9 de julio de 2025

Asunción, ciudad central en la organización católica continental

 

El 1 de julio de 1547, el Papa Paulo III, por medio de la Bula “Super Specula Militantis Ecclesiae” crea la Diócesis del Río de la Plata con sede en Asunción. Más adelante será conocida como la “Diócesis del Paraguay”, elemento neurálgico para el despliegue de sacerdotes y la evangelización de estas tierras. Aquí un repaso a esa fundacional historia. 

Dibujo de Asunción en 1615 de Felipe Guamán
en la obra "La Nueva Crónica y Buen Gobierno"
Pasaron 478 años desde la creación, con sede en Asunción, de la Diócesis del Río de la Plata. “Así se establece la consolidación completa de la posesión española y se otorga protagonismo a Asunción como centro no sólo de las estructuras de conquista y poblamiento sino también de la misión evangelizadora y organizativa de la Iglesia Católica”, cuenta el presbítero Hugo Fernández, director del Museo Eclesiástico “Monseñor Juan Sinforiano Bogarín”.

Lo hace invitando a visitar el local del Museo, al costado de la Catedral, donde “se puede ver el vestigio histórico, artístico y social de la acción de la iglesia  durante estos casi 500 años de labor y de fe en estas tierras”.

Entiende por ello, importante historiar cómo se llega a ser Diócesis. Fernández recuerda que en 1541 Asunción deja de lado su condición militar de Casa Fuerte para convertirse en Ciudad, el despoblamiento de Buenos Aires y otras fortalezas sobre el río Paraná la convirtieron en un punto privilegiado para el abastecimiento, reparo y punto de camino para la pretensión de llegar a la plata y el oro del Potosí.

“Los españoles acostumbrados a un régimen de gobierno en donde la Iglesia, por real Patronato de la corona conformaba parte de las estructuras de gobierno no tenían un obispo. Está ausencia, sumada a la necesidad de conducción moral y espiritual tanto de los españoles como de los naturales motivó a que desde 1543 sean muy frecuentes las cartas pidiendo al Rey un obispo y la demarcación de las jurisdicciones propias”.

Un pedido insistente

El desenfreno de los españoles es reconocido en los pedidos que van haciendo por carta a la Corte para que se les envíe un rector religioso según aporta Fernández que es licenciado en Teología. “La terrible situación moral de los españoles y su relación con las indígenas en especial se acrecentaba a causa de la falta de la presencia regia de la iglesia, y aunque para 1545 Asunción contaba con más o menos 10 sacerdotes la situación no pintaba para bueno, ejemplo de esto es el testimonio de Fray Juan de Salazar (no confundir con Espinoza) quien en carta al Emperador Carlos V afirmaba que Asunción era un “pueblo de más de quinientos hombres y más de quinientas mil turbaciones”.

Presbítero Hugo Fernández
Pedro Dorantes, soldado factor pedía al Rey ya en 1543 “un prelado que sea letrado y de buena vida, con la cual nos de ejemplo a vivir y sea protector de los indios”. El contador de la ciudad Felipe Cáceres requería “una persona eclesiástica, juez protector en lo espiritual para que nos haga ser buenos cristianos”. El mismo gobernador Domingo Martínez de Irala solicita al Rey en carta de 5 de marzo de 1545 por “un pastor para la Iglesia (…) que sea tal que su vida, castigo y ejemplo tengamos todos temor y vergüenza…”

En marzo de 1547 el Emperador Carlos V envía como comisionado a Don Diego de Mendoza para que tramitara del Papa la creación de una diócesis puesto que esta región es tan extensa que no puede ser atendida por el Obispado de Cusco y “para que los Indios naturales de ella que están sin luz ni fe ni conocimiento de ella sean alumbrados y se conviertan”, decía el pedido al Santo Padre.

El 1 de julio de 1547 el Papa Paulo III creaba la diócesis del Río de la Plata y elegía al franciscano Fray Juan de Barrios como su primer obispo.

Parroquia de La Encarnación, primera iglesia del Paraguay y el Río de la Plata erigida en 1539.
Posible forma y locación dibujada por Hugo Fernández.

Los años fundantes

El primer obispo no pudo llegar porque el navío que lo tenía que traer nunca pudo zarpar y pasado ya el tiempo, de Barrios fue designado por el Papa primero a la diócesis de Nueva Granada para finalmente ser destinado a la de Santa Fe de Bogotá.

