrente especulativo cambiario y comercial. Estas ganancias que producen el capital financiero pagan muy bajos impuestos, estimulando aún más la actividad especulativa. Es decir, con las mismas ganancias provenientes de los intereses pagados por el Estado, los bancos privados vuelven a comprar documentos emitidos por el Estado. Con relación a los bancos estatales, como el Banco de Fomento, el Crédito Agrícola, el Fondo Ganadero o el Fondo de Desarrollo Campesino, tampoco poseen créditos de inversión a largo plazo o las garantías son muy exigentes o los créditos simplemente se destinan a los amigos del «gobierno».
Así las cosas, vemos que el sistema
económico nunca se fue. Por eso se hace necesario revisar este
esquema a fondo para discutir sobre alternativas para detener este
carnaval. Cobrar impuestos directos, hacer la reforma agraria, crear
nuevas empresas públicas, hay alternativas económicas para superar
la crisis en Paraguay.
Para hablar de economía en serio es necesario
superar las barreras que impone la oligarquía desde hace
décadas.
Hay que derrotar al stronismo, a las mafias que siguen
reinando.
Préstamos para el Operativo Cóndor
El presidente Fernando Lugo dijo que formará «una comisión» que estudiará la recuperación de los bienes malhabidos, tras una entrevista que mantuvo con activistas de derechos humanos los primeros días de mayo. Martín Almada, al salir de la reunión, dijo ver «voluntad política» en el jefe del ejecutivo, aunque las cosas se diluyeron un poco tras las declaraciones de José Enrique García, procurador general de la República: «La esperanza es que la gente se anime y hable», dijo al exponer que «será tarea complicada la recuperación de los bienes malhabidos» por motivos jurídicos y demás. Almada recordó que «muchos ex represores siguen gozando los frutos de sus bienes mal habidos, especialmente los militares y policías que se apropiaron de miles de hectáreas de tierras cultivables y también se apropiaron de los bienes de las victimas del Terrorismo de Estado». Recordó a su vez que «el Banco Mundial como el Banco Interamericano en la década del 70 concedieron importantes créditos a los gobiernos militares de los países del Cono Sur no para la producción de la riqueza sino para la represión del «Operativo Cóndor» Almada consideró que hay que revisar la deuda externa: «Treinta años después las entidades bancarias internacionales están presionando a nuestros gobiernos seudo democráticos el pago del capital e intereses a costa del presupuesto destinado a la salud y educación. Bien sabemos que la mayor parte de esos préstamos concedidos a los gobiernos impopulares fueron a parar en las cuentas secretas abiertas en los Bancos suizos y norteamericanos».
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