13 de abril de 2020

Chaco argentino, la provincia vecina con más contagios



Resistencia, Chaco, Argentina. Con alrededor de 200 kilómetros de frontera con el Paraguay, es el vecino más contagiado.
Chaco tiene al 8 de abril, unos 140 casos confirmados y 7 muertos, desde que se iniciara la pandemia y es el tercer distrito con más muertos por la enfermedad, detrás de la provincia de Buenos Aires y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, aquí en la Argentina.
Adornadas de bellas esculturas, las calles semivacías del centro de la ciudad comienzan a recibir el fresco del sur en este otoño naciente. Se ven contados automóviles y cómo los controles policiales hacen un triaje, detienen las marchas para verificar los motivos que llevan a la gente a circular, para ver el aspecto general de los conductores y si llevan el tapabocas que se dispuso obligatorio.
La gente hace habitualmente colas por aquí, ahora para cobrar los subsidios excepcionales del gobierno, para pagar cuentas atrasadas. Desde hace años, son parte de su paisaje cotidiano, aunque no con la distancia, el barbijo y las máscaras extrañas de fabricación casera que pueden verse ahora.

Por el distanciamiento, las colas abarcan más de dos cuadras y no falta el que se preocupa ante la situación, la gente conversa a pesar de los incómodos adminículos. Cuentan que se extraña el ruido de los pasos, percusivos, omnipresentes en la peatonal.
Hay mucha angustia por el trabajo, por el futuro.
Se echan de menos a los días normales, el bullicio incesante de este centro comercial y logístico desde donde se distribuyen y envían mercaderías entre el nordeste y los centros de producción industrial de Argentina. La radio dice que la economía parada le hará perder a la provincia miles de millones de pesos, el puerto de Barranqueras sin actividad por la inusual bajante del río Paraná, el ferrocarril Manuel Belgrano en su mínimo de operatividad, la Ruta 11 que debería hace años ser autopista, soporta circulando apenas unos pocos de los grandes camiones destructores del asfalto, que recorren los mil kilómetros de su extensión en ida y vuelta hacia Buenos Aires.

Cuarentena
Todo comenzó con el regreso de Europa de una médica de 71 años y su hija, el 28 de febrero pasado. Todo indica que fueron las primeras en introducir la COVID-19 en este territorio y, también, se sabe ya, responsables de contagiar a al menos 6 personas, algunas de ellas ya fallecidas.
Por incumplir con los protocolos sanitarios, resultaron imputadas por la justicia federal, la mujer más joven es docente de la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE) y a su regreso volvió a la casa de estudios y desperdigó el virus. También, hubo un caso local que preocupó a propios y extraños, el contagio de la jefa de Consultorios Externos del Hospital Perrando, uno de los centros de referencia en lo que hace a salud en el nordeste argentino. “No sé cómo me contagié”, comentó la mujer que hoy guarda reclusión domiciliaria por haber violado la cuarentena.
El primer muerto, segundo a nivel de toda la Argentina, fue un ex presidente de la empresa estatal de energía eléctrica Secheep. El hombre, de 61 años, se contagió en un viaje que había hecho en verano a Egipto, Turquía y otros países de Europa.
“Aumentamos la tasa de contagio comunitario y es un problema”, dijo el gobernador Jorge Capitanich, al anunciar la extensión de la cuarentena hasta el 20 de abril, con algunas excepciones para industria y comercio.
“No nos podemos relajar”, reclamó para saludar que se redujo el tiempo de la duplicación de casos, gracias al cumplimiento del aislamiento social. “Entre mayo y junio se daría el pico de casos, proyectamos tener más de mil casos para el 23 de junio”, apuntó en la última de sus diarias conferencias de prensa que ilustra con gráficos, curvas y diseños estadísticos a los que es afecto.
Alguien le hace la parada a un colectivo frente a la plaza 25 de Mayo, allí puede verse cómo trabajan como encapsulados en un corralito de plástico transparente y con horarios muy reducidos, según comenta la gente que siempre espera.









































Cercos
Un delegado gremial rompe el silencio y cuenta que un compañero de uno de los almacenes mayoristas de distribución de alimentos, que proliferan a la vera de la Ruta 11, contrajo el virus tan temido.
Los obreros que trabajan con el hombre en un inmenso galpón comenzaron la cuarentena por iniciativa propia, comunicando a las autoridades de salud de la provincia, a pesar de la insistencia de la empresa de que se presentaran a trabajar. El caso se conoce en todo el país, la empresa es sumariada. “No tenemos el amparo judicial que nos mandan por correo, pero a todos nos dijeron que si no está el amparo, igual no tenemos que romper la cuarentena, porque ahí ya estamos violando el aislamiento domiciliario”, informó Corrales, el delegado.
Resistencia tiene un vínculo matriz con la ciudad de Corrientes, capital de la provincia del mismo nombre de la que la separan 25 kilómetros.
A veces parece que las une el puente Manuel Belgrano, que aparece vacío en las imágenes de Chaco TV, la televisora pública de la provincia. El collage de tomas de lugares emblemáticos de la ciudad adorna el noticiero, donde después se comentará la noticia más absurda de la rivalidad entre chaqueños y correntinos que haya parido el siglo XXI.
“Chaco exportó la maldita enfermedad a Corrientes”, titula un diario correntino y se desata una polémica de no acabar.
El Instituto contra la Discriminación (Inadi) llamó la atención del medio, pero las cosas no terminaron allí. El gobernador de Corrientes, Gustavo Valdez, decretó que los médicos y enfermeros que trabajan en Resistencia, al volver a dormir a la ciudad de Corrientes, deberán cumplir cuarentena en un hotel céntrico sin ver a sus familiares, para evitar el contagio de la COVID-19. La situación sacó lo peor de la tradicional rivalidad en las redes sociales y fue una oportunidad de ratificar cómo se construyen los elementos de cultura de esta edad media tecnológica, feudal, ignorante de la solidaridad.
Así lo cuenta Tamara Rutti, una enfermera correntina que tuvo que pasar a vivir en el Chaco, para seguir trabajando en el Hospital Perrando: “Para nosotros, lo normal era pasar de una provincia a otra, para estudiar por ejemplo, porque aquí tenemos dos universidades maravillosas. Lo habitual era ver gente yendo y viniendo de una provincia a otra y ahora con este tema todo cambió. Se despertó un sentimiento tan feo de rechazo y dedo acusador, porque Chaco tuvo los primeros infectados. Fue como un puñal en la espalda”, dijo.
Se resiste aquí en extraña vigilia. Móviles policiales patrullan las calles con sus altavoces recordando que se puede ir preso si se sale a la calle sin justificativo.
Son las 21:00 y el silencio aturde.
Jorge Zárate 
Fotos de Antonio Conesa y gentilezas.

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