14 de enero de 2014

Capitalismo y drogas: Paraguay productor y eslabón de tránsito

Con diferentes actividades y negocios el narcotráfico cruza de una u otra forma todo el territorio paraguayo. Se expande la frontera del cultivo de marihuana con una producción de 48 mil toneladas anuales, según estimaciones oficiales. Se observa, además, una creciente participación en el negocio de los carteles brasileños. La Secretaría Antidrogas niega la existencia de grandes laboratorios de procesamiento de cocaína, mientras en los primeros 10 meses de 2013, sólo en dos aeropuertos nacionales, agentes de este organismo requisaron 245 kilos de esta sustancia.
Todos los departamentos paraguayos, pero principalmente los fronterizos con Argentina, Bolivia y Brasil, están cruzados por el narcotráfico. La actividad es intensa, con fuerte incidencia en la vida y seguridad de las personas y con una peligrosa presencia en la vida política del país.
El propio presidente Horacio Cartes fue investigado por Estados Unidos en relación al tráfico de drogas y lavado de dinero, actividades con las que se lo sospechaba de estar vinculado, incluso en los reportes filtrados por Wikileaks.
El secretario de la Secretaría Antidrogas (Senad), Luis Rojas, señaló que en el país hay “entre cinco mil a ocho mil hectáreas de superficie de cultivo de marihuana. Esta suposición es meramente producto de la experiencia empírica visual muy subjetiva”. Se estima que de cada hectárea se logra una producción de tres mil kilos, por que lo que sumarían 24 mil toneladas por cada una de las dos cosechas anuales o, dicho de otra manera, 48 mil toneladas por año.
La cifra tal vez sea un poco menor porque la agricultura no es una ciencia matemática, pero Paraguay podría ser el segundo mayor productor de marihuana del mundo, sólo superado por México, y el primero de Suramérica. Rojas comentó que el 80% de la producción se destina a Brasil, aunque Chile y Uruguay son los países de mayor rentabilidad para el tráfico, que se pagan hasta 2 mil dólares por kilo.
Las investigaciones policiales señalan que el eje de la producción se estaría desplazando desde el departamento de Amambay, en la frontera seca con Brasil, hacia el departamento de Caazapa. La capital de Amambay es Pedro Juan Caballero, famosa a nivel mundial por la calidad de la hierba, a tal punto que entre los consumidores conseguir un “Pedro Juan” es motivo de celebración. La tierras de la zona son prodigiosas para el cultivo. Una vez sembrada, una plantación puede tardar de 4 a 7 meses en estar lista para ser cosechada.

Migajas
“Mientras los carteles de narcos brasileños se adueñan del negocio, los campesinos paraguayos reciben migajas por producir la hierba ilegal más consumida del mundo. Su producción emplea unas 20 mil personas en el país”, reveló un informe del periódico digital E´a.
El Secretario de la oficina Antidrogas explicó que el Estado lleva a cabo operaciones en la zona de Ciudad del Este, capital del departamento de Alto Paraná, fronterizo con Brasil, y en los departamentos donde las autoridades aseguran que actúan grupos insurgentes. Hasta octubre pasado el Gobierno incautó unas 350 toneladas de la hierba en distintos operativos, superando las 128 en total del año pasado. Poco si se tiene en cuenta la gran producción.
Son constantes las incautaciones de grandes cargas de marihuana en Brasil y Argentina, e inclusive en Chile se dieron procedimientos en los que se capturó droga producida y enviada desde Paraguay. En general se utilizan avionetas, aunque también camiones y para llevar la droga hacia los países vecinos fueron usados incluso complejos de barcazas que transportan soya.
La Senad dice que en el país no existen grandes laboratorios de procesamiento de cocaína, aunque se entiende que los hay en Amambay y que existirían otros en el interior de la región oriental. Sin embargo, en los primeros 10 meses de 2013, sólo en dos aeropuertos agentes de este organismo antidrogas requisaron 245 kilos de cocaína.
Paraguay aparece en los reportes policiales como una base de reabastecimiento de narcotraficantes que parten de Bolivia o que vienen volando desde Perú o Colombia. Aquí cargan combustible y siguen viaje hacia sus principales mercados ubicados en las grandes ciudades de Argentina y Brasil.
La ausencia de radares que detecten vuelos irregulares facilita esta situación. Las pistas clandestinas se multiplican en el territorio de la región Occidental o Chaco paraguayo, donde grandes latifundios ganaderos esconden también este tipo de actividad.
Parte del problema también lo es la modalidad de enviar mulas, personas que ingieren cápsulas con la droga, que se embarcan en el Aeropuerto Internacional de Asunción con destino a Europa o a Estados Unidos. En Europa un kilo de cocaína puede superar los 100 mil dólares, cifra parecida a la que se consigue en Estados Unidos.

