Vienen de nuevo, como desde hace 23 años a pedir lo mismo de siempre, Reforma Agraria.
Para qué, si pareciera que a nadie le importa en la ciudad.
“Ya no se le da más bola, es increíble y cada vez están peor”, dice Carlos el taxista.
“Caos Vehicular”, titularán los diarios y hablarán de los problemas que tuvo una vieja gorda para estacionar la camioneta “agobiada” por cuidacoches y limpiavidrios.
Nadie tiene los cinco segundos necesarios para unir con flechas que la expulsión de los campesinos, se calcula que son 80 mil por año, alimentan esa realidad.
Esto es el sálvese quien pueda urbano, una porquería alimentada por los espantosos, concentrados, patronales, medios comunicación que supimos conseguir.
Por qué tanta indiferencia, se pregunta cualquiera que ve el fenómeno desde lejos.
Porque las adhesiones de las organizaciones urbanas pueden contarse por decenas, hasta quizá superen el centenar, pero no es que le sumen mayor gente a la movilización de al menos 10 mil personas que espera generar la Federación Nacional Campesina (FNC) y su serie de satélites partidarios y gremiales este jueves.
Algo pasa en la ciudad.
Pasa la cobardía social, básicamente, siempre entendiendo que esta tiene un sentido de protección.
La gente se resguarda porque la barbarie en la ciudad no llega a la crueldad que tiene en el campo, pero tiene sus bemoles.
Paraguay es feudal en el campo y en la ciudad.
En el campo la policía protege a los latifundistas, irrumpe en los asentamientos a palo y bala de goma, quema las casillas, destruye todo para que haya más tierra para sembrar la soja.
Los campesinos se repliegan, o huyen a la ciudad.
En la ciudad se echa de un plumazo a todos los trabajadores que osen formar un sindicato.
Lo hizo un diputado, Celso Maldonado del Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA) concesionario de la línea 40 sin que uno de sus correligionarios le diga nada.
El tipo conserva la banca.
Los parlamentarios de centroizquierda algo balbucearon.
La historia de los colectiveros crucificados recorrió el mundo, quizá por eso algún pasito se avanzó en el Ministerio de Trabajo, que está a cargo de un economista que hace de abogado del patrón, el inefable Guillermo Sosa.
Algo parecido le pasó a los muchachos de Agua Seltz.
Se acuerdan
Alguien se acuerda
Es necesaria una reorganización sindical que se imagina se producirá en los tiempos que marca este proceso tan patronal que vive el país.
Si no se comprende este punto, jamás se entenderá cómo se deja casi en soledad un reclamo tan profundo.
No es tan dificil imaginar una Central Obrera que les pueda dar techo, comida, alojamiento decente a los hermanos de tierra adentro que ahora acampan de manera precaria en el Seminario Metropolitano.
El pueblo sabe profundamente que el latifundio, la tierra mal habida, es la base de la acumulación principal de la oligarquía espantosa que gobierna el Paraguay desde que acabara la Guerra de la Triple Alianza, la raíz podrida de la injusticia de más de un siglo que se sufre a diario.
Cuando durante el gobierno de Fernando Lugo, apenas se pudo cuestionar esa situación, montaron la Masacre de Curuguaty.
Hay un juicio espurio en marcha.
Se acuerdan
Alguien se acuerda.
Si campesinos, obreros y estudiantes no confluyen en un espacio de contestación al modelo en marcha, todo seguirá igual, peor quizá.
Están a minutos de conformar una nueva Corte Suprema de Justicia (CSJ) y habilitar la posibilidad de la reelección al presidente Horacio Cartes.
Con plata prestada, con la emisión desenfrenada de bonos, con el guiño del Fondo Monetario Internacional (FMI), se juegan a que haya suficiente para torcer todas las voluntades.
Deberían comprenderlo los estudiantes, ahora que el “UNA no te calles” apenas tiene el eco de la gesta que promoviera.
La Marcha Campesina se institucionalizó, es como un evento del calendario nacional, imaginen que se llama “XXIII Marcha del Campesinado Pobre“.
Tiene mucho más de buena de lo que los propios organizadores se imaginan.
Sería bueno verlo como una misa pagana que necesita más fieles.
Ojalá suceda, por el bien de todos.
