Se nos fue Vicente Páez, luchador coherente y generoso. Amigo a prueba de balas, fue un ser humano solidario, relator de anécdotas fantásticas, compañero de tertulias inolvidables, luchador por las causa populares… Murió un hombre bueno, con todas las letras. Tenía apenas 41 años.
Periodista íntegro e ingenioso, su mejor escrito fue su propia vida, la que defendió con uñas y dientes ante una enfermedad traicionera, brutal y perversa, como es el cáncer. Su lucha fue plena, pero desigual, en un país en donde el sistema de salud tiene tantos agujeros oscuros.
Como periodista, Vicente defendió siempre la verdad y la ética en el oficio de prensa y su pluma no se torció ante dádivas ni amenazas, prácticas tan corrientes en estos tiempos veloces y fugaces. Honesto en sus relatos, prefirió siempre contar historias de la gente común, de sus luchas y dignidades, antes que la entrevista pasajera a protagonistas de moda.
Esa coherencia de lucha y vida lo llevó a ser electo y reelecto secretario general del Sindicato de Periodistas del Paraguay (SPP). Hombre de vida austera, casi casi franciscana, no dudaba un segundo en compartir sus pocas posesiones con la gente humilde, con quien él se sentía más cómodo, más identificado. En varias oportunidades realizó préstamos personales a su nombre para pagar alguna deuda del sindicato o para alguien que necesitaba, sin reclamar devoluciones jamás.
Solidario hasta los tuétanos, siempre fue el primero en organizar colectas para ayudar a algún compañero que necesitaba. Cerrista insobornable, era filoso con los fanáticos de otros clubes, aunque jamás bajó del peldaño de caballero. Con la retórica inteligente a flor de piel, no dudaba en crear frases punzantes e irónicas a la hora de sumar adjetivos sobre personas o hechos de la realidad que le tocó vivir. Ser entero le costó contundentes enemistades de quienes no lo conocían en lo más mínimo, consecuencias que él nunca lamentó, sino todo lo contrario.
Vicente Páez fue parte del staff periodístico del diario La Nación desde sus inicios; últimamente se encargaba del Suplemento Pymes donde escribió asiduamente, además de redactar noticias de interés general como el de las vacunas contra el cáncer, que fue publicada recientemente. El “Comandante”, como le decían sus más cercanos, fue además cofundador de la Cooperativa de Trabajo Atycom y de ea.net.py, diario digital paraguayo y un incansable militante del movimiento de los trabajadores.
Pero por sobre toda esa historia de trayectoria impecable y de lucha obrera, siempre estuvo el hombre común, con sentido común, el cómplice de la gente que sobrevive en este tiempo, sin creerse historias inventadas. Siempre estuvo el amigo y camarada, a quien uno podía confiar –en noches de copas, coplas y charlas encendidas– las vivencias más íntimas y privadas que atormentan a uno, con la certeza de que siempre habrá una palabra de aliento, de fortaleza.
“Añua, angirū” era su frase predilecta. Vicente Páez utilizaba el humor, el sarcasmo, para blindarse de la mala onda, para reírse de ese mal atroz que le tocó padecer en los últimos años de su vida fructífera y generosa.
Por eso y por toda su vida solidaria, coherente, honesta y hermosa, los que lo conocimos y disfrutamos de su amistad sincera, lo lloramos como se llora a los muertos muy queridos: a solas y quedamente. ¡Hasta siempre comandante Páez!
Mario Rubén Velázquez
1 comentario:
No lo conocí de cerca, pero era un referente que uno sabía confiable, allá lejos. Los imprescindibles se van.
Gracias, Mario Rubén, por este humano y bello perfil.
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