Sebastián Bruno presentó una obra sólida sobre la migración paraguaya en Argentina |
Principalmente en la construcción y el servicio doméstico, configurando una “plusvalía étnica”
“Migración paraguaya
hacia Argentina. Historia, demografía, acceso al mercado de trabajo y
trayectorias territoriales”, se llama el libro del sociólogo Sebastián Bruno
que se presentó en la semana en la Sociedad Científica del Paraguay.
Se trata de una investigación de 13 años sobre los aspectos
principales de la colectividad extranjera más numerosa en Argentina que se
debía un estudio de esta rigurosidad.
En él se deja en claro que la colectividad no llega al
millón de personas como popularmente se reproduce. También queda claro que las
grandes ciudades son las que dan su mayor aporte a la migración: Asunción, las
ciudades de central, Villarrica y Encarnación, van liderando los registros.
También que el número de paraguayos en Argentina representa
un “goteo” o migración permanente que fue ininterrumpida desde mediados del
siglo XX.
Bruno, que es doctor en Ciencias Sociales por la Universidad
de Buenos Aires y está radicado en Asunción y conversó con Nación Media:
¿Cuántos paraguayos viven en Argentina? las cifras siempre han sido objeto de controversias
-Según el censo argentino de 2010, que contabilizó a más de
550 mil personas nacidas en Paraguay; que, en sentido estricto, son quienes
conforman la población migrante. Si lo vemos en perspectiva, es una magnitud
muy importante. Equivale a toda la población de Asunción y un 10% más. También
podemos decir que equivale al 8,8% de la población que tenía Paraguay en ese
año.
Más allá del dato puntual, es importante destacar que desde
1947 los migrantes paraguayos en Argentina equivalen a un rango entre el 6 y el
9% de la población de Paraguay en cada medición censal. Eso nos habla de una
constancia de la emigración.
El 18 de mayo pasado se hizo el censo en Argentina, así que en
breve tendremos una panorámica actualizada.
- ¿Cómo sigue el
ritmo de la migración paraguaya a Argentina en este postpandemia, se siente que
había habido un retorno de mucha gente en estos tiempos?
Sobre el impacto de la pandemia y las restricciones a la
movilidad que hubo durante un año, honestamente, no hay fuentes que nos den una
respuesta categórica. Por otro lado, resulta fundamental recordar que hubo
momentos de crisis muy importantes en Argentina (como la de 2001-2002) que no
significaron un retorno masivo, sino que las cantidades de migrantes se
mantuvieron, aún a pesar del deterioro en sus condiciones de vida. La historia
nos indica que, salvo un período muy puntual, donde comienza la transición
democrática en Paraguay y se estaba dando un proceso hiperinflacionario en
Argentina (1989-1991) no se han registrado procesos de retorno importantes
desde 1947 hasta ahora.
-¿Sigue siendo importante su impacto en términos de remesas?
-A diferencia de lo que sucede con algunos países de
Centroamérica y el Caribe, el peso económico de las remesas es estadísticamente
marginal en la economía paraguaya. Por supuesto que en cada hogar donde se
recibe constituye un aporte importante para esa familia. Pero debe entenderse
que la remesa es una especie de “propina” dentro de todo lo que produce la
persona migrante en destino. Paraguayas y paraguayos en Argentina generan valor
en la economía, agrandan el consumo interno y colaboran en el sostenimiento de
las jubilaciones y pensiones. La fracción del ingreso que pueden remitir a sus
familiares es muy acotada. La migración siempre favorece a los países de
destino.
-¿Cuáles son los
destinos principales en Argentina de la migración paraguaya?
-El destino por excelencia es el aglomerado urbano de Buenos
Aires, especialmente los municipios que se encuentran alrededor de la Ciudad de
Buenos Aires. En 2010 allí se concentraba el 75% de la población migrante
paraguaya.
