1 de diciembre de 2025

Sebastián Franco, el veterinario paraguayo que atiende animales exóticos en Praga


 

Se fue especializando cuando sus colegas, que centraban su atención en perros, gatos y animales domésticos, le derivaban casos difíciles de aves tropicales, grandes felinos y una variedad de reptiles que son furor como mascotas en estas tierras lejanas. Regentea hoy su propia veterinaria “Vet Exotic” que es un todo un suceso en República Checa, uno de los países del mundo donde más se crían y adoptan animales raros.

Sebastián Franco
 “Yo también me sentía algo exótico aquí”, dice el compatriota Sebastián Franco desde Praga, la capital de la república Checa, lugar en el que vive y trabaja desde hace 16 años.

Veterinario de profesión, cuenta en diálogo con Nación Media, que su especialización fue decantando al entender que había todo un mundo en los animales exóticos que no estaba convenientemente atendido. Según entiende, esa característica se dio “porque era el principal país en un corredor de tránsito de especies exóticas que iban a zoológicos y colecciones privadas entre el Oriente y el Occidente europeos. Así fue que mucha gente comenzó a criarlos, al punto que hay un mercado importante hoy”, comenta.  “Cada dos meses hay unas expos en las que se venden e intercambian animalitos que son bastante populares”, agrega.

En ese mundo, Franco vio la oportunidad que le viene dando gratas sorpresas profesionales. Por ejemplo, en estos días le tocó atender un Eloderma, un reptil característico de México: “Si te muerden no sueltan, te agarran fuerte y meten el veneno, es muy peligroso” cuenta explicando que le trajeron cuatro ejemplares de estos pequeños lagartos de unos 30 centímetros de largo para que pudiera identificar el sexo de los mismos. Este procedimiento se realiza a través de un equipo de rayos X que Sebastián incorporó a su equipamiento. 

 “He atendido canguros y camellos que la gente tiene en zoológicos privados y que me toca visitar”, relata el compatriota que también sale de la veterinaria a hacer curas a domicilio.

Así entre sus pacientes estuvieron tigres, leones, llamas. “Incluso atiendo cocodrilos, es peligroso, pero tiene su contrapartida que al hacer visitas permite salir de la rutina de la clínica, viajar y ver cosas nuevas”, dice.

“El animal más raro que tratamos fue una Tortuga del Cabo, un animalito del que existen 30 unidades en Europa y es muy valioso”, apunta. 

Una puerta al mundo

Trabajar en Praga es también coexistir con turistas de todas las nacionalidades que visitan una de las ciudades más destacadas como destino en el mundo.

“Hay muchos turistas todo el tiempo y eso tiene su impacto en el tránsito. Me levanto a las 7, llevo los niños a la escuela y de 9 a 11 hago consultorio y de 11 a 14 cirugías”, relata. “Son dos en promedio por día y después de 14 a 18 atendemos los otros clientes agendados y entre esos a los que llaman por alguna emergencia. Lo normal es terminar a las 18 aunque mi día rara vez termina antes de las 21”, cuenta de su día a día. 

 Esa apuesta al trabajo viene rindiendo sus frutos ya que, quizá también por lo cosmopolita de la ciudad, su tienda Vet Exotic comenzó a recibir a gente de otros países que venía a hacer atender sus mascotas. “Ahora ya es casi habitual tener gente de Alemania y Eslovaquia, pero lo más raro que me pasó fue un cliente que trajo una cotorrita desde Vietnam, vino para una operación y después se fue”, apunta no sin cierta sorpresa.

 “Cada año que pasa crecemos más y vamos agrandando el equipo y estamos encarando la construcción de una clínica más grande para que puedan entrar más pacientes”, se entusiasma.

Reconocimiento

La calidad de su atención y su impacto, motivó que la sección iberoamericana de Radio Praga Internacional, en su edición en español, le hiciera una extensa entrevista en la que destacó que el compatriota atendió “erizos, hurones, axolotles, salamandras, aves, reptiles e incluso conejos”.

