24 de octubre de 2021

El papa Francisco y su idea de oír a los 1.300 millones de católicos

Quiere utilizar lo que surja de la participación en el Sínodo de Obispos previsto para el 2023. Luego de dos largos años de poca actividad por la pandemia, la acción del Santo Padre ha tomado gran impulso y se multiplica su tarea en busca de dejar el legado de modernizar y abrir las puertas de la Iglesia Católica a diferentes sectores, así como el papel de las mujeres, el del medio ambiente y otros temas que aparecen en los debates en las sociedades de todo el mundo, pero especialmente de América Latina donde vive el 62% de los católicos del mundo.

“Nunca en la his­toria de la Igle­sia ha habido un intento de consultar a todos los católicos del mundo”, recordó Filipe Domingues, doctor de la Pontificia Universidad Gre­goriana de Roma a la BBC. El proceso anunciado el pasado 9 de octubre contemplará reu­niones locales para luego dar lugar a asambleas regionales que aportarán elementos de discusión al Sínodo, en una apertura “democrática” inédita en la Iglesia Católica. Para los especialistas es una apuesta del Papa por la “Sinodalidad”, una construcción en perma­nente consulta que creen se fue desarrollando desde que asu­miera el pontificado en el 2013. Sería una forma de recuperar las decisiones “colegiadas” de los primeros cristianos, agre­gan recordando que los 1.300 millones de católicos represen­tan la mitad de los cristianos del mundo. Los otros son evange­listas y católicos ortodoxos, por ejemplo. De hecho, la etimolo­gía de “Sínodo” se remonta al griego synodos (reunión o con­cilio) y hodós (camino).

“Estoy seguro de que el Espí­ritu nos guiará y nos dará la gracia para seguir adelante juntos, para escucharnos recí­procamente y para comenzar un discernimiento en nues­tro tiempo, siendo solidarios con las fatigas y los deseos de la humanidad. Reiteró que el Sínodo no es un parlamento, que el Sínodo no es un sondeo de las opiniones; el Sínodo es un momento eclesial, y el pro­tagonista del Sínodo es el Espí­ritu Santo”, expuso Francisco en la apertura.

Domingues dijo… “La propuesta es amplia, pretende que todos los fieles bautizados tengan la posibilidad, en alguna parte del proceso, de ser con­sultados… Por supuesto, nadie va a ir de puerta en puerta para hablar con todos. Pero las reu­niones y asambleas deben rea­lizarse en parroquias y grupos, se deben entregar cuestiona­rios. La idea es que todos se sientan motivados a partici­par”, explica. El Sumo Pontífice urgió a los católicos a “no que­darse encerrados en sus certe­zas”, sino “escucharse los unos a los otros” al presentar la ini­ciativa en la misa del domingo 10 de octubre en la Basílica de San Pedro. “¿Estamos prepa­rados para la aventura de este viaje? ¿O nos da miedo lo des­conocido, prefiriendo refugiar­nos en las excusas habituales: ‘es inútil’ o ‘siempre lo hemos hecho así’?”, planteó.

Gobernanza

Reseñó Lucas Schaerer en el diario argentino Ambito Financiero. “La gobernanza de tipo eclesial, ya no clerical, de América del Sur, ahora se des­pliega a toda América Latina por una doble vía: la convo­catoria a la Asamblea Ecle­sial de noviembre próximo en México (ya recolectó 70 mil consultas de bautizados) y la reforma de la Celam, la confe­rencia de los obispos latinoa­mericanos”. Vale señalar que la idea ya fue planteada en el Concilio Vaticano II y el papa Pablo VI (1897-1978) creó en 1965 el Sínodo de los Obispos, una reunión cumbre con los prelados de todo el mundo que ya se celebró en 29 ocasiones.

A pesar de los cambios intro­ducidos sucesivamente por Juan Pablo II y Benedicto XVI, dicha institución ha sido siem­pre sólo consultiva, mientras que el anuncio de Francisco apunta a una forma colegial de gobierno de los fieles y obis­pos junto con el Papa. “En esta nueva asamblea sinodal, lo más importante no serán las conclu­siones, sino el proceso de escu­cha y participación eclesial que desencadena”, explica el soció­logo Francisco Borba Ribeiro Neto, coordinador del Cen­tro de Fe y Cultura de la Pon­tificia Universidad Católica de San Pablo, citado por la BBC. “Estas consultas se convirtie­ron en características de una ‘forma de Francisco’ de gober­nar la Iglesia, aunque se pueden encontrar procesos similares en varias experiencias anterio­res”, agregó. En los dos primeros sínodos convocados por Fran­cisco se debatió sobre la familia, en tanto que el tercero se abordó el tema de los jóvenes.

