La ciudad celebró en estos días su primera
“Fiesta Italiana” recordando a los primeros pobladores. Aquella esforzada
colonia agrícola sigue siendo tierra de emprendedores, pero también se ofrece
como alternativa de vivienda para la Gran Asunción. Aquí un diálogo con
descendientes de los pioneros que cuentan de aquellos primeros días de esfuerzo
y también las ideas para acercar turismo a sus atractivos paisajes.
Lucio Visttonti |
“Llevábamos cebolla, enrizadas en un atado, muchos atados, raja de leña, carbón, de todo banana en cachos de las de oro y las karapé que plantaba mi abuelo”, dice como viéndolo proyectado en el horizonte.
Descendiente de los primeros pobladores vuelve en la charla a aquellos momentos de vida en la Colonia, cuando debieron fabricar los carros, hacer los caminos andando con los bueyes y comerciar lo que comenzó a brindar la generosa tierra.
“Mi abuelita me contaba… que el abuelo Visttonti se dedicaba a exportar cigarros, porque era muy bueno el tabaco que salía aquí, se exportaba a la Argentina por el río cada 15 días unos mil kilos, era una buena producción”, dice sonriendo.
Hoy, asistido por su esposa Hilaria Zayas Rodas, elabora queso a partir del buen ordeñe de sus lecheras.”La leche si tiene precio y el queso también, así que de esa manera seguimos luchando, andamos bien”, dice con un gesto de conformidad con lo conseguido.
Hilaria, a su lado recuerda que tuvieron 12 hijos y entiende que algo de eso debería ser valorado por Italia. “Algún beneficio nos tendría que dar que quede la sucesión, ¿Verdad?”, dice entre risas la mujer.
Anastasia Portelli y Celedonio Gamarra |
En su casa en las afueras del pueblo, Anastasia Portelli de Gamarra, muestra la foto de sus abuelos maternos, el napolitano José Baccon y la paraguaya María Villasanti, contando que la música siempre estuvo como recuerdo de su Italia natal.
“Mi abuelo José tenía olerías hacia ladrillos y tejas”, comenta. “Hablaba netamente en italiano. Y peor, hablaba mal porque vino en Buenos Aires y mezclaba con los modos argentinos. Cuando quemaba su ladrillo sus nietos estábamos todos por ahí, le pasábamos la leña para hacer el fuego”, recuerda.
No quedaron imágenes de su abuelo paterno Antonio Portelli que llegó a los 8 años a la Argentina desde donde luego, años después, llegaría a Pindoty, Nueva Italia persiguiendo el “sueño americano”. Si exhibe un libro que reseña la presencia de los inmigrantes italianos en 1914 en el pueblo entre los que se cuenta a su abuelo Portelli que llegó desde Sicilia para montar una fábrica azucarera. Cuenta también: “Mi hijo y eso se comunican con la familia Portelli, nuestros parientes en Italia así que tenemos contacto”, apunta.
Anastasia Portelli |
“Cuando vuelven, solitas vuelven, les doy agua y afrecho y después al corral”, comenta la mujer de 81 años. A su lado ríe su marido, Celedonio Gamarra mientras cuenta que espera que en estos días llegue la cosechadora para comenzar a cortar las 10 hectáreas de plantación de takuare´e que están hoy en su punto justo. “Este tipo de planta nos está dando unas 70 toneladas por hectárea (Ton/Há) pero ahora nos van a traer una semilla que dicen tiene un rendimiento de 130 Ton/Há así que eso puede ayudarnos a mejorar”. Como dato vale señalar que se pagan 220 mil guaraníes la tonelada.
Cultivos en el tiempo
La colonia hoy tiene cultivos de piña, batata, caña de azúcar, pepinos, zuchinis, zapallos, lechugas hidropónicas y ganadería. También hay grandes productores como Eco Vita que realiza tomate, locote, y naranjas y mandarinas bajo cubierta cuenta Lida Giménez, directora de Cultura de la Municipalidad de Nueva Italia que acompaña en el recorrido.
