“Haien et nachaqat”, escribe Vanessa Núñez y sonríe tímida. Después cruza unas palabras en el maravilloso idioma de los Qom con Johny y Josué, buscando la aprobación final. “Nosotros creamos el juego”, se traduce, en ese otro ejercicio lúdico e intenso de hablar qom, guaraní y castellano al mismo tiempo que ocurre todos los días en el Centro Educativo de la comunidad San Francisco, aquí en este bello lugar del Chaco.
Ella tiene 12 y
los chicos tienen 11 y 12 y junto a Teodora Ramírez de 10, crearon
el “Toba Qom Play” con el que ganaron su categoría en el 1er
Intercolegial de Videojuegos “Juguemos Creando” que organizó el
Ministerio de Educación (MEC).
“Desde
que comenzamos con la sala de computación los chicos se
entusiasmaron mucho con la posibilidad de operar las máquinas e
ingresar en el mundo del Internet, hoy ya hacen sus propias búsquedas
e investigaciones”, contó la hermana Adela Velázquez, misionera
en este centro modelo que se sostiene gracias a la Fundación Padre
Domingo Masi.
Johny Benítez, Vanessa Núñez y Josué Caballero, sus compañeritos |
Los chicos
recibieron una capacitación de parte de alumnos del Colegio Santa
Teresita que les ayudaron a comprender y utilizar la herramienta para
programar el juego. En el mismo, a la manera del antiguo Mario Bros,
un indígena va saltando entre obstáculos, abriendo ventanas en las
que aparecen fotos de la comunidad, de la naturaleza, de la fauna,
permitiéndoles explicar su entorno a la vez que van jugando.
“Estamos preparando el segundo nivel”, dice entusiasmado Josué
Caballero, el más locuaz del equipo, mientras los chicos del tercer
grado dan sus primeros pasos en la computadora. La mayoría de los
122 chicos que estudian desde preescolar hasta el 6o grado son Qom,
pero también hay una minoría de otras etnias e inclusive algunos
criollos.
Josué mostrando el "Toba Qom Play" |
Johny Benítez,
dice que la nueva pantalla que preparan permitirá conocer los
paisajes y los peces y las aves del río Paraguay y de los ríos
afluentes tan ricos y necesarios en el desarrollo de su cultura
ancestral.
“Ellos
hablan en general su idioma, a medida que avanzan en los grados
también el guaraní y más lentamente se el proceso de aprendizaje
del castellano”, cuenta la profesora Cristina Arce que destaca la
voluntad de aprender y entusiasmo de los pequeños.
Allí se los ve,
escuchando muy curiosos en Youtube a los argentinos Tonolec, cantando
“Mi caballito (So cayolec) en la lengua madre, en esa en la que
ellos son Qom, el ser humano.
Una escuela modelo
La
apertura a la escuela y a la informática representan un cambio de
horizontes para una comunidad donde las familias numerosas son
mayoría y el trabajo escasea. Los hombres ganan el pan en
carbonerías, en changas de albañilería, y en general hacen poca
agricultura porque las sequías del Chaco son bravas y los precios de
las hortalizas no animan a una actividad más sostenida. Sofía,
Juliana y Margarita, se llaman las mamás que trabajan de cocineras
para el comedor comunitario del barrio que funciona en el colegio.
Dan de comer a los niños y a los ancianos del barrio San Francisco.
Sofía,
Juliana y Margarita dan forma al bori bori que
preparan para el almuerzo.
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Sofía Coronel
cuenta que también hacen artesanías “pero últimamente no estamos
consiguiendo las totoras que son nuestro material”. En eso viene
José, uno de sus 6 hijos y pregunta: “¿Conca a´henah?” y se
retira contento cuando ve el bori borí en marcha.
La mujer pide por
una mejor iluminación y que se mejoren al menos los caminos de
acceso a San Francisco. “Nuestro camino es muy feo y no tenemos luz
y se vienen los patoteros de otros lugares”, dice preocupada.
También reclaman
por becas universitarias para los hijos de la comunidad. “Mi hijo
terminó el bachillerato y quiere estudiar ingeniería pero nosotros
no podemos sostenerlo, necesitamos becas, que los alienten a los
chicos a seguir estudiando”, pide.
En el frente del
predio se erige la flamante capilla que será inaugurada el próximo
24 de septiembre. “Si Dios quiere va a estar Monseñor Edmundo
Valenzuela”, dice y se persigna la hermana Adela Velázquez. El
coro ensaya el universal aleluyah de la mano del profesor de música,
también de la comunidad. “Los chicos también estudian su idioma”,
cuenta Adela, aunque reconoce que penosamente no se tienen libros de
texto impresos en Qom, una deuda que estima se conseguirá saldar
prontamente.
Los chicos
también estudian música, corte y confección y tienen una huerta.
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Oportunidad
El pasado 29 de
agosto, se llevó a cabo el 1er Concurso Intercolegial de Desarrollo
de Videojuegos “Juguemos creando”, en coincidencia con el Día
Internacional del Videojuego. “El objetivo del concurso es promover
la habilidad y capacidad de desarrollar software educativo mediante
el uso de herramientas de programación y diseño de videojuegos, y
que, a su vez, estos contenidos creados difundan el turismo interno
del distrito o departamento donde vive o estudia el alumno”,
indicaron los responsables de la actividad. La Dirección de Ciencia
e Innovación Educativa, la Secretaría de Turismo (SENATUR) y el
Centro Educativo Los Laureles (CEL) aportaron la logística para el
evento. Unos 187 proyectos fueron presentados de las diferentes
categorías posibles, superando ampliamente las expectativas. “Esto
es lo fundamental y es el camino, yo les animo a seguir trabajando,
ya que estos chicos seguro van a optar por las carreras tanto
tecnológicas como científicas que vienen desarrollándose en el
Universidades, y por qué no, podamos convertirnos así en poco
tiempo, de aquí a 10 o 15 años, en un país que tenga una cultura
de patentes de tecnologías como Israel”, dijo en el evento el
viceministro José Arce.
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