El último se abocó a estudiar la Amazonía, en sus aspec­tos sociales, geográficos y ambientales. De ella surgió la Conferencia Eclesial Amazó­nica (Ceama), presidida por el veterano cardenal brasi­leño, el franciscano, Claudio Hummes. El mismo tuvo como novedad la participación de laicos expertos o especialis­tas como el climatólogo brasi­leño Carlos Nobre, del equipo galardonado con el Premio Nobel de la Paz en 2007, y Ban Ki-moon, exsecretario general de las Naciones Unidas (ONU).

“Lo que Francisco insiste en recordar es que ellos no son necesariamente los líderes ni los doctos, sino cualquier miem­bro de la comunidad que tenga el verdadero discernimiento de la fe”, prosigue Ribeiro Neto. “Para él, el sínodo es eso: una oportunidad para escuchar la voz de Dios que está escondida entre los más pequeños, no es un proceso democrático de consulta con la mayoría. Es un evento de carácter espiritual y místico, más que político y orga­nizativo”, resume el sociólogo.

Dicen sus seguidores que el Papa logró que 85 millones de personas vuelvan a los brazos de la Iglesia católica. “No hace proselitismo, pero su movimiento de persuasión, de convencimiento con la propia realidad, lo hace sumar de a millones. Reconstruye, masi­vamente y a paso firme, la casa que estaba derrumbada”, escribió el citado Schaerer.

Francisco fue concluyente: “La vía de la sinodalidad es exacta­mente la vía que Dios se espera de la Iglesia del tercer milenio”.

El católico Joe Biden

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y su esposa Jill serán recibidos en el Vaticano por el papa Francisco el 29 de octubre, informó la Casa Blanca. La visita al Vaticano se realizará antes de su participación en la cumbre del G20 en Roma, los días 30 y 31 de octubre. Desde Italia se dirigirá a la cumbre sobre cambio climático COP26 en Glasgow. El presidente y el Papa “discutirán formas de trabajar en conjunto por el respeto de la dignidad humana, por el fin a la pandemia de covid-19, para hacer frente a la crisis climática y en favor de los pobres”, expresó la Casa Blanca en un comunicado.

Biden siempre destacó la influencia jesuita –la orden a la que pertenece el Papa– en su formación espiritual e intelectual. También que su fe lo ayudó a sobrellevar los momentos más duros de su vida. Primero, la muerte de su mujer y su pequeña hija a raíz de un accidente automovilístico, en 1972, y luego, en el 2015, la de uno de sus hijos debido a un cáncer. Conoció a Francisco en su asunción el 19 de marzo del 2013, cuando asistió como vicepresidente de Barak Obama al acto. En abril del 2016, Biden asistió a un seminario sobre la atención de los enfermos de cáncer, un encuentro en el que ambos brindaron emotivos discursos.

En setiembre de ese año, el Papa se reunió en Filadelfia con la familia del jefe de estado norteamericano para confortarla por la muerte de su hijo. “Fue un encuentro muy consolador”, llegó a decir el demócrata. Biden, de 78 años, asiste a misa al menos una vez a la semana, cita a las Sagradas Escrituras y suele llevar alrededor de su mano izquierda un rosario de la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe, México, que su hijo Beau llevaba el día que murió de cáncer cerebral en el 2015. Cuando asumió en enero, Francisco lo felicitó cálidamente y dijo que esperaba que sus decisiones estu­vieran “guiadas por una preocupación por construir una sociedad marcada por la auténtica justicia y libertad”. También en estos días, Biden ha elegido al ex senador católico Joseph “Joe” Donnelly, demócrata de Indiana, como embajador en el Vaticano. Abogado católico, opositor al aborto, fue uno de los senadores estadounidenses por Indiana entre el 2013 y el 2019, y miembro de la Cámara de Representantes del 2007 al 2013. Tras obtener su licenciatura y su doctorado en Derecho en la Universidad de Notre Dame, también impartió cursos en la escuela católica hasta hace poco. Cuando Donald Trump cuestionó la fe de Biden, Donnelly escribió en el Indianapolis Star: “El papa Francisco ha dicho: ‘Debemos devolver la esperanza a los jóvenes, ayudar a los ancianos, estar abiertos al futuro y difundir el amor’”, y agregó: “Joe Biden ejemplifica ese mensaje cada día mientras trabaja para llevar a Estados Unidos de vuelta a su lugar como brújula moral para nuestro mundo y un ejemplo para que otras naciones lo sigan”.

