12 de enero de 2017

Zafiro


Zafiro, gema azul, no es lo que vale, es lo que transmite. Ella simula no saberlo, hace como que apenas lo lleva puesto, lo siente.
Engarzado en oro blanco, gracil, amable con lo voluptuoso del cuello, con sus hombros equilibrados, una gota esencial hacia la profunda catarata de su escote.
Ella jugaba con esos tres puntos de enfoque.
Había en la mesa un brillante carísimo.
Había en su sobre una réplica idéntica.
Había un hombre encargado de custodiarlo.
El joyero, turbado, prefirió el oficio, eligió mirar el zafiro en leve pendencia en ese escenario tan fresco.
Ella cambió el cristal por el brillante como un niño cambia dos cantos rodados en un juego frente a sus padres.
"Sabía el antiguo mito persa", le preguntó con aquella sonrisa de dientes blancos.
"Claro", respondió el hombre
"La tierra descansa sobre un gran zafiro cuyo reflejo colorea los cielos"
  • Usted me ha robado el asombro, dijo ella amable.
  • Si supiera usted lo que me ha robado, dijo él inclinándose para besar la mano enguantada en increíble seda negra.

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