9 de agosto de 2010

Lugo frente a nuevas y viejas demandas sindicales

Por Jorge Zárate

Deudas: el Gobierno logró frenar la primera huelga general convocada por las centrales sindicales en los últimos 14 años. Las demandas, actuales e históricas, ponen a prueba las relaciones del Ejecutivo con muchos de sus aliados pero, a su vez, desnudan la falta de una política oficial sobre el mundo del trabajo. La magnitud del tema pone en evidencia la ausencia en muchas empresas de un derecho obrero fundamental: la libertad de organizarse. Aunque el presidente Lugo prometió modificar la historia, Paraguay es el único país de Sudamérica que carece de un Ministerio de Trabajo y de Seguridad Social.


Con un aumento salarial del 7% para el sector privado, el presidente del Paraguay, Fernando Lugo, consiguió desactivar la huelga general a la que habían convocado las seis centrales sindicales más afines a su gobierno. Esta decisión hizo que el salario mínimo trepe a 1,5 millones de guaraníes, unos 300 dólares estadounidenses, y generó una rápida reacción de los empresarios que calificaron de “populista” la medida.
En la práctica, el reajuste salarial favorece sólo a una minoría de los trabajadores del país, alrededor de 750 mil personas. La reciente Encuesta Permanente de Hogares reveló que el 61% de los trabajadores no percibe el salario mínimo. “Sólo cuatro de cada 10 trabajadores asalariados del sector privado perciben el salario mínimo legal vigente o una remuneración superior al mínimo; mientras que en el sector público 8 de cada 10 empleados perciben el sueldo mínimo”, explicó la Dirección de Estadísticas, Encuestas y Censo (Dgceec).
Así el Gobierno pudo desmontar la que se presentaba como la primera huelga general convocada por las seis centrales sindicales, para quienes la pérdida histórica del salario por inflación ronda el 25% solicitado. La última huelga general en Paraguay fue en 1996, durante el gobierno del colorado Juan Carlos Wasmosy.
La protesta a través de un  paro de actividades es una idea que crece en las organizaciones obreras. Comenzó ante la falta de respuestas a los planteos que hicieran los sindicatos del transporte, que en junio paralizaron durante dos días buena parte de la Gran Asunción. El sector reclama la intervención de la Secretaría de Transportes para “evitar que la concentración de las líneas de transporte público de pasajeros en manos de pocos empresarios deje sin trabajo a centenares de choferes y mecánicos.
Al cierre de esta edición una veintena de maestros realizaba una huelga de hambre mientras el Gobierno trabajaba para desmontar la huelga de la Federación de Educadores del Paraguay (FEP) que se inició a mediados de junio. Este sindicato, uno de los más fuertes del sector, anunció que no levantará la medida hasta que el Poder Ejecutivo remita al Congreso un pedido de reprogramación presupuestaria de 35 mil millones de guaraníes (unos 7,3 millones de dólares) y no de 21 mil millones (4,4 millones de dólares) como pretenden las autoridades nacionales.
Otro conflicto que se extenderá es el que enfrenta al Gobierno con los trabajadores del Estado a raíz del veto del presidente Lugo a una ley que restablecía seis horas laborales para el sector. La Mesa Coordinadora Sindical (MCS) recuerda que la ley que en 2000 modificó la jornada de seis horas “es inconstitucional” porque viola “derechos adquiridos” por los trabajadores y que un 17% de los trabajadores públicos no gana siquiera el salario mínimo ni tiene seguro médico y social. El Ejecutivo expuso que “existen fundamentos de diversa índole que son suficientes para objetar totalmente el proyecto”, aunque no los precisó.


Luchas separadas

El crecimiento de las luchas obreras tropieza sin embargo con la falta de unidad en la acción. El sindicalismo paraguayo sufrió un duro golpe durante el gobierno de Wasmosy, a mediados de los años 1990, cuando la cúpula de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), hasta ese entonces una estructura de mediana fortaleza, quedó involucrada en el vaciamiento del Banco de los Trabajadores, una entidad estatal de crédito que se capitalizaba con aporte obrero. La prisión de sus principales dirigentes y el descrédito público de la actividad sindical motorizada por la prensa patronal, ayudaron a desmovilizar.
Esa situación, que determinó una diáspora en la organización sindical, explica, en gran medida, el hecho de que sobrevivan en el país seis centrales sindicales, la Central Nacional de Trabajadores (CNT), la CUT, la CUT Auténtica, la Central Paraguaya de Trabajadores (CPT), la Central de Sindicatos de Trabajadores del Estado (Cesitep) y la Central General de Trabajadores (CGT).
Todas acumulan una importante cantidad de sindicatos que figuran en los papeles, inscriptos en el Ministerio de Justicia y Trabajo (MJT), pero que, en general, carecen de reuniones de sus comisiones directivas y de consejos de delegados, órganos vitales de las organizaciones.
Existen, a su vez, otros dos nucleamientos importantes, la creciente Mesa Coordinadora Sindical, que reúne a sindicatos del sector privado y público, y la Corriente Sindical Clasista (CSC) que basa su fuerza en la Organización de Trabajadores de la Educación (Otep) uno de los principales gremios del sector.
Esta falta de unidad de acción de las organizaciones obreras impide a su vez sostener un programa alternativo al omnipresente plan neoliberal que representan las fuerzas de la derecha en el Congreso.
La falta de una política sobre el mundo del trabajo es una debilidad importante en el gobierno de Lugo. Si bien el mandatario anunció su intención de establecer un Ministerio de Trabajo y de Seguridad Social, Paraguay es el único país del Cono Sur que no tiene una cartera que atienda específicamente las cuestiones laborales.
Este prometido ministerio podría ayudar, entre otras tantas cosas, a hacer efectiva la libertad sindical en un país que no tiene sindicatos fuertes en áreas importantes de su economía como los frigoríficos o el comercio. Las patronales despiden a los trabajadores que organizan sindicatos sin recibir ningún tipo de sanciones por parte de las autoridades. Para dar un ejemplo, la Asociación de Empresarios Cristianos (AEC) premió como Empresa del Año durante 2009 al Frigorífico Neuland, sin importar que había desmantelado un sindicato.
Las crecientes luchas obreras obligan al Gobierno a mirar con inteligencia el tablero. El presidente Lugo debe ofrecer algo diferente al mero palo y los balines de goma de los policías que estableciera la dictadura de Alfredo Stroessner y que hasta hoy no se consigue desmontar.

