12 de agosto de 2011

“La Polca del Asfalto es la música propia de la migración interna”


Ulises en la Bahía de Asunción

Ulises Silva presentó su disco solista en un evento este viernes 12 en el Café del Teatro Municipal. “La gente se sorprende que después del “Soy Paraguayo y qué...”, publique este disco”, dice repasando cómo y cuáles fueron las razones que lo llevaron a registrar este homenaje al folklore nacional. “Hay un código a descifrar para llegar al pueblo”, cuenta este cronista urbano dueño de una capacidad de observación asombrosa, de una poesía íntima y abrazadora que sabe instalar sonrisas y buena música para vivir el asfalto asunceno. Aquí la charla con E´a
Por Jorge Zárate

La Polca... es un disco en el que homenajás el folklore y la vertiente urbana. ¿Cómo lo fuiste construyendo?
  • Lo que pasa es que mi viejo cantaba siempre las canciones de Emiliano R. Fernández y a mí se me quedó mucho eso. Esa forma sencilla y hasta kachiãi que tenía de escribir Emiliano. También viví años afuera (NdR: en Buenos Aires, Argentina y San Pablo, Brasil) y entonces me costaba mucho pronunciar el guaraní y papá me hinchaba para que lo hablara, “Eñe´ e va´era la guarani”, me decía y tenía razón. Entonces se me quedó esa parte de la polka, especialmente las de Emiliano. Sobre esa base y después de haber escuchado a cantautores como Joaquín Sabina, Joan Manuel Serrat, Pablo Milanés, Silvio Rodríguez, me gustan mucho los juegos de palabras que hace por ejemplo Chico Buarque, escuché a un montón de gente y lo que nunca había curtido era nuestro folklore y a partir de ahí, entre otras composiciones que iba haciendo, como “Charly Tacumbú”, “Sombrero Español”, todas las canciones que no son polkas, como un homenaje a la tradición fui haciendo estas y como no es una polca tradicional la llame la Polca del Asfalto...
  • La polca es un vínculo, una unidad...
  • Claro porque quien más quien menos tiene un pariente en el interior, no te digo las familias tradicionales de la capital, pero si la gente que viene y vive en las periferias son campesinos y sus hijos se van mezclando con nuestra gente y se va dando otro tipo de identidad. Ellos son también la Polca del Asfalto... de hecho mis padres son del interior y se vinieron a Sajonia donde comencé a vivirla yo.
  • Es tu primer disco solista...
  • Así es y lo elegí porque antes de componer canciones para este disco, ya tenía otras 60 canciones, muchas que se conocen y nunca las grabé. Preferí grabar estas como homenaje al folklore.
  • Escuchando el disco hay música muy bonita e historias demás interesantes, de un gran observador, un cronista. ¿Cómo vas registrando todo aquello?
  • Creo que se logra a través de los años, no se si llamarle “oficio” de componer, aunque si, uno va haciendo y ejercitándose tanto que finalmente como que la tiene clara de cómo transmitir eso. Muchísimas cosas se aprenden, a no complicarse con demasiados acordes, porque cuando uno entra en esas preocupaciones se pierde mucho en lo musical y no ya tanto en el feeling que puede tener la canción con la gente.
  • Otro ingrediente a destacar del disco es la sensibilidad para la picarezca, ese sentido del humor que es muy particular en vos y se revela en la historia del Tejú...
  • Esto viene de lo que nos rodea y principalmente de los políticos mentirosos (se ríe).. la gente que va a tomar una cerveza después del partido en la canchita, el famoso nde, prestáme tanto y le prestás y nunca más aparece, no solamente dinero, de repente te pide un champión y tenés que ir a buscar después. Son cosas que te pasan todos los días. En ese caso el “Ahata aju he´i teju” refleja a la gente que no cumple con lo que promete y pinta lo que pasa en la ciudad y la periferia.
  • Grabaste el disco y ahora hay que enfrentarse al sistema de radiodifusión que es hostil con el artista nacional...
  • Pienso que el mercado local no es muy amplio, al menos para el tipo de composiciones que nosotros hacemos, ahora si continúas haciendo la cumbia o cosas comerciales de repente tenés mucho más salida y se puede vivir tranquilamente de eso, en mi caso me pasó y tengo esa experiencia.
Pero cuando comenzás a querer hacer algo más tuyo, más personal, más íntimo, de cantautor, es más complicado. Así y todo tengo la suerte de que los temas sean muy aceptados.. pero es dificil.
  • Es dificil sin producción y difusión hacer conocer el trabajo...
  • Es complicado, la Polca... fue lanzado en febrero y recién ahora me están llamando la gente de las radios para entrevistarme y van difundiendo. Lo más loco es que se difunde en programas de música tradicional, programas clásicos de Radio Nacional e Ysapy y de repente también en la Rock & Pop...
  • Hay que esperar un tiempo pero si la semilla es buena será buena la planta...
  • ...eso, porque esa era la idea del disco. Hay mucha gente que hace el 6 x 8 con linda esencia, suena lindo, fresco, pero no es lo que llega al pueblo, hay un código a descifrar. Toti Morel, que grabó las baterías del disco me decía. “Me gusta lo que hacés porque mantiene la polca tradicional pero con ropaje nuevo”, no se sale del acento de la polca y en realidad son más galopas que polcas. Toti me decía que le hacía acordar mucho a un grupo de polkas de los 70 que se llamaban Los Hidalgos y me sorprendió gratamente porque a mí me gustaban y nunca me di cuenta... justamente hacían polcas bien bailables y jodonas y modernas. La Polca del Asfalto tiene polcas bailables y otras que no...
  • ¿A partir de esta presentación pensás en una gira, recorrer el país?
  • De hecho que gracias a la Polca... fui a tocar 2 veces en Buenos Aires invitado por el embajador, hay pedidos y la gira, lógicamente que quiero hacer, pero vamos a ver quién solventa eso... (se ríe).. La gente se sorprende que después del “Soy Paraguayo y qué...”, publique este disco.
  • Quería pedirte una opinión sobre la marcha del país...
  • Ahata aju he´i Tejú... (Risas). Bueno, se prometieron muchas cosas que no se pudieron cumplir porque hay gente que de repente no permiten que esto vaya creciendo en la medida en que esperamos y hay cosas que también por desidia no se cumplen. Siempre las consecuencias las paga la gente común, el pueblo. Dentro de todo pienso que hay una mejoría, comparativamente con gobiernos anteriores. Lo que pasa es que los medios de prensa tienen intereses creados y no te cuentan todo y siempre tiran las cosas malas en las tapas de los diarios y la televisión, pero se sabe quiénes manejan y de dónde salió toda la guita que tienen.

