15 de junio de 2020

La alocada carrera por explotar la Luna y Marte


Con la tierra al límite, la pandemia del coronavirus como su expresión más acabada, la idea ahora es obtener minerales de los planetas más cercanos con incalculables inversiones

Instalar bases y comenzar aventuras de minería espacial es el plan que tienen las corporaciones y los gobiernos de los Estados Unidos y China para los próximos años aunque, para comenzar, lo primero sería volver a poner hombres en la Luna antes del año 2025
Con el lanzamiento del Crew Dragon en un emprendimiento conjunto de la Administración del Espacio (Nasa, su sigla en inglés) y Space X el pasado 30 de mayo, quedó inaugurada una nueva carrera espacial que llama al asombro por las sumas siderales, billones de dólares, que requerirá, mientras en la tierra es omnipresente el paisaje de naturaleza arrasada y poblaciones en pobreza.
Estados Unidos, China, Rusia, la Unión Europea e India tienen proyectos espaciales en marcha que se parecen a las películas de ciencia ficción que Hollywood fue sembrando para acostumbrar a todos a la “normalidad” de todo esto.
“Llegaremos primero”, prometió un eufórico Donald Trump tras el lanzamiento del cohete de la corporación Space X que llevó a dos astronautas a la Estación Espacial Internacional merced a este nuevo modelo público privado para llegar al espacio.
Puso una fecha: En 2024 un hombre y una mujer estadounidenses volverán a pisar la Luna dando inicio al programa Artemisa.  Este último fue bautizado así en honor a la diosa griega de la luna.
Es la hermana de Apolo, nombre que llevaron las misiones de la Nasa que permitieron a 12 hombres, entre 1969 y 1972 según la versión oficial, caminar en la luna juntando muestras de terreno, polvo, piedras e imágenes que nunca se conocieron del todo.  
El hecho puede leerse como una respuesta a la hazaña China concretada a principios de 2019 cuando una nave oriental descendió sobre la cara oculta de la Luna. Apenas dado el logro, el gobierno chino anunció que trabajaría para poner un hombre en el satélite natural de la tierra antes de 2030.
Ahora, todo indica que los chinos buscarán acortar estos plazos y vale decir que para el 2022 pretende hacer orbitar su propia estación espacial, la Tiangong 3 ("Palacio celestial" en mandarín). La misma tendrá un módulo principal de casi 17 metros y dos módulos para experimentos científicos.
Entre tanto Rusia sigue con ensayos y pruebas para una base lunar manteniendo siempre activa la Estación Espacial Internacional (ISS, su sigla en inglés).
También la Agencia Espacial Europea retrasó su misión a Marte hasta 2022 por obvios retrasos ocasionados por la cuarentena decretada para evitar el contagio del Coronavirus.
La India que consiguió ya en 2008 poner un satélite a orbitar alrededor de la Luna intentará llegar este año o el próximo a su superficie con la misión Chandrayaan-3. "La misión comprende un módulo de aterrizaje y un vehículo explorador", contó Kailasavadivoo Sivan, presidente de la agencia especial india (ISRO). El próximo paso sería llevar una misión tripulada con tres astronautas para 2022 año en el que se celebra el 75º aniversario de la independencia india del control británico, un movimiento que concluyó en 1947 bajo el liderazgo de Mahatma Gandhi.
En su ambicioso plan espacial también están previstas la misión Aditya-L1 para estudiar el sol anunciada para este año y el XPOSAT, el satélite de polarimetría de rayos X, que está previsto para 2021.
A Marte
Se estima que a fines de julio o agosto próximo China intentará poner un rover en Marte. Será en la misión Tianwen-1 Mars
Si todo va según lo planeado la nave debería llegar para febrero de 2021. “Se pretenden lograr tres objetivos con un solo lanzamiento: orbitar, aterrizar y patrullar. Esta es una misión sin precedentes para la exploración de Marte y los desafíos a los que nos enfrentamos no tienen precedentes”, dijo Zhao Xiaojin de la Corporación de Ciencia y Tecnología Aeroespacial de China (CNSA).
En ese mismo tiempo, del 14 de julio al 5 de agosto la NASA hará lo propio con el rover Perseverance una evolución de Curiosity u Opportunity, aquellos simpáticos carritos que recorrieron el planeta rojo.
Entre tanto, este 14 de julio Emiratos Arabes Unidos lanzará desde Japón la nave “Hope” (Esperanza, en inglés) para estudiar de manera muy completa la atmósfera marciana por primera vez.  Mitsubishi Heavy Industries se encargará del operativo.
La sonda ExoMars, resultado de la cooperación entre la Agencia Especial Europea y la rusa Roscosmos, también debía despegar este año pero la misión ha sido pospuesta hasta 2022.
Desde 1961 unas 40 misiones fueron a Marte de las que llegaron sólo 20. De ellas 17 debían “amartizar” y sólo 8 lo consiguieron por lo que es claro que sigue siendo un desafío intentar hacerlo.
  
