24 de diciembre de 2015

“Ñande pesebre”, imagen y palabra de un pueblo escondido

Hay un especial apego en el país por la imagen del pesebre como puede verse en la artesanía, en el esmero que se pone en el armado de esa escena popular en las casas, en los innumerables pesebres vivientes que se representan en cada barrio, cada parroquia.
Detrás está la historia, un relato fascinante, ejemplar, José y María buscando un sitio donde poder dar a luz en medio de persecuciones y apremios.
Adjudicada a los antiguos cristianos, la primera representación del acto la hizo en la Nochebuena de 1223, el mismísimo San Francisco de Asís, en una cueva próxima a la ermita de Greccio en Italia.
Los franciscanos usaron el pesebre en su evangelización en América y fue allí que comenzaron a incorporar los frutos de la tierra nuestra, fecunda y vital, y a darse las representaciones con indígenas y criollos, llegando hasta nuestros días.
Desde este punto de partida Moncho Azuaga y el colectivo de actores se plantea traer la escena a la actualidad del Paraguay con un resultado sorprendente.
Imaginen la historia en un asentamiento campesino, el amor entre el carpintero y la lavandera, con las dificultades que todo tiene hoy desde lo económico para esa mayoría que suelen esconder los medios patronales de comunicación.
Lo hacen al aire libre, en el Parque Carlos Antonio López de Asunción, con entrada libre y gratuita, una apuesta maravillosa con más de 30 artistas en escena entre actores, músicos, raperos y bailarines.
Se destacan los protagónicos de Ana Benítez, que compone una María joven y entrañable, y el de Charlie Mazzacote, que es un José obrero, campesino, preocupado y sin tierra.
La obra tiene una puesta itinerante, es decir, los espectadores acompañan a los actores en un trayecto por diferentes escenarios montados en el Parque en una experiencia gratificante e inclusiva, aunque presenta en ocasiones problemas para escuchar algunos parlamentos.
Los paralelos planteados funcionan perfectamente cuando Herodes aparece como el gobernador narcotraficante de un departamento, preocupado en reprimir la protesta social.
La música en vivo, el fuego, la pirotecnia, se suman a un vestuario de gran expresión de Rolando Rassmusen.
Los reyes no son tales, sino dirigentes campesinos y sindicales que vienen buscando a ese mesías especial. María y José no tienen tierra, no tienen trabajo, y consiguen una partera chaê en un asentamiento después de pasar por mil peripecias.
Con un final aleccionador, “Ñande Pesebre” inicia criticando el consumismo de las fiestas navideñas y es narrado por un Jesús en silla de ruedas que no murió en la cruz.
Una historia bien contada, por un elenco que probó la eficacia de su apuesta y que termina cerrando un año muy especial con cuatro obras representadas desde la perspectiva social. Una técnica en la que la realidad se filtra en la ficción y esta última opera como una herramienta de poderosa reflexión.
Ojalá haya nuevas funciones en estos días.
Jorge Zárate

Año teatral
Vale recordar que este elenco ya protagonizó “Y descendió a los infiernos”, que abordó el golpe de estado de 1989 y “Las tentaciones de Cristo”, una lectura sobre el Vía Crucis, en febrero y marzo de este año, respectivamente. También en agosto pasado llevaron a escena en el Puerto de Asunción, la obra “El Burdel de Ña Candé”, que vivió incluso un episodio de censura.
Ficha técnica
Ñande Pesebre
Dramaturgia y Dirección: Moncho Azuaga
Asistente de Dirección: Laura Marín
Visualización y Vestuario: Rolando Rassmusen
Sonosplastia: Rodrigo Sosa
Realización: Carlos Cáceres
María: Ana Benítez
José: Charlie Mazzacote
Con más de 30 artistas en escena entre actores, músicos, bailarines y patinadores
Lugar: Parque Carlos Antonio López.
Organización: Comuna Cultural Comunitaria 15 de junio, Che Burrito, Ava Payé, el Colectivo Cultural Comunitario Carlos Antonio López.

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