    Ficha
     “La Polca del Asfalto” incluye temas como, Ñandejaragracia; Diciembre; 3. 200 años después; La Polca del Asfalto; Cielito de Santaní; El incógnito ciempiés; Tipo Maneco Galeano; Son Paraguayas ¿y qué?; Llueve sobre Asunción; Jazmín Paraguay; Compañera; Ahata aju he’i teju, entre otros.

11 de agosto de 2011

La lucha por la tierra

Choque: la necesidad del acceso a la tierra, recurso básico de subsistencia para las poblaciones rurales, llevó a centenares de familias a ocupar parte de un inmueble en Ñacunday, distrito del departamento de Alto Paraná, fronterizo con Brasil. La reacción no se hizo esperar: llovieron los reclamos de los empresarios para un desalojo inmediato, las organizaciones campesinas denunciaron el regreso de la criminalización de las protestas y se multiplicaron las quejas contra el Gobierno. Quedó al descubierto la gran inequidad en cuanto al derecho al acceso a la tierra. La discusión de fondo es la disputa por dos modelos, uno incluyente y otro excluyente.



Alto Paraná es una zona de grandes contrastes. Por un lado cuenta con Itaipú Binacional, la mayor represa hidroeléctrica del mundo, compartida con Brasil. Ciudad del Este, la capital del departamento, es una ciudad con un gran movimiento económico que, en la década de 1990, llegó a situarse entre las urbes con mayor volumen de circulación monetaria en el mundo.
La expansión del modelo de la agricultura empresarial desató un gran repliegue de las poblaciones rurales. La producción agrícola a gran escala, con su estandarte, la soya, desplaza anualmente a millares de personas desde los sitios que habitan históricamente
El conflicto por la tierra es el tema central a atender. Se trata de una cuestión clave para aliviar la actual penuria económica que aqueja a más de dos millones de paraguayos y paraguayas que viven en situación de pobreza.
 En el departamento de Alto Paraná se encuentra la zona de Ñancuday, ubicada a poco menos de 400 kilómetros al este de Asunción. Allí centenares de familias ocuparon las tierras conocidas como finca 4036, del distrito de Jesún y Trinidad. La Liga Nacional de Carperos, organización que aglutina a pobladores rurales de diversos departamentos del país, reclama unas 12 mil hectáreas. Tranquilo Favero, empresario de origen brasileño, se erige como el supuesto propietario de las tierras en litigio.
 Los ya popularizados carperos (ver recuadro) aseguran que existen excedentes sin títulos en el terreno y que, en muchos casos, se trata de “bienes malhabidos”. Pero el grupo Favero se atribuye la propiedad al asegurar que posee los títulos que le acreditan esas tierras.
 El área total en disputa está compuesta por 54 mil hectáreas, dimensión suficiente como para dar respuestas a cerca de 300 mil familias en todo el país que carecen de tierras según organizaciones campesinas.
 El reclamo de Ñancuday es apenas una fracción de la demanda de tierras a nivel nacional. Las organizaciones campesinas estiman que cerca de 471 mil hectáreas en todo el país están en manos de empresarios brasileños que usufructúan títulos ilegítimos otorgados durante la dictadura de Alfredo Stroessner, entre 1954 y 1989.

Oídos sordos
 El juez de Paz de Ñacunday, Marcos Martínez, emitió un fallo en primera instancia que favoreció a los campesinos. “Se ha comprobado la existencia de excedentes (de tierra) conforme al plano ilustrativo que se acompaña”, señala en su resolución. Esta medida, que reconoce la demanda de los trabajadores rurales, le costó al magistrado un juicio por parte del Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados (JEM) y la suspensión en el cargo.
