Antonio Gil. Foto de Pánfilo Leguizamón. |
“Pasa la gente, siempre están
viniendo”, cuenta Jorge Galeano, inspector de tránsito de la
Policía Caminera. Lo dice señalando el pequeño santuario que se
fue edificando en la cabecera del Puente Remanso en los años como
una aparición. Es que este hombre, que lleva 13 años en ese
“destino”, fue testigo, lo vio nacer.
El humilde santuario creció con nuevas
aportes de caminantes y viajeros que se detienen a pedir la
protección de Antonio Gil, una suerte de Robin Hood correntino,
milagroso en esto de cuidar el periplo de la gente en las rutas. Este
“don” de “el Gauchito Gil” hizo que estos pequeños
recordatorios con su imagen se multipliquen por las rutas argentinas
desde Clorinda hasta Rio Gallegos.
Galeano registró el momento en que
llegó hasta nosotros. “Esto comenzó con un señor correntino que
me contó que le había pedido para poder conseguir un trabajo aquí
en el Paraguay y al tiempo se le dio, está trabajando en el
Instituto de Previsión Social (IPS)”, cuenta.
“Comenzó con un nichito que trajo,
con la figura del santo, del gauchito y una bandera colorada y
después se fue armando todo hasta cómo lo ven hoy”, relata.
“Ahora la gente pasa y le deja
cigarrillos, paquetes enteros y un poquito de caña, hasta
petaquitas, pero después vienen los indigentes y se llevan todo”,
cuenta entre risas. “Problema ko es ese”, dice, recordando que la
barriada humilde de Remanso vive del río, de las changas, y que
muchos cruzan caminando el puente para ir a buscar del lado de Villa
Hayes.
“Este correntino vive en el barrio
Universo”, ahí nomás a cuadras del puesto de la Caminera. “Venía
unas dos o tres veces por semana a prenderle velas y traerle su
ofrenda, pero después en el tiempo ya no se le ve tanto, viene de
vez en cuando”, explica.
Veneración de película
Unos 250 mil devotos pasaron el pasado
8 de enero por el santuario que homenajea a Antonio Mamerto Gil
Núñez, en Mercedes, Corrientes, fecha en que se cumplían 140 años
de su mítica partida.
Esa noche se robó la esposa de un
comisario y el después lo encontró huyendo, cruzando los montes y
pastizales, los humedales correntinos en dirección a Mercedes.
Apenas 8 kilómetros le faltaban para encontrar refugio en la ciudad,
cuando un policía lo interceptó, lo colgó de un árbol cabeza
abajo y finalmente lo ejecutó en ese paraje del Pay Ubre.
Dicen que los malevos le rezan para
“desviar las balas”.
Gil vivió perseguido desde que desertó
del ejército argentino en la Guerra de la Triple Alianza. Después
cuando intentaron hacerlo pelear en el bando de los liberales
(azules) en la guerra civil correntina contra los autonomistas
(rojos), este terminó escapándose de la leva y comenzando una
carrera de robos a los grandes estancieros que se hizo mítica porque
en su permanente huída repartía el botín a los más necesitados
como un Robin Hood correntino.
Galeano cuenta como el “santo” popular hace fieles en el país |
“Tu hijo está muriendo a causa de
una enfermedad; cuando llegues a tu casa rezá por mí y tu hijo se
va a salvar, porque hoy vas a estar derramando la sangre de un
inocente”, fueron sus últimas palabras para el verdugo.
Un primer milagro, seguido por tantos
otros, que no faltaron los fieles que pidieron su canonización a la
Iglesia Católica que hasta hoy se hace la desentendida.
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