17 de marzo de 2009

Cerámica Itauguá, entre todos

Lugo con los muchachos de Cerámica Itauguá durante la campaña

Noticia

Nos emocionamos con Corazón de Fábrica, el documental sobre la recuperación de la fábrica de cerámica Zanon en Neuquén, Argentina y quedamos pensando que aquí tenemos este ejemplo. Fue durante el Festival Otras Miradas http://ea.com.py/otras-miradas-festival-de-documentales-latinoamericanos/ donde se presentaron 10 películas premiadas por Clacso, entre ellas nuestra querida Soberanía Violada http://ea.com.py/soberania-violada/ . Quedamos soñando un canal de televisión...

Aquí la nota del 2003

Es un caso inédito en el país donde los trabajadores reflotaron una empresa que estaba en la quiebra. Todavía pagan deudas y tienen dificultades para la venta de sus productos a causa de la recesión pero tienen fe en que saldrán adelante. Esta es la experiencia de los obreros que conducen la fábrica.


Un cuadro de desolación se había instalado en Itauguá en 1999. Las fábricas cerraban mes tras mes por culpa de la crisis. “La crisis, la crisis, la crisis”, se repetía y los amigos, los hermanos, los parientes, comenzaban a quedarse sin trabajo.
Algo parecido les comenzó a ocurrir a los muchachos de Cerámica Itauguá. El viento malo del desempleo comenzó a soplarles a un costado. Ocho empresas ya habían cerrado cuando ese aire ruin llamó a las puertas de la fábrica.
“Nos quedaban dos: o éramos todos desempleados como estaba quedando nuestra gente, o resistíamos y dábamos pelea”, cuenta Oscar González, hoy titular de la empresa, entoces secretario general del Sindicato de Trabajadores de Cerámica Itauguá (Sitracisa).
“Por ahí nos daban 10 o 12 millones e intentábamos hacer algo, en una de esas los compañeros se cansaban en el camino y aceptaban una paga menor de la que les correspondía, y así”.
Un chico de trece años descarga el material cocido. Imaginen arcilla y caolín. La mezcla tiene proporciones porcentajes distintos para una teja que para un ladrillo hueco, para un tejuelón que para un moldeado circular. Pero eso es sólo un detalle.
Ese chico de trece años recorrió toda la fábrica, los hornos, las producciones, hizo todos los trabajo. Hoy es el presidente de una empresa en la que los dueños son sus compañeros.
“Es que había historias de vida, de más de treinta años”, dice Oscar.
Observando el trabajo, las manos empolvadas, los rostros sonrientes, las cosas van quedando más claras.

Nuevos roles
El primer esfuerzo de la administración fue por consolidar la empresa, reparar las máquinas, adquirir una nueva cantera de caolín para poder confeccionar los productos. “Al principio no le dábamos importancia a la productividad. Después estudiamos el problema y nos dimos cuenta de que debíamos atenderlo”, cuenta Oscar.
Esa atención, provocó que hoy estén produciendo cuatro mil quinientas toneladas mensuales superando las tres mil que se hacían con antelación.
“El costo es el mismo”, explican los muchachos.
La mejoría en la administración, provocó que se sumara más gente a la empresa. De los 142 que eran al momento de la lucha, quedaron 106 cuando la empresa pasó a manos de los trabajadores. Hoy ya suman 160. Los nuevos son empleados y cuando cambien la figura jurídica, tendrán la posibilidad de asociarse a la empresa.
“Estamos pagando las horas extras, aguinaldos, estamos regularizando las bonificaciones y después queremos avanzar en la salubridad e higiene. Queremos que la gente trabaje menos horas para mejorar las condiciones de salud, queremos encontrar un mecanismo para que los que se jubilen, sigan percibiendo las utilidades de la empresa”, cuenta Heriberto González, secretario general del sindicato, hermano de Oscar.

