19 de febrero de 2013

La división entre Lugo y Ferreiro favorece a la derecha golpista



¿Retorna el stronissmo?
Dilema: a días del cierre de listas electorales el 15 de febrero, la división entre el Frente Guasu liderado por Fernando Lugo y la agrupación Avanza País, que lleva como candidato presidencial a Mario Ferreiro, allana el camino para el retorno del Partido Colorado al poder. Horacio Cartes, empresario denunciado por vínculos con el narcotráfico y lavado de dinero, encabeza las encuestas de intención de voto y espera consolidar la línea de gobierno instalada tras el golpe de Estado del 22 de junio. Habrá elecciones presidenciales el 21 de abril.

Con todos los candidatos prácticamente definidos, Paraguay se encamina a una elección presidencial cuyo resultado podría significar el regreso de la derecha al poder por la vía democrática. 
Ante esa amenaza, crece el clamor popular para que se concrete una unión electoral de última hora entre los distintos sectores de la amplia izquierda paraguaya. El 15 de enero se cumplieron siete meses de la masacre de Curuguaty (ver recuadro), utilizada como pretexto para el golpe de Estado. Allí, los candidatos presidenciales del Frente Guasu, Aníbal Carrillo, y de Avanza País, Mario Ferreiro, participaron de un acto conmemorativo, bajo el clamor de “unidad” de la multitud. 
Ambos remarcaron la injusta distribución de la tierra y la existencia de grandes latifundios amparados en el poder de las minorías que orquestaron el golpe de Estado como las causas de la tragedia. También exigieron la libertad de los campesinos presos y el apoyo a las familias de las víctimas. Pero a pesar de las coincidencias ideológicas y las posiciones comunes, no hubo avances para conformar la ansiada unidad electoral. Horacio Cartes del Partido Colorado y Efraín Alegre del Partido Liberal lideran las encuestas. La tercera fuerza está conformada por los guarismos sumados de Mario Ferreiro (Avanza País) y Aníbal Carrillo (FG) sería el único camino para enfrentar a los sectores que el 22 de junio pasado destituyeron a Fernando Lugo mediante un golpe de Estado parlamentario. La candidatura única les permitiría a las fuerzas arrancar la campaña electoral con un 24% de intención de voto, cifra que permite pensar inclusive en una posible victoria electoral. “Hay que juntar un millón de votos”, dijo Carrillo consciente de la situación en una entrevista con el periódico digital EA. El cálculo es correcto, porque el Tribunal Superior de Justicia Electoral (Tsje) habilitó a un total de 3.516.273 electores para los comicios del 21 de abril. 