Ya a otra escala, todavía vemos una población migrante ya
envejecida en las ciudades de Formosa y Posadas, que hasta la década de 1940
eran los principales lugares de destino. Una novedad que nos mostró el censo
argentino fue la presencia y crecimiento de la población migrante en la Patagonia,
hacia el sur del país.
-¿Se registran avances de la colectividad en lo que hace al acceso universitario y mejora de los accesos laborales y otros derechos como vivienda por ejemplo?
-Históricamente, la migración paraguaya hacia Argentina
tiene un sesgo de nivel educativo más bajo que el promedio en Paraguay, que no
significa que migren exclusivamente personas de bajo nivel educativo.
En los últimos 20 años hubo un importante aumento de la
matrícula universitaria, particularmente en Buenos Aires y con seguridad eso ha
contribuido a un mejor acceso a los estudios superiores. Este no ha sido un eje
particular de abordaje en mi investigación y amerita un trabajo orientado hacia
allí; pero a partir de información agregada es posible identificar esa
tendencia de mejora.
En cuanto al acceso de la vivienda, centrándonos de la
migración a Buenos Aires, vemos una clara desigualdad en la población migrante.
Mientras el 32,5% de los hogares con al menos un migrante paraguayo vivía en un
hogar con privaciones de infraestructura (materiales o acceso a agua y
saneamiento), en el resto de los hogares ese porcentaje alcanzaba el 15,9%
(menos de la mitad). A partir de este dato y en el análisis exhaustivo de los
lugares donde los migrantes fijan su residencia, vemos que se ubican en las
zonas más desfavorecidas de Buenos Aires.
-¿Obreros de
construcción y trabajadoras domésticas siguen siendo los destinos principales?
Debemos esperar los resultados del censo 2022 en Argentina
para confirmar o no esa foto de inserciones laborales, pero esas
concentraciones tan fuertes de los hombres en la construcción (4 de cada 10) y
las mujeres en el servicio doméstico (6 de cada 10) no eran un dato aislado de
2002-2003. Al compilar la información de los censos argentinos de 1970, 1980 y
1991 vemos que esa proporción es constante. Esto nos está indicando que se
trata de una modalidad estructural del acceso de la población paraguaya en el
trabajo.
El tema laboral es un aspecto al cual le dedico mucho espacio en la investigación. Lo que tenemos es una dinámica donde 1) con los años se dio una red migratoria que facilita enormemente la inserción en estos sectores de la economía (incluso en la construcción son contratistas paraguayos quienes reclutan a otros paraguayos); 2) a lo que se suma una valoración positiva de la mano de obra paraguaya en estos sectores (“guapos” y “resistentes” en el caso de los hombres; “responsables” y “cariñosas” en el caso de las mujeres; “cumplidore/as” en ambos); y 3) una ubicación social local de los hombres paraguayos son asociados a la figura de constructor/albañil y las mujeres a empleadas domésticas o cuidadoras.
A esta dinámica la conceptualicé académicamente en términos
de “plusvalía étnica”, ya que esta reducción de las opciones laborales, la
mayor informalidad en las relaciones laborales (si las comparamos con población
argentina trabajando en los mismos sectores) y una mayor extensión de las
jornadas laborales redunda en una mayor sobreexplotación del trabajo.
- ¿Cuál considerás
que es el dato más relevante a tener en cuenta en este momento?
Entre varios elementos posibles, podemos quedarnos con la
persistencia de la emigración joven. Paraguay hace una apuesta de su “bono
demográfico” (que es un momento único de la población, con una proporción muy
grande personas en edad de producir respecto de las personas en edades
dependientes), pero buena parte de ese “bono” está pagando “dividendos” en
Argentina y, en menor medida, en España.
Según la información más actualizada disponible casi el 12%
de la población de Paraguay entre 20 y 39 años está en Argentina.
