Horacio Cartes en la Expo Santa Rita. “Brasil es una locomotora y Paraguay debe ser el mejor de sus vagones”. |
Transición: el
presidente electo de Paraguay reivindicó la necesidad de que el país
vuelva al Mercosur y a la Unasur; mostró acercamientos con Venezuela y
ofreció grandes oportunidades de inversión a empresarios brasileños.
Reafirmó su defensa de la propiedad privada –es decir, negó la
posibilidad de una reforma agraria, se alineó con los sectores del
negocio agropecuario y reivindicó su proyecto de maquila, producción a
bajo costo con condiciones precarias de empleo. Fueron las primeras
definiciones del Partido Colorado tras la victoria electoral. La
izquierda quedó afectada por la derrota en las urnas. Dos de sus
referentes analizan los resultados, la etapa que comienza y los pasos a
seguir.
Tras haber ganado
las elecciones con el 48,6% de los votos el 21 de abril el empresario
Horacio Cartes asumirá la presidencia el 15 de agosto. En sus primeras
actividades públicas, interrumpidas por una operación de hernia de
disco, Cartes dejó en claro su pretensión de que Paraguay regrese a los
espacios continentales de Mercosur y Unasur, de los cuales fue
suspendido en junio del año pasado tras el golpe legislativo contra
Lugo.
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El candidato
vencedor, del Partido Colorado, reafirmó que su gobierno priorizará las
relaciones regionales e inclusive señaló que pediría al Congreso
Nacional que apruebe el ingreso de Venezuela al Mercosur, un viejo
dilema de la política nacional. También señaló que invitaría al
presidente Nicolás Maduro al acto de asunción de mando, afirmación que
desató fuertes reacciones en la derecha y la prensa burguesa, que
pusieron en marcha una campaña para evitar la presencia del mandatario
caribeño. El presidente bolivariano fue cuestionado y denunciado
penalmente por los sectores golpistas luego de que, siendo canciller,
encabezara la delegación de Unasur que viajó a Paraguay ante la
destitución de Lugo.
La derecha
paraguaya recupera el poder con Cartes, un dirigente que no proviene de
la política tradicional del país. En una de sus primeras declaraciones
reafirmó su acompañamiento a los empresarios del agronegocio al visitar
la Expo Santa Rita, la principal muestra del sector. Allí, en esa ciudad
del departamento de Itapuá, dio sus primeras definiciones públicas
sobre algunas políticas de su futuro gobierno. Primero prometió ante los
productores agropecuarios y terratenientes que durante su gestión se
respetará la propiedad privada. Y defendió su proyecto de desarrollo
bajo el régimen de maquila (fábricas de productos o empresas de
servicios a bajo costo con un sistema laboral precario), al sostener que
eso atraerá inversionistas y generará oportunidades a la población
juvenil paraguaya que demanda empleo. “Seremos una herramienta útil para
el pueblo que quiera trabajar”, señaló.
El presidente
electo invitó a industriales brasileños a instalarse en el país y
reconoció que “ellos pueden ser mucho más eficientes con nosotros”.
Alentó a los paraguayos a “ser serios y ofrecer reglas claras” para los
inversionistas. “Yo quiero trabajar con Brasil y no contra Brasil.
Paraguay es un país bendecido, tiene energía, una necesidad mundial que
compartimos con ellos y esa es una tranquilidad para trabajar. Hay
muchas razones para que seamos felices juntos”, reafirmó.
Mientras espera
asumir, Cartes designó un equipo para llevar adelante la transición con
el gobierno actual de Federico Franco. Una de sus primeras demandas fue
la suspensión de las licitaciones del Poder Ejecutivo, sospechadas de
estar sobrevaluadas, rápidamente desestimada por el actual Presidente,
que asumió tras el derrocamiento de Lugo. El dirigente del Partido
Colorado también pidió acceder a los acuerdos con la multinacional
canadiense Río Tinto Alcán, sospechada de haber instigado el
derrocamiento del ex obispo. En este caso, logró que Franco suspendiera
las negociaciones y se ofreciera a transferir las gestiones iniciadas al
equipo de gobierno entrante.
