19 de diciembre de 2022

Alicia Cóppola: “Me transformo en madre mono, madre tucán”

 


Una veterinaria muy especial

El viernes pasado se presentó el libro “Ogarenda”, en el que la veterinaria cuenta la experiencia de la creación de la Unidad de Cría en el Jardín Botánico y Zoológico de Asunción. Su pasión por los animales, el afecto como elemento curativo, recorren las páginas de este testimonio que ayuda a valorar las formas diversas, inteligentes y sensibles que tiene la vida en el planeta. 

El libro, cargado de relatos cortos, de lectura amena y fotografías cuenta las experiencias y aventuras de Alicia Cóppola y un equipo de personas sensibles que han sabido manifestar su amor a la vida de los animales. “Animales de todas las especies, que han corrido peligro, pasaron por las manos de la autora que va relatando las anécdotas con notable sensibilidad en un país que aún se muestra hostil con el trato a los animales y a la naturaleza misma”, se comentó.

 El libro está dividido en dos partes y cuenta con un total de veintinueve relatos que resumen la experiencia de esta maestra normal y doctora veterinaria por la Universidad Nacional de La Plata, en Argentina que, por razones familiares, se radicó en Paraguay en 1984.

Aquí su diálogo con Nación Media:

- ¿Cómo llegaste al zoológico de Asunción, como fueron esos primeros años?

- Ingrese al zoológico en el año 1992, cuando Raúl Tuma fue nombrado interventor del Jardín Botánico y Zoológico. Fui como voluntaria porque no era muy conocida de él pero me gustaba el tema, entonces 6 meses después me nombraron como veterinaria estable del zoológico. Creo que es bastante mérito porque en esos primeros años era un zoológico Victoriano, es decir, no había nada que lo asemejara a un zoológico moderno, conservacionista. Era muy difícil empezar todo, muy difícil, cambiar muchas mentalidades. Pero bueno, en ese entonces éramos jóvenes con muchísimas ganas de hacer cosas. Me refiero a los profesionales que trabajaron en el plan maestro del Jardín Botánico, un plan regulador de todo lo que se hace dentro del zoológico que es hasta ahora importantísimo, porque gracias a él hay un montón de innovaciones que se han hecho.

-Fue un cambio importante…

… Claro, aunque quedaron cosas por hacer, también se puso en marcha el centro educativo, que sigue funcionando perfectamente y es de esos años. Allí empecé a imaginar mi proyecto de la Unidad de Cría y también se creó la Fundación Jardín Botánico y Zoológico que empezó a introducir cosas nuevas como educación ambiental que no se había hecho jamás. Se trabajó mucho para mejorar el bienestar animal, introduciendo conceptos nuevos como de comportamiento animal que hasta ese momento nadie sabía nada de metodología realmente y sobre el arreglo de los hábitats que lo que se llama enriquecimiento ambiental también era inédito en el zoológico. Bueno, así empezamos y así continuamos por los primeros 5 o 6 años aproximadamente.

- ¿Cómo fue que te fuiste especializando en cría?

- Desde que yo entré a trabajar como veterinaria, todos los animalitos bebés de cualquier especie hasta de un León africano me las daban a mí para que yo los criara. Animales bebé que se criaron siempre bajo el siguiente concepto, si nacieron en el zoológico y la madre no los atendía, los atendíamos nosotros, sino por supuesto quedaban con su mamá. Y los otros eran todos los animales que se decomisaban, porque había muchos decomisos, había muchísima venta de animales. Yo recuerdo que hasta en pleno centro vendían carpinchos, por ejemplo, entonces todos esos animalitos iban a parar al zoológico y todo me los daban a mí porque no éramos tantos veterinarios, éramos 3 en ese momento.

 Y bueno y yo los criaba con lo que tenía y cómo podía. A muchos les llevaba a mi casa porque eran tan chiquitos que requerían atención día y noche.

- ¿Cómo siguió el proceso?

- Así seguimos hasta que en el 98/99 llega un cargamento gigantesco, ¡58 bebés! Y no había personal especializado, no había nadie, así que empecé a trabajar con voluntarios, sacamos adelante a esos 58 bebés de distintas especies, había coatíes, aves, monos, loros. Por supuesto, había 11 loros, me acuerdo todos chiquititos de pocos días de vida. Bueno, ahí empecé a pensar en la posibilidad de hacer una guardería, o sea, la Unidad de cría, quería ser un lugar donde pudiera atender bebés de diferentes especies animales, a buscar un lugar en el botánico.

Después fue pensar en entrenar al personal del zoológico para que supiera lo que es bienestar animal y comenzaron a hacer un trabajo como se debe hacer. Hicimos muchos cursos sobre eso y pudimos hacer educación ambiental para crear conciencia y compromiso conservacionista.

Entonces pedí una hectárea al, que estaba en ese momento de director del Botánico, ingeniero Raúl Velásquez y por esas cosas de la vida…no sé cómo aceptó mi proyecto.