Millonarios a la luna
Tras el éxito del lanzamiento de Crew Dragon, SpaceX acelera el proyecto para lanzar una nave llamada Starship con capacidad para 100 tripulantes y hasta 100 toneladas de carga que viajaría primero a la Luna y, de tener éxito, después a Marte
El sudafricano Elon Musk pretende que Starship sea completamente reutilizable, como si fuera un “avión comercial” para el espacio que abarate el viaje para los multimillonarios interesados.
Construida en acero inoxidable tiene tecnología similar a la del cohete Falcon 9 que se destaca porque buena parte de sus piezas son reutilizables para nuevas misiones, lo que le permitió abaratar costos en el reciente lanzamiento de la Crew Dragon. Tras el despegue inicial, la primera etapa de la nave se separó con éxito y descendió sobre la embarcación llamada Of Course I Still Love You ("Por supuesto que todavía te amo").
Los acuerdos Artemisa
“¡Es un nuevo amanecer para la exploración espacial!”, escribió Jim Bridenstine, administrador de la NASA, al presentar el 15 de mayo pasado los Acuerdos Artemisa que dejan en claro la voluntad de los Estados Unidos de desarrollar la minería en la Luna, un aspecto que no se menciona en el Tratado del Espacio Exterior (OST, su siglas en inglés), la norma internacional hasta ahora vigente en la materia.
“La capacidad de extraer y utilizar recursos en la Luna, Marte y los asteroides será fundamental para apoyar la exploración y desarrollo espacial seguro y sostenible”, dice el documento de la NASA que pretende  “evitar interferencias dañinas”, proponiendo “zonas seguras”.
El jefe de la agencia espacial estadounidense dijo que son un conjunto de principios para “crear un ambiente seguro y transparente que facilite la exploración, la ciencia y las actividades comerciales para el disfrute de toda la humanidad”.
Salvando las distancias, sería como un tratado de Tordesillas, aquel que dividió Sudamérica entre España y Portugal.
“¿Qué pasa si tenemos un montón de gente tratando de obtener los mismos recursos en la misma área”, se preguntó  Michelle Hanlon, codirectora del Programa de leyes espaciales de la Universidad Mississippi. “Es muy importante hablar de cómo manejaremos los derechos y obligaciones en la Luna antes de que lleguemos allá y nos pongamos a pelear”, dijo la experta a BBC Mundo.
La agencia de noticias comentó: “El documento, escrito en términos muy generales, también se refiere a la necesidad de crear estándares para trabajar de manera colaborativa; prestarse ayuda mutua en caso de emergencia; publicar los datos y hallazgos científicos que ahí se logren; proteger el patrimonio y lugares históricos en la Luna, como el lugar donde alunizó el Apolo 11; y hacer buen manejo de los desechos espaciales”. 
En principio es claro que las agencias espaciales como Roscosmos (Rusia) o la CNSA (China), no asumirán el mando estadounidense del espacio por lo que se espera una próxima disputa diplomática al respecto ya que los acuerdos plantean que la NASA y sus países aliados informarán lugar y objetivo de sus operaciones lunares, para que puedan trabajar dentro de sus zonas seguras.
En Abril, Trump estableció por orden ejecutiva, un decreto presidencial, que “los estadounidenses deben tener el derecho de participar en la exploración, recuperación y uso de los recursos del espacio exterior” y que EE.UU. “no ve el espacio exterior como un bien común global.
Dmitry Rogozin, director de Roscosmos, dejó clara su oposición: “El principio de invasión es el mismo, ya sea en la Luna o en Irak”, escribió.
Paul Byrne, profesor de Geología Planetaria en la Universidad Estatal de Carolina del Norte explicó que no cree que se vaya tras la extracción de oro, platino u otros metales preciosos porque están a una profundidad imposible.
Si cree que en lo que la NASA llama “utilización de recursos in situ” (ISRU, por sus siglas en inglés), es decir, extraer minerales y materiales para usarlos en la luna. Algo así, de ser posible, se haría con el helio, que está presente en el satélite y serviría como combustible para reabastecer vehículos.
Usar el polvo, la arena lunar, para hacer ladrillos y construir bases es una idea que tienen todas las agencias espaciales y de hecho se experimenta con ello desde hace bastante tiempo.
 “Es inevitable que en el largo plazo los humanos tengan actividades comerciales en el espacio”, le dijo Byrne a la BBC. “Los Acuerdos Artemisa son un primer paso para que esas actividades se hagan de manera pacífica y colaborativa”, consideró.
La cuenta regresiva está en marcha. 
Jorge Zárate


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