“Ya no se le da más bola, es increíble y cada vez están peor”, dice Carlos el taxista.
“Caos Vehicular”, titularán los diarios y hablarán de los problemas que tuvo una vieja gorda para estacionar la camioneta “agobiada” por cuidacoches y limpiavidrios.
Nadie tiene los cinco segundos necesarios para unir con flechas que la expulsión de los campesinos, se calcula que son 80 mil por año, alimentan esa realidad.
Esto es el sálvese quien pueda urbano, una porquería alimentada por los espantosos, concentrados, patronales, medios comunicación que supimos conseguir.
Por qué tanta indiferencia, se pregunta cualquiera que ve el fenómeno desde lejos.
Porque las adhesiones de las organizaciones urbanas pueden contarse por decenas, hasta quizá superen el centenar, pero no es que le sumen mayor gente a la movilización de al menos 10 mil personas que espera generar la Federación Nacional Campesina (FNC) y su serie de satélites partidarios y gremiales este jueves.
Algo pasa en la ciudad.
Pasa la cobardía social, básicamente, siempre entendiendo que esta tiene un sentido de protección.
La gente se resguarda porque la barbarie en la ciudad no llega a la crueldad que tiene en el campo, pero tiene sus bemoles.
Paraguay es feudal en el campo y en la ciudad.
En el campo la policía protege a los latifundistas, irrumpe en los asentamientos a palo y bala de goma, quema las casillas, destruye todo para que haya más tierra para sembrar la soja.
Los campesinos se repliegan, o huyen a la ciudad.
En la ciudad se echa de un plumazo a todos los trabajadores que osen formar un sindicato.
Lo hizo un diputado, Celso Maldonado del Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA) concesionario de la línea 40 sin que uno de sus correligionarios le diga nada.
El tipo conserva la banca.
Los parlamentarios de centroizquierda algo balbucearon.
La historia de los colectiveros crucificados recorrió el mundo, quizá por eso algún pasito se avanzó en el Ministerio de Trabajo, que está a cargo de un economista que hace de abogado del patrón, el inefable Guillermo Sosa.
Algo parecido le pasó a los muchachos de Agua Seltz.
Se acuerdan
Alguien se acuerda
Es necesaria una reorganización sindical que se imagina se producirá en los tiempos que marca este proceso tan patronal que vive el país.
Si no se comprende este punto, jamás se entenderá cómo se deja casi en soledad un reclamo tan profundo.
No es tan dificil imaginar una Central Obrera que les pueda dar techo, comida, alojamiento decente a los hermanos de tierra adentro que ahora acampan de manera precaria en el Seminario Metropolitano.
El pueblo sabe profundamente que el latifundio, la tierra mal habida, es la base de la acumulación principal de la oligarquía espantosa que gobierna el Paraguay desde que acabara la Guerra de la Triple Alianza, la raíz podrida de la injusticia de más de un siglo que se sufre a diario.
Cuando durante el gobierno de Fernando Lugo, apenas se pudo cuestionar esa situación, montaron la Masacre de Curuguaty.
Hay un juicio espurio en marcha.
Se acuerdan
Alguien se acuerda.
Si campesinos, obreros y estudiantes no confluyen en un espacio de contestación al modelo en marcha, todo seguirá igual, peor quizá.
Están a minutos de conformar una nueva Corte Suprema de Justicia (CSJ) y habilitar la posibilidad de la reelección al presidente Horacio Cartes.
Con plata prestada, con la emisión desenfrenada de bonos, con el guiño del Fondo Monetario Internacional (FMI), se juegan a que haya suficiente para torcer todas las voluntades.
Deberían comprenderlo los estudiantes, ahora que el “UNA no te calles” apenas tiene el eco de la gesta que promoviera.
La Marcha Campesina se institucionalizó, es como un evento del calendario nacional, imaginen que se llama “XXIII Marcha del Campesinado Pobre“.
Tiene mucho más de buena de lo que los propios organizadores se imaginan.
Sería bueno verlo como una misa pagana que necesita más fieles.
Ojalá suceda, por el bien de todos.
Jorge Zárate
Fotos Gentileza de la Federación Nacional Campesina (FNC)
Fotos Gentileza de la Federación Nacional Campesina (FNC)
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