Me dijo que me daba, si yo aceptaba, la vieja administración, una casa que en ese momento estaba totalmente abandonada, rodeada de malezas. Por supuesto, dije que sí al instante y ahí empecé ya a vislumbrar todo a pensar en futuro y me mudé y así se inicia la unidad de cría.

 - Sos veterinaria, ¿dónde nace tu pasión por los animales?

- Sí, soy veterinaria, me recibí en la Universidad de la Plata (UNLP) y siempre me gustaron los animales, por supuesto, con una inclinación hacia los animales silvestres. Pero hice un poco de todo, incluso fui a vivir en la Patagonia. Lo que pasa es que a medida que fui trabajando con animales silvestres, cada vez me gustaron más, cada vez sentía más pasión por trabajar con ellos. Cada vez que iba descubriendo más cosas. O sea que sí, siempre me gustaron, pero cada vez me fueron gustando más en general.

- ¿Qué nos enseña el trato con las distintas especies?

- Siempre pensé que es mejor abrir conciencias, tocar corazones. Digamos que no estar dando datos técnicos, datos técnicos de un animal te lo da cualquiera, pero cuando yo hacía los circuitos y contaba la historia de los animalitos, esos que llegaron en las peores condiciones y la gente los veía que estaban bien y tenían nombre, no es para humanizarlo, sino para darles identidad. Entonces se creaba una empatía con la gente.

Y eso era el primer paso para comprenderlo porque yo creo que lo que lo que hay que hacer entender es demostrar que son seres emocionales. Qué sienten que sufren y que disfrutan de la vida, ese es el primer camino para llegar a quererlos, me parece a mí.

- ¿Cuánto juega el afecto en los tratamientos, en las “curaciones”?

- En cuanto el papel que juega el afecto en el en las curaciones de los animales te puedo hablar más de la crianza desde que son chiquitos. Todas las especies, salvo algunos reptiles, necesitan de su mamá cuando son pequeñitos de pocos días. Me río porque me transformó en madre, o sea en madre mono, madre tucán, así. 

¿Por qué?

Porque necesitan cariño y protección. Y cuando tienen alguna enfermedad es doble lo que tenemos que cuidarlos y darles cariño. Hay un cuento en el libro que se llama “Cariñosito”, que cuenta la historia de un oso hormiguero que lo encontraron los bomberos en la ruta Transchaco. A su mamá le había atropellado a un auto y el osito estaba prendido a la madre. Era minúsculo chiquitito como nunca jamás había visto un animalito. Tal es así que con el doctor Nelson Scappini con el que estábamos trabajando juntos en ese momento, nos comunicamos con gente de Kansas en Estados Unidos para que nos dieran alguna idea de que podíamos hacer porque se nos iba a morir, de tan pequeño.

Ellos nos dieron un montón de datos en cuanto a la alimentación, pero me dijeron algo que para mí marcó la crianza de “Cariñosito”, me dijeron “mucho contacto físico”. La osa hormiguera está 8 meses con el osito en su espalda y no lo baja para nada. Por lo tanto, para criar ese animal había que hacerle sentir que no estaba solo. Y, bueno, después se salvó, pero yo quedé agotada, más bien muerta después de cuidarlo tanto, es más, estuvo hasta los 8 meses en mi casa y cuando empezó a romper los zócalos buscando hormigas, ahí me di cuenta que tenía que llevarlo a la Unidad de cría. Ahora está ahí, por supuesto que me conoce y me saluda cada vez que llego.

- ¿Por qué creés que todavía no se admite con claridad la inteligencia de las diversas especies, aves, reptiles, mamíferos? ¿Sentís que la idea antropocéntrica esconde la posibilidad de destruir los hábitats?

- La idea antropocéntrica lo arruinó todo. El hombre se cree que es el centro de todo y que es el único que siente todo; que sabe todo; bueno, por eso es que se tiene esa actitud y por eso también se destruyen los hábitats indiscutiblemente.

- ¿Se logró consolidar el equipo de la Unidad de Cría, hay suficiente presupuesto municipal para seguir con la tarea?

- Si, consolidó el grupo, en la unidad la mayoría de los funcionarios se formaron conmigo. Incluso hay uno de ellos, que es un señor ahora, tenía 12 años cuando empezó a trabajar.

Quisiera decirte que urge en el Zoológico hacer un programa de educación ambiental, de visitas guiadas, de enseñar a la gente, para poder atender a la gente los domingos porque no es lo mismo alguien que no está capacitado que poder contarles sobre un mono, un gato montés, con programas bien hechos, eso para mí sería fundamental.

Y en lo que hace a la ayuda municipal casi siempre fue nula, por eso es que nosotros en la unidad teníamos una asociación hecha por chicos jóvenes, todos estudiantes universitarios que se comprometieron conmigo en llevar esa utopía adelante frente a toda una municipalidad que no hizo más que pagar los sueldos y darles de comer a los animales.

Recién cuando llegó la Fundación de Maris Llorens, la verdad hay que decirla, es cuando se hicieron todos los hábitats nuevos de los felinos y los animales comieron cómo debían comer.

- ¿Qué te llevó a publicar el libro?

