5 de abril de 2016

Alberdi, rodeados por el río, esperando


Que se repare el muro, que hagan la costanera, que se termine la ruta asfaltada de sólo 80 kilómetros que la une con la capital, que hayan más y mejores servicios, así viven hoy los alberdeños esperando el pico de la crecida.



Alberdi. (Carlos Orrego, Carlos Juri y Jorge Zárate, enviados especiales). Son parte del río, lo llevan en la piel. Sólo así se explica esa capacidad de adaptación de los alberdeños a la inundación.
El comercio, del que vive el 80% de la población se había visto disminuido desde que las aguas del Río Paraguay subieron a fines del año pasado alcanzando los 10 metros en el hidrómetro local.
La ruta se cortó.

Así fue que la gente se fue ingeniando y se armó una red de canoeros y lancheros que van y recogen las mercaderías en la compañía Acevedo y las traen a mejor precio, así se puede mantener la actividad”, explica Walter Prieto en la municipalidad.
Es un viaje que dura entre media hora y 45 minutos, se lo hace en lancha a motor, cruzando campos inundados, hasta encontrar la ruta entre Asunción y Alberdi, esos 80 kilómetros que son un claro ejemplo del olvido hacia la gente del interior que este país centralista practica a diario.
Cándido “Masca” Mascareño lleva 15 años conduciendo los colectivos de Lago Ypoa, la mayoría desvencijados, “se destartalan todo por la ruta, desastre es”, cuenta el hombre que no pasa una semana sin que uno de sus colectivos sea remolcado por un tractor para salir del dificil barro del camino. La gente paga 27 mil guaraníes de pasaje por esa insólita travesía que puede llegar a durar 8 horas promedio y hasta un día, si llueve y el camino te atrapa.
El chofer está junto a los estibadores que improvisaron un puerto en el borde del muro perimetral que da a la ruta. Ahí se los ve trabajando, cargando y descargando cajas de todo, comestibles, electrodomésticos, ropas, los insumos de los cientos de puestos que se multiplican en la ciudad para vender principalmente a los vecinos de Formosa, Argentina, la ciudad que alimenta la vida de Alberdi.
Desde allí llegó este equipo de enviados, cruzando en lancha, en un trámite para la mayoría rutinario. El cruce es más que habitual, la ciudad recibe más de mil formoseños por día y buena parte de sus 10 mil habitantes, se trasladan al frente a cursar estudios, a atenderse en hospitales, a cobrar jubilaciones, a comprar y vender de todo.
Acercándose a puerto puede divisarse la parte derrumbada del muro de contención, las bolsas de arena que se colocaron para evitar lo peor. Al amarrar, al tocar tierra lo primero es trepar hacia la cima del muro y comprobar que sin él, la ciudad estaría al menos un metro bajo agua.
No hay nadie trabajando en el sector afectado. “Nos dijeron los de la empresa que estuvieron haciendo una revisión que en la semana vendrían a comenzar los trabajos en el muro, los estamos esperando”, cuenta Marcos Rotela de la Prefectura, a metros de donde desmoronara parte del murallón de 7,5 kilómetros que rodea la ciudad.
Tienen que volver a poner el muro a 12,40 metros de altura porque se estima que la creciente puede alcanzar los 11 metros en la localidad. La obra fue adjudicada pero los trabajos se demoran en comenzar. “Ahora van a hacer una reparación integral del muro, pero después se abocarán a la obra de la defensa costera que también va a hacer las veces de costanera”, explica Prieto.
¡Alberdi no tiene supermercado, nunca tuvo surtidor!”, se queja una señora en su local de comidas. Se ven por la ciudad botellas de plástico cargadas con combustible argentino que alimenta las motocicletas y los vehículos que circulan en esa suerte de gigante plato hondo en que quedó convertida la ciudad al ser rodeada por el agua.
La imagen desde el aire es espectacular, como la sorpresa de los vecinos al ver volar el drone de La Nación sobre sus cabezas.

Esperando
Botes, lanchas no paran de moverse, los pescadores siembran redes, los contrabandistas aceleran increíblemente las deslizadoras cargadas de electrodomésticos, cigarrillos, hasta mariguana, cuentan, para pasar hacia Argentina. Mientras tanto Juana Roa hace antesala para ver si puede retirar mercaderías en la Municipalidad, dice que el agua “me está brotando todo en el piso de mi casa, así que salimos al alto, estamos haciendo dos piecitas con chapas y terciadas, vengo a ver si hay algo para darle de comer a los chicos”.
La Secretaría de Emergencia (SEN) comprometió asistencia para la población completa.
También se espera.
Como la ruta que ya está licitada y se aguarda que se termine en 3 años, como la asistencia para los pequeños ganaderos y agricultores que lo perdieron casi todo en esta crecida.
Alberdi, su gente, sigue esperando.

Un puerto que reclama atención
Necesitamos que se repare un poco este pontón”, dice Líder Vargas, jefe de Operaciones del Puerto de Alberdi. Es que el flotante que donaran los Estados Unidos, hace ya unas décadas, es todo lo que la ciudad, que recibe más de mil visitantes por día por vía fluvial tiene por puerto. Faltan instalaciones más cómodas para hacer migraciones y para el mejor desempeño de todos los que allí trabajan, además de servicios para la gente que aborda las lanchas. “Hacemos el esfuerzo por brindar una buena atención, pero tenemos siempre el problema de los recursos, Alberdi, no está tan lejos de Asunción, pero a veces parece que así fuera”, expone Vargas, funcionario desde hace 17 años de la Administración de Puertos (ANNP).
El portuario hace de guía en el viaje entre Alberdi hacia Acevedo, una de las compañías que quedó bajo agua. La lancha a motor se desplaza sobre campos donde hasta hace unos meses pastaban vacas. “La gente o llevó los animales al alto o los tuvo que vender, desastre hace la inundación”, dice el hombre mientras levanta el motor para superar un alambrado. “Hay que ir atentos porque se puede enganchar la hélice y se complica todo”, dice.
Los camalotes ingresaron a todos los predios, omnipresentes, florecidos, se amigan con las copas de los árboles, albergan también a las hermosas garzas blancas, la elegancia de una garza mora. “A veces hay que cortarlos con la canoa o con el remo porque invaden el camino”, explica Vargas.
Aparece entonces la ruta anegada que se reconoce por la línea del alumbrado público que se pierde en el camalotal. Al final de ese camino está Asunción, la que parece haber olvidado esta otra punta que conduce a Alberdi.

Uno se halla”
Estamos preocupados por la crecida, pero no me quiero ir”, dice Matilde Galeano de Villalba en su puesto de venta de ropas en ese gran mercado popular que tiene la ciudad. “Mi hijo me vino a buscar para llevarme a Asunción pero le dije que no. ¿Qué es lo que voy a hacer yo encerrada en un departamento?. Prefiero quedarme, aquí me hallo, uno tiene sus cosas, su gallinita, la tranquilidad de este lugar no se la cambio por nada. Es chiquito pero uno se halla, uno se acostumbra”, cuenta. Dice que las ventas no cambiaron mucho desde que a comienzos de año arreciara la creciente. “Viene la gente, igual, ahora no hay mucha, pero la gente viene después del día de cobro, en Formosa, cuando cobran, al otro día están por aquí para comprar sus cosas, siempre vienen”, contó acomodando un poco sus mercaderías todas con precios en pesos argentinos, como es en casi todos los locales. 
Fotos de Carlos Juri
Filmaciones de Carlos Juri (Drone) y Dani Jara, para la Nación Web (www.lanacion.com.py). 

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