 Su especialidad hizo incluso que lo llamara lo policía cuando un canguro se escapó y merodeaba una autopista de acceso a la capital. “Tuvimos que darle dardos tranquilizantes con una cerbatana para que duerma y poder atraparlo”, contó en la nota con los colegas.

Por ejemplo, mucha gente cría el lagarto Agama, “un reptil de unos 30 centímetros”. También lo visitan clientes con boas y pitones y se dan muchos casos de desconocimiento de los animales.

Sebastian les recomienda siempre que “antes de comprar un animal, tienes que saber de dónde es el animal, qué come, cómo vive y cuáles son los requerimientos físicos que necesita: la jaula, la luz y todo eso. Por ejemplo, aquí en mi clínica veo que en República Checa hay unos reptiles que se venden mucho que se llaman Gecko leopardo, y en checo es Gekončík noční, cuya traducción al español sería ‘Gecko nocturno’. La gente piensa: “voy a comprar uno de esto que como es “nocturno” no necesita luz, rayos ultravioleta, vitamina D ni calcio. Lo compran, lo tienen así dos o tres meses en la casa y por eso mismo agarran una enfermedad”, le comentó al periodista Juan Pablo Bertazza. 

 Expone en la nota que una de las situaciones más difíciles con las que tienen que lidiar en su oficio es la conexión de la gente con sus mascotas. “Hay muchos casos en los que viene una cotorrita pequeña que está con una señora de 80 años y llevan 10 años juntos, la cotorrita se enferma de un tumor incurable y la señora te dice: ‘yo no quiero que se muera mi cotorra, si se muere yo me muero’. Entonces, viene toda esa cadena: tengo que salvar a esa cotorra porque si no lo hago, la señora va a entrar en depresión y se muere ella también. Entonces tengo que salvarlo para salvar a la persona, para que a su vez salve a la familia y, quién sabe, a más partes de la cadena. Entonces, es muy difícil esta parte de la profesión”.

Un oficio increíble, exótico también. 

Una familia “checoguaya” con una mascota especial

“Extraño mucho mi familia, la comida, los amigos, el ambiente, el sentir y no extraño los baches y el transporte público”, cuenta entre risas Sebastián Franco, el veterinario paraguayo responsable de Vet Exotic, una muy especializada clínica de mascotas en Praga, República Checa.

 Sebastián habla perfectamente el Checo que aprendió en dos años: “Mi señora es checa y tengo dos hijos Antonio y Rosalia que son “Checoguayos” y con ellos, los fines de semana, “solemos visitar las afuera de Praga o vamos a algún evento, nos gusta más la vida tranquila, así que nos es mejor tomar distancia de la ciudad buscando un poco de paz”, relata.

El frío es otro elemento difícil en la adaptación. “Aquí en República Checa hace mucho frío y las personas también pueden ser muy frías, eso es algo que también se extraña porque nosotros somos joviales en Paraguay”.

Relata que “hace dos años cuando tuvimos un tiempo fuimos a casa de mis padres y presentamos a los niños a mi mamá”, dice contento. “Ella está muy orgullosa de su hijo que hizo una empresa en un país tan lejano”, comenta.

Oriundo de Capiatá, recuerda que dio sus primeros pasos en la Universidad Nacional de Asunción (UNA): “Estudié tres años allí y salió una posibilidad de venir a la República Checa donde tuve que reiniciar mis estudios desde el principio. Así que hice 6 años de carrera, un posgrado en Inglaterra y después recién abrí mi clínica”.

Jerry, el caracal

En el jardín de la casa de Sebastián vuelan unos ruidosos papagayos pero el preferido de todos es Jerry, un caracal al que le salvó la vida. Se trata de un gato africano que es parecido a nuestro puma aunque un poco más pequeño ya que pesa unos 20 kilos.

