19 de noviembre de 2011

“Roa Bastos merecía el Nobel, los grandes escritores latinoamericanos lo admiraban"


Armando Almada Roche en la presentación de uno de sus libros

“Augusto Roa Bastos, la figura de un genio”, de Armando Almada Roche, se presentó en el Centro Cultural El Cabildo en ocasión del aniversario del nacimiento del Premio Cervantes el 13 de junio de 2011. Un trabajo riguroso y fraternal que analiza la obra y la persona del gran escritor nacido en Iturbe, con ciencia y con arte. También tiene la palabra de Roa, su obsesión paraguaya, su afán.

Jorge Zárate

- ¿Como te motivaste para la obra?
- El o los motivos que me impulsaron a escribir, es que lo trate personalmente durante muchos años y hasta llegué a ser amigo de él. Y fundamentalmente me impresionó su obra, su manera de escribir. Y ahí me volqué hacia su figura, sus trabajos y fuí recopilando recortes de diarios, entrevistas, reportajes, semblanzas, preguntas que le hacía durante los distintos encuentros y fui armando eso para que el día de mañana pudiera plasmarlo tal vez en un libro como es el caso este de ahora. Es un modesto aporte, un granito de arena para que los jóvenes y aquellos que no lo conozcan lo puedan descubrir, conocer de este autor clásico de las letras internacionales.
  • - Decia Mirta Roa en la presentación que es también una manera de quitarle esa pátina de escritor denso, que no es tal, un prejuicio de mucha gente que no se acercó a su obra...
  • ...es una especie de temor por ignorancia, se alejan, no lo leen, y ahí viene la cuestión, pero cuando uno descubre y lo conoce y ve, como dice el refrán que “el león no es tan fiero como lo pintan” es distinto.
  • ¿Lo entrevistaste muchas veces? ¿Como veías al hombre en relación a su obra, era de contar sus procesos creativos?
  • Lo entreviste una docena de veces. Si, contaba, era un hombre muy tranquilo, respetuoso, reflexivo, incluso sobre su obra. Hablaba no mucho, porque fundamentalmente le gustaba escribir, tenía esa obsesión de escribir sus obras, prefería dedicarse de lleno al trabajo creativo y no ir contando qué estaba haciendo o qué programaba hacer en el futuro. Pero te contaba. “Estoy escribiendo, estoy en la parte tal de Yo el Supremo, está muy dificil, estoy medio loco con este tema, me está obsesionando...”, así...
  • Era como los actores que para componer al personaje se meten dentro del personaje. El se ponía en el papel, en la piel de Rodríguez de Francia o Cavallero, esto, lo otro, hacía multiples personajes que los sacaba desde adentro. Había deglutido todo lo que leyó, lo que escribió y lo volvía a sacar como cuando la vaca masca de noche, si se me permite, es lo que hacía Roa con sus obras, lo volvía a sacar,
  • ¿Compartís la idea de que Roa es todavía ocultado al gran público nacional por el compromiso de su literatura?
  • Augusto era un escritor tremendamente comprometido con su literatura, con su pueblo, creo que existe un compromiso teñido de una ideología política pero no de izquierdas o derechas, sino porque siempre el escritor en su obra surge un compromiso ineludible y él veía y hablaba de su sufrido Paraguay, hasta el último momento. Porque siempre este pueblo de hombres tan valiosos, tan inteligentes, musicos, pintores, poetas, escritores, artesanos, es muy rica esta nación, no sólo por lengua y por su música. El quería sacar a la luz toda esa psicología, todo ese perfil de su nación, de su pueblo y lo sacó a través de sus obras.
- ¿Cómo lo conociste?
- Nos encontrábamos con todos los exiliados del 47, José Asunción Flores, Carlos Lara Bareiro, Herib Campos Cerbera, Elvio Romero y también en ese momento estaban en Buenos Aires un montón de exiliados de la Guerra Civil Española que hicieron la Editorial Losada. Vinieron también Pablo Neruda y Nicolás Guillén. Estaban todos, famosos y encumbrados exiliados en Argentinas, era una época de oro.
En las postrimerías, en el 60 y pico, me tocó compartir con ellos. Había un famoso café el Berna, que ahora ya no se llama así en la plaza de los dos Congresos, en pleno centro de Buenos Aires donde se reunían argentinos y paraguayos y ahí me encontraba con Roa, Romero y había discusiones, allí se juntaron fondos para el movimiento 14 de mayo, por ejemplo.
Estábamos conspirando en esas mesas donde se discutía acaloradamente, “tenemos que volver y derrotar al tirano” y esas cosas te quedan.
Esos sueños como en el caso de Flores que murió sin poder ver su tierra de nuevo.
- El exilio es un dolor común en todos estos grandes artistas...
