28 de noviembre de 2022

Postales de un mundial polémico, exótico, colorido y multitudinario

  

La fiesta del fútbol ya tomó las calles de Qatar. Mientras tanto, las críticas se hacen fuertes, sobre todo en Europa, por la explotación laboral, el maltrato a las mujeres, la discriminación sexual y las violaciones a derechos humanos que se denuncian en el emirato. Aquí un repaso por los hechos más llamativos de esta primera semana con testimonio de dos paraguayas presentes en la cita mundial.

 

“La caravana pasa...”, dijo el jeque Salman bin Ebrahim Al Khalifa, titular de la Confederación Asiática de Fútbol (AFC), tratando de soslayar las críticas que viene recibiendo el Mundial. “La organización de la Copa del Mundo es maravillosa y el ambiente es positivo. No hay ningún problema a nivel de infraestructuras y estadios en Qatar”, dijo el oriundo de Bahréin, que dirige la AFC, que nuclea a 47 países de los 211 afiliados a la FIFA, entre ellos Qatar.

“Este Mundial será uno de los más exitosos”, consideró el hombre fuerte del fútbol asiático. Todo comenzó aquel 2 de diciembre del 2010, cuando Qatar consiguiera ser sede del Mundial, con 14 votos de 22 posibles venciendo a los Estados Unidos.

 En estos días se puede ver en la plataforma de streaming Netflix el documental “Los entresijos de la FIFA”, que ilustra la trama de corrupción que se dio durante esa elección. La revista France Football lo denominó “Qtargate” y contó cómo cambió el voto del entonces presidente de la UEFA, Michel Platini, a cambio de la compra del París Saint-Germain por los qataríes y una serie de arreglos acordados con el entonces presidente, Nicolás Sarkozy.

Sin embargo, la crítica central va contra la “kafala”, un sistema de trabajo esclavista que permitió realizar las obras para recibir el Mundial en un tiempo récord, pero a un alto costo humano. Vale decir que se denunciaron jornadas laborales de más de 12 horas en climas súper calurosos.

El diario británico The Guardian dijo que fueron 6.500 los trabajadores migrantes muertos desde el inicio de las obras. Amnistía Internacional dijo, por su parte, que hubo 15.021 no qataríes fallecidos desde 2010 hasta 2019.

Las autoridades de Qatar admiten solo 37 fallecidos y dicen que solo 3 de ellos se deben a causas “laborales”.

 La crítica central pasa por lo que se considera un caso más de “sportwashing”, un lavado de imagen a través del deporte, situación de la que la FIFA ya fue acusada en otras ocasiones como en el Mundial de Argentina de 1978, donde se disputaban partidos a metros de centros clandestinos de detención, por ejemplo.

“Son unos hipócritas”, dijo Gianni Infantino, presidente de la FIFA, recordando a Europa sus prácticas esclavistas, discriminatorias y la explotación de los recursos de otros pueblos con que se enriqueció históricamente. Una cuando menos extraña “defensa” de la elección de Qatar como sede del Mundial.

La odisea de la cerveza

Pasando a algo más mundano, la imagen de gente peregrinando en busca de una cerveza es de lo más llamativa en estos días en Doha, la capital de Qatar. Multitudes recorriendo kilómetros en metro o bus para llegar a los “oasis” en los que se vende la espumosa pueden verse a toda hora a causa de que rige una prohibición de consumo de alcohol. Para este Mundial de Fútbol, se habilitaron lugares especiales donde consumir como el Fan Festival del parque Al Bidda, donde se ven colas interminables para poder comprar un vaso de medio litro de Budweiser, sponsor de la FIFA.

Hasta último momento, el gigante cervecero esperaba poder vender en los estadios, cuestión que finalmente no se dio para desilusión de reconocidas hinchadas cerveceras como la inglesa y la alemana, por citar las más conocidas.

La cola serpentea por más de 150 metros y allí se mezclan argentinos, mexicanos, alemanes, japoneses, neerlandeses, ingleses, que una vez que alcanzan la “Meca” de las heladeras, tratan de comprar la mayor cantidad posible. Las bandejas de cartón portan hasta cuatro vasos y por cada una se pagan 14 dólares.