Desde Asunción

Acepar, una pelea emblemática
Aceros del Paraguay (Acepar) es un ejemplo de la precariedad de la situación laboral y sindical, pero también es un modelo de continuidad de lucha obrera. La fuerte represión contra obreros que protestaban frente a la puerta de la fábrica en Villa Hayes no logró frenar la protesta de los operarios. El principal accionista del Consorcio Siderúrgico Paraguayo es el argentino Sergio Taselli, procesado en su país por varias causas de vaciamiento. El Sindicato de Trabajadores de Acepar (Sitrac) pide la reincorporación de 353 obreros despedidos durante una huelga, declarada ilegal por la Justicia, mediante la cual los trabajadores reclamaban el cumplimiento del contrato colectivo, aprobado en 1995. La irregularidad empresaria fue admitida por el Gobierno, cuando el Ministerio de Justicia y Trabajo (MJT) sancionó a Acepar por “práctica desleal en contra de la libertad sindical”, con una multa –aún pendiente de pago– de 42 millones de guaraníes “por violación de las disposiciones laborales”.
Según expuso el Ministerio en un sumario administrativo “se constataron hechos de discriminación y menoscabo de las garantías a la protección sindical en contra de uno de los dirigentes del sindicato. Se trata de Daniel Ibarrola, suspendido arbitrariamente por la Empresa, como consecuencia de haber promovido y acompañado una inspección del MJT a las instalaciones de Acepar. 
Acepar fue privatizada durante el gobierno de Wasmosy pero, gracias a la lucha de sus obreros, un 33,3% de la empresa quedó en manos de la Cooperativa de Trabajadores (Cootrapar) que en bue-na medida fueron artífices de que la empresa siga funcionando. El Sitrac denuncia el vaciamiento de la empresa por parte de la administración de Taselli. Una de las prácticas denunciadas fue el desabastecimiento del mercado interno, producto de la remisión de productos semiterminados a plantas de Argentina para su finalización y posterior reingreso al país como producto importado. Esta supuesta maniobra fraudulenta nunca fue investigada por las autoridades del Ejecutivo, el Parlamento, ni la Justicia. 
Tras estas denuncias, los trabajadores de Acepar fueron víctimas de violaciones de derechos humanos y laborales por la persecución, el soborno y los tratos humillantes. El gobierno de Fernando Lugo sin embargo todavía no analiza con seriedad la posibilidad de recuperar para el Estado la empresa, en vista de los incumplimientos del grupo empresario.

6 de agosto de 2010

A 6 años de la tragedia del Ykua Bolaños


Elías llora a su mamá el pasado 1 de agosto durante el acto de recordación de las víctimas del incendio del Ykua Bolaños.  Foto de Arcenio Acuña
Noticia
El incendio del Ykua Bolaños fue una de las más grandes tragedias del mundo en su tipo. Allí murieron 327 personas, la mitad niños y más de 500 resultaron con heridas de diversa consideración, incluyendo a 56 personas con quemaduras de tercer grado. Siete permanecen desaparecidas. 
Las víctimas quedaron atrapadas cuando el propietario del local, Juan Pío Paiva, ordenó cerrar las puertas con candado en el momento en que comenzó a desatarse el incendio para evitar que la gente llevara mercaderías. 
El caso tuvo un primer juicio vergonzozo que provocó la reacción popular. En el segundo juicio Paiva fue condenado a 12 años y desde 2007 cumple prisión domiciliaria. Su hijo Daniel que mandó cerrar las puertas mientras huía, fue condenado a 10 años y también tiene prisión domiciliaria. Uno de los guardias que ejecutó la tarea está libre. 
Hasta el momento la justicia sólo falló en un caso de reparación civil. Negligencias de los abogados hicieron perder las indemnizaciones a más de un centenar de personas. En abril de este año, el Congreso aprobó una ley para indemnizar a las víctimas por un total de 30 millones de dólares. No obstante, no previó una fuente de financiación de este monto.
El 5 de agosto pasado el Senado aprobó la expropiación del terreno donde sobreviven las ruinas, trámite que debe ratificar Diputados para que se convierta en ley. El inmueble sigue estando a nombre de Paiva.

