Magadaleno Silva, mafioso acribillado. |
Magdaleno Silva fue un mal tipo, un mafioso que secuestró la palabra, los actos de su gente, se lo recuerda haciendo gala de su prepotencia cuando el Sindicato de Periodistas (SPP) fue a reclamar la aparición con vida de Enrique Galeano a lo que el consideraba su feudo: Yby Yau.
A pesar de ello nadie se
merece una muerte así, por sobre todas las cosas, una sociedad
pacífica, con la mayoría pasando hambre y pobreza, con los que
tienen trabajo haciendo lo que pueden para llegar a fin de mes, no se
merecen que encima venga la mafia a enseñorearse y teñir todo con
el escarlata de la sangre.
La oligarquía montó
Curuguaty para evitar la recuperación y el reparto de las tierras
públicas porque las quería para su agronegocio criminal.
Apañó un Golpe de Estado
Express, un gobierno miserable y ladrón como el de Florerico Franco
y dejó el camino libre para que Horacio Cartes comprara un partido y
desplegara el más grande operativo de compra de votos que se haya
visto en las elecciones generales.
Ahora tiene esto.
La muerte enseñoreándose.
Silencian las muertes de
los dirigentes campesinos, avalan el absurdo de que se moleste a un
luchador notable como el obispo de Concepción, Pablo Cáceres
Aquino, el querido Pai Pablito, por contar nomás lo bestiales que
son las Fuerzas de Tarea Conjunta (FTC).
Allí en Concepción,
donde hay policías y militares para molestar a los asentamientos
campesinos, no los hay para controlar a las verdaderas mafias, a los
narco sojeros, narco ganaderos, a los que apadrinan esos grupos
criminales que disfrazados de guerrilla aparecen siempre que el poder
los necesita.
Ya nos advirtieron en
Canindeyú con el asesinato de Pablo Medina y Antonia Almada, ahora
lo confirman con la muerte cruda de Magdaleno Silva, vinieron a
extender su mundo porque imaginan que desde el poder, nadie les puede
objetar el método.
Es importante salir a la
calle a enfrentar esta situación, despojarse de la cobardía
sembrada por el stronismo y mantenida férreamente por el 3% de los
dueños del 88% de las tierras, estos malditos con nombre y apellido.
La oligarquia despertará
recién cuando la mafia les brinde la sangre de uno de los suyos
derramada en la calle o en el campo. Antes seguirán pretendiendo que
se está en el paraiso de los inversores extranjeros y todas esas
macanas que no se cree nadie en el mundo.
Pya guasu paraguayos, o
volverán el exilio y todo lo peor como castigo por no haber ejercido
el derecho a librarse de la opresión.
Jorge Zárate
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