Un solo amor

Las selecciones europeas habían prometido protestar haciendo portar a los capitanes de sus equipos un brazalete con los colores de la bandera LGTBI inscripto con la leyenda “one love” (un solo amor). La FIFA amenazó con multas económicas y con amonestar a los capitanes con tarjeta amarilla y los equipos finalmente desistieron.

Los ingleses se hincaron de rodillas en tierra antes de su primer partido contra Irán en señal de protesta contra el racismo. Los alemanes se taparon la boca en la tradicional foto que suele hacerse antes de comenzar el primer partido contra Japón. “Es un claro ataque a la libertad de expresión”, apuntaron. “Con nuestro brazalete de capitán queríamos dar ejemplo de valores que vivimos en la selección: la diversidad y el respeto mutuo... No se trata de un mensaje político: los derechos humanos no son negociables... Prohibirnos el brazalete es como prohibirnos la boca. Nuestra postura se mantiene”, expresó la Federación Alemana en un comunicado. 

 Entre tanto, a varios espectadores les requisaron camisetas y sombreros arcoíris en los controles de acceso al estadio en que se disputó el partido entre Estados Unidos y Gales, que terminó en empate (1-1). “Mientras hacíamos fila, vimos cómo algunas personas que llevaban un sombrero arcoíris”, símbolo de la asociación galesa de aficionados LGBT Rainbow Wall, “tuvieron que quitárselo”, contó Laura McAlister, ex capitana de la selección galesa de fútbol.

Quizá los más valientes fueron los iraníes, que se negaron a cantar el himno protestando contra la violencia policial que se dio desde la muerte de Mahsa Amani, previamente arrestada y torturada por llevar el velo mal puesto en setiembre pasado.

El capitán, Ehsan Hajsafi, dijo que los jugadores son “solidarios” con su pueblo: “La gente tiene que saber que estamos con ellos y que los apoyamos”.

Como dijo el Diego, “la pelota no se mancha”.

 Jorge Zárate

Sueños migrantes

Atraídos por la perspectiva de ganar más dinero del que podrían obtener en su país, los migrantes representan casi el 90% de los 2,8 millones de habitantes de Qatar. La mayoría procede del subcontinente indio y de Filipinas y otros llegan de países africanos como Kenia y Uganda. Desde hace dos años Qatar hizo reformas para mejorar la seguridad de los trabajadores y castigar a los empresarios que infringen las normas y se pagaron cientos de millones de dólares en indemnizaciones por salarios perdidos y lesiones, aunque los defensores de los derechos humanos creen que los cambios fueron pocos y tardíos.

 La agencia francesa de noticias AFP rescató diversos testimonios, entre ellos el de Sravan Kalladi y su padre, Ramesh, que trabajaban en la misma empresa que construía las carreteras que llevan a los estadios del Mundial. Solo Sravan regresó a su casa en India. Un día, tras un largo turno, su padre, de 50 años, se desplomó y murió en el campamento donde vivían. “El día que mi padre murió, le empezó a doler el pecho cuando estaba trabajando”, cuenta Kalladi.

“Lo llevamos al hospital (…). Les dije a los médicos que intentaran una y otra reanimarlo”, recuerda el joven de 29 años con la voz quebrada. Su padre, que era conductor, “solía ir a trabajar a las 3:00 de la mañana y volvía a las 23:00″. Entre seis y ocho personas vivían juntas en una habitación del campamento en la que ni siquiera cuatro personas podían sentarse bien. Se fue de Catar cobrando solo el salario de un mes como compensación de la empresa. Ahora su casa en India sin terminar es el recordatorio de los sueños rotos de la familia.

