Su serie de pinturas de la guerra de la Triple Alianza es objeto de estudio en todo el mundo por la descripción detallista de la escena, por la calidad de cronista que asume el artista. Resaltan allí los cuadros de la batalla que marcó su vida de la que se cumplen 159 años. Aquí una historia.
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Después de la Batalla de Curupayty |
Su obra es anticipatoria, cinemátográfica, al poco de mirarlas, las pinturas parecen cobrar vida. “Después de la batalla de Curupayty” es uno de sus cuadros más famosos y es quizá el que más se empeñó en pintar. Contundente, refleja una masacre, los cuerpos yacen en toda la extensión del plano que tiene 1,50 x 50 m, hay allí derrota y desolación.
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Autorretrato de Cándido López |
El soldado pintor Cándido López es uno de los que participa de la carga aliada, cuando, en la vorágine de fuego, humo, sangre, barro y muerte, su brazo derecho que blandía un sable es dañado seriamente por una metralla.
Tenía 26 años, es atendido por un compañero que consigue cesar la hemorragia y hacerlo llegar al campamento argentino. A pesar de todos los esfuerzos por salvar su arte, la gangrena avanza y hace que días después decidan su retorno a Buenos Aires donde le amputan el brazo derecho y lo retiran por invalidez.
En esos días Cándido cree ver el final de su plan: Será difícil ya pintar la contienda y que su obra sirva para hacer historia. Sin embargo, un fuego interior lo anima a seguir, se pasa años ensayando cómo pintar con la mano izquierda hasta que logra terminar el primer cuadro. Nobleza obliga, se lo regala al médico que le salvó la vida en el campo de batalla.
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Vista interior de Curuzú mirado de aguas arriba |
Las obras van acompañadas por un texto de puño y letra del autor, en lo que constituye una verdadera bitácora de guerra que ayuda a entender, pintura y contexto.
El pintor Enrique Collar da una primera impresión sobre “Después…”: “En primer lugar mucho espacio, vacío, desolación. Paraguay gana esta batalla, pero la descripción al ser desde el punto de vista de un soldado argentino, se siente como una batalla perdida”.
Destacan los detalles, las tensiones, el uso del espacio. Su colega Federico Caballero resume: “Es magistral”.
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Trinchera de Curupayty |
El fuerte de Curupayty, situado en la margen izquierda del río Paraguay, estaba unos cinco kilómetros al sur de la Fortaleza de Humaitá. Ese lugar fue escenario de la que quizá sea la más gloriosa contienda del ejército paraguayo que gracias a esta victoria logró frenar el avance aliado por diez meses.
Cándido López, tendrá en el tiempo, la oportunidad de reproducir las ideas que había pergeñado aquella tarde siendo parte de los batallones que acometieron infructuosa carga.
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Marcha del Ejército Argentino |
“López produjo una serie de pinturas sobre la batalla de Curupaytí que abarcan diversos aspectos del enfrentamiento. Desde la Marcha delEjército Argentino hasta el Asalto de la 2ª Columna Brasileña, estas obras fueron elaboradas a lo largo de más de una década. La serie incluye representaciones detalladas de las tácticas militares y el efecto devastador de la batalla. La mezcla de detallismo y narración visual refleja su deseo de preservar la memoria del conflicto para la posteridad”, reseña Juan Ignacio Novak en El Litoral de Santa Fé.
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Asalto de la 2a Columna Brasileña |
Curupayty dio por tierra con el slogan de Bartolomé Mitre: “En 24 horas en los cuarteles, en quince días en campaña, en tres meses en Asunción”. La guerra, duro es saber, se extendió por 5 años.
Aquella victoria es atribuible a la brillantez del general José Eduvigis Díaz que intervino en la construcción de muy buenas trincheras y replegó a tiempo las fuerzas que resistían en Curupayty. Evitó así que fueran acribilladas por las 5 mil bombas que arrojó la flota brasileña sobre las que creían eran las posiciones paraguayas. Durante al menos 4 horas las 100 piezas de artillería de los 22 barcos provocaron una escena dantesca.
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Asalto de la 1a Columna Brasileña |
La brutal derrota hizo que Mitre dejara el mando de la invasión a cargo de los brasileños marcando el fin de su pretendida leyenda militar. Además reavivó el rechazo popular a la guerra en Argentina, situación que obligó al retiro de tropas del frente.
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Asalto de la 3a Columna Argentina |
Pasión, patria y oportunidad
Antes de la guerra, Cándido fue pintor retratista, llegó incluso a hacer uno del propio Mitre. También había pintado motivos religiosos y recorrió la provincia de Buenos Aires con un daguerrotipista francés buscando clientes para retratar. Quería ir a Europa a perfeccionar su técnica pictórica y ahorraba para eso cuando se decidió la injusta contienda contra Paraguay. Entonces, imbuido del espíritu de época y con el afán de crear una obra única, se alistó en la tropa como soldado del Batallón de San Nicolás.
