Conflictos ambientales en Suramérica
Ganaderos y soyeros arrasan con los bosques en ambas regiones del país.
La deforestación es la principal causa
del impacto ambiental verificable en Paraguay. Según la ONU, por año son
arrasadas más de 300 mil hectáreas de bosques para destinar esas
tierras a la sobreexplotación ganadera, la expansión de la frontera
agrícola (soya), el tráfico de madera y el cultivo de marihuana.
La eliminación de bosques generada por la ganadería arrasó con grandes extensiones en las última dos décadas. La región oriental perdió casi el 85% de su superficie boscosa. En algunos casos alcanzó unas 35 hectáreas por hora. Hay una razón excluyente: las exportaciones de carne pasaron de 27 mil a 211 mil toneladas en 15 años (aunque parte de esa carne es de origen argentino, hubo un aumento exponencial). Tras deforestar gran parte de la región oriental el eje de la actividad se mudó al Chaco donde genera daños irreversibles como deforestación alarmante, desertización y salinización de los suelos. “Esta acción promete dejarnos sin bosques en 10 años”, advirtió el agrónomo Miguel Lovera.
Lovera, titular del Servicio de Sanidad Vegetal (Senave) durante el gobierno de Fernando Lugo, alertó que el avance de la deforestación también amenaza los bienes culturales y hábitat de pueblos indígenas, entre ellos uno que vive en aislamiento voluntario desde hace más de 2.500 años. En un artículo para la ONG Base de Investigaciones Sociales (Base IS) el técnico afirmó que “con ese impetuoso aumento se han incrementado también los impactos negativos de la actividad.”
El río Paraguay delimita dos grandes regiones geográficas en este país: el Chaco paraguayo hacia el occidente y la denominada Región Oriental, que es parte del Bosque Atlántico del Alto Paraná, que los últimos 10 años ha perdido casi un 85% de su extensión. De las nueve millones de hectáreas de su superficie original hoy sólo se conservan 1,3 millones, según datos del Fondo Mundial para la Vida Salvaje (WWF, su sigla en inglés), que califica tanto al Bosque Atlántico como al Gran Chaco como ecosistemas de importancia mundial para la mitigación de los efectos del cambio climático. El Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Penales y Sociales (Inecip) recordó que la llamada Ley de Deforestación Cero, sancionada hace 11 años, “sigue siendo letra muerta”.
La eliminación de bosques generada por la ganadería arrasó con grandes extensiones en las última dos décadas. La región oriental perdió casi el 85% de su superficie boscosa. En algunos casos alcanzó unas 35 hectáreas por hora. Hay una razón excluyente: las exportaciones de carne pasaron de 27 mil a 211 mil toneladas en 15 años (aunque parte de esa carne es de origen argentino, hubo un aumento exponencial). Tras deforestar gran parte de la región oriental el eje de la actividad se mudó al Chaco donde genera daños irreversibles como deforestación alarmante, desertización y salinización de los suelos. “Esta acción promete dejarnos sin bosques en 10 años”, advirtió el agrónomo Miguel Lovera.
Lovera, titular del Servicio de Sanidad Vegetal (Senave) durante el gobierno de Fernando Lugo, alertó que el avance de la deforestación también amenaza los bienes culturales y hábitat de pueblos indígenas, entre ellos uno que vive en aislamiento voluntario desde hace más de 2.500 años. En un artículo para la ONG Base de Investigaciones Sociales (Base IS) el técnico afirmó que “con ese impetuoso aumento se han incrementado también los impactos negativos de la actividad.”
El río Paraguay delimita dos grandes regiones geográficas en este país: el Chaco paraguayo hacia el occidente y la denominada Región Oriental, que es parte del Bosque Atlántico del Alto Paraná, que los últimos 10 años ha perdido casi un 85% de su extensión. De las nueve millones de hectáreas de su superficie original hoy sólo se conservan 1,3 millones, según datos del Fondo Mundial para la Vida Salvaje (WWF, su sigla en inglés), que califica tanto al Bosque Atlántico como al Gran Chaco como ecosistemas de importancia mundial para la mitigación de los efectos del cambio climático. El Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Penales y Sociales (Inecip) recordó que la llamada Ley de Deforestación Cero, sancionada hace 11 años, “sigue siendo letra muerta”.