María Celeste Mura |
“Y estando en Mato Grosso, Brasil, le llega la información de que en Paraguay el presidente Manuel Gondra estaba teniendo un convenio con Italia de fundar una nueva colonia y que se les iba a otorgar tierras con el compromiso de trabajar en la agricultura. Bueno, él dijo bueno me voy a Paraguay porque él siempre decía que estaba en la búsqueda de tierras fértiles en una nueva América de oportunidades. Entonces tratamos de transmitir a las nuevas generaciones sus palabras que eran: “Todos dormimos, todos comemos y todos debemos trabajar”.
Trotamundos, Victorio estuvo en la construcción del Canal de Panamá y recorrió Sudamérica hasta llegar a asentarse en Nueva Italia. “Abuelo se dedicó al cultivo de las naranjas, la piña, banana. También tenía un campo que se le otorgó también donde tenía vacas, entonces producía también leche, tenía muchas gallinas, huevos y eso se transportaba en carretas y se llevaba a otras ciudades y las naranjas a granel se enviaba también a otros lugares y eso hacían todos mi abuelo con sus hijos”.
Tuvo 12 hijos “y lo particular de la historia es que acá él encuentra a su esposa a tres cuadras de donde estaba él solo trabajando la tierra, una joven de nacionalidad checa, tuvo un noviazgo muy corto, en un mes y medio ya se casaron ya no más luego y de eso nacieron 12 muchos de los cuales tuvieron hijos que hoy están viviendo en Italia por ejemplo”, comenta.
La clave de acceder a la tierra fue fundamental para el arraigo. “La tierra era fértil y para ellos era una gran oportunidad y también de poder brindar esas técnicas a los demás pobladores porque ese era un compromiso que tenían: Si hacían una plantación de naranja, debían enseñar para ir multiplicando esa información”, recuerda.
La gastronomía se enhebra en la memoria: “En la casa de abuelito siempre recibía una porción de torta con algún dulce, algún jugo y esa costumbre fue pasando de generación en generación, nos gustan mucho las pastas, los dulces, las tortas caseras que no podían faltar”.
De fe Bautista, el patriarca de los Mura transmitió a los suyos “el deber del amor al prójimo, porque el contaba que en los primeros tiempos cuando llego “pareciera que no nos querían tanto por la religión pero después aprendieron a querernos aprendieron, a respetarnos porque nosotros respetamos la libertad de cultos que cada uno tiene y sabemos que hay un solo Dios”.
Celeste entiende que se puede acrecentar la relación con Italia: “Ojalá que puedan venir ellos a invertir un poquito y que esa herencia de la cultura italiana también pueda difundirse porque nuestro país es pluricultural y nos da esa facilidad de poder interrelacionarnos también con las demás culturas”, se esperanza.
Tradición y memoria
Recordando esa tradición, el pasado 30 de junio la ciudad celebró su primera “Fiesta Italiana” que contó con la presencia del embajador de Italia, Marcello Fondi y esposa. “Se suele hacer siempre en la Plaza Italia de Asunción esta fiesta, que conseguimos traer por primera vez”, cuenta Alcides Gamarra, intendente de la localidad.
“Le pudimos rendir homenaje a los que vinieron a fundar la colonia en 1906, así que ahora nos estamos planteando nuevos objetivos como que la gente por lo menos sepa algo del idioma, sepa algo de las danzas, de las músicas. Con la ayuda de una profesora de danza, nuestra academia municipal ya está practicando la tarantela que ya bailaron en el acto nuestras chicas”, celebra el jefe comunal.
La “tierra de labriegos” sueña con el desarrollo turístico
“Nueva Italia fue denominada como “tierra de labriegos” porque aquí hay muchos agricultores, pequeños; medianos y grandes. Estos últimos son los que se dedican a la cañicultura porque hay que manejar muchas estructuras para la plantación de caña dulce”, apunta el intendente Alcides Gamarra (ANR). Explica que la mecanización ganó terreno en los últimos años porque “ya mano de obra casi no hay, no hay más gente que quiera cosechar”.
