6 de agosto de 2010

A 6 años de la tragedia del Ykua Bolaños


Elías llora a su mamá el pasado 1 de agosto durante el acto de recordación de las víctimas del incendio del Ykua Bolaños.  Foto de Arcenio Acuña
Noticia
El incendio del Ykua Bolaños fue una de las más grandes tragedias del mundo en su tipo. Allí murieron 327 personas, la mitad niños y más de 500 resultaron con heridas de diversa consideración, incluyendo a 56 personas con quemaduras de tercer grado. Siete permanecen desaparecidas. 
Las víctimas quedaron atrapadas cuando el propietario del local, Juan Pío Paiva, ordenó cerrar las puertas con candado en el momento en que comenzó a desatarse el incendio para evitar que la gente llevara mercaderías. 
El caso tuvo un primer juicio vergonzozo que provocó la reacción popular. En el segundo juicio Paiva fue condenado a 12 años y desde 2007 cumple prisión domiciliaria. Su hijo Daniel que mandó cerrar las puertas mientras huía, fue condenado a 10 años y también tiene prisión domiciliaria. Uno de los guardias que ejecutó la tarea está libre. 
Hasta el momento la justicia sólo falló en un caso de reparación civil. Negligencias de los abogados hicieron perder las indemnizaciones a más de un centenar de personas. En abril de este año, el Congreso aprobó una ley para indemnizar a las víctimas por un total de 30 millones de dólares. No obstante, no previó una fuente de financiación de este monto.
El 5 de agosto pasado el Senado aprobó la expropiación del terreno donde sobreviven las ruinas, trámite que debe ratificar Diputados para que se convierta en ley. El inmueble sigue estando a nombre de Paiva.

Por Jorge Zárate

Cuatrocientas sillas vacías.
Ocupan casi dos cuadras dando cuenta de una pérdida que pocas veces se dimensiona, así, tan crudamente con ese dibujo cruel que a veces da el número, lo material, el objeto.
Fuerte es el momento en que uno de los familiares ocupa el lugar para después dejarlo vacío con el dolor en el rostro y mostrarnos con crudeza el saldo de un día trágico, el dibujo cruel del lucro.
La gran mayoría tiene fotos adheridas a sus respaldos y espaciadamente, fuera de programa, la puesta de las sillas, instalación hasta artística, se convierte en pequeños oratorios que identifican los dolores de quienes perdieron a sus seres queridos.
Sitios intimistas que conmueven.
Arcenio quita la primera foto.
Es imposible no llorar con Elías. A punto de cumplir 10 años está arrodillado frente a la imagen de su mamá Noelia Penayo. Tenía 4 cuando la perdió, no se puede contar ese dolor. Pero es también fantástico el abrazo que le da Gerardo Fernández, el canillita del barrio que era amigo de su mamá, con sus diarios a cuestas trabajando como aquel fatídico domingo de hace 6 años atrás.
“Les pido que tengan fuerza en la lucha, le dije que su mamá va a estar siempre”, cuenta Gerardo y se acerca a abrazar a Francisca, mamá de Noelia, que se queda sin palabras, que se recupera y nos dice que no le desea “a nadie lo que nosotros pasamos”.
La voz del sacerdote llega desde lejos, insta a que los familiares “se reconstruyan” y la frase suena justa, necesaria.
Emilia y Milagros tienen once años, son primas y lloran a su tío José Félix Largo, lloran arrodilladas frente a la silla que tiene su foto. “Lo extrañamos” es todo lo que dicen y se entiende.
“Tristeza y dolor, quiero enviarle fuerza a todos los que perdieron a sus seres queridos”, dice Heriberto Fariña, su hermana Hermelinda sonríe desde la foto. Su mujer Soledad y su hijo Joaquín le acercan sus recuerdos, comparten un momento con ella que ya no está.
“No tenemos miedo” se escucha a Ricardo Flecha cantar desde el escenario mientras el desfile íntimo se sucede frente a las sillas. A la distancia en la esquina el pueblo solidario es menor que en otros aniversarios .
Estos valientes familiares y víctimas necesitan un poco más.
Hay maneras de hacer sentir que no están solos, hay una lucha contra el vacío en la que no se debe cejar.
Por ellos, por nosotros.

Foto de Arcenio Acuña
(lateral)
Reparaciones
La mayoría de las víctimas, más de 370 personas, perdieron sus causas civiles en la justicia por lo que no recibirán indemnización alguna por los daños sufridos. Los pocos casos, se estima que poco más que 4 decenas que avanzaron todavía están entre la primera y la segunda instancia.
“Este es un cuadro de absoluta injusticia que tiene también algunos responsables como los abogados Alejandro Nissen y Ricardo Lataza que atendieron 115 causas que se perdieron por presentar papeles fuera de tiempo, estas también son parte de las historias tristes de este caso”, indicó Carmen Rivarola dirigente de la Coordinadora de Víctimas del Ykua Bolaños.
Recordó a otros abogados que tenían causas múltiples como Antonio Acuña Díaz.
“Estas son las cosas que hablan por sí solas, de nuestra justicia, de nuestra sociedad, este hecho es emblemático, pero es también un motor para llevar adelante las cosas “, consideró.
“El otro día, cuando veíamos el partido entre Paraguay y Japón, me quedé pensando en que si todos nos uniéramos así para cambiar la ineficiencia y la corrupción del Poder Judicial, lo podríamos hacer, porque es realmente grave seguir tolerando la inoperancia de esta gente, fíjense ahora como puede regresar Gustavo Stroessner como si nada, eso nos lleva a tener en claro que el poder en Paraguay es corrupto y criminal”, concluyó.

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La lección no aprendida

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