Parámetros
La actual tasa de deforestación sitúa a Paraguay como el sexto país del mundo con mayor reducción de bosques, con la pérdida de unas 325 mil hectáreas anuales, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en las dos regiones, la occidental (Chaco) y la oriental.
El país todavía conserva 18 millones de hectáreas de superficie boscosa, de las cuales unas seis millones son áreas naturales protegidas, mientras que las 12 millones restantes pertenecen a propietarios privados, en su gran mayoría productores agrícolas y ganaderos. De las 40 millones de hectáreas de territorio, la agricultura ocupa solamente 3,4 millones de hectáreas. Pero de ese total, el 88% (3 millones hectáreas) es para la soya.
Otra zona vulnerable es la región del río Pilcomayo, en la frontera con Argentina. El cauce de este río de montaña en su naciente en Bolivia y luego de llanura quedó convertido en un lodazal casi sin agua en un tramo de más de 200 kilómetros desde la triple frontera con Argentina y Bolivia, hacia el sur.
La falta de obras de canalización por parte de la Comisión Nacional del Pilcomayo provocó una mortandad importante de yacarés (caimanes), carpinchos y peces en general. El desastre ecológico pudo haberse previsto teniendo en cuenta las previsiones meteorológicas que avisaron de que se estaba ante la peor sequía del Pilcomayo de los últimos 19 años.
Un video tomado en junio pasado por un productor agropecuario de la zona indignó a la ciudadanía, que comenzó a pedir explicaciones sobre la situación. Organizaciones y voluntarios se movilizaron hasta la zona en camionetas para ayudar a cargar los yacarés y depositarlos en aguadas y tajamares cercanos. El Ministerio de Obras Públicas denunció ante la Fiscalía que se pagaron 4,2 millones de dólares en obras que no se habrían ejecutado. Se estima que casi la mitad de los 10 millones de dólares que recibió la Comisión Nacional del Río Pilcomayo durante la gestión del presidente Horacio Cartes no se tradujo en obras.
La actual tasa de deforestación sitúa a Paraguay como el sexto país del mundo con mayor reducción de bosques, con la pérdida de unas 325 mil hectáreas anuales, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en las dos regiones, la occidental (Chaco) y la oriental.
El país todavía conserva 18 millones de hectáreas de superficie boscosa, de las cuales unas seis millones son áreas naturales protegidas, mientras que las 12 millones restantes pertenecen a propietarios privados, en su gran mayoría productores agrícolas y ganaderos. De las 40 millones de hectáreas de territorio, la agricultura ocupa solamente 3,4 millones de hectáreas. Pero de ese total, el 88% (3 millones hectáreas) es para la soya.
Otra zona vulnerable es la región del río Pilcomayo, en la frontera con Argentina. El cauce de este río de montaña en su naciente en Bolivia y luego de llanura quedó convertido en un lodazal casi sin agua en un tramo de más de 200 kilómetros desde la triple frontera con Argentina y Bolivia, hacia el sur.
La falta de obras de canalización por parte de la Comisión Nacional del Pilcomayo provocó una mortandad importante de yacarés (caimanes), carpinchos y peces en general. El desastre ecológico pudo haberse previsto teniendo en cuenta las previsiones meteorológicas que avisaron de que se estaba ante la peor sequía del Pilcomayo de los últimos 19 años.
Un video tomado en junio pasado por un productor agropecuario de la zona indignó a la ciudadanía, que comenzó a pedir explicaciones sobre la situación. Organizaciones y voluntarios se movilizaron hasta la zona en camionetas para ayudar a cargar los yacarés y depositarlos en aguadas y tajamares cercanos. El Ministerio de Obras Públicas denunció ante la Fiscalía que se pagaron 4,2 millones de dólares en obras que no se habrían ejecutado. Se estima que casi la mitad de los 10 millones de dólares que recibió la Comisión Nacional del Río Pilcomayo durante la gestión del presidente Horacio Cartes no se tradujo en obras.
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