Por: José Carlos Lezcano
Debilitamiento: se ha cumplido un mes del golpe que destituyera a Fernando Lugo del gobierno y restaurara en el poder a los representantes directos de la oligarquía en Paraguay. En este breve lapso, la fragilidad del gobierno usurpador aflora en todos los niveles y señala los primeros síntomas de inestabilidad. La sociedad paraguaya está polarizada, y los sectores que se suman a la resistencia cada vez son más.
Debilitamiento: se ha cumplido un mes del golpe que destituyera a Fernando Lugo del gobierno y restaurara en el poder a los representantes directos de la oligarquía en Paraguay. En este breve lapso, la fragilidad del gobierno usurpador aflora en todos los niveles y señala los primeros síntomas de inestabilidad. La sociedad paraguaya está polarizada, y los sectores que se suman a la resistencia cada vez son más.
Una de las primeras acciones del gobierno de
facto de ultraderecha aliado al imperialismo ha sido la revitalización
de los acuerdos militares con los Estados Unidos, incluida la expansión
de la base militar de Mariscal Estigarribia (en el Chaco paraguayo).
También ha desplazado a toda la cúpula militar institucionalista para
reemplazarla por elementos alineados al conservadurismo.
|
Su política económica ya está delineada por la
aceleración de las negociaciones que desembocarán en la entrega de la
energía eléctrica producida por Paraguay a la multinacional Río Tinto
Alcán y por adopción del dogma de la liberalización total de la economía
como guía general. Una muestra de esto es el relanzamiento del proyecto
de privatización de empresas estatales y entes públicos bajo el nombre
tímidamente engañoso de “Ley marco de Concesiones”.
La promulgación de la ley que crea el Impuesto a
la Renta Personal y el lanzamiento de una contrarreforma agraria que
empieza por la modificación de la carta orgánica del Instituto de
Desarrollo Rural y de la Tierra (Indert) para vender tierras públicas a
precios de mercado, son otras muestras del camino que tomará el gobierno
golpista. No se contempla un solo punto de las cuestiones centrales
como reforma agraria y del Poder Judicial; implementación de mecanismos
de democracia participativa o la recuperación de la soberanía nacional,
exigencias históricas de los sectores sociales mayoritarios.
Movilización
La resistencia democrática y popular al gobierno
de facto va sumando cada vez más sectores, en un proceso que, aunque
desordenado, avanza en un sentido claro: la restitución del orden
democrático quebrado el 22 de junio pasado.
En todo el país se desarrolla un proceso de
movilización popular que inútilmente han tratado de ocultar las grandes
empresas de comunicación masiva aliadas al golpismo. Se han desatado
todo tipo de expresiones contra el golpe. Desde las marchas, cierres de
rutas, ocupaciones de tierras y escraches, pasando por festivales
artísticos, obras de teatro y celebraciones religiosas. Hasta una
verdadera avalancha de críticas de humoristas, analistas e intelectuales
por medios escritos, tanto impresos como electrónicos, incluyendo entre
ellos las tan afamadas redes sociales.
Frente a esto el gobierno usurpador se respalda
en las empresas de comunicación masiva –que actúan orgánicamente como
medios ideológicos oficiales, en los principales gremios de la
oligarquía y la burguesía local –con sus respectivos representantes
políticos y sus fuerzas militares aliadas– y en las bendiciones de la
embajada estadounidense, la jerarquía de la Iglesia local y la
Nunciatura Apostólica en Paraguay. Esta base de alianzas internas, con
estrecho margen de maniobra, permite que el golpismo siga equilibrándose
en la cuerda floja de su propia conspiración y, al mismo tiempo, es la
causa de su insanable fragilidad.
Carencias
La dirigencia del golpismo carece de autoridad
política e incapacidad hegemónica, comenzando por el presidente
golpista, Federico Franco, y culminando en el nuevo delfín del imperio
estadounidense, el negociante de alcaloides Horacio Cartes. Se trata de
figuras desgastadas, con antecedentes oscuros y sin respaldo popular.
Los partidos o fracciones de la incipiente
burguesía y la oligarquía financiera, que hasta hace poco se presentaban
como alternativa a los sectores retardatarios y sostenían un discurso
pseudodemocrático y un proyecto modernizante, han quedado
desenmascarados por su propia acción golpista. Toda la derecha se ha
abroquelado a favor del golpe y ha empezado a perder el apoyo de una
franja importante de su base social media y popular.
El único recurso que le resta al gobierno de
facto es el uso de la represión y la persecución a las expresiones
rebeldes para sostenerse. Esto se ha empezado a manifestar en las
intervenciones públicas de los principales referentes del golpismo y el
reflote de un discurso anticomunista y antizquierda. La búsqueda de
legitimación internacional impide aún al gobierno de facto el uso de la
violencia física abierta para mantener el orden interno, en otra muestra
de su debilidad estructural. El crecimiento de la resistencia al Golpe y
la falta de autoridad política del gobierno de facto, determinan el
derrotero de inestabilidad para Franco e incluso la posibilidad de su
caída.
La política internacional del golpismo va de
contramano con la región. El respaldo de los gobiernos latinoamericanos
al Ejecutivo legítimo encabezado por Fernando Lugo fue inmediato, ya
desde el inicio de la crisis.
El hecho principal ha sido la suspensión del
Paraguay en el Mercosur y en la Unasur, principales instancias políticas
de integración regional. La respuesta del gobierno de facto, tanto a
través del Ejecutivo como del Congreso Nacional, es el refuerzo de las
relaciones con los Estados Unidos y una descalificación a dichas
instancias de integración regional, incluyendo a la Celac.
Cuba, Venezuela, Ecuador, Argentina y Bolivia han
retirado sus representaciones diplomáticas en el país. El canciller
usurpador no puede comunicarse con sus pares de Brasil, Argentina ni
Uruguay, al mismo tiempo que ha emprendido una estéril disputa jurídica a
nivel internacional que busca el reconocimiento del gobierno de facto
en las mismas instancias que éste descalifica.
El golpe parlamentario de la ultraderecha local
aliada al imperialismo no ha conseguido apoyo mayoritario y ha
polarizado la sociedad paraguaya entre quienes apañan la ruptura del
orden democrático y quienes, más allá de su apoyo o no a la gestión del
gobierno de Fernando Lugo, se han posicionado en defensa de la
democracia y forman –cada vez más activamente– parte del movimiento de
resistencia al Golpe.
El principal proceso que se observa como
consecuencia de esta polarización es que la base social de las
organizaciones conservadoras y reaccionarias, como los partidos
tradicionales o la propia Iglesia Católica, se rebela ante sus cúpulas
dirigenciales por su posición golpista.
El desafío que se abre es dar el tiro de gracia
al golpismo, sintetizando todo este movimiento de resistencia en una
expresión política que, aunque pueda –y deba– tolerar la heterogeneidad,
debe conseguir unidad y capacidad de dirección. En esta tarea, el
Frente Guasu –coalición de partidos de izquierda– y las organizaciones
sociales -principalmente campesinas, obreras y estudiantiles, tendrán
una responsabilidad máxima.
1 comentario:
Thanks, this story is very interesting and absorbing! I'm looking forward to reading your new stories! You wield a formidable pen, my friend!
Publicar un comentario