Las historias de animales son muy hermosas y en el libro van a encontrar cosas de ciertos animales, por ejemplo, del jote negro, que es un buitre que son interesantes. Otro cuento se llama “Vuelo libre, corazón cautivo” y es de una urraca que la criamos de bebecita, donde contamos todas esas cosas hermosas de la vida que te dan los animales. Cuando yo pienso en mi trabajo siempre digo que el libro es el punto final del trabajo con animales silvestres en el zoológico, pero el trabajo mío va mucho más que eso, porque yo siempre lo definiría con tres palabras: “Honrar la vida”.

Así de simple.

 Un león en el jardín

Entre las historias que la veterinaria Alicia Cóppola reunió en su libro “Ogarenda”, destaca la de “Leoncio”, un león africano que tuvo que criar en su propia casa. “He criado, creo que casi todas las especies, menos hipopótamos y elefantes, pasé por muchas especies de pájaros hasta serpientes que quería”, cuenta.

“Pero en realidad la más impactante fue la de “Leoncio”, porque criar en tu casa un león africano no es una pavada. Tenía cuatro días de nacido cuando la leona se lo “dejó” al cuidador de ese sector del Zoo. Fue más o menos en el 93, todavía no estaba en la unidad de cría. Fuimos hasta el recinto donde estaba la Leona, el cuidador los separo, agarró el cachorro y me lo dio, diciéndome “tomá doctora” y me quedé con él en brazos”, contó.

“A partir de ese momento lo llevé a mi casa porque era muy chiquitito, así que cuando iba a trabajar había una persona a la que le dejaba encargado que le diera la mamadera a cierta hora como a un bebé y luego yo volvía al mediodía y ya me quedaba con él, pero bueno, fue muy complicado al principio, muy difícil, era muy chiquito”, siguió relatando.

En aquel tiempo “no había las leches maternizadas o las leches especiales para felinos que hay ahora para gatos, así que era muy complicado, el león se me moría, se me moría, hasta que un día empezó a reaccionar y fue maravilloso. Lo tuve en casa hasta que tuvo 7 u 8 meses. Tiene unas anécdotas maravillosas que están en el libro”, dijo invitando a recorrer sus páginas.

“Por ejemplo, él se hizo amigo de todos los de la casa, él era tan majestuoso y como tan seguro de sí mismo que jamás intentó molestar a un perro o un gato, también tenía un mono en casa, nunca jamás. Era un cachorro y vivió en una casa que tenía jardín adelante y atrás y ambos estaban conectados. El de delante tenía una reja y los perros iban a la tardecita a mirar el barrio y se sentaban frente a la reja y el león iba con ellos y cuando pasaba alguien cuando los perros ladraban, él rugía”, recordó.

“Era un un amor el león, siempre fue muy manso, pero iba creciendo y yo sabía que en cualquier momento se me podía descontrolar, más que nada por la gente, por las visitas, por cualquier cosa, además que ya era grande y comía mucha carne, así que un día terminó la vida de Leoncio en mi casa y bueno, nos quedamos todos muy tristes y él mucho más triste volvió al zoológico”, explicó.

“Pobrecito, a partir de ahí. Yo traté de que su vida fuera lo mejor posible porque ya los sueños de libertad como pongo en el libro, no eran posibles, entonces traté de que él fuera lo más feliz posible en su cautiverio y por suerte vivió muchos años. Cuando hacía visitas guiadas y entrada a la zona de la leonera, el me esperaba, se paraba en dos patas y me esperaba”, comentó

“Un día un día, de la noche a la mañana, se enfermó. Ya tenía 17 años, podría haber vivido un poquito más, pero pesar de todos los esfuerzos no hubo caso de salvarlo. ¡Y bueno y fue un personaje! Hay mucha más historia, pero está completa en el libro porque si yo me pongo a hablar de Leoncio no termino más”, concluyó.

Jorge Zárate

Un espacio que salva vidas

La Unidad de Cría “Ogarenda” del Jardín Botánico y Zoológico de Asunción es, en muchos casos, la última esperanza de vida de cientos de pequeños animales silvestres que son enviados allí para su rescate y cuidado.

Buena parte de la población de especies del lugar es fruto de los decomisos realizados por las instituciones de protección animal, en especial de los operativos hechos por el ministerio del Ambiente y Desarrollo Sostenible (Mades).

Ogarenda cuida, alimenta y protege a unos 200 animales de diversas especies entre ellas tucanes, papagayos; garza blanca, urutaû; monos, oso hormiguero y melero, coatíes, chanchitos, zorros, cabras, gato montés; jacarés bebés y tortuguitas, por ejemplo.

El sueño de Alicia Coppola es llegar a formar equipos para que preparen los animales para su liberación “Es el último objetivo de este proyecto, el que queda aún pendiente”, apuntó.

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https://www.abc.com.py/edicion-impresa/suplementos/abc-revista/2020/09/13/mascotas/?fbclid=IwAR2dEespJDbvYD9OmFdwNf74iD5XyUG2PZcBx3Tnd6Fd7OHL45AyztT8bDI

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