2 de agosto de 2013

9 Aniversario de Ykua Bolaños: “La obsesión de Paiva era que no se robe”


Cristian Díaz, en el escenario de la tragedia. Sobrevivió porque ese día le tocaba el turno tarde. Foto de Pánfilo Leguizamón/La Nación

Mirá, esto parece que no tiene salida”, le comentó el panadero Cristian Díaz a su compañero tratando de entender por dónde se escapaba el calor de los hornos que le estaban dando forma al pan. “Y a nosotros qué nos importa”, le respondió su cuate.
Era el 31 de julio de 2004. Al otro día un incendio voraz como la ambición que mandó cerrar las puertas del supermercado Ykua Bolaños dejaba anotada en la historia la tragedia más importante en tiempos de paz que sufriera el país.
Jamás me hubiera imaginado esto”, cuenta Díaz que se salvó por solo dos horas de ser una de las víctimas. “Yo entraba a la tarde, tuve esa suerte”, dice en una recorrida por las ruinas.
De 10 panaderos que éramos nos salvamos 3”, cuenta recordando cómo dos de sus compañeros alcanzaron a romper los vidrios de una pequeña puerta metálica que había en el fondo de la panadería, alcanzaron a escapar hacia el baño y prender las duchas que los salvaron de algo peor.
Igual tragaron mucho humo y estuvieron en riesgo”, cuenta.
Las víctimas y sus familiares reclamarán este jueves la expropiación del terreno y la justa indemnización, materias pendientes del estado para con ellos, lucha que acompaña Cristian desde el primer día. “Todavía no cobre mi indemnización como trabajador de este lugar que es lo que me deben, pero aquí hubo gente que perdió a su familia, cosas muy graves que no se repararon adecuadamente”, dice.
Díaz camina señalando las paredes ajadas, resecas por la acción del fuego, un peligro de derrumbe nunca tenido en cuenta por autoridades que siguen sin inspeccionar a las decenas de mega establecimientos que hoy en día siguen repitiendo la arquitectura de muerte del Ykua Bolaños.
Fijate que aquí, entre la panadería, la confitería y la cocina, nos cerraban la conexión “para evitar que se robe”, la obsesión de Juan Pío Paiva, el único que paga condena en prisión por haber ordenado cerrar las puertas del supermercado apenas que se desató el incendio.
La gente uso carritos llenos para romper el blindex y luego se topó con la reja, murieron apiñados y quemados, fue espantoso”, dice Díaz en la escalera de la muerte había apenas 3 salidas para más de 900 personas que se estima estaban allí en esa hora trágica.
Seguimos en deuda. 

Jorge Zárate

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