Para llegar al mirador del Cerro Vera se recorren senderos de bella vegetación, se destacan los caraguata de gran tamaño, las flores silvestres, el aire de gran pureza. Recorriendo el área se pueden avistar los cerros vecinos, los campos preparados para cultivos, mirar la vida desde sus 348 metros de altura. Aquí un acercamiento a sus paisajes y características geológicas en la mirada de una especialista.
Los Yryvu hũ despliegan su plumaje negro, brillantes al sol, parecen custodiar el paisaje imponente, el mbocayaty que se despliega en el valle y se trepa a los cerros, el camino de piedra y tierra colorada que se ve como un sendero desde la altura.
Escalar, subir la montaña, desde que el hombre es tal, tiene efectos terapeúticos, ayuda a valorar esfuerzo y consecución. Cuando se corona una cima, algo cambia para bien.
Ubicado a 130 kilómetros de Asunción, se encuentra en la compañía Pintos, de Acahay, y es uno de los espacios preferidos por jóvenes aventureros y viajeros que buscan adentrarse en el paisaje nacional.
Esta situación puede verificarse en las redes sociales donde en pequeños videítos la gente se filma, subiendo al cerro, acampando, en caminatas en familia, inclusive escalando, practicando montañismo.
Desde esta capital se puede llegar a velocidad promedio en 2 horas y media hasta el punto de entrada que está sobre la ruta P18 en el tramo que une Acahay con La Colmena. El ingreso está indicado por un pequeño cartelito que dice “Cerro Vera-Rubio Ñu”, aunque para más precisión se puede buscar en la internet como “Entrada al cerro vera” y obtener la guía de navegación y el mapa que lleva hasta el sitio.
Una vez allí, hay dos maneras de acceder, se puede ir con vehículo familiar hasta un estacionamiento y después seguir la travesía a pie o, si se dispone de un 4 x 4 avanzar en un camino algo difícil que acerca hasta el mirador.
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Pilancones (izq.), Rocas feldespátias (centro) y Líquenes (der.) |
La inmensidad
Las rocas, la formación de las montañas tienen una historia especial. Cuenta la geóloga Ingrid Godoy: “La verdad que es muy impresionante, siempre sorprende y hay cosas nuevas que nos da una visión de lo pequeños que somos y de lo mucho que tenemos que aprender de lo impresionante que es la naturaleza”, dice.
Lo hace mientras explica los “pilancones”, una formación especial que se avista en el mirador del cerro, suerte de pequeñas piletas que acumulan agua de lluvia y al verlas desde cierta distancia asemejan un rostro, una máscara.
“Es un ejemplo muy bueno de la fuerza de la naturaleza, del transcurrir del tiempo, porque eso se va formando por granitos de arena que se quedan en un hueco en la roca y con el paso del tiempo con ayuda del agua y del viento van puliendo la roca hasta formar hoquedades que posteriormente forman estas piletas naturales”, comenta.
Las piedras tienen unas “manchas” muy particulares. “Son un tipo de alga llamadas líquenes que se forman en ambientes de aire puro ya que no podemos encontrar en ambientes con aire contaminado. Entonces, eso ya es una característica de cierto tipo de lugares nada más y la vegetación también, como estas son rocas que acumulan agua, entonces de a poquito ya sea las algas mismas van a ir como evolucionando y dando origen a esta vegetación que vemos acá”.
También el verde hace su trabajo en la montaña. “La vegetación forma otro tipo de erosión que es la la meteorización biológica. Así se dice cuando las plantas mismas se van enraizando van rompiendo la roca y formando de repente un poco de suelo también sobre los cerros”, comenta.
Allí desde el mirador se puede apreciar dos formaciones erigidas en vertical que se escindieron del Cerro Vera por obra de la erosión. “Estos son unos Inselberg o Iceberg de Roca”, cuenta Godoy. “Aquí cerca tenemos el Cerro Pa´u donde por la erosión se fue construyendo ese paso que lo identifica, en este caso, las formaciones quedaron un poco más alejadas”, dice.
Sobre ellos y entre las grietas vuelan y se posan los Yrubu con gran señorío, se les admira la perspectiva, que apenas podemos imitar con el vuelo del drone, con las imágenes de esas paredes de areniscas con cuarzos que el sol pone a brillar y que le dieron nombre a este bello Cerro Verá.
