Puerto Falcón y sus reiteradas imágenes de fin de año. Fotos de Christian Meza/La Nación. |
Sixto Brítez tiene ese extraño acento porteño que desarrollan los que
se fueron directo desde tierra adentro hasta la gran Buenos Aires.
“Estamos acostumbrados allá, pero venimos siempre, dice este carapegüeño
de Tajy Loma, que es encargado de edificios. “Vengo cada año, estoy en
Villa Urquiza allá”, dice y la última palabra con ese sonido “ye” es
casi un código con su hijo Alan, al que trae a visitar la familia, en
ese bello lugar del centro del país.
Las filas de colectivos se vienen sucediendo durante toda la semana y según Jonás Gómez, chofer de La Santaniana, este año hay más servicios. “Nosotros estamos teniendo de 22 a 25 servicios por día en estas fechas, cuando el año pasado hicimos 15, 16, 17, vamos a tener servicio el 25 de diciembre, 15 coches!, cosa que el año pasado no tuvimos”, cuenta y se refresca con tereré. “Se está moviendo más gente desde Buenos Aires hacia el país y de acuerdo a lo que vamos escuchando, muchos vienen para quedarse”, dice.
“Está duro allá desde que asumió el presidente (Mauricio) Macri la cosa está más difícil”, dice Priscila Arce que se fue hace 16 años de su Ytororó natal. “Trabajo en una casa de familia desde aquella época y siempre pienso en volver, ahora voy a preguntar lo de los documentos para los estudios de él”, dice señalando a su hijo Santiago Villaverde, que tiene 12 años y que es argentino.
Quejas y reclamos
El sol quema y hay que hacer la fila por un rato bajo sus caricias. “Todos los años la misma historia, esperamos 4 horas para poder hacer el chequeo, los papeles, es una vergüenza, podrían poner más casillas, el baño es una cosa que no se puede creer… No da gusto!”, se queja Leoncio Sánchez. Está con su esposa Nilza Gamarra y sus dos hijos Luján y Rubén. El puesto de la Dirección de Migraciones trabaja con tres ventanillas. Los funcionarios no dan abasto y por lo visto, a nadie se le ocurrió la posibilidad de montar puestos móviles adicionales para agilizar el tránsito, trabajar la posibilidad de que la lista de pasajeros funcione como un documento digital, en fin, una multiplicidad de soluciones que están disponibles, pero que no se aplican, por burocracia, desdén, indolencia.
Hay gente trabajando para agilizar el trámite de los camiones, cuenta un funcionario de Aduanas como haciendo una descarga, hay obreros reparando la vereda que lleva al paso peatonal del puente fronterizo. Por allí camina Sophia Cousne, una turista francesa que pasó 4 días por Paraguay en su tour que ya lleva 3 meses por toda Sudamérica. “Es muy lindo el país, buena su gente, vi nomás mucho turista desesperado por comprar cosas, es poco lo que puedo decir”, cuenta y acomoda la mochila para seguir viaje a Córdoba donde espera pasar la navidad.
Baja otro contingente de un bus de 2 pisos, el calor del mediodía agobia, los camiones hacen unas maniobras extraordinarias, los automovilistas se quejan, los cambistas hacen pequeñas diferencias, los vendedores ofrecen y ofrecen, el paisaje de la Aduana de Falcón parece repetirse siempre.
Las filas de colectivos se vienen sucediendo durante toda la semana y según Jonás Gómez, chofer de La Santaniana, este año hay más servicios. “Nosotros estamos teniendo de 22 a 25 servicios por día en estas fechas, cuando el año pasado hicimos 15, 16, 17, vamos a tener servicio el 25 de diciembre, 15 coches!, cosa que el año pasado no tuvimos”, cuenta y se refresca con tereré. “Se está moviendo más gente desde Buenos Aires hacia el país y de acuerdo a lo que vamos escuchando, muchos vienen para quedarse”, dice.
“Está duro allá desde que asumió el presidente (Mauricio) Macri la cosa está más difícil”, dice Priscila Arce que se fue hace 16 años de su Ytororó natal. “Trabajo en una casa de familia desde aquella época y siempre pienso en volver, ahora voy a preguntar lo de los documentos para los estudios de él”, dice señalando a su hijo Santiago Villaverde, que tiene 12 años y que es argentino.
Quejas y reclamos
El sol quema y hay que hacer la fila por un rato bajo sus caricias. “Todos los años la misma historia, esperamos 4 horas para poder hacer el chequeo, los papeles, es una vergüenza, podrían poner más casillas, el baño es una cosa que no se puede creer… No da gusto!”, se queja Leoncio Sánchez. Está con su esposa Nilza Gamarra y sus dos hijos Luján y Rubén. El puesto de la Dirección de Migraciones trabaja con tres ventanillas. Los funcionarios no dan abasto y por lo visto, a nadie se le ocurrió la posibilidad de montar puestos móviles adicionales para agilizar el tránsito, trabajar la posibilidad de que la lista de pasajeros funcione como un documento digital, en fin, una multiplicidad de soluciones que están disponibles, pero que no se aplican, por burocracia, desdén, indolencia.
Hay gente trabajando para agilizar el trámite de los camiones, cuenta un funcionario de Aduanas como haciendo una descarga, hay obreros reparando la vereda que lleva al paso peatonal del puente fronterizo. Por allí camina Sophia Cousne, una turista francesa que pasó 4 días por Paraguay en su tour que ya lleva 3 meses por toda Sudamérica. “Es muy lindo el país, buena su gente, vi nomás mucho turista desesperado por comprar cosas, es poco lo que puedo decir”, cuenta y acomoda la mochila para seguir viaje a Córdoba donde espera pasar la navidad.
Baja otro contingente de un bus de 2 pisos, el calor del mediodía agobia, los camiones hacen unas maniobras extraordinarias, los automovilistas se quejan, los cambistas hacen pequeñas diferencias, los vendedores ofrecen y ofrecen, el paisaje de la Aduana de Falcón parece repetirse siempre.
Jorge Zárate
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