24 de octubre de 2022

Un ejército para Terpsícore, celebra los 50 años del Ballet Municipal

 
Imágenes e historia de la emblemática compañía nacional se disfrutan en el muy buen libro “Un ejército para Terpsícore”. Una obra integral que recorre el tiempo y devela el esfuerzo, el tesón, la persistencia de los amantes de la danza para sostener un cuerpo de baile que eleva su arte para disfrute de la población. Una celebración que mueve a bailar al son de los recuerdos. 

 “La idea del libro surge de parte de la Asociación de Amigos del Ballet Municipal que tiene el interés de dejar por escrito la memoria de la compañía más grande del Paraguay”, resume Patricia Bonnin Arias, investigadora principal del trabajo. 

Poder captar lo intangible, el esfuerzo humano detrás de tamaña empresa, era el arduo objetivo que se planteó con un equipo de la Universidad Rey Juan Carlos de España, integrado por las doctoras Gaël Ĺévéder-Lepottier Bernard y Estela Alarcón Rodríguez y el profesor Manuel Garzón Albarrán.

“Como se tiene cierta tradición en la investigación de la danza, hay doctores en artes escénicas, en comunicación, que están indagando en torno al hecho histórico, artístico, social y estilístico de la danza se pudo contar con el personal adecuado”, comentó Bonnin Arias que es doctora especializada en el desarrollo institucional, identitario y estético de la danza.

“Fue un reto muy grande, hubo que hacer una recopilación de fuentes primarias, datos empíricos, entrevistas estructuradas, siguiendo la investigación social e histórica”, con equipos de apoyo en Asunción y Madrid que permitieron abordar la tarea.

Patricia temía que su parentesco con Miguel Bonnin, actual director del Ballet Clásico y Moderno Municipal, no dejara ver su solvencia técnica. “Tenía reticencias a que todo ese trabajo que me había costado años se pusiera en cuestión por mi apellido, pero el hecho de contar con compañeros preparados y valiosos me ayudó”, resumió. 

 “Un ejército para Terpsícore”, fue un desafío porque hay muchas fuentes vivas que tienen la historia dentro de sus corazones, sus cabezas, dentro de sus cuerpos como bailarines, conservan la historia de la compañía como la conservan sus alumnos y eso es muy grande. Porque ser un bailarín es muy difícil, es una carrera muy exigente, muy vocacional, muy pocas veces remunerada a la altura de la preparación y la entrega que requiere. Era fundamental respetar a todas las generaciones, a cada uno de los pioneros, fundadores, maestros de la compañía, esas que van ligando, entrelazando y construyendo como en un tejido, toda la trayectoria del Ballet”, expuso.

También en el esforzado derrotero jugó un rol muy importante la Asociación de Amigos del Ballet Municipal que dio apoyo desde el 92 y cumple 30 años en esta tarea. “Son fundamentales, como se verá en la publicación para que la compañía se sostuviera en el tiempo y también creciera. Tenemos el apoyo de personas de la intelectualidad paraguaya que ven desde otra perspectiva, también políticos que fueron directores de cultura o intendentes, para dar una visión global, no solo de un colectivo de personas. Entrevistamos a bailarines, coreógrafos, personal auxiliar, la idea siempre ha sido realizar un abordaje poliédrico de 50 años de trayectoria social e histórica”, dijo. “Todo para construir un dibujo común, lo más fidedigno posible en relación al ballet, resaltando lo que une a los protagonistas”, apunta reforzando la idea. 

Patricia Bonnin (der.) y Gaël Lévéder-Lepottier (izq.)
 “El libro toca las coyunturas que marcaron el devenir del elenco se tocan temas relacionados con la funcionalización de la plantilla, su estabilidad laboral, su remuneración, que son ineludibles cunado tratamos la profesión de la danza. Que no ha sido tratada con todo el cariño y el respeto que merece”, cuenta la investigadora.

De acuerdo a su percepción “las generaciones tienen un denominador común, que es el tesón y la lucha por sacar adelante la danza en el país”, apunta.

Así fue que basada en la idea de Jean Georges Noverre, “el padre del ballet moderno” que exhortaba a los “hijos de Terpsícore” a “abandonar las florituras y centrarse en la dignidad de su profesión, en la expresión”, se decidieron por titular “Un ejército para Terpsícore” al volumen de 280 páginas que relata esta rica historia. 