 Por otra parte, los pobladores y propietarios de las colonias Itaipyté, Toro-cua y Lomas Valentinas, todas del distrito de Ñacunday, denuncian haber sido objeto de estafa de parte de la empresa Agrotoro SA, propiedad del empresario Favero.
 Según investigaciones periodísticas, las tierras actualmente en conflicto fueron adquiridas inicialmente por la firma Gulf + Western Americas Corporation, cuya finca madre original es, precisamente, la 4036. En 1979 estas tierras fueron vendidas a la empresa Agriex SA. Las tierras finalmente quedaron en manos de Agrotoro, de Favero.
 Tras el reclamo de los campesinos, la corporación de los empresarios agrícolas, apoyados por otros sectores y por la prensa comercial, cerraron filas. Los representantes de las compañías que aseguran ser propietarias de estos predios reiteraron que no están dispuestos a ceder ante un planteamiento de justa distribución de tierras. Con sus tractores en la ruta dejaron en claro su posición, refrendada por la Asociación Rural del Paraguay (ARP) durante la inauguración de la Exposición de Agricultura, Industria, Comercio y Servicios, que se realizó este año en Mariano Roque Alonso, localidad aledaña a Asunción.
 El dirigente de la Organización de Lucha por la Tierra, Ramón Medina, estimó que “unas nueve millones de hectáreas fueron entregadas a jerarcas y adulones de la dictadura de Alfredo Stroessner. Son aquellos que acumulan riquezas sin pagar impuestos, los que se ofenden porque se les solicita que muestren sus títulos de propiedad y amenazan con un ‘tractorazo’ por una supuesta inseguridad. Son ellos mismos los que generan una situación de enfrentamiento y de atropello a derechos elementales, defendiendo sus privilegios”.
 Otra de las cuestiones que quedaron en evidencia con el conflicto de Ñacunday es la falta de un catastro a nivel nacional. El Gobierno anunció la toma de un nuevo crédito para implementarlo. Este déficit es uno de los elementos que propicia la concentración de tierras. Se trata de una de las barreras a romper si se quiere dar una respuesta a fondo para la mayoría de la población.
 El 12 de julio, el gobierno nacional decidió oficialmente mediar en el conflicto, reconociendo el derecho al acceso a la tierra consagrado en la Constitución del país, aunque consideró que el problema es “de naturaleza privada”. Además, el Poder Ejecutivo planteó la instalación de una mesa de diálogo para una solución de fondo.
 Un comunicado firmado por el jefe de Gabinete Civil de la Presidencia de la República, Miguel López Perito, señala que “este conflicto (es) de naturaleza privada y de resolución jurídica, pero con gran repercusión social, derivada del involucramiento de personas y sus familias, del derecho al trabajo de la gente, a la actividad productiva en su conjunto, e igualmente a la necesidad de poner en vigencia real, más allá de cuestiones declarativas, el acceso a la tierra como un derecho constitucionalmente consagrado a favor de cada ciudadano paraguayo; el gobierno nacional, a través de sus instituciones ha estimado oportuno, conveniente y de obligación involucrarse en el afán de lograr la solución del conflicto”.
 El texto admite que se ha constatado que la crisis “fue generada por instrumentos de dudosa legalidad relacionados a tierras, para favorecer negocios en detrimento del patrimonio de entidades bancarias, detrimento de la salud del sistema financiero, y finalmente, detrimento del patrimonio del propio Estado en la medida en que debió en todos los años anteriores acudir en auxilio del desamparo generado contra sus ciudadanos afectados”.
 Un día más tarde del compromiso oficial, los carperos abandonaron la ocupación del predio 4036 de Ñancuday. Pero las banderas siguen flameando desde terrenos aledaños. Los campesinos prometen que la lucha continuará.

