22 de septiembre de 2025

Cándido López, “El manco de Curupayty”, la historia del frente desde los pinceles

 

 Su serie de pinturas de la guerra de la Triple Alianza es objeto de estudio en todo el mundo por la descripción detallista de la escena, por la calidad de cronista que asume el artista. Resaltan allí los cuadros de la batalla que marcó su vida de la que se cumplen 159 años. Aquí una historia.

Después de la Batalla de Curupayty

Su obra es anticipatoria, cinemátográfica, al poco de mirarlas, las pinturas parecen cobrar vida.   “Después de la batalla de Curupayty” es uno de sus cuadros más famosos y es quizá el que más se empeñó en pintar. Contundente, refleja una masacre, los cuerpos yacen en toda la extensión del plano que tiene 1,50 x 50 m, hay allí derrota y desolación.

Autorretrato de Cándido López
Lo terminará recién en 1893, pero antes vale situarnos en aquel 22 de septiembre de 1866, el día de la confrontación entre el ejército paraguayo que defendía la posición y la Triple Alianza, Argentina, Brasil y Uruguay que atacaban sin éxito. 

 El soldado pintor Cándido López es uno de los que participa de la carga aliada, cuando, en la vorágine de fuego, humo, sangre, barro y muerte, su brazo derecho que blandía un sable es dañado seriamente por una metralla.

Tenía 26 años, es atendido por un compañero que consigue cesar la hemorragia y hacerlo llegar al campamento argentino. A pesar de todos los esfuerzos por salvar su arte, la gangrena avanza y hace que días después decidan su retorno a Buenos Aires donde le amputan el brazo derecho y lo retiran por invalidez.  

En esos días Cándido cree ver el final de su plan: Será difícil ya pintar la contienda y que su obra sirva para hacer historia. Sin embargo, un fuego interior lo anima a seguir, se pasa años ensayando cómo pintar con la mano izquierda hasta que logra terminar el primer cuadro. Nobleza obliga, se lo regala al médico que le salvó la vida en el campo de batalla. 

Vista interior de Curuzú mirado de aguas arriba 
El pintor, al que ya se conocía como “El manco de Curupayty” reconstruye y concibe a partir de allí obras increíbles, como “Vista interior de Curuzú mirado de aguas arriba”(1891),Soldados paraguayos heridos, prisioneros de la batalla de Yatay” (1892) y “Después de la batalla de Curupaytí” (1893) que forman parte de un grupo de 40 obras que hasta hoy siguen admirando espectadores en el Museo de Bellas Artes de Argentina.

Las obras van acompañadas por un texto de puño y letra del autor, en lo que constituye una verdadera bitácora de guerra que ayuda a entender, pintura y contexto.

El pintor Enrique Collar da una primera impresión sobre “Después…”: “En primer lugar mucho espacio, vacío, desolación. Paraguay gana esta batalla, pero la descripción al ser desde el punto de vista de un soldado argentino, se siente como una batalla perdida”.

Destacan los detalles, las tensiones, el uso del espacio. Su colega Federico Caballero resume: “Es magistral”. 

Trinchera de Curupayty
Curupayty, el fin del Mitre militar

El fuerte de Curupayty, situado en la margen izquierda del río Paraguay, estaba unos cinco kilómetros al sur de la Fortaleza de Humaitá. Ese lugar fue escenario de la que quizá sea la más gloriosa contienda del ejército paraguayo que gracias a esta victoria logró frenar el avance aliado por diez meses.

Cándido López, tendrá en el tiempo, la oportunidad de reproducir las ideas que había pergeñado aquella tarde siendo parte de los batallones que acometieron infructuosa carga.

Marcha del Ejército Argentino

“López produjo una serie de pinturas sobre la batalla de Curupaytí que abarcan diversos aspectos del enfrentamiento. Desde la Marcha delEjército Argentino hasta el Asalto de la 2ª Columna Brasileña, estas obras fueron elaboradas a lo largo de más de una década. La serie incluye representaciones detalladas de las tácticas militares y el efecto devastador de la batalla. La mezcla de detallismo y narración visual refleja su deseo de preservar la memoria del conflicto para la posteridad”, reseña Juan Ignacio Novak en El Litoral de Santa Fé.  

Asalto de la 2a Columna Brasileña
Vale la pena revisarlas en el sitio web del Museo de BellasArtes.

Curupayty dio por tierra con el slogan de Bartolomé Mitre: “En 24 horas en los cuarteles, en quince días en campaña, en tres meses en Asunción”. La guerra, duro es saber, se extendió por 5 años.