 “Esa alusión a la musa griega de la danza, da cuenta que eran hijos luchadores, con una carga importante de desafíos de retos que tuvieron que afrontar para enfrentarse a por ejemplo diferentes coyunturas políticas o en el caso de los bailarines varones a los prejuicios en torno a la sexualidad o la orientación sexual. Al desconocimiento de lo que significa ser bailarín. Nos pareció que hijos era poco, son héroes. Queríamos centrarnos en ese componente de lucha, tesón, entrega que reitero es denominador común que se ve a lo largo de la historia de la compañía”.

Valoraciones

Patricia recuerda que “estudiamos la historia para no repetir los errores del pasado y para ir mejorando las sociedades y las instituciones. El libro es una fuente de estímulos, de reflexión que nos puede hacer repensar políticas culturales y también nuestra percepción del valor de la danza para la sociedad.  Se minusvalora mucho a los bailarines. Tenemos que ser capaces como sociedad de entender que no sólo la danza y otras artes visuales y escénicas son patrimonio del ciudadano que invierte impuestos para verse beneficiados por el hecho artístico. Entonces, es interesante que esta fuente de reflexiones nos haga pensar en que la cultura es una inversión”, resalta.

 Apunta luego que “podemos ver el ballet en diferentes perspectivas, en términos técnicos y artísticos hay un enorme potencial, que no solo es promesa, sino que son hechos, personas, bailarines profesionales que trascendieron la frontera y otros que han decidido quedarse y emprender la lucha en el país, cosa que me parece muy valiente, ser soldado de Terpsícore y luchar por su profesión, tenemos cada vez bailarines mejor preparados”. 

Recordó que la última camada pudo trabajar “con maestros provenientes de la opera de París, Chile; el Teatro Colón de Argentina; de Brasil; Estados Unidos, todos ellos con gran generosidad desde su perspectiva dejaron algo sembrado para la reflexión y la praxis que va calando en las siguientes generaciones”.

Otro elemento a destacar es “una evolución de la propia sociedad paraguaya cuando se pude contar con más bailarines formados en el Paraguay que no tienen que cruzar frontera para profesionalizarse. El hecho de que los bailarines masculinos se puedan desarrollar en su entorno sin prejuicios es una buena noticia”, concluyó.

Esto permite ver “un salto cualitativo y cuantitativo considerable. Las producciones son espléndidas, nos hacen pensar en que esas primeras semillitas que tanto costó crecer que soportaron tantas tempestades o falta de riego como consiguieron convertirse en un árbol sano”. 

A futuro entiende que quedan desafíos como abrigar a la compañía en una mejor infraestructura: “seguramente que con el abordaje del Patio Norte se podrá brindar un espacio de trabajo más generoso y más holgado para que la compañía pueda producir más y mejor”, señala.

 

Miguel Bonnin: “El amor a la danza fue predominante”

“La persistencia fue fundamental, pero creo que lo que predominó es el amor a la danza porque toda la gente que pasó por la compañía ya como directores o bailarines, amaban profundamente esta profesión”, dice Miguel Bonnin, director del Ballet Clásico y Moderno Municipal de Asunción.

“La danza, el ballet es un arte que gusta mucho al paraguayo, estamos dentro de los pueblos que gustan profundamente de la danza. En Argentina, Brasil, Uruguay y Chile, el pueblo latinoamericano en general ama la danza”, expone. 

Protagonista de esta historia Bonnin recuerda: “A mí me tocó estar en distintas épocas, cuando tenía 14 o 15 años cuando se creó la compañía estuve como oyente. Después estuve como 10 años bailando en el extranjero. En 1989 me dieron la dirección y lo principal fue el apoyo de mi familia que fue incondicional. La familia tenía una productora con la que pude llevar al Teatro Municipal obras como el Lago de los Cisnes, Don Quijote, Romeo y Julieta y eso fue una gran ayuda. Mis hermanos y la familia entera, mi esposa, mis hijos, siempre fueron un apoyo muy significativo”, recordó.

“También la Asociación de Amigos del Ballet dieron un apoyo sustancial para cumplir el trabajo en los dos períodos que me tocó dirigir. Fue importante porque siempre se manejaban en la intendencia y la dirección de Cultura, distintas opiniones sobre cómo debía ser el ballet. Contar con el apoyo de una entidad que buscaba los fondos y que ayudaba principalmente a conseguirlos, es central. Porque por mucho amor que se tenga, si no se tienen los medios es difícil producir ballet. Es un arte costoso donde todo cuesta caro, zapatillas de punta, pagar las coreografías, los maestros, vestuarios, escenografías todo tiene costo elevado. Por suerte, el público llena las salas, agota las entradas”. 