Cartes puso
énfasis en sus primeros 100 días de gobierno, en los que aseguró que “va
a salir polvareda de este país”, gracias a la predisposición de mucha
gente para generar cambios en diferentes ámbitos. También dijo estar
convencido de que “se puede poner orden en Paraguay”. Y cuestionó los
errores cometidos por el Partido Colorado, especialmente el haber
“abandonado a la gente”. Dijo que su fuerza política –a la que se afilió
para participar de las elecciones de abril– debe pedir disculpas y
rectificar rumbos porque “nació para la gente humilde pero le ha dado la
espalda por mucho tiempo”.
Razones del triunfo
Las
organizaciones sociales interpretan que el derrocamiento de Lugo cambió
de modo radical la agenda política. Los actores de la derecha,
omnipresentes en la prensa patronal, se dedicaron a instalar sus
prioridades: privatización de las empresas públicas, demandas del
agronegocio, explotación de los recursos mineros, gasíferos y
petrolíferos del país, entre otros puntos de la agenda neoliberal.
Ese fue quizás
uno de los motivos centrales por los cuales se concretó la victoria
electoral del Partido Colorado, que no causó sorpresa ya que Cartes
siempre lideró las encuestas de opinión tras el derrocamiento de Lugo.
Pero aún varias semanas después de las elecciones diversos espacios
políticos y sociales intentaban otras respuestas ante esa misma
pregunta: ¿cómo retornó la derecha a la presidencia después del triunfo
progresista en 2008?
Una primera
respuesta concluiría que la gestión de Lugo no llegó a satisfacer a las
masas empobrecidas. No hubo reforma agraria; no hubo planes masivos de
vivienda; se desarrollaron pocas políticas sociales inclusivas. Aunque
sí hubo algunas decisiones de gobierno con alcances profundos, como la
declaración de gratuidad en la salud, una medida importante que no llegó
a concretarse en la totalidad en los servicios médicos públicos por la
falta de profesionales capacitados y la ausencia de presupuestos
razonables, cercenados por un Congreso que se mantuvo bajo el dominio de
la derecha.
Tampoco puede
desconocerse el miedo que sembraron los partidos tradicionales y la
prensa patronal luego de la masacre de Curuguaty, donde fallecieron 17
personas entre campesinos y policías en un absurdo desalojo que no se
investiga cabalmente y por el que permanecen presos una docena de los
ocupantes campesinos. El golpe de Estado parlamentario fue un sacudón
tremendo que desnudó la presencia de una masa crítica que apoyaba al
Gobierno pero que no tenía la fuerza necesaria para tomar las calles y
reclamar la permanencia del Presidente que había elegido en las urnas. A
partir de allí, la prensa patronal se encargó de demonizar aún más a
“la izquierda”, incluyendo bajo este rótulo también a sectores de centro
y centroizquierda.
Ya en campaña
electoral, el espacio progresista sufrió las disputas de ambiciones
personalistas que llevaron a la fractura del Frente Guasu, del cual se
escindió la corriente Avanza País, que llevó como candidato a Mario
Ferreiro. Tras este desmembramiento fue imposible constituir una
alternativa a la candidatura de Horacio Cartes, que tuvo desde siempre
el respaldo del poder establecido y del Partido Colorado, además de
enormes recursos económicos para la campaña. Ese espacio alternativo lo
intentó ocupar el Partido Liberal, que traicionó a Lugo y apoyó el
juicio político que lo destituyó. Su candidato, Efraín Alegre, padeció
la desconfianza del electorado de centroizquierda por el golpe
parlamentario, el cual no apoyó la idea de que Alegre era “menos malo”
que Horacio Cartes.