...los recuerdo con muchas ganas de volver, trabajaban y vivían en Buenos Aires pero siempre añorando estar acá. El desarraigo es muy grande, es una mutilación. Te arrancan algo, después el tiempo cura casi todas las heridas, pero cuando estás afuera escuchás tu música y llorás. Cuando estás por ahí tocan una polca o una guaranía y llorás. Roa quería volver y estar con los jóvenes, trabajar aquí, producir acá, pero se dio así. Casi 40 años de exilio. Es toda una vida
- Una obra también...
si y cada libro tiene identidad propia. Las grandes obras de Augusto son Hijo de Hombre que lo catapulta al centro de América Latina y Yo, El Supremo que es la culminación total de su obra. Contravida, es un volver hacia atrás en su pasado, recorrer su niñez, volver al paraíso perdido de su tierra, de su pueblo, sus raíces y entonces tiene en comparación con otros libros una emotiva carga de sentimientos. Madama Sui es una novela verdad, por el tema que cuenta.
- ¿Hubiera merecido el Nobel?
  • Si, claro, tranquilamente le podrían haber concedido el Nobel, se lo merecía. Su obra tiene un peso tremendo. Hay gente con obra menor a la que le dieron el Nobel por cuestiones políticas porque los suecos no están ajenos a esto.
- Entrevistaste a Juan Rulfo que quería mucho a Roa
- Rulfo era huidizo, escurridizo, parco, le sacabas una palabra con tirabuzón y como periodista., dependen de como se le toque, tenés que ser como un boxeador estilista. Tenes que sacarlo al tipo de esa mudez. Depende del oficio, arte, habilidad y modestamente, tuve la suerte de entrevistarlo. Me senté a su lado durante la Feria del Libro, una amiga me presentó como si fuera un fotógrafo oficial del evento, cosa que no era y comenzamos a charlar de cosas. El esperaba un remise para que lo llevara a la Feria.
- Se acuerda de la Revolución... le pregunté
- “Si es allí que mataron a mi padre”, dijo y solo se soltó. Y cuando iba a caer, volvía a meter una pregunta y tenía mi cámara sobre las rodillas, lista para gatillar, debajo de la mesa. En un momento le caen lágrimas y tuve la tentación de quitar la foto, hubiese valido mucha plata... pero no lo hice por la entrevista.
Hablamos una hora y el me dijo que tenía quince minutos, en un momento miró el reloj y se apuró. Son cosas que ocurren sin querer, no se da todos los días.
Decía que lo admiraba mucho a Roa, que era un gran escritor. El mismo Ernesto Sábato, Carlos Fuentes, Mario Vargas Llosa, lo destacaban, Mario Benedetti, José Donoso, y muchos, sus pares eran admiradores de Augusto, el propio Julio Cortázar, los grandes lo admiraban.
Vida de exilios
Yo viví el 47 aquí y sali huyendo con mis padres, casi nos matan, mi padre era febrerista y en esa época o eras colorado o te pasaban a degüello literalmente, lo ví, matar a nuestros vecinos, “Vos sos comunista”, y ahí nomás le disparaban. Lo hemos vivido, tenía 5 años y lo recuerdo perfectamente bien, corrió mucha sangre, que nos marcó mucho”, cuenta Armando Almada Roche. “Nos fuimos a Formosa, regresé aquí solo, cuando tenía 16 años y a eso de los 20 me volví a Buenos Aires para hacer el servicio militar y allí ya me quedé.
Primero era actor, andaba trabajando por ahí, me moría de hambre, entonces estudié fotografía y me recibí y trabajaba como reportero gráfico primero y después ya me metí en el periodismo”, describe.
Trabajé en La Nación, en La Prensa, estuve 25 años, en La Opinión de (Jacobo) Timmerman, aquel diario tan bien hecho, en La Voz, en revistas, diarios, Clarín, siempre en suplementos literarios, siempre como periodista literario, haciendo periodismo cultural, cine, teatro, literatura, libros, actores”, recuerda.
Almada Roche entrevistó a grandes escritores, entre ellos: Gabriel García Márquez, José Donoso, Nicolás Guillén, Camilo José Cela, Juan Rulfo, Julio Cortázar, Carlos Fuentes. “Tuve la suerte de hablar con (Jorge Luis) Borges mismo, Ernesto Sábato”, comentó.
En el país colaboró en Hoy, Ultima Hora, La Nación, “en Ñandé que desapareció” y actualmente publica en Abc Color. “Para estar en el candelero, hay que estar en los diarios para que la gente te recuerde un poquitito, si no estás presente morís, al otro día no existís más”, dice entre risas.

Textual
Fragmentos de “Augusto Roa Bastos, la figura de un genio”

√ “Al lector de novelas le da pereza leer historia. Es más fácil la fábula. Y lo que hace Roa Bastos es convertir en fábula la hisotria del Supremo Dictador Francia...

Se puede afirmar entonces sin miedo a equívocos que Augusto Roa Bastos, con Hijo de Hombre y Yo, El Supremo, grandes novelas americanas, es el fundador de una tradición novelística paraguaya en la que la vida de un pequeño gran pueblo ha de reflejarse con toda su grandeza y su miseria, sus ideales y sus fracasos y constituir así un arte puro que provoque la realización del noble destino al que está llamado el Paraguay".

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