“Vive con nosotros, duerme en el sofá, corretea por el patio”, lo describe Franco. “Es manso, no salta la verja y cuando tiene frío se para junto a la ventana y pide que le abramos”, dice.

“Come mucha carne y se lleva bien con mi señora y mis niños y cuando viene visita respeta, lo que si, no le gustan otros gatos (risas). Cuando los ve por el patio los persigue y los echa”, relata. 

 Jerry llegó a la clínica hace unos 5 años atrás: “No podía caminar y tenía problemas de absorción de calcio. Yo creo que era un tipo de epilepsia por la falta de calcio o por su genética… La dueña anterior quería que le diéramos solo calcio, pero le hicimos unos cuantos rayos X y vimos que tenía la patita rota y que el cuadro requería internación”, le contó a Radio Praga Internacional.

“Entonces tuvimos una batalla ahí con la persona para que nos deje el gato porque teníamos que curarle, pero tuvimos muchos problemas para darle medicamentos. No por parte del gato, porque él se dejaba, pero sí por parte de la dueña porque no quería que le curemos porque luego de que le enviáramos los rayos X para que ella viera que las cosas estaban mal, nos dijo que como no era curable había que sacrificarlo”, relató.

“Estuvimos peleando como dos semanas para que nos llegara la eutanasia y le propusimos que si nos regalaba el animal, nosotros intentaríamos curarlo con nuestro dinero. Entonces, después de intenso tratamiento, nos vino un papel a través del cual nos donaba el gato y podíamos hacer lo que quisiéramos, por ejemplo, una cirugía. Pero en ese tiempo tuvimos muchos problemas porque un día nos regalaba el gato y otro día volvía con lo de sacrificarlo, o nos decía que iba a venir de noche a retirar al gato y devolverlo a la persona a la que se lo compró porque no tenía sentido curarlo. Pero cuando nos dio ese papel, nosotros le cerramos la cuenta y llevamos al gato a un especialista en huesos y él nos dijo que había un 20% de chances de que pudiera caminar porque tenía todo roto. Tuvo tres cirugías que costaron como 100 mil coronas, pero lo curamos y después estuvo con yeso mucho tiempo”.

Ahora es una mascota ideal, algo rara, pero muy cariñosa. 

 Jorge Zárate

 Links

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Las aves del Banco San Miguel en la mirada de las remeras

Desde la situación especial de avanzar sobre el Río Paraguay con el paisaje del Banco San Miguel de un lado y Asunción desplegada en frente, las chicas, cuando la ocasión amerita, detienen las palas y toman fotos de las aves. De ese registro particular y su llamado a la protección de esta biodiversidad tan rica y especial se trata esta nota.          

“Remar cerca de las aves realmente es una sensación indescriptible”, comenta Araceli Lafuente, una de las remeras del Club Mbigua que cada vez que sale al río, trae además de la experiencia propia de su deporte, alguna imagen guardada de las aves del Banco San Miguel.

 “Muchas de esas aves, por ejemplo, no se ven en la ciudad, en el entorno, en el barrio, entonces solamente vas a ver ahí. Cuando remamos ellas de repente están cazando o están sobrevolando encima nuestro o hay momentos que se juntan todas en un árbol o mismo en el río ¡Es fantástico ver a los mbiguas”, cuenta.

Su compañera, Gabriela Páez comparte que “es una sensación increíble, de calma y asombro constante porque te adentrás en su mundo viendo cómo se comportan, como se alimentan, estás remando prácticamente al lado de ellas y cuando te vas acercando se despliegan, salen volando y de verdad es un espectáculo memorable, esto y la tranquilidad hacen que te desconectes de todo porque prácticamente estás todavía en la ciudad, pero una vez que te adentrás a la bahía es otro mundo donde te conectas con la naturaleza de una manera muy directa”, relata.