Viendo el fenómeno desde Paraguay si pretendemos aprovechar el bono demográfico, resulta fundamental generar oportunidades de vida en la población en origen, de manera que la emigración sea una opción individual; alternativa a la posibilidad de desarrollarse en el país. Eso significa redoblar los esfuerzos en el aseguramiento del acceso a la salud, a una educación de calidad y, especialmente, a desarrollar actividades laborales con al menos un umbral mínimo de protección social. Solo de esa forma es factible garantizar el derecho “a no migrar”, que es tan o más importante como el de migrar en condiciones de protección.
-¿En base a la
información qué deberían hacer, como política pública urgente, tanto el
gobierno paraguayo como el argentino para ayudar a los compatriotas?
Como analista de la cuestión migratoria, sería fundamental
que el Estado paraguayo comprenda que su mayor desafío en este campo es la
emigración. Hoy tenemos ámbitos de competencias dispersos entre la Dirección de
Migraciones, La Secretaría de Repatriados y la Dirección de Atención de
Connacionales de la Cancillería. Asimismo, tenemos una legislación migratoria
profundamente regresiva y discriminatoria con los inmigrantes y autista
respecto de la emigración.
Al respecto, existe un proyecto de modificación de la
normativa migratoria con un enfoque más propio de un régimen democrático.
Además de esta iniciativa cabría preguntarse si no se necesita un cambio en la
gobernanza, integrando esas funciones hoy dispersas. Con el rango que
corresponda, Paraguay puede tomar lecciones aprendidas de otros países de la
región, con Ministerios y Secretarías de Migraciones que integran tanto
políticas y programas de inmigración como los de emigración.
De todas formas, más allá de las normas y la gobernanza de
las migraciones, la política sustantiva debería apuntar a mejorar nuestras
condiciones de vida, de manera que las personas puedan ejercer el mencionado
derecho “a no migrar”.
Respecto del Estado argentino, resulta indispensable abordar aquellas dimensiones (especialmente en el ámbito laboral) donde a pesar de gozar de los mismos derechos formales, la población migrante paraguaya (y sudamericana) no accede a los mismos niveles de protección. Asegurar la formalidad de las relaciones del trabajo en la construcción, el servicio doméstico y una política de acceso a la vivienda que atienda las brechas de la población migrante debieran ser directrices de respuesta al cuadro de situación que las estadísticas nos muestran.
Derechos sociales y electorales
“El programa de regulación documentaria Patria Grande y la
Ley de migraciones de 2003 significó saldar una deuda de la democracia
argentina con la población migrante”, recuerda Sebastián Bruno, autor de
“Migración paraguaya hacia Argentina. Historia, demografía, acceso al mercado
de trabajo y trayectorias territoriales”
Agregó que “con requisitos simplificados, permite que las
personas puedan regularizar su estatus migratorio, acceder a algún tipo de
radicación y, con ello, poder trabajar en la formalidad como asalariado o por
cuenta propia. Esto impactó en mayores accesos a la contribución para
jubilaciones, a titulaciones educativas sin procesos complementarios, emitir
facturas y demás. En términos de derechos, salvo algunas restricciones de voto,
la población migrante goza de los mismos beneficios económicos y sociales que
la población argentina”, comentó.
“Lamentablemente, a poco de asumir, Macri emitió un decreto
que significó un retroceso a la normativa vigente; obstaculizando trámites de
regulación migratoria y especialmente dándole a las fuerzas de seguridad
instrumentos de deportación cuasi discrecionales. Afortunadamente, el gobierno
que asumió en 2019 derogó dicho decreto”, recordó.
Por otra parte analizó la situación de los derechos
electorales comentando que “si bien el acceso al voto desde el exterior fue una
conquista muy importante para la colectividad paraguaya; persisten obstáculos
que bloquean el acceso pleno a los derechos laborales. En particular, las
condiciones de inscripción en el Registro no son las adecuadas, ya que
requieren de la intervención de funcionario/as del TSJE. En este sentido, las
organizaciones migrantes han realizado propuestas sólidas de mejoramiento y que
responden al sentir de quienes no deberían tener mayores obstáculos para elegir
a sus autoridades”, concluyó.
Jorge Zárate
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