El pulmón de Ybyraty
“La Comunidad de Ybyraty depende de estas fábrica, unas mil personas indirectamente y unos tres mil en total, con fleteros, puesteros, colocadores”, resume Oscar González que no para de hablar de números.
“Tenemos que tener una venta de 500 milloens de guaraníes al mes para cubrir todas las necesidades. A partir de este nuevo gobierno tenemos esperanzas de que puedan revertir la situación. Hay proyectos de construcción de viviendas populares. Vos sabés que la construcción tiene efecto multiplicador. Mueve mucha gente. A lo mejor por ahí nosotros pensamos que se puede revertir la situación”, expone.
El fuego del horno circular se aviva a leña, allí se cuecen en belleza aquellos simples barros, porque el ladrillo como el pan, tiene un poco el alma del artesano.
La preparatoria estuvo quizá en esos 93 días de huelga que afrontaron en 1997, que les dio fuerza para resistir el primer intento de cierre. “La empresa estaba en quiebra, con muchas deudas”, recuerdan ya del '99.
“Decidimos mantener la figura de Sociedad Anónima porque convertirla en cooperativa que era la idea lleva un tiempo”, cuenta Oscar González.
Así fue que se repartieron las acciones de acuerdo a la antigüedad.
“Si llegan a haber ganancias las distribuiremos a todos por igual”, dice Heriberto González. “No tuvimos utilidades durante los últimos tres años. Teníamos que sobrevivir, mantener y cubrir las deudas para después recién comenzar a pensar en las utilidades”, agrega.
Durante todo ese tiempo, los trabajadores sólo cobraron sus salarios, a veces en dinero, a veces en materias primas, cerámicos, tejas, ladrillos.
“Eran mil trescientos millones de deuda que fuimos amortizando de a poco. Hemos conseguido la refinanciación de algunas deudas”, explican.
“Ojalá que el gobierno reactive la construcción, porque por allí tendremos salida para nuestra producción”, apuntan.
“Antes no le dábamos valor a la venta, no le dábamos mayor importancia. Es que esta empresa trabajaba para Itaipú y Yacyretá, para Capital y un poco de Central. Recién ahora estamos haciendo el trabajo de contactar con los depositeros del interior. Tenemos uno de los precios más bajos del mercado. Estamos vendiendo las tejas a 580 guaraníes por unidad por dar un ejemplo”, cuenta Oscar.
Se ve trabajo en la fábrica y el trabajo tiene mucho de esperanza. Están construyendo locales para venta, una cancha de fútbol. Están construyendo, vencieron a la destrucción.

Experiencias
Para Roberto Fariña, elegido por sus compañeros como gerente de operaciones, “es una experiencia muy grande. Siendo empleado uno cumple orden y lo que se le pone como trabajo tiene que hacer. En este caso cambio al convertirnos en accionistas y ser dueños de esta empresa cambia la situación y la condición de trabajo mismo, de ser responsable”, explica.
Lo más dificil es “pensar como empresario. Ese cambio es grande y requiere actuar para mejorar la empresa”, apunta.
Julián León, es el encargado del horno circular, el que cocina las piezas: “Trabajaba como cargador, después como foguista y cuando quedamos aquí, me eligieron a mi para dirigir este trabajo. Hoy en dia nosotros somos encargados del sector. Nos llevamos bien, la empresa no está demasiado mal ni está demasiado bien. Si dios quiere y la virgen dentro de dos años podremos decir que Cerámica Itauguá es nuestra”, dice.
Para Porfirio, jefe de “producción tejas”, el “esfuerzo tiene valor. Agarramos y procuramos de salir adelante y que muy pronto sea nuestro”.
Queda claro que la satisfacción llegará cuando los números digan que las deudas están saldadas y que la industria ya es de propiedad de los trabajadores.
“Duro le metemos con la doble responsabilidad de ser obrero y patrón”, explica Basilisio Torales, jefe de mantenimiento de las máquinas. “Estamos esperando, no solo por nuestra situación sino por lo del país que está muy abajo. Nosotros bajamos nuestra venta un 40% y eso es lo que queremos reanimar con este nuevo gobierno y estamos con mucha esperanza. La voluntad y el conocimiento que hemos recibido ponemos todo en la fábrica, ahora solo falta un pequeño repunte de las ventas ya podremos decir que la fábrica es nuestra”.
Para Silvino Martínez, jefe de preparación previa, “el cambio hizo que trabajemos mejor, que tengamos más experiencia”.
Pero es Vidal Gómez, de mantenimiento eléctrico, el que da una justa medida de las cosas: “es duro mantener esta fuente de trabajo, tenemos que pelear contra viento y marea porque está dura la situación del país. Eso nos lleva al extremo de que tenemos que trabajar mucho más de lo que estamos haciendo. Es una experiencia maravillosa, y estoy muy optimista de que muy pronto vamos a salir adelante y que con la ayuda de todos, podemos”.