Para Claudia Netto “se siente que somos seres privilegiados porque hay horarios, a la tardecita cuando tipo 6 o 6 y media que es la hora en que los mbiguases emprenden vuelo río abajo y nosotros estamos remando y nos cruzan por encima, por los costados, por todos lados y es increíble. Y pasamos esta experiencia en esta temporada todos los días prácticamente y todos los días paramos a mirar y a decirnos que increíble poder disfrutarlo”. 

Registro

Las remeras vienen registrando las imágenes que ilustran estas páginas desde hace unos años. Netto trata de calcular: “No sé, yo estoy en el club hace más de 10 años, pero antes no había tanta facilidad con el teléfono, entonces yo te diría que hace 5 años más o menos que lo vengo haciendo”.

Páez cuenta que fotografía “prácticamente desde el día 1 en el que empecé a visitar el Club Mbigua para remar. Me sorprendió ver tantas especies que no conocía y que se encuentren tan cerca, más bien pensé en este registro para compartir y dar a conocer porque sé que muchos no conocen la importancia de la reserva y la bahía y sus riquezas o aún no la visitaron”, cuenta.

Lafuente relata que “el registro fotográfico lo vengo haciendo desde el 2022 que fue la fecha en que empecé a remar y tengo tomas desde ese momento porque anteriormente nunca había accedido a estas maravillas”. 

Amenazas y conciencia

El Banco San Miguel es una reserva ecológica que requiere atención y protección sobre todo por el avance de las urbanizaciones en el lado chaqueño del río Paraguay, que viene creciendo desde la habilitación del puente Héroes del Chaco que aceleró el proceso de integración de la zona con Asunción.

Para Lafuente entre las amenazas que esto conlleva “las más importantes podrían ser la contaminación del hábitat, la depredación. Como sabrás, ahí en el Banco San Miguel también funcionan astilleros. Hay mucha contaminación, mucha polución sonora, la invasión de las lanchas con motores, por ejemplo. Creo que todo eso amenaza a las aves”, relata.

Páez entiende que también suman “la falta de información, de controles, la contaminación, que contribuyen a la pérdida de hábitat para que las aves puedan sobrevivir”

Este cuadro de situación les inspira a pedir que estas imágenes sirvan como alerta para la población. Dice Lafuente: “Creo que la única forma es concientizar a la gente es insistir en que hay que respetar sobre todo la reserva ecológica, el ambiente, ser conscientes que muchas cosas no podemos hacer ahí”.

Netto entiende que se podrían hacer “jornadas de observación de aves para que la gente conozca y sepa que nosotros estamos asentados en una reserva, se pueden poner carteles informativos para los que van a caminar o correr al Ñu Guasu o a la Costanera puedan informarse y saber qué especies hay, qué importancia tienen y que la cartelería sea clara en torno a qué se puede hacer y qué no en zonas de reserva”.

 Páez comparte la idea de “realizar actividades de sensibilización ambiental y prevención, esta reserva y la Bahía son unos de los pulmones naturales más importantes de la capital. Regularmente, se realizan actividades como el avistaje de aves (birdwatching) que es una excelente manera de mostrar, generar aprecio y conciencia por esta área, y creo que serían importante también las mingas ambientales para mantener limpia el área de la Bahía”, apunta.

Netto recuerda que la Bahía y el Banco San Miguel son esenciales para la ciudad. “Asunción se asentó sobre el río y la gente no conoce plenamente toda esta riqueza. Recuerdo una caminata que hicimos una vez con un biólogo que te hablaba de la flora autóctona de la Costanera, de lo que se debería poner y plantar ahí y cuál es su impacto y cuál es la importancia del lugar. Entiendo que charlas de concientización, jornadas de avistamiento y todo lo que se pueda hacer para que la gente sepa lo que tenemos y dónde estamos será bienvenido porque es demasiado valioso y la gente no sabe”, concluye.