Alcides Gamarra |
Cuenta que quedan familias descendientes de italianos, pero que “hay también descendientes alemanes, checos y rusos”. La localidad que dista a unos 50 kilómetros al sureste de Asunción tiene alrededor de 13 mil habitantes según el último censo.
“Tengo entendido que habremos crecido más porque se están abriendo muchos loteamientos y la gente está poblando. En unos años más se va a convertir en una ciudad dormitorio prácticamente por los recursos naturales que tenemos, no tenemos prácticamente fábricas ni nada que dañe la ecología”.
Tierras fértiles y un paisaje amable y de gran tranquilidad hacen que se ofrezca como un espacio para casas de fin de semana e inclusive viviendas de todo tiempo, ya que en automóvil y con suerte en el tráfico se puede llegar en una hora y media. En colectivo, deben calcularse dos horas.
Gamara señala que lo más necesario en este momento “son fuentes de trabajo, porque hay jóvenes que quieren estudiar, salir adelante y tienen que abandonar la ciudad, porque no tenemos universidad cercana. Aquí ofrecemos cursos del Sistema de Promoción Profesional (SNPP) y del Sistema de Formación y Capacitación (Sinafocal)”.
Segundo territorio en extensión en Departamento Central tiene todavía algunos inconvenientes de conexión entre sus compañías. “Se llegó a asfaltar en el gobierno anterior gran parte pero faltan más caminos. Los reparamos con el equipo caminero del municipio y también solemos tener apoyo del Ministerio de Obras Públicas (MOPC) pero siempre necesitamos apoyo porque, por ejemplo, después de las últimas lluvias nos quedaron más de 120 kilómetros de camino de tierra por reparar”, comenta.
Festejo y turismo
El 28 de agosto es la fiesta patronal de Nueva Italia, pero se celebrará el 24, anticipa Gamarra invitando a participar del evento. “El Festival del Yberá tiene además la intención de hacer conocer nuestra laguna. Ella forma parte de la Cuenca del Lago Ypoá, el gran humedal que va hasta Ñeembucú, que ya tenemos protegida con una ordenanza municipal. También la Junta Departamental de Central declaró de interés y área protegida y ahora estamos trabajando con el diputado Rubén Rubín para hacer una declaración a través del Congreso también”, comenta.
Ubicada a 3 kilómetros del casco urbano, la intención es que el espacio, en el tiempo, pueda albergar al Festival que “ahora lo estamos haciendo aquí en la calle, en frente al municipio”
Para ello cuenta que se trabaja en “un proyecto de hacer un muelle porque el espejo de agua está rodeado de esteros y no es fácil de acceder y hoy sólo se puede apreciar desde el mirador privado de un vecino. Nuestro sueño es poder llegar a hacer algo parecido al turismo que se hace en los Esteros del Iberá, en Argentina, mantenerlo en su estado natural”.
Comenta entonces que “tenemos gente que vive del estero que son mariscadores, gente que caza animales silvestres, también pescadores y moreniteros, (NDR: la morenita es carnada habitual en la pesca). Sería bueno ir reconvirtiéndolos en cuidadores de la flora y fauna como el ejemplo que les conté en Corrientes pero para ello necesitaríamos una ayuda más importante porque nuestro municipio es de bajos recursos”.
También se analiza la posibilidad de recuperar el arroyo Yukyty que en décadas anteriores se usaba como balneario.
“Es bueno recuperar la memoria”
La historiadora Giovanna Toffoletti es descendiente de los fundadores de Nueva Italia, tema que abordó con especial afecto en su tesis “La inmigración europea en el Paraguay posterior a la Guerra Grande (1864-1870)”.