 Desde Asunción, Vicente Páez

Carperos
Hasta hace un año, la sociedad paraguaya ignoraba el significado y el sentido del término “carperos”. Las protestas, fundamentalmente cortes de caminos y ocupación de tierras, popularizaron a estos campesinos que tienen en común la carencia de tierras para cultivar. Mayoritariamente provienen de los departamentos de Alto Paraná y San Pedro, aunque en los últimos tiempos se han conformado grupos en otros distritos del país. Más allá de la novedad del término que los popularizó, no son actores sociales nuevos, sino ramificaciones o desprendimientos de organizaciones campesinas históricas, muchas de las cuales apoyaron o apoyan la gestión del presidente Fernando Lugo.

A comienzos de este año, la Liga Nacional de Carperos alertó que habría ocupaciones masivas si el gobierno paraguayo no solucionaba los históricos reclamos. En marzo, se registró la primera gran toma de tierras.

La legimitidad de las demandas no impide a algunos dirigentes del sector alertar que los carperos están siendo infiltrados por grupos políticos afines al Partido Colorado, con la clara intención de desestabilizar al gobierno de Lugo, ya sea promoviendo el caos o provocando desalojos violentos con consecuencias insospechadas. A pesar de esta posible acción de la derecha, los organismos de Derechos Humanos alertan sobre la criminalización de las luchas sociales, frente a una demanda históricamente justa.

3 de agosto de 2011

Gloria Scappini: “Tenemos la política indigenista más pobre del continente”


Gloria Scappini, antropóloga. Foto de Osvaldo "Pato" Escobar

Trabaja con los mbya guaraní siguiendo la huella de León Cadogan. En un proyecto inédito filma “Palabras almas” un registro etnógráfico en formato documental donde busca acercarse a la filosofía guaraní que reside en el Ayvu Rapyta. Dice que hay que descolonizarse del propio Paraguay para comprender valores profundos. Entiende que los pueblos indígenas están en resistencia e inclusive hicieron “resiliencia”, se sobrepusieron al violento trauma de la conquista, de la colonización que asegura, sigue vigente.

Gloria Scappini es antropóloga. Convive con un grupo del pueblo Aché-Guayaki desde el 1998, iniciando así su experiencia de campo con comunidades indígenas. Viaja en el 2001 a Francia, dónde realiza la integralidad de sus estudios de Antropología Social en la Universidad de París X Nanterre. Reside en dicho país durante ocho años, sumando experiencias en idas y vueltas al Paraguay en diversos temas de investigación ligados a la realidad indígena Guaraní en el Paraguay. Inicia investigaciones en el 2003 con el pueblo Mbya-Guaraní. Migrante y estudiante en París, trabaja como mediadora cultural en acompañamiento etno-psicológico y etno-psiquátrico para familias migrantes y en situación de exilio. Su tesis de maestría, sobre la migración a las ciudades y la ocupación de un basural por los Mbya-Guarani la llevan a articular la etnografía con metodologías de estudio de historias de vida con trasfondo resiliente.
  • ¿Cómo nace la búsqueda que lleva a producir la película Palabras Almas?
  • A mi lo que me llama la atención del caso paraguayo es la paradoja entre una exaltación de los símbolos indígenas en la ideología de construcción nacional y paralelamente la política indigenista más pobre del continente cuando tenemos 17 etnias y se exalta por todos lados el bilingüismo y el guaraní y nunca hemos entrado en un proceso de curiosidad ni de intelectual, hasta espiritual de las raíces indígenas. 
- ¿A qué crees se debe?
- A un proceso muy perverso de construcción nacional. Trabajo con los guaraníes porque es más visible ese sistema perverso porque el Chaco siempre fue tierra de otros, fue muy rápidamente delegado a los extranjeros, el propio Paraguay no pobló el Chaco.
En cambio la región Oriental fue el territorio de construcción del Paraguay allí estuvo el frente pionero ganadero, ahí se desarrolló la agricultura, las estancias, las ciudades.
Los guaraníes “del” Paraguay son los del Caciqué Lambaré, salimos todos de él y ese relato conocido, en tanto que los guaraníes “en el” Paraguay son cinco etnias que están con una lengua propia en extinción a causa de la política de bilingüismo que va sobre ellos.
Ahora se les va a enseñar guaraní paraguayo en vez de estar aprendiendo las lenguas guaraníes que hablan ellos que son los ancestros de nuestro guaraní paraguayo.