Jorge Zárate

“Una Iglesia abierta”

Aquí un extracto del mensaje del Papa Francisco en la apertura del Sínodo el pasado 9/10 en la Basílica de San Pedro:

–”El Sínodo, al mismo tiempo que nos ofrece una gran opor­tunidad para una conversión pastoral en clave misionera y también ecuménica, no está exento de algunos riesgos. Cito tres de ellos. El primero es el for­malismo. Un Sínodo se puede reducir a un evento extraordi­nario, pero de fachada, como si nos quedáramos mirando la hermosa fachada de una iglesia, pero sin entrar nunca. En cam­bio es un itinerario de discerni­miento espiritual efectivo, que no emprendemos para dar una imagen bonita de nosotros mis­mos, sino para colaborar mejor con la obra de Dios en la histo­ria. Por tanto, si hablamos de una Iglesia sinodal no podemos contentarnos con la forma, sino que necesitamos la sustancia, los instrumentos y las estructu­ras que favorezcan el diálogo y la interacción en el pueblo de Dios, sobre todo entre los sacerdotes y los laicos. ¿Por qué subrayo esto? Porque a veces hay cierto elitismo en el orden presbite­ral que lo hace separarse de los laicos; y el sacerdote al final se vuelve el “dueño del cotarro” y no el pastor de toda una Iglesia que sigue hacia adelante. Esto requiere que transformemos ciertas visiones verticalistas, distorsionadas y parciales de la Iglesia, del ministerio pres­biteral, del papel de los laicos, de las responsabilidades ecle­siales, de los roles de gobierno, entre otras.



–Un segundo riesgo es el inte­lectualismo –es decir, la abs­tracción; la realidad va por un lado y nosotros con nuestras reflexiones vamos por otro–, convertir el Sínodo en una especie de grupo de estudio, con intervenciones cultas pero abstractas sobre los proble­mas de la Iglesia y los males del mundo; una suerte de “hablar por hablar”, donde se actúa de manera superficial y mundana, terminando por caer otra vez en las habituales y estériles clasifi­caciones ideológicas y partidis­tas, y alejándose de la realidad del pueblo santo de Dios y de la vida concreta de las comunida­des dispersas por el mundo.

–Por último, puede surgir la tentación del inmovilismo. Es mejor no cambiar, puesto que “siempre se ha hecho así” (Exhort. apost. Evangelii gau­dium, 33) –esta palabra es un veneno en la vida de la Iglesia, “siempre se ha hecho así”–. Quienes se mueven en este horizonte, aun sin darse cuenta, caen en el error de no tomar en serio el tiempo en que vivimos. El riesgo es que al final se adop­ten soluciones viejas para pro­blemas nuevos; un pedazo de tela nueva, que como resultado provoca una rotura más grande (cf. Mt 9,16). Por eso, es impor­tante que el camino sinodal lo sea realmente, que sea un pro­ceso continuo; que involucre —en fases diversas y partiendo desde abajo— a las Iglesias locales, en un trabajo apasionado y encarnado, que imprima un estilo de comunión y partici­pación marcado por la misión.

–… El Sínodo también nos ofrece una oportunidad… de ser una Iglesia de la cercanía. Volvamos siempre al estilo de Dios, el estilo de Dios es cer­canía, compasión y ternura. Dios siempre ha actuado así. Si nosotros no llegamos a ser esta Iglesia de la cercanía con acti­tudes de compasión y ternura, no seremos la Iglesia del Señor. Y esto no sólo con las palabras, sino con la presencia, para que se establezcan mayores lazos de amistad con la sociedad y con el mundo. Una Iglesia que no se separa de la vida, sino que se hace cargo de las fragi­lidades y las pobrezas de nues­tro tiempo, curando las heri­das y sanando los corazones quebrantados con el bálsamo de Dios. No olvidemos el estilo de Dios que nos ha de ayudar: la cercanía, la compasión y la ternura. Queridos hermanos y hermanas, que este Sínodo sea un tiempo habitado por el Espíritu…. El padre Congar, de santa memoria, recordaba: “No hay que hacer otra Iglesia, pero, en cierto sentido, hay que hacer una Iglesia otra, distinta” (Ver­dadera y falsa reforma en la Igle­sia, Madrid 2014, 213). Y esto es un desafío. Por una “Igle­sia distinta”, abierta a la nove­dad que Dios le quiere indi­car, invoquemos al Espíritu con más fuerza y frecuencia, y dispongámonos a escucharlo con humildad, caminando juntos, tal como Él –creador de la comunión y de la misión– desea, es decir, con docilidad y valentía”, expuso Francisco.