En 1554 el Papa nombra a Fray Pedro Fernández de la Torre como obispo del Río de la Plata: “Llegó a Asunción en 1556 y fue recibido con mucha algarabía. Mandó construir otra iglesia que sirva de catedral porque hasta el momento la única iglesia mayor de Asunción y que funcionaba como tal era la Parroquia de la Encarnación, erigida desde 1539 y hasta el día de hoy considerada la más antigua de toda la región. El Fray acompañó al gobernador Domingo Martínez de Irala en varias de sus incursiones al Chaco, después proclamó gobernador a Francisco de Vergara que surgió de una elección popular con quien más adelante riñó fuertemente en enemistad. Murió en España en 1573”, historia Fernández.

El presbítero apunta además que desde sus inicios la Catedral de Asunción fue sede de diversos acontecimientos históricos, sala de deliberaciones del Cabildo, Sínodos, refugio en tiempos de catástrofes y levantamientos armados etc.

Desde su creación hasta 1609, dependió de la Arquidiócesis de Lima. En 1620 se crea la Diócesis de Buenos Aires que se desprende así de la del Paraguay.

Desde 1609 hasta 1865 Paraguay dependió de la Arquidiócesis de Charcas.

Desde 1865 hasta 1929 pasó a formar parte de la Arquidiócesis de Buenos Aires.

Asunción recibió́ la categoría de Arquidiócesis recién en el año 1929 siendo su primer Arzobispo Monseñor Juan Sinforiano Bogarín.

Catedral de Asunción en tiempos de la Independencia (1811). Dibujo a lápiz de Hugo Fernández.
Anhelo

“A pesar de ser la primera diócesis de toda la región del Río de la Plata, fue una de las últimas sedes elevadas a la categoría Arzobispal y aún hasta hoy no le ha sido otorgado oficialmente el título de Iglesia Primada”, cuenta el presbítero Fernández. 

Entiende que esta posibilidad está abierta y solo depende de gestiones: “desconozco si en algún momento los representantes de la Iglesia en el Paraguay hayan gestionado o al menos promocionado ante el Papa la conveniencia de este privilegio. Si aún no se ha hecho sería bastante interesante que los prelados actuales, sin embargo desconozco es su voluntad, puedan promocionar esta condición de Arquidiócesis Primada del Río de la Plata o al menos la del Paraguay. Sería un privilegio otorgado por el Papa que nos llenaría de mucho orgullo y alegría como pueblo”.

Trayectoria

Destaca, entre varios otros elementos y momentos históricos la importancia de la acción de la Iglesia en la defensa de los indígenas en los siglos XVI a XVIII, la confirmación de las “doctrinas de indios” organizadas por los franciscanos y Jesuitas para la defensa y formación de los indígenas y de cuyas doctrinas provienen la mayoría de los pueblos paraguayos hasta inicios del siglo XX inclusive, la promoción de la lengua guaraní y los saberes ancestrales en sintonía con la ciencia y la religión.

También “un segundo momento es el rol clave de la Iglesia en pos de la defensa de la dignidad humana durante el gobierno militar de 1954-1989. Y aunque siempre toda sociedad es imperfecta, los errores y las falencias cometidas también dentro de la iglesia son motivo de profunda reflexión y una revisión interna para seguir caminado buscando la semejanza a Cristo que nos impulsa y nos acompaña para seguir caminando, luchado y perseverando en la fe mientras construimos una sociedad que nos beneficie a todos por igual”, concluye.

Preocupación por los indígenas

Desde los primeros pasos de la conquista “la labor de los clérigos ha sido trascendental, sobre todo en el ámbito de la defensa de sus derechos, conocemos el caso del Padre Gabriel Lezcano quien en 1545 ante la decisión de Irala de exterminar a una comunidad de Indios Agaces fue a entrevistarse con el Cacique Abacotté consiguiendo la paz”, cuenta el presbítero Hugo Fernández para explicar lo importante del rol eclesiástico para intentar parar los abusos de la conquista.

“El padre Diego Andrada, primer párroco de Asunción fue también conocido por ser “protector de indios” y el caso más emblemático son las cartas de Padre Martin González quien constantemente manifiesta  los abusos de los españoles hacia los indios”, recuerda.

