Con la tierra al límite, la pandemia del coronavirus como su
expresión más acabada, la idea ahora es obtener minerales de los planetas más
cercanos con incalculables inversiones
Instalar bases y comenzar aventuras de minería espacial es
el plan que tienen las corporaciones y los gobiernos de los Estados Unidos y
China para los próximos años aunque, para comenzar, lo primero sería volver a
poner hombres en la Luna antes del año 2025
Con el lanzamiento del Crew Dragon en un emprendimiento
conjunto de la Administración del Espacio (Nasa, su sigla en inglés) y Space X
el pasado 30 de mayo, quedó inaugurada una nueva carrera espacial que llama al
asombro por las sumas siderales, billones de dólares, que requerirá, mientras
en la tierra es omnipresente el paisaje de naturaleza arrasada y poblaciones en
pobreza.
Estados Unidos, China, Rusia, la Unión Europea e India
tienen proyectos espaciales en marcha que se parecen a las películas de ciencia
ficción que Hollywood fue sembrando para acostumbrar a todos a la “normalidad”
de todo esto.
“Llegaremos primero”, prometió un eufórico Donald Trump tras
el lanzamiento del cohete de la corporación Space X que llevó a dos astronautas
a la Estación Espacial Internacional merced a este nuevo modelo público privado
para llegar al espacio.
Puso una fecha: En 2024 un hombre y una mujer
estadounidenses volverán a pisar la Luna dando inicio al programa Artemisa. Este último fue bautizado así en honor a la
diosa griega de la luna.
Es la hermana de Apolo, nombre que llevaron las misiones de
la Nasa que permitieron a 12 hombres, entre 1969 y 1972 según la versión
oficial, caminar en la luna juntando muestras de terreno, polvo, piedras e
imágenes que nunca se conocieron del todo.
El hecho puede leerse como una respuesta a la hazaña China
concretada a principios de 2019 cuando una nave oriental descendió sobre la
cara oculta de la Luna. Apenas dado el logro, el gobierno chino anunció que
trabajaría para poner un hombre en el satélite natural de la tierra antes de
2030.
Ahora, todo indica que los chinos buscarán acortar estos
plazos y vale decir que para el 2022 pretende hacer orbitar su propia estación
espacial, la Tiangong 3 ("Palacio celestial" en mandarín). La misma
tendrá un módulo principal de casi 17 metros y dos módulos para experimentos
científicos.
Entre tanto Rusia sigue con ensayos y pruebas para una base
lunar manteniendo siempre activa la Estación Espacial Internacional (ISS, su sigla en inglés).
También la Agencia Espacial Europea retrasó su misión a
Marte hasta 2022 por obvios retrasos ocasionados por la cuarentena decretada
para evitar el contagio del Coronavirus.
La India que consiguió ya en 2008 poner un satélite a
orbitar alrededor de la Luna intentará llegar este año o el próximo a su
superficie con la misión Chandrayaan-3. "La misión comprende un módulo de
aterrizaje y un vehículo explorador", contó Kailasavadivoo Sivan,
presidente de la agencia especial india (ISRO). El próximo paso sería llevar
una misión tripulada con tres astronautas para 2022 año en el que se celebra el
75º aniversario de la independencia india del control británico, un movimiento
que concluyó en 1947 bajo el liderazgo de Mahatma Gandhi.
En su ambicioso plan espacial también están previstas la
misión Aditya-L1 para estudiar el sol anunciada para este año y el XPOSAT, el
satélite de polarimetría de rayos X, que está previsto para 2021.
A Marte
Se estima que a fines de julio o agosto próximo China
intentará poner un rover en Marte. Será en la misión Tianwen-1 Mars
Si todo va según lo planeado la nave debería llegar para
febrero de 2021. “Se pretenden lograr tres objetivos con un solo lanzamiento:
orbitar, aterrizar y patrullar. Esta es una misión sin precedentes para la
exploración de Marte y los desafíos a los que nos enfrentamos no tienen precedentes”,
dijo Zhao Xiaojin de la Corporación de Ciencia y Tecnología Aeroespacial de
China (CNSA).
En ese mismo tiempo, del 14 de julio al 5 de agosto la NASA hará
lo propio con el rover Perseverance una evolución de Curiosity u Opportunity,
aquellos simpáticos carritos que recorrieron el planeta rojo.
Entre tanto, este 14 de julio Emiratos Arabes Unidos lanzará
desde Japón la nave “Hope” (Esperanza, en inglés) para estudiar de manera muy
completa la atmósfera marciana por primera vez. Mitsubishi Heavy Industries se encargará del
operativo.
La sonda ExoMars, resultado de la cooperación entre la
Agencia Especial Europea y la rusa Roscosmos, también debía despegar este año
pero la misión ha sido pospuesta hasta 2022.