Abu Yusuf trabajó como conductor, obrero de la construcción y soldador, incluyendo varios meses en un cuartel de bomberos dentro de un estadio. Ganaba unos 700 dólares al mes y estaba “más que contento” con su sueldo, dijo. “Son buena gente, muchos qataríes me ayudaron”, afirma. Aunque un contratista le robó parte de su sueldo, el joven de 32 años sigue alabando a las autoridades de Qatar. El mes pasado regresó a Sadarpur, una ciudad en el centro de Bangladés, donde fue criado por una madre soltera en condiciones de extrema pobreza. Ahora, con lo que ganó en Qatar, está construyendo una casa de dos plantas, se ha comprado una moto nueva y se hace cargo de los gastos de siete personas, incluida su madre y la familia de su hermano ciego. Es un hincha acérrimo de Argentina y le gustaría poder ver un partido en el estadio Al Bayt, donde trabajaba como soldador. “Es un estadio precioso. Me siento orgulloso de haber estado entre los trabajadores que construyeron el estadio. Me gustaría ver un partido allí”, dice, esperando poder trabajar otros diez años en Qatar.

 El trabajador bangladesí Babu Sheikh cayó desde cuatro metros de altura y se fracturó el cráneo. Pasó cuatro meses en coma en un hospital. Cuando se despertó, estaba ciego. “Pregunté a mi hermano si el lugar estaba a oscuras. Me dijo que estaba bien iluminado. No podía creer que había perdido la vista”, explica. Necesitó 18 meses antes de poder salir del hospital. Los gastos fueron pagados por su familia. Las autoridades qataríes abrieron una investigación contra su empleador, pero este fue sobreseído y Babu Sheikh no recibió ninguna compensación, según cuenta el propio damnificado.

Cuando el empleador del trabajador de la construcción filipino Jovanie Cario dejó de pagarle en el 2018, este se hizo detener a propósito para poder comer en la cárcel. Cario, que pasó seis años en Qatar, afirma que se trataba de una práctica común entre los migrantes filipinos que luchaban para sobrevivir. Los trabajadores hambrientos mostraban documentos vencidos a la policía atarí, que se los llevaban presos por una noche, les daban de comer y los liberaban. “Cuando éramos liberados y volvíamos a nuestro alojamiento, teníamos el estómago lleno”, cuenta a la AFP Cario, de 49 años, recordando que en la cárcel había “mucha comida”.

Lili Cantero y Enrique Macaya Márquez
Lili Cantero: “La gente queda muy impactada con las obras”

Expone en estos días en el Katara Cultural Village en Doha, capital de Qatar. “Lo más emocionante para mí fue la inauguración de la exhibición y también la ceremonia de apertura, fue todo muy lindo”, cuenta Lili Cantero, la artista plástica compatriota que sigue sorprendiendo con sus pinturas sobre pelotas, botines y lienzos. “8 estadios, 8 campeones, un sueño: Qatar 2022″ se llama la muestra, que estará en exhibición hasta este 28 de noviembre. Compuesta por 25 obras que incluyen botines, pelotas y también lienzos, la exhibición concitó la atención de la prensa mundial.

Diarios, portales y canales de televisión de todo el mundo están mostrando la labor de la paraguaya. “La gente se queda muy impactada por las obras, más que nada por el tipo de superficie que uso para mis obras. Les gusta mucho el nivel de detalles, la cantidad de retratos y cómo está pensada la parte conceptual también les llama mucho la atención”, cuenta emocionada en diálogo con Nación Media desde la capital qatarí.

 “La gente es súper amable y esa es una de las mayores características de esta cultura, que son muy hospitalarios. Te puedo contar que tuve buenas experiencias y no se siente tanto las restricciones. No se puede tomar en los estadios, pero sí se puede en los fan festivals y otros lugares, pero es cuestión de respetar. De momento todo bien el trato con la gente”, dijo.

La artista, de 29 años, fue reconocida en el mundo cuando Lionel Messi posó con los botines que le pintara Lili en una foto en sus redes sociales. “Le preparé un diseño que podría gustarle. Investigué muchísimo sobre él, vi muchas entrevistas, películas, documentales, todo lo que había sobre él y preparé un diseño inspirado en su carrera, en su trayectoria y también en su vida personal, en sus inicios, para que él se pueda sentir conectado justamente con ese diseño. Entonces le envié a un amigo en Barcelona, él recibió, dejó en el club a un guardia y el guardia le hizo llegar. 