El trabajo estudia “el aporte de la inmigración italiana en las colonias Trinacria, Nueva Italia y Elisa”. Así en el año 2008 hizo una “revisión bibliográfica acerca de trabajos anteriores y posteriormente una investigación en la Biblioteca Nacional y el Archivo Nacional”
Giovanna Toffoletti |
Recuerda que los primeros italianos en llegar a lo que más tarde sería Paraguay fueron los religiosos franciscanos, jesuitas y salesianos”. Más tarde “de la nómina de 65 gobernadores del periodo colonial en Paraguay citamos a italianos como Francisco de Monfort y el ingeniero Eustaquio Gianinni que reemplazó al gobernador Bernardo de Velazco en el año 1809. Durante el periodo de José Gaspar Rodríguez de Francia hubo poca inmigración europea debido a la política de aislamiento. Algunos italianos moraban en el Paraguay independiente como Pasqual Bellisin un comerciante y Nicolás Descalzi un marino. Posteriormente cuando el país queda devastado luego de la Guerra del 70 la presencia de inmigrantes contribuyó no solo a repoblar sino a fomentar nuevas pautas de sociedad, pensamiento, costumbres y trabajo”, apunta.
A ese efecto señala la importancia del artículo 6 de la Constitución de 1870 que fomentaba la inmigración. A partir de allí hubo un Departamento General de Inmigración pero, “sin embargo no se tuvo la misma cantidad de inmigrantes que otros países americanos porque agricultura y ganadería no pudieron recuperarse rápidamente por falta de incentivos y la inestabilidad política. En Asunción predominaron italianos que aportaron en fábricas de fósforos, hielo, ferreterías, zapaterías y profesiones artesanales como marmoleros, piseros y mamposteros. Con respecto a la influencia de los italianos incorporaron costumbres alimenticias a la dieta familiar como las pastas y distintas salsas”, señala.
Toffoletti cuenta que las tierras “para fundar esta colonia fueron compradas por el gobierno a Vicente Nogués pagando 60 mil pesos de oro sellado. El gobierno entregaba estos terrenos provisoriamente a los colonos y una vez que cumplían los requisitos requeridos se les entregaba la propiedad en forma definitiva”.
Agrega que “se fundó septiembre de 1906 y en un principio se llamaba Nueva Roma. Tenía una superficie de 14.848 hectáreas, y la instalación le costó al estado paraguayo más de 280 mil pesos. Eran tierras para plantaciones en lotes de 200 metros de frente por 800 de fondo, es decir, 16 há para cada colono divididos por calles anchas de 20 metros de ancho y 800 de largo. Existían tres tipos de lotes: urbanos, lotes agrícolas y campos de pastoreo. Se produjo gran cantidad de alfalfa y existieron ganados vacunos, equinos y mular. El terreno era apto para la viticultura; tabaco; café; pacová; piña y naranjas. Un camino carretero de 8 km unía al puerto de Nueva Italia con Angostura y se llegaba en dos horas y media hasta Asunción vía fluvial y en 4 horas en carretas o caballos” indica.
Rastreando su árbol genealógico se dio con que “Antonio Toffoletti y Carolina Barni llegaron en uno de los barcos que cada año pasaban ofreciendo turismo gratis para los pobres. Llegaron hasta Argentina y quedaron en Resistencia. De profesión zapatero, Antonio confeccionaba los suecos de madera. No hablaban más el italiano y utilizaban el guaraní porque se hablaba más. Una descendencia quedó en la actual Villa Elisa y la otra fue a colonizar Nueva Italia”, memora.
Los primeros colonizadores “se apellidaban Bill; Toffoletti; Portelli; Shau; Mura y Coll pero algunas familias llegaron luego de la revolución del 47. La colonia se creó para inmigrantes exclusivamente italianos pero algunos quedaban en Argentina.
Apunta también que “los inmigrantes, en general, eran gente que en sus países de origen vivian en condiciones precarias y su trabajo pagaba altos tributos fiscales. Los colonos no eran dueños de la tierra, eran arrendatarios y muchos estaban en la condición de "migrar o robar para vivir" y tenían el sueño de la tierra propia. También las crisis agraria en Europa a partir de 1880 fue agravada por las enfermedades como el cólera y la malaria”.
Las buenas leyes de inmigración paraguayas, la propaganda que se hacía en Europa de las ventajas de migrar, más el boca a boca de familiares que ya estaban instalados ayudaron al movimiento al punto que en el año 1907 existían 9 mil italianos e hijos nacidos en Paraguay, según el registro.
Jorge Zárate
Fotos de Jorge Jara y Gentilezas
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