- ¿Cómo se podría revertir, qué políticas se deberían aplicar?
- Es un proceso a muy largo plazo porque el propio Paraguay no se ha autocriticado, ho hizo una retrospección de sus orígenes. Mientras no nos descolonicemos del propio Paraguay que ha extirpado de lo indígena sus más grandes símbolos y los ha colonizado será dificil. El caso de la lengua guaraní es típico. Si bien se siente la raíz indígena por ser más expresiva, más poética, para vehicular algunos conceptos, en general ha perdido los conceptos matrices de la filosofía indígena.
No hay que olvidarse que la lengua está presente porque la tomaron los jesuitas y tradujeron la biblia.

- ¿Pensás realmente que el guaraní paraguayo pierde la capacidad de ser vehículo de una filosofía?
El hecho de hablar guaraní paraguayo no te autoriza en nada a ser un interlocutor con un Mbya desde sus catetgorías religiosas.

- ¿No es un vehículo de aproximación en una mirada más optimista, una puerta de entrada?
Es sinónimo de colonizador el guaraní paraguayo, los Mbya mismo te dicen, “nosotros estamos en guerra con ustedes. Ustedes son hijos nuestros y nos sacan todo”. Un paraguayo comun y corriente no sabe que es un “okygua”, que es el “vyaguapy” o el concepto del “teko”, no sabe lo que está atrás como filosofía descolonizada.
El guaraní se superpuso, fue herramienta de colonización. Entonces los Mbya, que son los más radicales, dicen que están en guerra mundial, así se sienten.
Hace más de 500 años y siguen en la resistencia más grande. Y ahora con la información y la interconexión en el mundo, hay un sentimiento, en el sentido de que todos los pueblos indígenas del mundo están luchando contra un sistema y no están aislados.

- ¿En qué comunidades trabajás?
  • En Caaguazú y Caazapá donde trabajo con interlocutores valiosos por ser descendientes de los informantes de León Cadogan, voy detrás de ellos, detrás de la historia de la etnografía paraguaya, estoy en eso.
  • El Ayvu rapyta es “el” gran texto guaraní...
  • ¡¡¡Es nuestro Popol Vuh!!! (Libro de los mayas) El día que el paraguayo se apropie de ese texto ahí vamos a estar en el camino.
  • ¿Y la película de alguna manera nos va a acercar?
  • Claro, es una etnografía llevada a imágenes, entendí que una forma de abrir la investigación y hacerla más acesible era con la imagen. Además este proyecto tiene la particularidad de que el equipo de producción se está construyendo solamente a base de los propio Mbya. Estoy apostando a la formación técnica audiovisual básica para ellos y darle libre curso a la percepción indígena de la realidad. Estoy experimentando con eso, apostando a eso. No solo es pedir plata para un documental, sino financiar todo un proceso de intercambio con la comunidad y la construcción colectiva de la identidad que se va a mostrar. Qué facetas de la cultura se deciden a mostrar porque son celosos de ciertas cosas. Se hace con las consultas colectivas debidas y hay entre ellos decisiones políticas bastante importantes sobre cosas que van sintiendo que es importante transmitir y otras que todavía no.
- ¿Cómo percibis la vida de este libro oral, de esta filosofía?
- La filosofía está viva y en ciertas regiones más viva que en otras. En lo individual pienso que está viva. Ahora a nivel colectivo ya depende de las condiciones de la naturaleza de la comunidad. Hay algunas en que hubo contacto con evangelización y otras más aisladas, hay algunas autónomas en lo económico, otras que no, el panorama religioso difiere mucho.
Por otro lado los relatos orales siempre cambian, no quedan rígidos.