- Se entiende siempre que las escuelas rusa y francesa predominan en lo clásico. En la historia del ballet se puede apreciar el esfuerzo por vincularlo a la danza moderna y contemporánea, ¿Cómo ocurrieron y cómo se dan hoy en día esos diálogos?

- Las escuelas francesa y rusa son fundamentales a pesar de tener características opuestas. La persona que sabe ver o entiende, puede quitar lo mejor de ambas escuelas. Aquí hubo mucha influencia en los orígenes de la escuela francesa que era la escuela rusa antigua, imperial, después apareció el método de Agrippina Vaganova, excelente, aunque con cosas buenas y otras no tan buenas. Aquí en el país se ha tratado siempre de sacar lo mejor de las escuelas.

El bailarín tiene que saber bailar de todo porque con la globalización los vocabularios de los coreógrafos son muy eclécticos. Nuestra compañía es ecléctica desde hace mucho tiempo, ya desde la época en que Teresa Capurro hizo la unificación bailábamos clásico y moderno. El buen bailarín tiene que saber bailar de todo, clásico, contemporáneo, hip hop, todo, cuando más vocabulario tenga, mejor será su expresión. 

Creatividad

El maestro considera que la creatividad es un valor central en el Ballet paraguayo: “Gracias a ella hemos avanzado mucho, porque se han hecho producciones que hicimos con un dinero muy inferior a lo que cuesta en países vecino. Me sorprenden siempre lo versátiles que son nuestros bailarines que pueden bailar con zapatillas de punta, de media punta, descalzos, pueden interpretar a San Francisco o San Roque y al día siguiente hacer Carmen o el Lago de los Cisnes o Madame Lynch. Todos los personajes más dispares y eclécticos son interpretados por ellos y son muy dúctiles y deseosos de seguir progresando, avanzando y creo que lo están consiguiendo”, expuso.

“Hemos bailado en el Mercado 4, en el Bañado Tacumbú, en la Costanera, en los escenarios más dispares, en todos los teatros del país, en las principales ciudades del interior, por todo el país, es una compañía que tiene un reportorio que se puede considerar una compañía nacional porque tiene obras de inspiración paraguaya como Roque Marangatú, Madame Lynch, bailamos con la banda, la orquesta, arpistas, somos versátiles y creativos no se puede discutir”, apuntó.

La cuestión económica aparece siempre. Bonnin expone: “Hoy en día la directora Angie Duarte está dando un apoyo importante para festejar estos 50 años de una manera digna, es una persona que gusta mucho de la danza y está dando un apoyo significativo. También nuestra alianza con la Orquesta Sinfónica Nacional (OSN) ha sido fundamental porque desde que hacemos funciones acompañados por la orquesta el nivel ha subido notoriamente”, consideró. 

“Creo que el ballet paraguayo ha crecido y tiene que seguir creciendo, aunque me preocupa la formación de nuevos maestros. Creo que es importante que se formen, que se estudien, que se analicen las escuelas, las tendencias que hay en el mundo hoy en día. La carrera del bailarín no termina cuando uno deja de bailar, puede seguir como maestro, como coreógrafo y es importante que los jóvenes lo vean así y también que hay que especializarse, estudiando pedagogía y metodología y ver la riqueza de los distintos vocabularios que hay en la danza. Hay que especializarse y el mundo entero está avanzando a pasos agigantados, los jóvenes, hay una camada muy talentosa y capaz en la que creo que podemos poner esperanzas de que las cosas van a ir mejorando cada vez más. Es mucho lo que se hizo y lo que queda por hacer”. 

 Según pasan los años

El Ballet Clásico y Moderno Municipal nació “en plena dictadura con apoyo de algunas personas muy afines”, recuerda Patricia Bonnin Arias que considera el hecho como una “gran paradoja”.

 Sin embargo “ese apoyo va decayendo y podemos ver que la capacidad adquisitiva de los bailarines no se mantiene, va decayendo y podemos ver la desidia en relación a la compañía”, dice de esta historia que aparece bien contada en “Un ejército para Terpsícore”, el libro que recorre los 50 años del cuerpo de baile.

“Hubo también altibajos en el periodo democrático donde hubo apoyos más fuertes a partir de las subvenciones y el apoyo financiero que se les da”, aunque indica que no siempre fue sostenido.  