“Si bien en el Paraguay no se observa aquella brutalidad que ensangrentaron masivamente los primeros días de la conquista en México o Perú, la conquista paraguaya se basó en la unión y procreación de españoles e indígenas; el mestizaje. Sin embargo las estructuras económicas y coloniales rápidamente causaron grandes conflictos, sobre todo por el requerimiento de la mano de obra de los indios y las exigencias de los españoles. Habrá sido muy difícil entre los pocos clérigos de aquellos días mediar ente estas situaciones”, reflexiona.

El rol de los religiosos en la Independencia

A inicios del siglo XIX existían en todo el territorio 55 sacerdotes y al menos 5 de ellos actuaron de modo especial a favor de la Independencia.

Tras la revolución del 25 de mayo de 1810 en Buenos Aires surgieron varios partidarios que propiciaban algo similar en Paraguay, y entre ellos “fue constante la participación de los clérigos. En setiembre de 1810 se descubrió́ un grupo cuyo plan era apresar al gobernador, al obispo y a los capitulares. Fueron detenidos y confinados al Fuerte Borbón el padre Franciscano Baca y varios otros civiles”, nos recuerda el presbítero Hugo Fernández.

También en Concepción se reunía “una peña revolucionaria encabezada por los curas José́ Fermín Sarmiento y Nicolás Ibarbals. Los implicados motivaban la causa revolucionaria y criticaban abiertamente inclusive desde el púlpito al gobierno de Velasco”.

Siguiendo con este derrotero, “durante la expedición de Belgrano en 1811 la actuación del capellán José́ Agustín Molas, joven de 23 años, fue relevante en motivar la persecución a los invasores. Durante la Revolución del 14 de mayo el Gobernador trató de apaciguar los ánimos enviando al Obispo Panes a dialogar con los revolucionarios junto con otros clérigos pero no tuvieron éxito al ser considerados españoles. Los clérigos paraguayos se encontraban muy comprometidos con la revolución, entre los más decididos estaba el Franciscano Fernando Caballero, tío del Dr. Francia. Así́ como la mayoría de los Franciscanos eran partidarios de los patriotas. Otros como el P. Leal, el P. Baca y Orué alentaban a los nacionales. Otro clérigo de gran prestigio era el carapegueño Francisco Xabier Bogarín, profesor en el Real colegio de San Carlos y posteriormente Vocal de la Junta Superior Gubernativa”, recuerda.

Sobre el Presbítero

El presbítero Hugo Fernández V, es Licenciado en Teología por la Pontificia Universidad Católica de Chile. Párroco de la iglesia Nuestra Señora de la Encarnación.

Es también Museólogo, director del Museo Eclesiástico Monseñor Juan Sinforiano Bogarín y secretario ejecutivo de los Bienes Culturales de la Iglesia por la Conferencia Episcopal Paraguaya (CEP)

Jorge Zárate

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7 de julio de 2025

Emoción y color en la atmósfera onírica de la pintora Carla Ascarza

 

La artista llama “Realismo lírico” a su búsqueda, la transmisión con imágenes de sentimientos profundos, valores incluso. “Quiero transmitir: la esperanza, la vitalidad, el misterio, la gratitud”, cuenta de sus bellas artes.

 

“Defino muchas de mis obras dentro del “realismo lírico” porque habitan una frontera entre lo real y lo simbólico”, cuenta Carla Ascarza. “Me interesa representar escenas, personas y objetos que existen, pero llevarlos a otro plano a través de la atmósfera, la paleta y la composición”, define.

Plástica de importante trayectoria, sus cuadros de la serie “Mensajeros” abordan lo mítico y lo tangible de los mainumby, colibríes, que llevan y traen luces, colores, reflexiones.

“En esa transformación se produce el lirismo: lo que está cargado de emoción, de memoria, de misterio. La pintura me permite decir lo que no cabe en la literalidad. Puedo usar una figura humana o un objeto cotidiano, pero los rodeo de elementos poéticos para que emerjan como visión, como huella sensorial”, apunta.

Entiende al color como un comunicador eficaz. “Es una herramienta de intuición y también de resistencia: en un contexto como el nuestro, donde tantas veces se impone la opacidad, defender el color es también defender la vida”.

Aquí su diálogo con Nación Media:

Cito… Pinto colibríes no como simples aves, sino como símbolos de lo leve, lo fugaz y lo esencial… ¿Cuál fue el disparador de la colección “Mensajeros”?