“Como sabía leer y escribir lo nombran teniente primero y le asignan un pelotón, cargo que declina bajo el atinado argumento de que no sabe manejar un arma. Le bajan una categoría: teniente segundo. Los combates se suceden y ahí está Cándido López en calidad de soldado y documentalista: Paso de la Patria, Itapirú, Estero Bellaco, Yataytí Corá, Boquerón y Sauce. Durante el tiempo libre entre combates, el soldado artista esboza paisajes de los campamentos militares: serán los apuntes que utilizará tiempo después para las pinturas”, relata Verónica Gómez en Página 12.
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Trinchera de Curupayty (Vista) |
Cándido se autodefinía como un “historiador del pincel” y así coincide el crítico de arte Roberto Amigo: “Representó la guerra del Paraguay (1865-1870)…mediante una pintura analítico-descriptiva, derivada de la representación de batallas de la cartografía militar europea. Un modo de representación que había tenido su desarrollo en el Río de la Plata, alcanzando un punto sobresaliente en las pinturas de batallas conocidas como Victorias de Urquiza (Palacio San José, Entre Ríos) pintadas por Juan Manuel Blanes en 1857”.
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Asalto a la 4a Columna Argentina |
La tarea de López, no es reconocida de inmediato. Recién en 1885 hace una exhibición en el Club Gimnasia y Esgrima tras la cual el Estado le compra una buena partida que hasta hoy integran la colección del Museo de Bellas Artes de Argentina (MNBA).
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Naturaleza muerta |
Cuando regresa herido intenta retomar contacto con “Emilia Magallanes, esa chica que conoció en Carmen de Areco y que no contesta sus cartas”, recuerda Chatruc
Su destino fue de novela siempre: Cándido tuvo finalmente doce hijos con Emilia, “la joven de Areco que tenía prohibido responder sus cartas. Y que un día, ya viuda de un matrimonio arreglado por sus padres, llegó por azar a la zapatería porteña donde Cándido trabajaba. Se casaron un 22 de septiembre, en el aniversario de la batalla en la que creyó haberlo perdido todo”.
Trabajó de zapatero hasta sus últimos días y sólo pintó después de aquellos cuadros épcios por los que se lo recuerda, naturalezas muertas para vender que firmó como “Zelop”, su apellido al revés.
Nunca supo de la repercusión y el valor que tiene hoy su obra en el mundo.
Jorge Zárate
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Ataque de la escuadra brasileña a las baterías de Curupayty |
En la mirada de Roa Bastos
Augusto Roa Bastos publicó “El sonámbulo” como novela en 1976, aunque el texto, como cuento, integra también el libro “Cándido López: Imágenes de la guerra del Paraguay, publicado por Franco Maria Ricci en 1984”, una suerte de catálogo comentado de la obras del pintor. Su protagonista, Silvestre Carmona, que fue soldado en la guerra, traiciona al Mariscal Francisco Solano López y de su relato escrito ante el Fiscal, deviene la historia, aquí un fragmento en que el gran escritor nacional imagina a Cándido en su afán:
“…Así, de aquellos primeros años, de aquellas historias increíbles a reventar de vida y muerte, una es la que rememoro y veo con más nitidez: la del soldado enemigo que se ponía a pintar los preparativos de una batalla, o el paisaje sepulcral poblado de muertos, que dejaba una derrota. Sentado en un tronco, o de rodillas frente al caballete, con la visera del kepis sobre la nuca, fijaba con sus pinceles esas visiones que envejecían rápidamente.
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Escuadra en Paso de la Patria |
Quimera o no, lo volví a ver en Estero Bellaco, en Curuzú, en Tuyutí; por último en Curupaytí, al día siguiente del desastre de los aliados. Pretextos recorridas de exploración, salía a buscar a ese fantasma que pintaba fantasmas. Con el catalejo no tardaba en ubicarlo. Absorto, hacía su trabajo sin apuro entre los reverberos del sol y el aire manchado por el humo de la pólvora y los incendios. Solo cuando el sucio crepúsculo comenzaba a caer, parecía acometerlo cierta inquietud, como preocupado de que los millares de cadáveres se levantaran de pronto, recogieran sus carroñas y se fueran caminando hacia algún lugar oscuro y desconocido.
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Soldados paraguayos heridos en Yatay |
Me hubiera gustado que el hacedor-de-figuras llegara hasta Cerro-Corá, y que allí hubiese inmovilizado con inmutable pero viviente fijeza ese momento único en la historia de América…”
https://www.bellasartes.gob.ar/coleccion/buscar/?autor=253#resultados
https://www.ellitoral.com/arte/guerra-batalla-paraguay-alianza-pinturas-historia_0_DsAXUzW7am.html
https://elnacional.com.py/cultura/la-guerra-grande-vista-sonambulo-n2436
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Cándido pintando a Mitre. Daguerrotipo de 1862 |
Esta Historia me llegó al alma , mis bisabuelos dejaron sus vidas en la Guerra de la Triple Alianza, y mis abuelos también participaron, por eso mi Abuelo materno fundó un Pueblo en Paraguay y le puso por nombre Gral José E Diaz,
ResponderEliminarQué bueno, gracias por comentar...!
ResponderEliminarHistoria arte y artista !gracias por el texto!
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