Juan Pablo I

El papa Francisco autorizó la beatificación de Juan Pablo I por un milagro realizado en la sanación de la niña argentina. La decisión se anunció hace días y queda por determinar la fecha para este reconocimiento. El papa italiano Albino Luciani nació un 17 de octubre de 1912 en Italia y llegó al Vaticano el 26 de agosto de 1978, pero sólo fue Papa poco tiempo, ya que murió de un ataque al corazón a 33 días de asumir el cargo de Sumo Pontífice. Hay y hubo numerosas publicaciones que sostienen que fue asesinado. El Vaticano reconoció como milagro la curación en el 2011 de Candela Giarda, una niña argentina que se encontraba en estado vegetativo y, tras el rezo de su madre, se recuperó completamente. La niña había comenzado con un cuadro de vómitos y fiebre que se fue agra­vando hasta terminar inter­nada en terapia intensiva. Los profesionales que la atendie­ron le dijeron a Roxana, madre de Candela, que no había espe­ranzas para ella, sin embargo, la mujer decidió ir a ver al padre José Dabusti quien le reco­mendó invocar al Juan Pablo I. La mujer no lo dudó y se puso a rezar. A las pocas horas la niña comenzó a mejorar y actual­mente vive con total normali­dad. Fue el cura José quien pidió al Vaticano el reconocimiento para Juan Pablo I, el sacerdote contó lo sucedido y fue evaluado por la Comisión Médica de la Santa Sede. Luego de estudiar el caso, resolvieron por unanimi­dad que se había tratado de un milagro. Lo sucedió Juan Pablo II quien en el 2003 comenzó con el proceso de reconocimiento, declarándolo Siervo de Dios y en el 2017, el papa Francisco lo proclamó Venerable. Por el momento, queda esperar la fecha elegida por la máxima autoridad del Vaticano para que se oficialice la beatificación.

Fé y fútbol

El papa Francisco, muy afi­cionado al fútbol, comparó un cierto tipo de fe, no demasiado buena, con “un partido de fút­bol sin gol”. “La fe no puede limitarse a los ‘noes’, pues la vida cristiana es un ‘sí’, un sí de amor”, dijo durante la oración del Ángelus, al comentar los diez mandamientos. “Queridos hermanos y hermanas, una fe sin el don y la gratuidad es incom­pleta, una fe débil y enferma. Podríamos compararla con una comida rica y nutritiva pero sin gusto, o con un partido de fútbol bien jugado pero sin gol”, continuó. “Una fe sin don, sin gratuidad, sin obras de cari­dad, al final entristece”, concluyó el sumo pontífice.

Aborto y objeción

“Es un homicidio y no es lícito ser cómplice”, dijo el papa Fran­cisco al defender la objeción de consciencia de los médicos en los abortos como un “gesto leal” e incluso “una denuncia de una injusticia”. Fue en su discurso a los participantes en una reunión de la Sociedad italiana de Farmacia hospitalaria. El “servicio de la vida humana” tiene que ser el principal valor de los sanitarios y que “esto puede llevar en algunos caso a la objeción de consciencia”, lo que, subrayó “no es deslealtad, sino al contrario, es lealtad a su profesión, si está válidamente motivada”. “Hoy existe un poco la moda de pensar que sería un buen camino quitar la objeción de consciencia”, agregó, pero “miren que esta es la inti­midad ética de todo profesio­nal de la salud, y eso no debe negociarse, nunca”. “También es una denuncia de las injusticias contra una vida inocente e indefensa”, añadió. En estos casos “el deber es estar cerca de las personas, especialmente de las mujeres, para que no se lle­gue a pensar en la solución del aborto, porque en realidad no es la solución”, según el pontífice.

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