Aquella victoria es atribuible a la brillantez del general José Eduvigis Díaz que intervino en la construcción de muy buenas trincheras y replegó a tiempo las fuerzas que resistían en Curupayty. Evitó así que fueran acribilladas por las 5 mil bombas que arrojó la flota brasileña sobre las que creían eran las posiciones paraguayas. Durante al menos 4 horas las 100 piezas de artillería de los 22 barcos provocaron una escena dantesca. 

Asalto de la 1a Columna Brasileña
Cinco mil paraguayos defendían la plaza. Entonces, pensando que las tropas estaban diezmadas, Mitre ordenó el avance de buena parte de los 20 mil hombres a su cargo sobre un campo muy embarrado que resultó una trampa para sus fuerzas que cayeron a pecho gentil ante el fuego paraguayo. Oficialmente admitieron menos de mil muertos, otros reportes ubican hasta en 10 mil los caídos de la Triple Alianza. Las bajas paraguayas no llegaron a 100.

La brutal derrota hizo que Mitre dejara el mando de la invasión a cargo de los brasileños marcando el fin de su pretendida leyenda militar. Además reavivó el rechazo popular a la guerra en Argentina, situación que obligó al retiro de tropas del frente. 

Asalto de la 3a Columna Argentina

Pasión, patria y oportunidad

Antes de la guerra, Cándido fue pintor retratista, llegó incluso a hacer uno del propio Mitre. También había pintado motivos religiosos y recorrió la provincia de Buenos Aires con un daguerrotipista francés buscando clientes para retratar. Quería ir a Europa a perfeccionar su técnica pictórica y ahorraba para eso cuando se decidió la injusta contienda contra Paraguay. Entonces, imbuido del espíritu de época y con el afán de crear una obra única, se alistó en la tropa como soldado del Batallón de San Nicolás.

“Como sabía leer y escribir lo nombran teniente primero y le asignan un pelotón, cargo que declina bajo el atinado argumento de que no sabe manejar un arma. Le bajan una categoría: teniente segundo. Los combates se suceden y ahí está Cándido López en calidad de soldado y documentalista: Paso de la Patria, Itapirú, Estero Bellaco, Yataytí Corá, Boquerón y Sauce. Durante el tiempo libre entre combates, el soldado artista esboza paisajes de los campamentos militares: serán los apuntes que utilizará tiempo después para las pinturas”, relata Verónica Gómez en Página 12.

Trinchera de Curupayty (Vista)
 En ellos se preocuparía de mostrar el escenario total, el despliegue de la batalla. Guardó también hojas y flores “para memorizar colores, olores, sensaciones. Y, sobre todo, la determinación de no dejarse vencer”, resume Celina Chatruc en La Nación de Argentina.

Cándido se autodefinía como un “historiador del pincel” y así coincide el crítico de arte Roberto Amigo: “Representó la guerra del Paraguay (1865-1870)…mediante una pintura analítico-descriptiva, derivada de la representación de batallas de la cartografía militar europea. Un modo de representación que había tenido su desarrollo en el Río de la Plata, alcanzando un punto sobresaliente en las pinturas de batallas conocidas como Victorias de Urquiza (Palacio San José, Entre Ríos) pintadas por Juan Manuel Blanes en 1857”.

Asalto a la 4a Columna Argentina
Reconocimiento tardío

La tarea de López, no es reconocida de inmediato. Recién en 1885 hace una exhibición en el Club Gimnasia y Esgrima tras la cual el Estado le compra una buena partida que hasta hoy integran la colección del Museo de Bellas Artes de Argentina (MNBA).

Naturaleza muerta
Patricia Corsani, del área de investigación y curaduría del MNBA dice de él: “Cándido es un ejemplo de superación tanto en lo personal como a nivel artístico. De hecho, él se representa a sí mismo herido en una de las pinturas. En los escritos cuenta que, tras la explosión, quedó caído al lado de un tronco hasta que el doctor pudo atenderlo”.  

 Cuando regresa herido intenta retomar contacto con “Emilia Magallanes, esa chica que conoció en Carmen de Areco y que no contesta sus cartas”, recuerda Chatruc

Su destino fue de novela siempre: Cándido tuvo finalmente doce hijos con Emilia, “la joven de Areco que tenía prohibido responder sus cartas. Y que un día, ya viuda de un matrimonio arreglado por sus padres, llegó por azar a la zapatería porteña donde Cándido trabajaba. Se casaron un 22 de septiembre, en el aniversario de la batalla en la que creyó haberlo perdido todo”.

Trabajó de zapatero hasta sus últimos días y sólo pintó después de aquellos cuadros épcios por los que se lo recuerda, naturalezas muertas para vender que firmó como “Zelop”, su apellido al revés.