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El Inselberg de Cerro Verá |
Una presencia de millones de años
El Cerro Verá está formado por areniscas del Ordovícico característica del Bloque Cordillerita y para adquirir su forma actual fueron necesarias erosiones tectónicas, fluviales y también eólicas, cuenta la geóloga Ingrid Godoy de Geopetram E.A.S.
“Fue formado por erosión estructural, por el evento que dio origen al rift de Asunción”, una acumulación importante de sedimentos que ocurrió en el Mesozoico hace 60-65 millones de años aproximadamente. Aunque las rocas “sobre las que estamos parados, tienen una formación de entre 440 y 480 millones de años aproximadamente”, explica.
“A este tipo de estructura se le llama Tepuy, una clase de meseta especialmente abrupta, con paredes verticales y cimas relativamente planas y es parecida a la del monte Roraima en Venezuela. La diferencia es que allá tiene rocas precámbricas, pero acá en el cerro Vera, lo que tenemos son rocas de edad ordovícica”.
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Ingrid Godoy, geóloga |
El Ordovícico es el segundo sistema y período del Paleozoico en la escala temporal geológica. Sucede al Cámbrico y antecede al Silúrico. Comenzó hace unos 487 millones de años y terminó hace unos 443 millones de años. Debe su nombre a la tribu celta de los ordovicos, que vivieron en el centro y norte de Gales, lugar donde el geólogo inglés Charles Lapworth identificó este sistema en 1879.
Sigue contando Godoy que el Cerro Vera está compuesto de “areniscas feldespáticas que tienen mucho mineral de feldespato, son mayormente cuarzosas de óxido de sílice, pero también tienen mucho contenido de feldespato que es lo que le da una coloración anaranjada y también podemos encontrar de repente zonas arcillosas, de repente capas de areniscas intercaladas con arcilla, minerales más duros como hierro en estas formaciones no hay”
Apunta que a pesar de ello “pueden tener algunas concreciones de hierro, de manganeso, pero a nivel superficial, no como parte de la composición de la roca”.El Cerro Verá vendría a ser una “colita” de las formaciones que se aprecian en Cordillera: “Es como una continuación hacia el sur de lo que es la cordillera. En algún momento, capaz estuvieron unidos, pero por los eventos estructurales ya sea fallas o fracturas fue que se separaron”, comenta.
Alto interés turístico
Todavía está pendiente la declaración de reseva natural y turística de interés del Cerro Verá desde su acceso hasta la cima, que facilitaría el acceso al sitio. Hubo acciones en este sentido desde la intendencia de La Colmena, iniciativas a nivel departamental en Paraguarí pero también se busca interesar a los legisadores nacionales para avanzar en este tema.
También sería una forma de proteger la vegetación y la fauna del lugar, si es que procede una declaración de monumento natural, calidad que ya tiene el cerro Acahay, que daría más herramientas al Ministerio del Ambiente y Desarrollo Sostenible (Mades), para custodiar el lugar.
Unas 19 hectáreas del cerro son de propiedad de María Ortiz Barrios, que en algún momento llegó a prohibir el acceso a visitantes, situación que hoy en día no se da.
Vale recordar que el Código Civil Paraguayo,
en su artículo 1.898, indica: “Son bienes del dominio público del Estado:
a) las bahías, puertos y ancladeros; b) los ríos y todas las aguas que corren
por sus cauces naturales, y estos mismos cauces; así como las aguas
subterráneas c) las playas de los ríos, entendidas por playas las extensiones
de tierras que las aguas bañan y desocupan en las crecidas ordinarias y no en
ocasiones extraordinarias; d) los lagos navegables y sus alveos; y e) los
caminos, canales, puentes y todas las obras públicas construidas para utilidad
común de los habitantes.
Los bienes del dominio público del Estado, son inalienables, imprescriptibles e
inembargables”.
Cómo se lee, el mismo no incorpora a los cerros, por lo que debería darse un tratamiento legislativo especial para garantizar el acceso de los turistas al lugar.
Esto porque otras 49 hectáreas del cerro también son de propiedad privada. Esta fue vendida en el 2014 por José Gregorio Escobar a los suecos Manfred Peissard y Eric Klaus.
Jorge Zárate
Fotos de Jorge Jara
Transporte de Alfredo "Pájaro" Recalde
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