Después de eso su hermano se contactó conmigo”, contó en “Expresso”, el programa televisivo de GEN en octubre pasado. A partir de allí, se hizo conocida en el ambiente del fútbol y la Conmebol la eligió para eventos especiales como este de Qatar en el que participa. Después de que pase el Mundial, Lili pretende “descansar un poco porque fueron meses de mucho trabajo, porque inclusive desde aquí estoy entregando pedidos que van surgiendo. Después ver para lanzar una colección. De hecho, para este Mundial estoy viendo para ver si puedo hacer una colección con las obras que preparé. Quiero hacer también una colección de indumentaria, de ropa que tenga mi diseño, ir expandiéndome un poco más para seguir creciendo en el arte de los deportes y sus objetos”, comentó.

Japoneses a limpiar

Los fanáticos de los Samurai Blue no se retiraron del estadio hasta dejar las gradas en impecables condiciones y los fotógrafos capturaron el momento, que se volvió viral en las redes sociales.

Al terminar el partido en el que, contra todo pronóstico, derrotaron a Alemania, tomaron bolsas y recolectaron todos los residuos de su sector del estadio.

 Es la práctica del “souji”, muy común en Japón, donde se debe limpiar lo que se ensució. Asear un ambiente antes de retirarse es un pilar fundamental en su día a día y es una práctica que se enseña desde el jardín de infantes. Así que ya sea en un estadio, un vecindario o una playa, es una práctica cotidiana para ellos.

“Es todo muy moderno y hay muchísima gente”

Marlene Torres

“La seguridad que hay aquí en Qatar es impresionante, se puede estar hasta altas horas de la noche con la tranquilidad de que nada va a ocurrir”, cuenta Marlene Torres, la enviada especial de Nación Media. “Los qataríes son muy amables y si bien el idioma es una dificultad, siempre buscan la forma de ayudarte con señas o como sea para solucionar cualquier inconveniente que tengas”, dice.

“Su sistema de transporte público es espectacular. Los colectivos, los metros, todo diez puntos, todo es lindo en ese sentido, no hay ómnibus chatarra, todo está muy limpio, pero no es tan fácil llegar de un lugar a otro y no se llega tan rápido”, sigue relatando.

“Ahora con la cantidad de gente que hay en el Mundial, se estiman 3 millones de visitantes, se hace todo más lento. Dos a tres horas de tiempo lleva movilizarse porque no está cerca todo. En la previa, mirando los mapas, pensaba que podía hacer rápido las conexiones entre un lugar y otro, pero hay que caminar mucho en el predio para poder tomar metro, colectivo, en ese sentido me llamó la atención. Por la cantidad de hinchas que hay de todo el mundo”, explica.

Una ventaja importante es que “el metro es gratis para turistas y periodistas, pero hay taxis y uber” habilitados para los que tienen un poco más de presupuesto.

La alimentación también tiene sus bemoles: “Sobre la comida no puedo decir mucho. Por el ajetreo tengo que hacer enlaces para el canal y la radio. Voy de un lugar a otro para tener las impresiones de los hinchas, no pude sentarme a comer algo típico, pero cuando finalice esta ronda de fase de grupos me iré a disfrutar de una buena comida qatarí. Hasta ahora probé el shawarma (lomito árabe), que es más fuerte que el comemos en Paraguay, porque los condimentos son más fuertes”, apuntó. “Muchas ciudades todavía no visité, estuve por Doha, no pude conocer mucho, porque me estoy yendo más bien a los estadios. Aquí todo lleva su tiempo, son 6 horas de diferencia y uno trata de acomodarse. No me crucé tanto con compatriotas, me topé con hinchas que vinieron desde Itapúa que estuvieron mirando precios desde hace 2 años para poder llegar hasta aquí. Me gustaría encontrar a más compatriotas en estos días”, comenta.

“Me llamaron la atención los mitos del país, las prohibiciones de la vestimenta, no te dicen nada, la gente fuma en la vía pública, lo que no vi es a gente tomando en la calle, pero sí en el fan fest, donde pueden hacerlo en un horario establecido”, concluyó.

 

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