Nunca supo de la repercusión y el valor que tiene hoy su obra en el mundo.

 Jorge Zárate

Ataque de la escuadra brasileña a las baterías de Curupayty

En la mirada de Roa Bastos

Augusto Roa Bastos publicó “El sonámbulo” como novela en 1976, aunque el texto, como cuento, integra también el libro “Cándido López: Imágenes de la guerra del Paraguay, publicado por Franco Maria Ricci en 1984”, una suerte de catálogo comentado de la obras del pintor. Su protagonista, Silvestre Carmona, que fue soldado en la guerra, traiciona al Mariscal Francisco Solano López y de su relato escrito ante el Fiscal, deviene la historia, aquí un fragmento en que el gran escritor nacional imagina a Cándido en su afán:

“…Así, de aquellos primeros años, de aquellas historias increíbles a reventar de vida y muerte, una es la que rememoro y veo con más nitidez: la del soldado enemigo que se ponía a pintar los preparativos de una batalla, o el paisaje sepulcral poblado de muertos, que dejaba una derrota. Sentado en un tronco, o de rodillas frente al caballete, con la visera del kepis sobre la nuca, fijaba con sus pinceles esas visiones que envejecían rápidamente.

Escuadra en Paso de la Patria
 Cuando lo descubrí por primera vez en los campamentos aliados de Paso de la Patria, sospeché que se trataba de una nueva forma de alucinación. Le disparé un tiro que levantó un poco de tierra detrás del caballete. No se inmutó: volvió fugazmente la cabeza en dirección a mi escondrijo, lanzó un escupitajo y continuó pintando, impasible. No fui yo solo quien lo vio: muchos otros lo avistaron pintando con la misma impavidez el desarrollo de los combates, sentado en lo alto de las barrancas. Lo apodaron el ta'angá apohá (el hacedor-de- figuras).

Quimera o no, lo volví a ver en Estero Bellaco, en Curuzú, en Tuyutí; por último en Curupaytí, al día siguiente del desastre de los aliados. Pretextos recorridas de exploración, salía a buscar a ese fantasma que pintaba fantasmas. Con el catalejo no tardaba en ubicarlo. Absorto, hacía su trabajo sin apuro entre los reverberos del sol y el aire manchado por el humo de la pólvora y los incendios. Solo cuando el sucio crepúsculo comenzaba a caer, parecía acometerlo cierta inquietud, como preocupado de que los millares de cadáveres se levantaran de pronto, recogieran sus carroñas y se fueran caminando hacia algún lugar oscuro y desconocido. 

Soldados paraguayos heridos en Yatay
En la tierra que las explosiones talaban y llenaban de cráteres, ese hombre fijaba el punto en que el tiempo aparece y desaparece. En ese punto, que abarcaba a todos, a vivos y muertos, a amigos y enemigos, también mi imagen -pensé- debe hallarse presente: la imagen de mi cuerpo escondido entre los matorrales; mis ojos observando a ese hombre cuyos ojos y manos disputaban al olvido el misterio de la comunión que la guerra forjaba: sus símbolos más visibles pero también más ocultos.

Me hubiera gustado que el hacedor-de-figuras llegara hasta Cerro-Corá, y que allí hubiese inmovilizado con inmutable pero viviente fijeza ese momento único en la historia de América…”

  Links

https://www.bellasartes.gob.ar/coleccion/buscar/?autor=253#resultados

https://www.ellitoral.com/arte/guerra-batalla-paraguay-alianza-pinturas-historia_0_DsAXUzW7am.html

https://elnacional.com.py/cultura/la-guerra-grande-vista-sonambulo-n2436

Cándido pintando a Mitre. Daguerrotipo de 1862 
https://www.lanacion.com.ar/conversaciones-de-domingo/las-pinturas-de-candido-lopez-reflejan-batallas-emblematicas-y-personajes-historicos-de-nuestro-pais-nid21062025/

https://www.lanacion.com.ar/cultura/candido-lopez-cronista-visual-la-tenacidad-del-manco-de-curupayti-nid13032021/

https://www.pagina12.com.ar/39014-el-gran-testigo

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Esta Historia me llegó al alma , mis bisabuelos dejaron sus vidas en la Guerra de la Triple Alianza, y mis abuelos también participaron, por eso mi Abuelo materno fundó un Pueblo en Paraguay y le puso por nombre Gral José E Diaz,

Jorge Daniel Zárate dijo...

Qué bueno, gracias por comentar...!

Anónimo dijo...

Historia arte y artista !gracias por el texto!