- ¿Cómo afrontás el costo de la película?
  • Con un pequeño financiamiento que me permitió comenzar de los fondos concursables de la Secretaría de Cultura y sigo en la búsqueda de financiamiento.


    Pueblos en “Resiliencia”
    No tengo dónde enseñar antropología”, cuenta Gloria Scappini expresando una dura realidad: No existe carrera de antropología en las universidades del país. “Hay antropólogos formados, hay investigadores en ciencias sociales, hay indígenas e indigenistas, hay un pequeño universo de gente trabajando”, cuenta explicando que hay gente que podría afrontar la tarea, pero sin embargo hoy se le hace dificil transferir conocimientos y encontrar trabajo. “Apostamos a vivir de esto”, dice y cuenta que es profesora en la carrera de Filosofía de la Universidad Católica.
    La antropóloga, entiende que los pueblos indígenas hicieron un proceso de “resiliencia” y lo explica: “Es un concepto que lo ha visibilizado el etólogo Boris Cirulnyk a raíz del estudio de estos procesos en sobrevivientes de Auschwitz. El mismo vio a sus padres morir en los campos de concentración y se escapó a los seis años”.
    Según cuenta su experiencia ayudo a quebrar “el determinismo que decía que si uno tenía una infancia mala o no tenía las condiciones, si o si, estaba destinada a estar al margen de la sociedad a ser un psicópata o un tarado o un asesino, drogadicto, etc”.
    Es allí donde la tarea de Cirulnyk gana cuerpo. “El dice algo muy interesante: De un número x de personas que salen de un hospital psiquiátrico no están contabilizadas las personas que salen adelante. No están contadas por la sociedad, no hay estadística. Entonces dice, me ocupo de la gente que se salió y para eso tengo que ir a investigar historias de vida individuales, ir a buscar a esas personas que no están encerradas”.
    Así descubre que “hay gente con pasados atroces que pudieron construir una familia, fueron exitosos en el estudio y en el trabajo, desarrollaron capacidades de genios, encuentra muchos ejemplos. Entonces es como la vertiente optimista de la psicología de su época”.
    Scappini aplicó el concepto a sus investigaciones con los pueblos indígenas. “Porque entiendo la resiliencia en el sentido de que es un proceso que se puede dar de manera individual pero también de manera colectiva. Integré mucho en mi investigación antropológica herramientas de la psicología y el psicoanálisis para aplicar a la etnografía. Creo que en parte porque la antropología tiene raices psicoanálíticas sobre todo en la escuela francesa, (Jacques) Lacan, influye en (Claude) Levi Strauss”, ejemplifica.
    Empecé trabajando con los Aché Guayaki y siempre opté por una etnografía de proximidad, de historias de vida, de la construcción subjetiva de las historias individuales, familiares, comunitarias y los Aché tienen el pasado más trágico con el genocidio que vivieron. No digo que son los únicos que hayan sufrido contactos violentos, todos los pueblos indígenas del Paraguay sufrieron y sufren el etnocidio y el ecocidio juntos”.
    Reflexiona entonces que “me encontré con relatos muy dificiles, gente que testimonia haber sido cazados, raptados. Los Aché me abrieron eso y entonces me vi obligada a interesarme un poquito como contenerme yo misma para seguir investigando”.
    Explica entonces que “el antropólogo convive, y lo que va viendo le va haciendo armar su estudio, en el hacer se va construyendo. Entonces la resiliencia la explico de esa manera, es un elemento para preguntarnos cómo un individuo o un colectivo pudieron tener la capacidad de sobrellevar la adversidad”.
    Para Scappini esta resiliencia colectiva se funda en las condiciones desfavorables que vivieron. “El reencuentro identitario sería la clave, un motor de resiliencia. El encuentro con las diferentes facetas de una cosmovisión. Pienso que por ahí pasa la clave. La “Indianidad” se dice, es un concepto que en Paraguay está muy nuevo, pero que es importante a nivel político. Ellos siguen siendo, esa es la fuerza”.

    Publicado en La Nación
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