La investigadora recuerda que esto impacta en “la educación del público, que es la que finalmente sufre. Los diferentes directores en estos 50 años buscaron la manera de conectar con el público, no de darle lo que quieren o lo que más vende, sino de darle un recurso para crecer”.

Es bueno señalar que “la cuestión económica es transversal al relato, algo que se palpa a la hora de llevar adelante la compañía donde incluso los directores sacaron dinero de su propio bolsillo para poder comprar zapatillas, costear a un bailarín, producciones, etc. Es un problema que todavía no se ha podido solventar en totalidad”, apunta.

“Está la creencia o la percepción de que si se pagan los sueldos ya está sostenida la compañía y no es así. La cultura no es un gasto, es una inversión para los ciudadanos, la sociedad en general debe entender que la cultura es lo que somos y se necesitan recursos para las producciones porque una compañía que entrena y no sale a escena, no es tal. Es muy importante centrarse en los recursos”.

 Recordó también que existe un proyecto de Ley de Mecenazgo que habría que desarrollar sin que esto signifique una resta de los fondos públicos que sustentan el Ballet. “Es interesante, pero hay que ver su desarrollo para que no exista un abandono de las artes, pero me parece importante que la sociedad se involucre”.

Bonnin quizo dejar un párrafo especial para destacar el “apoyo en tiempos de la Pandemia del Coronavirus que dio la gestión de Angie Duarte permitiendo mantener a toda la compañía sin que haya un solo despido en un momento de tanta incertidumbre”.

Una historia en imágenes

 “Un libro como el que estamos presentando contiene, pues, una narrativa de narrativas. Las imágenes narran historias”, cuenta Fernando Allen, editor de “Un ejército para Terpsícore”

“Nuestro trabajo, como editores, es el de presentar de la mejor manera posible esa narrativa madre, el cauce principal por el cual fluirán todas las demás historias, como un río pleno de significados. La edición de un cuerpo de imágenes implica siempre un cierto dolor, el dolor de dejar fuera cosas que a menudo son las que más nos gustan, pero que no encajan en el concepto del relato. Aunque suene algo dramático, editar equivale a manejar ese “dolor”, explica. 

“Este trabajo es minucioso, a veces tedioso, y se realiza en un territorio generalmente inestable, porque muchas cosas van cambiando durante el proceso. Con Jimena Riso (Elefante Mental), quien realizó el diseño gráfico del libro, hemos invertido meses buscando que las imágenes se integren al relato y generen un ritmo interesante para el espectador. No es poca cosa calzar 50 años de rica y apasionante historia del Ballet, en 280 páginas. Creo que lo hemos logrado, por lo que estamos muy conformes con el libro”, apuntó.

“Me gustaría mencionar -y destacar- a mis colegas fotógrafos que han hecho posible, a través de su talento, pasión, y de una práctica desarrollada con mucho esfuerzo, compromiso y dedicación durante tantos años, tener un cuerpo de obra fotográfica tan impresionante con el que hemos podido contar para realizar la edición del libro. Sin estas magníficas fotografías, este libro sencillamente no se hubiese logrado”, comentó. 

- ¿Qué cosas crees puede movilizar el conocer tan rica historia en administradores y actores culturales?

- Creo que es un hito cultural histórico en el Paraguay la sobrevivencia, dentro de la esfera pública, de una actividad artística como la desarrollada por el Ballet Clásico y Moderno Municipal. Creo que se trata de un caso paradigmático en el que la pasión, la perseverancia, el talento, el compromiso y la gestión en equipo, méritos de todos quienes han trabajado en y por el Ballet durante estos primeros 50 años, pueden prevalecer sobre la mezquindad y el desinterés, generando dinámicas que alcanzan a otras disciplinas: vestuarios, teatro, escenografía, fotografía, producción de espectáculos, músicos y directores, etc. 

Jorge Zárate

 

Dónde conseguirlo

Se podrá adquirir el libro “Un ejército para Terpsícore” en las funciones de las 16 y las 19 de la obra “El Lago de los Cisnes” que se presenta este domingo 23 a las 19 con entradas agotadas y el próximo fin de semana, 28, 29 y 30 de octubre en el Teatro Municipal, Ignacio A. Pane.

La primera edición es de 1.000 ejemplares, y se pueden adquirir en la sede del Ballet (Teatro Municipal).

También se puede reservar el libro llamando al 0975-555209

Links

https://www.asuncion.gov.py/cultura-turismo/comuna-celebra-50-anos-del-ballet-municipal-con-lanzamiento-de-libro-exposicion-de-vestuario-y-gala

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