-El disparador fue una vivencia íntima y una necesidad interior de nombrar lo intangible. Los colibríes llegaron a mí como metáfora de aquello que no permanece, pero deja huella. En “Mensajeros”, no los represento solo como aves, sino como símbolos de lo etéreo, de lo que se posa apenas en la conciencia. Ellos son portadores de mensajes del alma: la fugacidad del instante, la ligereza de lo esencial, la belleza que no se impone, pero transforma. La serie nace del deseo de capturar esa sutileza y convertirla en color, en forma, en presencia.

Carla Ascarza

- En tus series anteriores se ve una búsqueda por retratar la escena cotidiana, los rostros cercanos, ¿Cómo vas volcando a los lienzos tus inquietudes? ¿Seguís un plan, pintás lo que te es urgente?

-Trabajo a partir de una urgencia interior. Hay veces en que una imagen se instala en mi cabeza y no me suelta hasta que le doy cuerpo en el lienzo. A veces es un rostro anónimo que encuentro en una fotografía o una escena callejera que me golpea. No siempre tengo un plan estructurado, pero sí una búsqueda constante: la de narrar aquello que suele pasar desapercibido. Lo invisible, lo que no está en los titulares. Pinto para dar visibilidad a lo común, pero con una carga simbólica profunda. En ese sentido, la serie “Contramundos” fue muy significativa: cada obra fue una pequeña crónica visual del Paraguay contemporáneo.

-Contanos un poco más de tu relación con el color, ¿Cómo decidís ese universo personal?

-El color para mí es emoción. Es lenguaje puro. Muchas veces dibujo con el color. Nunca lo uso de manera literal. Mi paleta se construye a partir de lo que siento, de lo que quiero provocar. La realidad ya tiene sus propios tonos, pero el arte me permite alterarlos, amplificarlos, volverlos signos. A veces un verde ácido, un fucsia estridente o un naranja encendido no tienen lógica si uno los mira desde lo mimético, pero sí si los entiende como pulsaciones anímicas. Pinto desde el color porque él habla más rápido que las palabras.

- También abordaste lo abstracto, ¿Cómo fue ese recorrido?

Lo abstracto fue, en mi caso, un espacio de liberación. Al principio, mi obra estaba más centrada en el retrato y la escena figurativa, pero la abstracción me permitió explorar otros caminos: el gesto, la mancha, el ritmo. Fue como quitarme las palabras de encima y quedarme solo con la voz. Me interesa lo abstracto cuando nace de una pulsión verdadera, cuando no es solo una estética, sino una necesidad de expansión. Algunas obras de transición en mis series combinan ambos lenguajes: hay figura, pero también hay fuga hacia lo simbólico, hacia lo que no puede decirse con formas reconocibles.

-Fuiste premiada y tu obra se exhibió en el exterior. ¿Cómo sigue ese camino?

La Dulcera
-El reconocimiento que recibí en Moscú con “La dulcera”, obra de la serie “Contramundos”, fue muy importante para mí. No solo por el premio en sí, sino porque visibilizó una escena local que muchas veces queda relegada. Esa obra nació de una historia real, de una mujer que vendía dulces de mamón en Garibaldi. Yo la fotografié, hablé con ella, le comenté sobre mi trabajo, compré sus dulces, le solicité permiso para fotografiarla y luego la convertí en símbolo. Fue mi forma de hablar sobre la desigualdad, sobre la cultura del consumo, sobre lo invisible. A partir de esa experiencia se abrieron otras puertas, pero más allá de lo institucional, lo que me mueve es seguir creando con honestidad. Hoy, me interesa explorar más a fondo las narrativas indígenas, la memoria colectiva, los ritos del presente. El camino sigue desde ahí.

- ¿Cómo ves la plástica nacional, qué cosas destacás de este presente?

La plástica nacional es profundamente valiente. Está llena de artistas que, a pesar de contextos hostiles, producen con una potencia conmovedora. Pero no puedo dejar de señalar la precariedad estructural en la que trabajamos muchos de nosotros. Los materiales son carísimos: un solo tubo de óleo, un pincel profesional, un lienzo, representan una inversión enorme. Muchos colegas pintan en condiciones mínimas, con recursos limitados, y aun así construyen discursos estéticos de gran profundidad. Falta apoyo sostenido, políticas públicas reales, espacios de visibilidad. Aun así, el arte persiste. Se renueva, se reinventa. Destaco sobre todo el trabajo de mujeres artistas, de jóvenes que se animan a experimentar, de quienes cruzan el arte con la militancia, con lo social, con lo comunitario. Es un momento duro, pero fértil. Y estoy convencida de que el arte seguirá abriendo caminos, aunque tenga que hacerlo con las uñas. La plástica paraguaya está viva. Y lo está no por el mercado, sino por la urgencia expresiva de sus creadores.