Campaña en marcha 
En diciembre y enero se definieron formalmente la mayor parte de las candidaturas mediante elecciones internas, con la participación de más de 30 organizaciones políticas. El Frente Guasu eligió al médico Aníbal Carrillo como su candidato presidencial y al dirigente campesino Luis Aguayo como aspirante a la vicepresidencia. Y Avanza País –concertación creada recientemente por una escisión en el Frente Guasu– ratificó al periodista y presentador de televisión Mario Ferreiro como su candidato presidencial. 
Las diferencias entre los referentes de ambos espacios, Ferreiro y Fernando Lugo, se basa en desacuerdos por la conformación de las listas de candidatos a diputados y senadores, y evidencia una disputa por liderazgos y ambiciones personales que sorprendió a la fracción del electorado que esperaba una acción conjunta de la amplia y heterogénea izquierda paraguaya para enfrentar a los partidos políticos tradicionales, responsables del golpe de Estado parlamentario en junio. 
Ferreiro dijo estar abierto al diálogo, respaldado por los resultados de las primeras encuestas de intención de voto, que le dan una ventaja por escaso margen sobre Carrillo: “Apoyaremos al candidato de izquierda mejor posicionado y cada uno podrá conservar sus listas parlamentarias, como siempre dijimos”. 
Pero Lugo no quiere dar el brazo a torcer, pese a que el lanzamiento de su candidatura a senador no logró trasladar su apoyo popular a Carrillo en la magnitud esperada. El ex presidente considera que Ferreiro, hombre al que le allanó el camino para la candidatura presidencial, apenas concretado el Golpe desconoció su liderazgo y tiró por la borda el esfuerzo de construcción que constituyó el Frente Guasu. 
Ferreiro es impulsado como candidato presidencial por los Partidos Movimiento al Socialismo (P-Mas), Revolucionario Febrerista (PRF), Demócrata Cristiano (PDC), el Movimiento 20 de Abril y Paraguay Tekopyahu. Todos ellos conforman Avanza País, una reciente escisión del Frente Guasu -conformado en 2010. El Frente quedó compuesto por las organizaciones Movimiento Patriótico Popular, Partido Comunista Paraguayo, Convergencia Popular Socialista, Frente Amplio, País Solidario, Participación Ciudadana, Partido de la Unidad Popular, Tekojoja (PPT). 
Otras fuerzas, como el Partido Humanista y el Partido de los Trabajadores, llevarán candidatos propios. 
A instancias del movimiento de mujeres Kuñá Pyrenda, creado en 2012, se promovió un diálogo entre el Frente Guasu, Avanza País y las anfitrionas, que finalmente llevarán una candidata presidencial propia: Lilian Soto, ex ministra de la Función Pública durante el gobierno de Lugo. 
El diálogo entre las tres fuerzas no provocó la unidad, pero al menos se generó una instancia necesaria en momentos en que la entente golpista avanza en su programa de entrega de los recursos naturales en detrimento de la soberanía nacional con la espuria firma del acuerdo secreto con la multinacional canadiense Río Tinto Alcan, laminadora de aluminio que negocia con el gobierno de Franco su instalación en las cercanías de la represa hidroeléctrica Itaipú. 
El cuadro electoral desafía al Frente Guasu y todos los sectores progresistas y de izquierda. Está la posibilidad de que la derecha se consolide en el poder. Eso significaría un duro golpe para los campesinos presos tras la matanza en Curuguaty, los que luchan por una porción de tierra, los trabajadores que no tienen salario mínimo, vivienda ni acceso a la salud; para esa mayoría silenciosa que vive en la pobreza profunda en un país rico en recursos naturales. 
Desde Asunción, Jorge Zárate

Curuguaty, una herida abierta
“¡Fuego!”, ordenó el comisario Erven Lovera y se desató la tragedia. Aquel fatídico 15 de junio de 2012, los policías tenían más que una orden de desalojo: asesinar a líderes campesinos para dar una acción ejemplar que evitara el crecimiento del reclamo sobre las tierras malhabidas en todo el país. Curuguaty fue un plan orquestado para defender el latifundio de Blas N. Riquelme y su espurio juicio de usucapión de las tierras de Marina Kue, según surge del Informe de la Coordinadora de Derechos Humanos publicado en www.codehupy.org. Así se infiere de los testimonios de campesinos que la Fiscalía nunca tomó en cuenta. 
También ayuda a entender esta secuencia el infame asesinato de Vidal Vega, líder campesino de Curuguaty, el 1° de diciembre. Este informe de gran valor tuvo poca difusión en la prensa comercial, pese a su seriedad y las revelaciones que aporta: no hubo atención médica para muchos heridos; sí detenciones arbitrarias y torturas. Pero la Fiscalía sigue manejando la impresentable versión de que un pequeño grupo de campesinos armados con escopetas mariscadoras provocó una emboscada al grupo de élite de la policía nacional –un equipo de 320 efectivos– que ingresó al terreno. 
El fiscal Jalil Rachid acusó en diciembre a 14 campesinos, imputados y detenidos, por asociación criminal, invasión de inmueble y homicidio doloso. Y admitió públicamente que basó sus acusaciones sólo en base a declaraciones de policías, excluyendo el testimonio de los campesinos que ocupaban el terreno público en defensa del derecho a alimentarse y a tener una vivienda, en un país donde el 2,5% de los propietarios concentra el 85% de las tierras.

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