Considera que hay un “clasismo implícito” en la frase
“quedate en tu casa” máxima de difícil cumplimiento para una mayoría en pobreza
Sin estructura social no habrá contención para una buena salud mental sostiene el especialista. |
El psiquiatra y antropólogo, Agustín Barúa Caffarena, entiende que las salidas a la crisis de la
pandemia se darán en los colectivos. Lo ejemplifica con Benedetto Saraceno, un psiquiatra
italiano inspirador: “Salud mental es igual a cercanía social. En general me
parece que es la vieja lección de la humanidad la que va a seguir pendiente:
validar que no soy sin el otro. Es una vieja lección, pero cada vez más a
contrareloj. El abordaje tiene que ser desde la salud pública y colectiva, es
un plural, es cuidarnos”.
¿Cómo vas viendo la
salud mental de la gente que puede cumplir la cuarentena?
Es complejo de caracterizar. Resaltaría algunos aspectos:Un
punto es que parece que algo viene funcionando como acatamiento a las medidas
gubernamentales por razones complejas, una mezcla de cosas como conciencia de
cuidados, miedos múltiples, amenazas de sanciones, adoctrinamiento histórico en
docilidad y sumisión ya aprendidas por largo tiempo, abusos de los 3 poderes
del estado que casi nunca se castigan.
Otro aspecto es que hemos tenido como sociedad reacciones
muy mezquinas, el ejemplo más horroroso fue el sin lugar en que quedaron muchos
compatriotas que volvían del exterior yquedaron atrapados o hacinados. En estas
conductas mezquinas el discurso de “la guerra contra el virus”, el discurso
belicista en general, es una vía rápida para construir muy fácilmente al otro,
en contacto o en sospecha de contacto con el virus, como “peligro” o como
“amenaza”, y así nos predisponemos a la sola vigilancia o peor, al ataque. Este
discurso pro militarista se contradice con otro discurso que también se viene
difundiendo que está centrado en el cuidado y la colaboración.
Es esperable que
desde el Estado (o al menos este) no se pueda sostener un discurso coherente
sobre el cuidado en tanto ese mayormente no ha sido su rol, sino que ha
cumplido roles clientelistas, represivos, autoritarios y precarizados.
¿Es claro que la
situación desnudó las desigualdades, cómo se manfiesta esto en las conductas?
-Sí, a la situación político económica ya atroz de la que
veníamos (71% de la población adulta económicamente activa en “empleo informal”
o sea precario o sin empleo, privilegios impositivos para que las élites sigan
concentrando, sectores mafiosos que imponen sus reglas, gran daño ambiental por
el capitalismo extractivista) se le sumó la pandemia y las medidas sanitarias.
Si a esto le agregamos lo que pasó en el parlamento que,
ante la discusión de medidas impositivas redistributivas que al menos
disminuyan los enormes privilegios y márgenes de ganancias de ciertos sectores,
mucho del poder político se volvió a subordinar a las élites económicas.
Hay, una vez más, una confirmación de la expulsión de las
mayorías por fuera del estado de derecho en que supuestamente estamos “todos
los paraguayos”, en “unión e igualdad” y otros blablases, donde muchísimos
derechos constitucionales no se cumplen. Esta desigualdad es un insulto para la
salud mental de las mayorías (y en el fondo también de estas minorías que viven
presas de sus miedos). El rol del parlamento y del ministerio de hacienda en la
salud es aún más importante que el del propio ministerio de salud: Tenemos una
concepción reduccionista de la salud mental (y de la salud), quizás deberíamos
pensar en nociones más abarcadoras como bienestar social.
Otro punto es la agresión en salud mental que significa el
clasismo implícito del “quedate en casa” que configura una nueva agresión a las
clases desfavorecidas. Esta agresividad de este tipo de políticas públicas
sobre las mayorías no es nada nuevo: por larguísimo tiempo los derechos no han
sido concretados, así la gente ha recibido largas lecciones en ese ser
despreciadas a través de mensajes desvalorizantes que vienen minando su
autocuidado y, mucho más aun, su vocación de cuidar al otro: te tratan como
basura y no como persona, y a la larga ya no te sentís siquiera persona (digna,
independiente, con derechos).
-¿Qué sugerirías
hacer en la salida, en los cierres/aperturas que se supone que habrá en el
futuro?
Creo que más que pensar en la salida ya, que es bastante
brumosa aún, pensaría en lo que ya se está haciendo y que podría preconfigurar
para el futuro cuestiones a difundir y a defender.
Una, la solidaridad de las ollas vecinales populares que
volvió a salvar a la gente ¿Cuándo no? Esto no es nuevo pero sí remarca la
lección de que la solidaridad comunitaria y su potencia política son un camino
de enorme validez y confiabilidad política.
Otra cuestión que creo que se percibió masivamente y puede
dejar un legado, es que las ofertas que privatizan derechos y los convierten en
lucro bajo el disfraz de seductoras publicidades (y apoyándose en la
destrucción de la oferta pública), en su gran mayoría en este contexto no se
pudieron sostener y todas sus supuestas ventajas, se cayeron. Esto se vio en el
ámbito sanitario, en el educativo y en el empleo.
La tercera es que justamente antes de la pandemia (y también
ahora mismo) se discuten propuestas de sistemas de salud donde todas las
propuestas usan el adjetivo “universal”. En la organización que integro (Alames
Paraguay– Asociación Latinoamericana de Medicina Social) entendemos que hay
puntos que definen lo genuinamente universal: que el financiamiento salga de
una reforma impositiva que favorezca a las mayorías disminuyendo los históricos
y largos privilegios de las élites, que la salud nunca deber ser una mercancía
sólo para quienes la puedan comprar (y al decir salud hablamos de servicios
articulados comunitarios y hospitalarios, de calidad y con calidez), que no hay
salud sin participación de la gente, y que no hay reforma válida en salud si
sólo se reforma y salud y no los otros sectores para garantizar los otros
derechos a la par.
Jorge Zárate
Agustín Barúa
Caffarena, es médico especialista en Psiquiatría de Atención Primaria de Salud.
Magister en Antropología social. Psicoterapeuta en Clínica placera. Investigador
en la Universidad Nacional de Pilar. Integrante del Colectivo Noimbái. Miembro
de la Asociación Latinoamericana de Medicina Social (ALAMES) - Paraguay. Miembro
de la Sociedad Paraguaya de Psiquiatría.
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