22 de agosto de 2018

X Encuentro Latinoamericano: Niños trabajadores reclaman políticas que los protejan


En colorido acto los niños trabajadores dieron lectura a la Declaración de Asunción. Fotos de Cristóbal Núñez/La Nación

 La niñez trabajadora es una realidad mundial que se sigue ocultando, denunciaron en el evento

“Nos encontramos en peligro de perder los derechos y políticas públicas que ponían a las poblaciones más desprotegidas en situación de acceder a mejores condiciones de vida”, expusieron los delegados del Movimiento Latinoamericano de Niños, Niñas y Adolescentes Trabajadores (Molacnats).
La “Declaración de Asunción” firmada por representantes de Argentina, Bolivia, Colombia, Ecuador, Guatemala, México, Paraguay, Perú y Venezuela fue leída ayer en la Terminal de Omnibus (TOA) de esta capital una de las bases de la organización local de niños trabajadores.
El evento cerró así el X Encuentro Latinoamericano que reunió a 30 delegados desde el 11 pasado hasta ayer en la casa de retiro Emaús en Cañada del Carmen, Luque.
“Vemos con preocupación que referentes del gobierno que asumió en Paraguay criminaliza a adolescentes y jóvenes ofreciendo cuarteles como respuesta a la situación de pobreza entrando en incoherencia y contradicción al compromiso firmado para el cumplimiento de los derechos de la niñez y la adolescencia”, expuso el documento.
Con cánticos y un espacio para comentar sus realidades particulares, los niños y adolescentes protagonizaron un colorido acto en el hall central de la TOA en el que se destacó la presencia de “Ubuntu”, un luchador mexicano con su tradicional máscara que “pelea por los derechos de la niñez trabajadora”. Alan Jiménez lo personifica en esta ocasión, pero asegura que la idea “es que cualquiera pueda asumir el rol, ponerse la máscara”, cuenta. Ubuntu es parte de una estrategia para visibilizar el trabajo infantil en México, que tiene una dimensión más que importante. “Los datos oficiales dicen que son 5 millones de niños trabajadores, aunque si le sumamos el trabajo doméstico, ese número puede crecer hasta 25 millones de un total de 37 millones de niños y adolescentes que tiene el país de unos 125 millones de habitantes”, contó Jiménez.
Los delegados colombianos comentaron con tristeza y dolor sobre el rol del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) que directamente apresa a los niños vendedores ambulantes y los llega a separar de sus padres por hasta 2 a 3 meses en la suposición de que son ellos los que los hacen trabajar. “La última vez me salvé porque grité fuerte y mis amigos, que son como mis hermanos, me vinieron a rescatar de ellos”, contó el delegado infantil.
El delegado paraguayo, Rodrigo Hermosilla, niño campesino, trabajador en el asentamiento Comuneros, recordó lo duro que es intentar la agricultura familiar en el medio de los omnipresentes sojales. “hasy pa lo mita” (se enferman todos) comentó recordando que los niños agricultores ayudan a mantener la soberanía alimentaria.
Los chicos reclaman su derecho a trabajar como lustrabotas, vendedores ambulantes, niños y niñas que trabajan en sus casas, niños campesinos cultivadores de la chacra, estibadores, carretilleros, etc, porque sostienen en su forma de progresar en la vida, de estudiar, de poder realizarse como personas.
Vale recordar que las Naciones Unidas se niegan a reconocer esta realidad y tiene en marcha políticas globales que buscan “terminar con el trabajo infantil en el año 2025”, esto cuando las proyecciones de la misma ONU determinan que para ese año se tendrán unos 121 millones de niños y adolescentes en situación de trabajo infantil, se destacó en el encuentro.
Jorge Zárate

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