Oasis de biodiversidad

La bióloga Fatima Ortiz recuerda que “pocos lugares dentro de una capital latinoamericana conservan tanta riqueza biológica en un solo espacio” y define al Banco San Miguel como “un mosaico único de humedales, pastizales y parches de bosques ribereños dentro de la misma ciudad de Asunción. Su ubicación estratégica —en la confluencia del río Paraguay y varios cauces internos— crea un gradiente de ambientes que ofrece alimento, refugio y sitios de nidificación para una enorme diversidad de aves, tanto residentes como migratorias”. 

Los registros hablan de casi 300 especies de aves por lo que el espacio se transforma en “un oasis de biodiversidad en medio de la urbanización: un sitio donde especies típicas de humedales, aves playeras, rapaces, paseriformes y aves migratorias convergen a lo largo del año. Pocos lugares dentro de una capital latinoamericana conservan tanta riqueza biológica en un solo espacio”.

A la hora de analizar las amenazas que sufren las aves Ortiz explica que las principales son la “pérdida y degradación del hábitat por urbanización, rellenos, expansión de infraestructuras y cambios en el uso de la tierra. Contaminación del agua y del suelo, especialmente en humedales urbanos. Perturbación humana constante, como tránsito vehicular, actividades recreativas no reguladas y presencia de perros y gatos. Incendios y quemas, que destruyen nidos, reducen la disponibilidad de alimento y alteran todo el ecosistema. Cambio climático, que modifica patrones de migración, disponibilidad de agua y ciclos reproductivos. En algunos casos caza y captura ilegal, aunque menos frecuente en áreas urbanas”.

Acciones

A la hora de sugerir qué se puede hacer para crear conciencia sobre la fragilidad de su situación la bióloga entiende que la educación y divulgación son principales: “talleres, charlas, visitas guiadas de observación de aves, materiales educativos” aparecen como necesarios.

También que “exista una apropiación comunitaria porque cuando la gente siente el lugar como suyo, lo cuida. Actividades como limpieza coordinada, jornadas familiares, voluntariados o murales ayudan a construir vínculo con el humedal”.

La señalización y cartelería que expliquen el valor ecológico del sitio y las especies presentes se agrega a lo importante así como “la promoción del birdwatching como actividad cultural, recreativa y turística”.

Ortiz entiende que se hace necesaria una “colaboración interinstitucional entre municipalidad, universidades, ONG y ciudadanía para generar programas de conservación reales así como el uso responsable de las redes sociales para visibilizar especies, amenazas y buenas prácticas”.

“Una escuela viva”

“El Banco San Miguel es una escuela viva: allí se pueden estudiar migraciones, cambios estacionales, comportamiento y ecología de decenas de especies de interés para la conservación”, apunta la bióloga e investigadora Fátima Ortiz.

“Es también un refugio climático: los humedales regulan temperaturas, absorben agua durante crecidas y reducen impactos de inundaciones, así que invertir en su conservación es invertir en salud pública, educación y resiliencia urbana”

 Lo dice explicando que “el sitio tiene un enorme potencial para convertirse en un símbolo de ciudad verde, un orgullo para Asunción, si se gestiona de manera participativa y basada en ciencia”.

Explica que es bueno recordar que “la biodiversidad del Banco San Miguel cumple funciones ecológicas esenciales: control de insectos, dispersión de semillas, limpieza y reciclaje de nutrientes, y mantenimiento del equilibrio natural de los humedales”.

La presencia de tantas especies de aves “son bioindicadores que reflejan la salud del ecosistema. En ciudades, esta biodiversidad también brinda beneficios directos a la sociedad, como bienestar, espacios de recreación, oportunidades de educación ambiental y un paisaje natural que mejora la calidad de vida. Conservar un sitio así significa proteger no solo a las aves, sino también la identidad natural de Asunción y un ecosistema que nos sostiene diariamente”, considera.  

Jorge Zárate

Fotos de Jorge Jara y gentilezas