El Frente Guasu
apuesta ahora a la actividad parlamentaria. Lugo, que encabezó la lista
legislativa de la agrupación, resultó electo senador y arrastró el 9,59%
de votos, lo que permitió el ingreso de otros cuatro senadores. La
izquierda conformará así la tercera bancada más importante, desde donde
buscará encabezar una resistencia que se estima compleja. Otros dos
senadores ingresaron por las listas del desprendimiento del Frente
Guasu, el movimiento Avanza País, lo que anima la posibilidad de que
puedan al menos terciar en el debate parlamentario.
Desde Asunción, Jorge Zárate
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Recomposición mafioso-política
El nuevo escenario político y su correlato en las
bandas criminales está dando señales. Trágicas e impunes, hasta el
momento. Las disputas generaron ya víctimas inesperadas. Carlos Manuel
Artaza, periodista que trabajaba para la gobernación de Amambay, en el
nordeste del país, en la frontera con Brasil, fue baleado el 24 de
abril. Falleció al día siguiente, una jornada antes de la conmemoración
del Día del Periodista, el 26 de abril. Artaza fue asesinado en medio de
cruces de intereses y acusaciones entre componentes del hasta ahora
gobernante Partido Liberal Radical Auténtico: el senador Robert Acevedo y
el recientemente electo gobernador y ex diputado, Pedro González. La
justicia avanzó poco y nada para esclarecer este crimen, que sembró el
terror en Pedro Juan Caballero, capital del departamento, donde en 1991
había sido asesinado el periodista Santiago Leguizamón, también víctima
de las mafias.
Otros periodistas, como Aníbal Gómez Caballero, Cándido Figueredo, Emerson Dutra, Leo Veras, recibieron avisos intimidatorios. El habitual accionar de las bandas criminales, que no dudan en mostrar su bestialidad, hace que estas amenazas sean tomadas muy en serio por los comunicadores, que están hoy en la incertidumbre. Se sospechan vínculos de estas bandas delictivas con jefes policiales y fiscales zonales y departamentales. La lucha por espacios de negocios y de poder hace que los grupos delictivos busquen respaldos en las alas partidarias, así como en los organismos de seguridad y en el propio ámbito de la justicia. En este contexto, la divulgación de informaciones, análisis y voces que enfoquen hacia uno y otro grupo ponen en primera línea de riesgo a los periodistas. En un país donde la institucionalidad es recurrentemente atacada tanto por el crimen organizado, que cuenta con padrinos en instancias políticas, partidarias, judiciales, así como por instancias del Ejecutivo, la movilización popular encabezada por las organizaciones sociales es fundamental para tratar de salvaguardar la vida y hacer habitable esta golpeada nación.
Desde Asunción, Vicente Páez, secretario General del Sindicato de Periodistas de Paraguay (SPP)
Otros periodistas, como Aníbal Gómez Caballero, Cándido Figueredo, Emerson Dutra, Leo Veras, recibieron avisos intimidatorios. El habitual accionar de las bandas criminales, que no dudan en mostrar su bestialidad, hace que estas amenazas sean tomadas muy en serio por los comunicadores, que están hoy en la incertidumbre. Se sospechan vínculos de estas bandas delictivas con jefes policiales y fiscales zonales y departamentales. La lucha por espacios de negocios y de poder hace que los grupos delictivos busquen respaldos en las alas partidarias, así como en los organismos de seguridad y en el propio ámbito de la justicia. En este contexto, la divulgación de informaciones, análisis y voces que enfoquen hacia uno y otro grupo ponen en primera línea de riesgo a los periodistas. En un país donde la institucionalidad es recurrentemente atacada tanto por el crimen organizado, que cuenta con padrinos en instancias políticas, partidarias, judiciales, así como por instancias del Ejecutivo, la movilización popular encabezada por las organizaciones sociales es fundamental para tratar de salvaguardar la vida y hacer habitable esta golpeada nación.
Desde Asunción, Vicente Páez, secretario General del Sindicato de Periodistas de Paraguay (SPP)
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