Guerrillas
Los cálculos de la Senad estiman que 10 fusiles de asalto o 100 granadas de mano se pueden comprar con la venta de lo producido en una hectárea de marihuana lo que establece una relación del poder de fuego con el que los narcotraficantes se desempeñan, muy superior al de la policía.
En los últimos años se consolidó un eje entre Concepción, capital del departamento del mismo nombre, y Pedro Juan Caballero, donde se asienta el fenómeno de los narco soyeros o narco ganaderos, delincuentes que encubren sus actividades con la fachada que les permiten los grandes latifundios.
Según las autoridades, en ese eje también operan comandos guerrilleros, a los que muchas veces se atribuyen acciones que parecerían ser más obra de los capos narcos. El Gobierno admite esta posibilidad y vagamente señala “vínculos” de estas organizaciones con el narcotráfico, que pagaría servicios con armas.
A pesar de tener montado un operativo conjunto entre militares y policías para combatir a la guerrilla, estas fuerzas poco hicieron por enfrentar el fenómeno del narcotráfico que infiltra la vida y la política del norte paraguayo.

Espinas
El pasado 29 de julio fue detenido en Uruguay un ciudadano paraguayo sospechado de ser cómplice en el tráfico de 480 kilos de marihuana. Se trata de Juan Domingo Viveros Cartes, primo del padre del presidente Horacio Cartes. Alias “Papacho” es un veterano y experimentado piloto que ya estuvo detenido en Brasil por la misma causa.
El hombre piloteaba una avioneta Cessna 210, de matrícula paraguaya, que ingresó al espacio aéreo uruguayo de manera irregular y fue obligado a aterrizar por la Fuerza Aérea de ese país. Una vez preso, se identificó como Juan Walberto Gómez y declaró que se había extraviado durante un vuelo de prueba. La “versión no es verosímil”, consideró la jueza Mirtha Bobadilla, quien sostuvo que “se logró determinar que la aeronave tripulada por Viveros Cartes había trasladado desde Paraguay 480 kilos de marihuana”.
Diez personas fueron procesadas en el marco de la causa por el delito de tráfico de drogas. Viveros Cartes, de 66 años, había sido detenido en 2001 en Brasil y condenado a 17 años de cárcel por narcotráfico. Pasó seis años en prisión en ese país hasta que regresó a Asunción para cumplir la condena. En Paraguay tiene una orden de captura.

Complicidades
El general Ramón Rosa Rodríguez fue asesinado en un barrio céntrico de Asunción en 1994. Había denunciado que las principales acciones del narcotráfico en Paraguay durante su mandato al frente de la Secretaría Antidrogas fueron hechas a través de operaciones encubiertas, con la participación de la agencia antidrogas estadounidense (DEA) y los propios agentes de su repartición. Un reporte del periodista brasileño Jayme Brener señala que “todo comenzó con el pedido del agente del Senad Miguel Ángel Berni, para que el general permitiera la operación” y cita textual la declaración de Rosa Rodríguez en su informe: “Una gran parte de las drogas terminó en los mercados de consumo y no se han obtenido resultados eficientes contra los narcotraficantes. A pesar de mi negativa, la Operación Madregón fue realizada”.
La entrega involucró 756 kilos de cocaína suministrada por el brasileño Antonio Motta Graça, alias “el Curica”, quien tenía entonces un papel destacado en los carteles colombianos y que fue detenido en Brasil en 1997. Otros participantes de la operación eran el brasileño Clovis Catafesta Armiliato y el paraguayo Viveros Cartes, detenido en julio en Uruguay, tío del presidente Horario Cartes.
El mismo informe periodístico señala que Viveros Cartes era un ex traficante que trabajaba para los cárteles colombianos y hasta el momento de su detención colaboraba con la DEA. Cuando el avión con la cocaína llegó a la pista de Madrejón, en el Chaco paraguayo, se encontraban allí los agentes Miguel Angel Berni y Sergio Benítez (de la Senad) y el representante de la oficina regional de la DEA en Asunción, Robert Ridler.
El periodista concluye su investigación señalando que “nadie fue detenido en la operación bajo la disculpa de que se intentaba infiltrar a los carteles de la droga”. (Desde Asunción, Jorge Zárate).

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