Por Jorge Zárate

Cuatrocientas sillas vacías.
Ocupan casi dos cuadras dando cuenta de una pérdida que pocas veces se dimensiona, así, tan crudamente con ese dibujo cruel que a veces da el número, lo material, el objeto.
Fuerte es el momento en que uno de los familiares ocupa el lugar para después dejarlo vacío con el dolor en el rostro y mostrarnos con crudeza el saldo de un día trágico, el dibujo cruel del lucro.
La gran mayoría tiene fotos adheridas a sus respaldos y espaciadamente, fuera de programa, la puesta de las sillas, instalación hasta artística, se convierte en pequeños oratorios que identifican los dolores de quienes perdieron a sus seres queridos.
Sitios intimistas que conmueven.
Arcenio quita la primera foto.
Es imposible no llorar con Elías. A punto de cumplir 10 años está arrodillado frente a la imagen de su mamá Noelia Penayo. Tenía 4 cuando la perdió, no se puede contar ese dolor. Pero es también fantástico el abrazo que le da Gerardo Fernández, el canillita del barrio que era amigo de su mamá, con sus diarios a cuestas trabajando como aquel fatídico domingo de hace 6 años atrás.
“Les pido que tengan fuerza en la lucha, le dije que su mamá va a estar siempre”, cuenta Gerardo y se acerca a abrazar a Francisca, mamá de Noelia, que se queda sin palabras, que se recupera y nos dice que no le desea “a nadie lo que nosotros pasamos”.
La voz del sacerdote llega desde lejos, insta a que los familiares “se reconstruyan” y la frase suena justa, necesaria.
Emilia y Milagros tienen once años, son primas y lloran a su tío José Félix Largo, lloran arrodilladas frente a la silla que tiene su foto. “Lo extrañamos” es todo lo que dicen y se entiende.
“Tristeza y dolor, quiero enviarle fuerza a todos los que perdieron a sus seres queridos”, dice Heriberto Fariña, su hermana Hermelinda sonríe desde la foto. Su mujer Soledad y su hijo Joaquín le acercan sus recuerdos, comparten un momento con ella que ya no está.
“No tenemos miedo” se escucha a Ricardo Flecha cantar desde el escenario mientras el desfile íntimo se sucede frente a las sillas. A la distancia en la esquina el pueblo solidario es menor que en otros aniversarios .
Estos valientes familiares y víctimas necesitan un poco más.
Hay maneras de hacer sentir que no están solos, hay una lucha contra el vacío en la que no se debe cejar.
Por ellos, por nosotros.

Foto de Arcenio Acuña
(lateral)
Reparaciones
La mayoría de las víctimas, más de 370 personas, perdieron sus causas civiles en la justicia por lo que no recibirán indemnización alguna por los daños sufridos. Los pocos casos, se estima que poco más que 4 decenas que avanzaron todavía están entre la primera y la segunda instancia.
“Este es un cuadro de absoluta injusticia que tiene también algunos responsables como los abogados Alejandro Nissen y Ricardo Lataza que atendieron 115 causas que se perdieron por presentar papeles fuera de tiempo, estas también son parte de las historias tristes de este caso”, indicó Carmen Rivarola dirigente de la Coordinadora de Víctimas del Ykua Bolaños.
Recordó a otros abogados que tenían causas múltiples como Antonio Acuña Díaz.
“Estas son las cosas que hablan por sí solas, de nuestra justicia, de nuestra sociedad, este hecho es emblemático, pero es también un motor para llevar adelante las cosas “, consideró.
“El otro día, cuando veíamos el partido entre Paraguay y Japón, me quedé pensando en que si todos nos uniéramos así para cambiar la ineficiencia y la corrupción del Poder Judicial, lo podríamos hacer, porque es realmente grave seguir tolerando la inoperancia de esta gente, fíjense ahora como puede regresar Gustavo Stroessner como si nada, eso nos lleva a tener en claro que el poder en Paraguay es corrupto y criminal”, concluyó.

Links

Enzo Morales, el bebé que sobrevivió milagrosamente al 1-A


La lección no aprendida

3 de agosto de 2010

Concentración de Medios y censura en Paraguay

En el Puente de la Alameda en Lima, el de la canción de Chabuca Granda, la foto la tomó generosamente Elia Baltazar que también me hizo esta entrevista para su programa de radio. Fue durante la reunión del Instituto de Libertad de Expresion (IFEX) en la capital del Perú al que asistí representando al Sindicato de Periodistas del Paraguay (SPP). Allí contamos cómo es el ejercicio en general del oficio en el país.


http://www.codigoradio.cultura.df.gob.mx/index.php/ponte-en-medio/920-paraguay