Los integrantes del taller de música y luthería del Penal de Emboscada encontraron una ventana hacia la superación. Fotos de Alejandro Fretes, publicado en La Nación |
Cada
vez más gente se quiere sumar también a los talleres de lutheria,
para construir instrumentos, en un aprendizaje que ayuda a entender
que es posible la reinserción social.
“La música hacía que
los barrotes se doblaran”, dice exagerando Jordán Aguilar, hoy ya
en libertad, pero que gracias al Taller de Música de Sonidos de la
Tierra, descubrió un camino que sueña “se pueda replicar en todas
las penitenciarías del país”.
El proyecto impulsado por
Luis Szarán, provocó importantes beneficios para las vidas de los
internos que participan del mismo en el Penal de Emboscada y en la
Cárcel del Buen Pastor.
Para Nelson Barrios
significó un cambio en su vida. “Para mí fue encontrarme con la
música que es algo que me gustó siempre pero que nunca pude
desarrollar, también me ayudó a despejar la mente, a poder sentir
positivo y ahora que gracias a Dios estoy en libertad quiero llevar
el taller a Carmelo Peralta para enseñarles a los chicos”, cuenta
después de tocar en el escenario “Iñapytimby”, un tema de su
autoría.
Los muchachos siguen
cumpliendo con la actuación, con un programa en el que se ejecutaron
“Tu decisión” de Jorge Glits, “Sueños de libertad” de
Jordan Aguilar, “El crack” de Manuel Ojeda, además de una
selección de polcas y baladas ejecutadas con un ensamble de
guitarras y voces.
El maestro Luis Szarán
está satisfecho con los logros del programa. “Se lo pudo hacer,
estoy muy contento porque el Ministerio de Justicia lo apoya, está
pendiente de lo que se necesita. También quiero agradecer a Lucha
Abatte de Tierranuestra por ocuparse de todos los detalles”,
comentó.
El arte en las prisiones
es un oasis, lo sabe cualquiera que haya asistido a expresiones, en
estos marcos. Aún para los que no tienen buena conducta y miran
detrás de los barrotes, apiñados en las pequeñas ventanas que dan
al patio. La mayoría de los 982 presos de Emboscada tienen entre 18
y 35 años, y a su vez, el grupo etáreo más grande es el que tiene
entre 25 y 35, gente joven que puede volver a empezar.
“Sería bueno que el
Poder Judicial les preste más atención, sólo 133 de todos tienen
condena”, pide el director de la cárcel, Christian González.
También cuenta que se necesitan colchones y que la situación de la
alimentación es satisfactoria.
Habla ahora Victor
Samudio, que aprendió a hacer guitarras, que está hace un año
preso y que reza “todos los días para poder salir y enseñar a la
gente que se puede tener un oficio”. Cada vez más se suman a los
talleres de lutheria, para construir instrumentos, en un aprendizaje
que ayuda a entender que es posible la reinserción social.
“Llegar a todas las
cárceles”
Hacer guitarras, un oficio que puede ayudar a los internos una vez que cumplen sus condenas. |
“Tenes mucho tiempo, así
que es fundamental una actividad como esta en un lugar así”,
cuenta Jordán Aguilar. “Caí porque me agarraron con 200 gramos de
marihuana. Estuve 8 meses y desde hace 8 meses que estoy libre”,
cuenta el músico que es también asistente de escenario y que
trabajó con importantes grupos de la escena nacional como Paiko y
Kachiporros. “Esta viola me la vendió el guitarrista de los
Paiko”, cuenta mostrando una acústica americana. “La verdad que
fue dificil al principio porque también hay mucha porquería en una
prisión, es impresionante la envidia que hay, había gente que
apostaba al fracaso de este taller, pero por suerte hoy veo a algunos
que nos tiraban mala onda participando”, cuenta. “Eramos 11
locos, ahora son más de 25, es un éxito, y cada vez que puedo vengo
a ayudar a dar una mano, me encantaría que se pudiera llevar el
programa a todas las prisiones del país”, contó.
“Ya va a amanecer”
“Me acuerdo de infancia
en Yuty, Caazapá, la pasamos duro, éramos 8 hermanos y muchas veces
nos pasábamos más de una semana a mandioca y choclo”, contó Luis
Szarán en un emotivo recordatorio de un lema que lo guío toda la
vida, de una máxima que les sembrara su madre. “Ya va a amanecer,
nos decía, ya vendría un día nuevo, un tiempo mejor, me parece que
la música los puede ayudar a hacer pasar el tiempo, a elevar el
espíritu, a estar mejor”, expuso. Contó: “Tengo amigos
millonarios que cayeron en depresiones profundas en las que no los
ayudan el dinero, ni los autos 0 kilómetros”. Destacó que en el
grupo de internos de Emboscada “hay muchos creadores, poetas,
compositores, que tienen que seguir empeñándose y estudiando, pero
la gente queda sorprendida cuando les hacemos escuchar lo que
grabámos y cuando salga el CD seguro que van a ser famosos y van a
salir en la televisión, la radio y los diarios”, señaló.
Jorge Zárate
Dignificación
El proyecto “Música en
Penitenciarías para la Reinserción Social” desde el año 2014
lleva la educación musical, el estudio de instrumentos y la práctica
de coro a las cárceles de Emboscada y Buen Pastor “propiciando el
desarrollo humano para la transformación social. Se busca a través
del arte, generar un espacio de dignificación y valoración personal
de los internos hacia la reinserción”, explicó el Ministerio de
Justicia (MJ). Agregó que “los valores que lleva asociados como
disciplina la música, el redescubrimiento de la belleza interior, el
desarrollo de la capacidad de meditar, el contacto con las otras
personas, con metas comunes, entre otros ayudan al crecimiento
personal como se ha podido comprobar en otros proyectos desarrollados
por Sonidos de la Tierra y Tierranuestra en todo el territorio
nacional”, se apuntó.
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