Desde 1961 unas 40 misiones fueron a Marte de las que
llegaron sólo 20. De ellas 17 debían “amartizar” y sólo 8 lo consiguieron por
lo que es claro que sigue siendo un desafío intentar hacerlo.
Millonarios a la luna
Tras el éxito del lanzamiento de Crew Dragon, SpaceX acelera
el proyecto para lanzar una nave llamada Starship con capacidad para 100
tripulantes y hasta 100 toneladas de carga que viajaría primero a la Luna y, de
tener éxito, después a Marte
El sudafricano Elon Musk pretende que Starship sea
completamente reutilizable, como si fuera un “avión comercial” para el espacio
que abarate el viaje para los multimillonarios interesados.
Construida en acero inoxidable tiene tecnología similar a la
del cohete Falcon 9 que se destaca porque buena parte de sus piezas son
reutilizables para nuevas misiones, lo que le permitió abaratar costos en el
reciente lanzamiento de la Crew Dragon. Tras el despegue inicial, la primera
etapa de la nave se separó con éxito y descendió sobre la embarcación llamada
Of Course I Still Love You ("Por supuesto que todavía te amo").
Los acuerdos Artemisa
“¡Es un nuevo amanecer para la exploración espacial!”,
escribió Jim Bridenstine, administrador de la NASA, al presentar el 15 de mayo
pasado los Acuerdos Artemisa que dejan en claro la voluntad de los Estados
Unidos de desarrollar la minería en la Luna, un aspecto que no se menciona en
el Tratado del Espacio Exterior (OST, su siglas en inglés), la norma
internacional hasta ahora vigente en la materia.
“La capacidad de extraer y utilizar recursos en la Luna,
Marte y los asteroides será fundamental para apoyar la exploración y desarrollo
espacial seguro y sostenible”, dice el documento de la NASA que pretende “evitar interferencias dañinas”, proponiendo “zonas
seguras”.
El jefe de la agencia espacial estadounidense dijo que son
un conjunto de principios para “crear un ambiente seguro y transparente que
facilite la exploración, la ciencia y las actividades comerciales para el
disfrute de toda la humanidad”.
Salvando las distancias, sería como un tratado de
Tordesillas, aquel que dividió Sudamérica entre España y Portugal.
“¿Qué pasa si tenemos un montón de gente tratando de obtener
los mismos recursos en la misma área”, se preguntó Michelle Hanlon, codirectora del Programa de
leyes espaciales de la Universidad Mississippi. “Es muy importante hablar de
cómo manejaremos los derechos y obligaciones en la Luna antes de que lleguemos
allá y nos pongamos a pelear”, dijo la experta a BBC Mundo.
La agencia de noticias comentó: “El documento, escrito en
términos muy generales, también se refiere a la necesidad de crear estándares
para trabajar de manera colaborativa; prestarse ayuda mutua en caso de
emergencia; publicar los datos y hallazgos científicos que ahí se logren;
proteger el patrimonio y lugares históricos en la Luna, como el lugar donde
alunizó el Apolo 11; y hacer buen manejo de los desechos espaciales”.
En principio es claro que las agencias espaciales como
Roscosmos (Rusia) o la CNSA (China), no asumirán el mando estadounidense del
espacio por lo que se espera una próxima disputa diplomática al respecto ya que
los acuerdos plantean que la NASA y sus países aliados informarán lugar y
objetivo de sus operaciones lunares, para que puedan trabajar dentro de sus
zonas seguras.
En Abril, Trump estableció por orden ejecutiva, un decreto
presidencial, que “los estadounidenses deben tener el derecho de participar en
la exploración, recuperación y uso de los recursos del espacio exterior” y que EE.UU.
“no ve el espacio exterior como un bien común global.
Dmitry Rogozin, director de Roscosmos, dejó clara su
oposición: “El principio de invasión es el mismo, ya sea en la Luna o en Irak”,
escribió.
Paul Byrne, profesor de Geología Planetaria en la Universidad
Estatal de Carolina del Norte explicó que no cree que se vaya tras la
extracción de oro, platino u otros metales preciosos porque están a una
profundidad imposible.
Si cree que en lo que la NASA llama “utilización de recursos
in situ” (ISRU, por sus siglas en inglés), es decir, extraer minerales y
materiales para usarlos en la luna. Algo así, de ser posible, se haría con el
helio, que está presente en el satélite y serviría como combustible para
reabastecer vehículos.
Usar el polvo, la arena lunar, para hacer ladrillos y
construir bases es una idea que tienen todas las agencias espaciales y de hecho
se experimenta con ello desde hace bastante tiempo.
“Es inevitable que en
el largo plazo los humanos tengan actividades comerciales en el espacio”, le
dijo Byrne a la BBC. “Los Acuerdos Artemisa son un primer paso para que esas
actividades se hagan de manera pacífica y colaborativa”, consideró.
La cuenta regresiva está en marcha.
Jorge Zárate
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