De obrero a presidente
“En una asamblea los compañeros nos eligieron y asumimos la conducción”, cuenta Oscar.
La empresa tiene un Directorio que se compone de seis perosnas y “cada año hacemos la asamblea. Modificamos artículos del estatuto. Hay disciplina, la gente se respeta, hay unidad, solidaridad que es lo más importante”, resume.
Después vuelve a la historia personal. “Prácticamente recorrí todas las secciones y también hice trabajos voluntarios al inicio de la gestión. Los compañeros de la conducción tenían que hacerlos todos los días”, explica.
No fueron fáciles los comienzos porque los “íbamos pagando el salario como anticipo. Entonces un día paramos, nos sentamos a discutir y nos dimos cuenta de que teníamos que cambiar absolutamente nuestro sistema”, recuerda.
“Lo hicimos a través de un amigo que trabajaba aquí como gerente.
Nosotros estamos afiliados a la Cámara Paraguaya de la Construcción y a la Cámara de la Industria Cerámica y en esa reunión nos encontramos con el compañero Darío Lezcano que trabajó aquí por más de diez años y después nos vino a ayudar. Vino acá, hizo un relevamiento y sacó sus conclusiones y a partir de ahí establecimos un plan que la asamblea aceptó”.
Desde aquel entonces la empresa tiene un programa de acción. “En agosto sólo cumplimos un 82% y teníamos que llegar a un 92%, más o menos”, dice Oscar.
Recuerda entonces que llegaron a tener escacés de materiales en enero y febrero que son los meses de mayor venta, situación que fueron resolviendo gracias a la planificación. “Ganancias no hemos tenido, pero tenemos productos terminados en playa que todavía no se conviertieron en efectivo”, dice con un gesto.
No fue fácil, “las máquinas estaban obsoletas y antes le poníamos parches. Ahora estamos comenzando a arreglarlas. Después vamos a hacer un presupuesto general para el año y hacer una inversión. El futuro de la empresa depende de nosotros y no es fácil, porque a veces, hay compañeros que no están valorando lo que tienen. Que no comprenden que a pesar de las precariedades tenemos que estar a la altura de la competencia”, cuenta.
“Cerámica Itaugua, tiene fama, tiene prestigio, en la práctica somos una cooperativa, en lo jurídico, somos cuidadosos porque compañeros dudan, nos dicen: 'Entendamos mejor como viene la mano y después hagamos la cooperativa'. El punto es que las cooperativas tienen ayuda internacional, pensamos que nos va a convenir”, apunta.
“Si hay disciplina, si hay una mentalidad, si se quiere trabajar, es posible que los trabajadores administren una empresa. Nosotros tuvimos muchos problemas cuando comenzamos, nos vino Hacienda, IPS, todos los entes estatales querían fundirnos y a través de los amigos sindicalistas, de las centrales, pudimos revertir la situación, fue muy duro. Tuvimos que enfrentarnos con la ANDE, por ejemplo”, cuenta Oscar para concluir: “Se puede hacer todo con unidad, transparencia y solidaridad”.

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