19 de agosto de 2014

Relojes para un viaje en el tiempo se exhiben en una muestra peculiar

Elías Balladares es el mentor de la original exposición que puede verse en la Dirección de Contrataciones Públicas. Foto Alejandro Fretes publicada en La Nación



La mayoría de pared de origen estadounidense y alemán, tienen valores que oscilan entre los 600 y los 8 mil dólares.

Obsesivo, el hombre pretendió atrapar el tiempo en los relojes. En las partículas que va marcando el inquebrantable sonido de las máquinas de precisión. Esas que siguen admirando y generando respeto.
“Hay mucho trabajo para los relojeros”, dice Elías Balladares, el joven que ideó esta muestra fuera de lo común que puede apreciarse en la sala de exposiciones de la Dirección de Contrataciones Públicas, Estados Unidos 961, hasta el 31 de agosto.
La misma es un viaje en el tiempo en el que se pueden apreciar antiguos relojes de pared estadounidenses y alemanes cuyos valores oscilan entre los 600 y los 8 mil dólares. Destacan la simpleza de las líneas, la modernidad de un Waterbury de 1892 que hace pensar en un edificio de Nueva York hasta un reloj cucú alemán que recrea las cacerías en la Selva Negra coronado por un ciervo con prominente cornamenta.
“Mucha gente los tiene y no sabe dónde repararlos, entonces se nos ocurrió que mostrando que pueden volver a funcionar podíamos generar la idea de revivir antiguos relojes”, cuenta Elías, hijo de Armando Balladares, un relojero paraguayo reconocido en el mundo.
“Nosotros podemos restaurar las cajas y también hacer las piezas que haya que reponer”, cuenta.
La misma cosa para los relojes de cadena, aquellos para bolsillo de chaleco y los de pulsera. La colección es más que interesante y brilla un cronógrafo Patek Philippe de 1920 cuya máquina es toda una metáfora de la precisión suiza.
Hay una artesanía en la que se encerró una máquina Omega en una esfera de cristales bombee y bronce para darle al reloj todo lo absoluto que dicha forma implica.
También un Jaeger-Lecoultre de mesa que es una pieza de alto diseño artístico en la que las agujas y la maquinaria hacen parte de la miniescultura en que se convierte el reloj de acrílico que partió siendo como objeto.
“Desde los 15 años que estoy viendo y aprendiendo junto a papá”, recuerda para describir cómo se fue haciendo en este oficio que tiene en la paciencia su valor principal. “Tenés que estar preparado para hacer 10 veces la misma cosa porque puede ser que en la 11 encuentres la solución a lo que tanto te estaba costando”, explica. Admite que algo especial tienen los relojeros con el tiempo: “Hubiese querido tener un reloj que detenga el tiempo porque todo va muy rápido en estos tiempo, en esta época”, confiesa.
Experto hoy en estética, terminación y control de calidad de los trabajos de relojería, este muchacho de 24 años asegura que el reloj pulsera tiene todavía larga vida y que “cada vez hay más importación de relojes que van a requerir mantenimiento”. A ello apuesta desde la firma familiar El Relojero que auspicia la muestra.

Jorge Zárate
Referencia mundial
“Mi padre, Armando Balladares, es uno de los expertos en Rolex en el mundo”, cuenta Elías recordando una anécdota. “Hace poco vino un cliente con un Rolex de 18 mil dólares, una verdadera joya de oro macizo que pudimos reparar después de un mal servicio que había tenido en Miami, Estados Unidos. Entonces, no siempre es cierto aquello de que afuera se hacen mejor las cosas que aquí”, expone. “Podemos traer muchos relojes a la vida, como estos que son de la colección particular de mi padre, los esperamos para dar un pequeño paseo por aquí”, dijo. La muestra está abierta al público de lunes a jueves de 7.30 a 16 y los viernes de 7.30 a 13 en la sala de exposiciones de la
Dirección de Contrataciones Públicas sita en Estados Unidos 961.

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