21 de septiembre de 2007

Del fuego y el hambre



De cómo el sistema político niega a los Sin Tierra y a los indígenas


21 de Septiembre de 2007.-


"Es como una maldición bíblica lo que está pasando, nos están acechando plagas, enfermedades de todo tipo. La única solución sería que envíen desde la capital equipos médicos y remedios que permanezcan por los menos dos meses en la zona", le dijo Wenceslao Martínez al compañero Ciro Acuña en el asentamiento Ko'êpyahu.
Vale repasar el texto de Crónica. “Comentó que están viviendo como pueden y deben recorrer diariamente 5 kilómetros en carro para recoger agua de una estancia. Los niños necesitan víveres, porque pasan prácticamente hambre debido a que las cosechas fueron destruidas por el fuego que devoró todo a su paso”.
El reclamo se multiplica por decenas de miles, las ayudas no llegan. Los campesinos e indígenas que resultaron afectados por los incendios forestales no ocupan el mismo tiempo en televisión que los fiscales acusándolos, que la policía criminalizándolos.
La gente que vive en pequeños terrenos al lado de gigantes latifundios es ocultada aún en la tragedia. Los sin tierra, son también sin nombre.
"Fue como lo del Ycua Bolaños pero de la naturaleza", dice un compañero, reportero de televisión, al recordar las imágenes de la cobertura de los incendios forestales en Concepción y San Pedro. "Había monos que murieron carbonizados, abrazados al arbol, víboras calcinadas, guazús, tatús, espantoso, fuerte era", comenta mientras esperamos una conferencia de prensa que debió haber dado el presidente Duarte Frutos.
La líder aché Margarita Mbywangi relató conmovida un cruce de miradas con una jaguarete hembra con el cuero quemado que, presintió, se quedó en el fuego para intentar salvar su cría.
Escondido, jugando de atrás, cuando el fuego había consumido más de medio millón de hectáreas el gobierno reaccionó tarde ante, quizá, el incendio forestal más importante de la historia nacional.
"No creo que la reacción sea tardía", dijo el ministro de Industria, José Ibañez al anunciar el 11 de septiembre, que después de poco más de un mes de que se desataran focos de incendios en distintos lugares del país, el gobierno decidiera enviar mil hombres a terreno y preocuparse por dotarlos de la infraestructura necesaria para la tarea de combatir el fuego.
Habían 1700 focos de incendio. "El fuego corría en frentes de 8 a 10 kilómetros, empujado por el viento norte de 70 kilómetros por hora, es impresionante, nunca antes había fotografiado algo así", comentó Andrés Cristaldo, reportero gráfico de la agencia española Efe. "El fuego saltó el río Ypané, era impresionante", describió Samuel Jara de la Seam en testimonios de lo que ocurrió desde el 10 al 15 de septiembre.
El super avión ruso, el Ilushin 76, bombardero de agua, anunciado el 12 no llegó jamás porque sólo era una posibilidad y ni siquiera era el más apto para la operación. Los hidroaviones que recargan en ríos, lagos y lagunas eran los ideales, si se hubiera actuado con anticipación.
El operativo llegó tarde, se terminaron muriendo al menos 3 personas, damnificadas más de 40 mil familias, se quemaron más de un millón de hectáreas.
Kilómetros, hectáreas de cenizas, de suelos ennegrecidos pueden verse en el Chaco y en el norte de la región Oriental en imágenes que sólo provocan dolor. El tiempo recuperará la flora y los animales, "habrá al menos unos buenos meses de hambruna entre la gente afectada", advirtió un oficial de la fuerza aérea mientras perdía la mirada en el horizonte cubierto de una humareda blanca plomiza, cerrada sobre Concepción.
Hectáreas que se talaron a las que después se prendió fuego para ganar terreno para sembrar es el denominador común del paisaje nacional. La expansión de la frontera agrícola fue el detonador. Es fácil de corroborar porque las tierras están listas para recibir la nueva siembra. Hay culpas en ganaderos que quemaron pastos, sojeros que quemaron bosques, marihuaneros que quemaron reservas forestales, pero insólitamente los bomberos, el equipo de combate y la fiscalía, prefieren cargar las responsabilidades sobre los campesinos sin tierras.
"Rechazamos la acusación de que los campesinos hicimos los incendios. ¿Quién va a hacer algo que después le va a terminar afectando en sus bienes como nos pasó a los campesinos?", dijo Luis Aguayo, secretario general de la Mesa Coordinadora Nacional de Organizaciones Campesinas (MCNOC) para recordar que "tenemos casos como el de la comunidad Primavera que perdió sus cultivos a causa de los fuegos que prendieron los propios ganaderos".
Aguayo reclamó "que se declare una emergencia agrícola y productiva para poder recuperar la agricultura familiar campesina que fue destruída por los incendios".
Habló casi al vacío, a un sistema político que está en campaña, que se olvidó de su pueblo una vez más. El presidente nunca estuvo junto a los afectados, no se acordó de ellos ninguno de los candidatos que siguieron en sus burbujas.
Una pena no estuvieran ellos más cerca del fuego.
Sería bueno que recuerden que este hambre los puede devorar.

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