- ¿Cuál es tu materia pendiente en la plástica?

Siento que una de las búsquedas más importantes que tengo como artista —y también como ser humano— es profundizar en el compromiso del arte con las causas humanitarias. Vivimos en un mundo profundamente desigual, herido, con pueblos que luchan por su derecho a existir, a hablar, a vivir. Mi materia pendiente no es una técnica, ni siquiera una exposición; es usar cada vez con más claridad mi voz visual a favor de la vida. Me interesa cada vez más vincular mi obra a causas sociales, a los pueblos indígenas, a la defensa del planeta, a la memoria colectiva. Para mí, el arte no debe ser indiferente. Tiene que incomodar, abrazar, iluminar, conmover. Y ahí está mi tarea pendiente: seguir encontrando lenguajes que acompañen y denuncien. Que no se queden en lo estético, sino que toquen lo ético.

Narrar desde otro lugar

Carla Ascarza estará exponiendo en la muestra colectiva “Sinergia, Arte femenino en diálogo con la memoria urbana” que abre el próximo 15 de agosto a las 19 en el Espacio Cultural Staudt, sito en Iturbe 333 casi Mariscal Estigarribia. Expondrá allí en conjunto con Norma Annicchiarico; Gloria Valle y Osvaldina Servián.

Vale recordar que Carla, además de artista plástica, es periodista, comunicadora. Entonces le preguntamos:

-¿Qué facetas de la expresión potencia la pintura, qué cosas permite expresar más allá de las palabras?

-La pintura es, para mí, el lenguaje donde lo no dicho se vuelve posible. Como comunicadora, valoro el poder de la palabra, pero sé que tiene límites. Hay experiencias que no se traducen fácilmente: el dolor ancestral, la belleza inexplicable, la rabia callada. La pintura me permite explorar dimensiones expresivas que la palabra, por momentos, no alcanza. Pero, como comunicadora, siempre he sentido un fuerte compromiso con la narrativa: contar historias, dar sentido, transmitir lo profundo de lo humano. En mi obra, esa narrativa se vuelve visual, simbólica, sensorial.

- Se sigue contando, descubriendo…

…Pinto no solo para emocionar, sino también para contar. Cada personaje, cada escena, cada fragmento de color tiene una historia detrás. La pintura potencia esa posibilidad de narrar desde otro lugar, de dar cuerpo a relatos que a veces no encuentran espacio en los medios tradicionales. Y me permite también generar otra temporalidad: la del silencio, la contemplación, el tiempo detenido que exige una imagen. La narrativa visual que construyo desde el arte es una extensión de mi voz como comunicadora, pero una voz que a veces se vuelve más poderosa, más ambigua lo que es fundamental para interpelar al otro. La pintura abre un campo de significación que no pretende cerrarse. Y en eso, me siento profundamente libre.

Jorge Zárate

Breve Bio

Carla Ascarza es Licenciada en Artes Visuales por el Instituto Superior de Artes Verónica Koop con la puntuación Summa Cum Laude. Cuenta con un masterado en Antropología Social por la Universidad Católica de Asunción y especializaciones en Antropologia de la Salud y Derechos Humanos. Dentro de su formación artística estudió en programas y talleres en la Escuela de Bellas Artes, talleres libres de Olga Blinder, Edith Jiménez, Lisandro Cardozo, Vicente Duré, Luís A. Boh y Jo Oliveira. Fue becada por el maestro Livio Abramo como asistente en sus talleres de Línea y Color.

Cuenta con numerosas exposiciones colectivas nacionales e internacionales. Entre las más recientes se mencionan: 2025: Muestra Kuña Mbarete Rembiapo, Sala Jacinto Rivero, Centro Paraguayo Japonés 2024: Muestra Ñepyrumby, Apart Hotel Maison Suisse 2024: Muestra Apertura de ciclo. Casa Hassler, San Bernardino 2024: Muestra Incondición Interior, Centro Cultural Manzana de la Rivera

Obtuvo el Primer Premio de Pintura en el XII Festival Mundial de Bellas Artes VERA, Moscú, Rusia. Año 2017. Representó a Paraguay en la muestra internacional “Passion Art Barcelona”.  También sus cuadros representaron al país en muestras en Nueva York; Canberra, Australia; y Seul, Corea

Links

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