En
primera persona una mujer cuenta, cómo, cuando niña, el mismísimo
dictador Alfredo Stroessner abusó de ella de manera reiterada. También
testimonia cómo el mando de las fuerzas armadas a cargo del
incalificable tirano compartía la afición a la pedofilia que practicaban
con niñas esclavizadas para tal fin.
El
muy buen documental “Calle de Silencio”, dirigido por José Elizeche y
producido por Hugo Yubi, tiene el mérito de ponerle cuerpo a una
historia que se conocía, pero que permanece difusa en la denuncia
pública y sobre todo, en la persecución judicial a los responsables de
tanta infamia.
Estrenado
el viernes en el Ciclo de Cine y Derechos Humanos del Centro Cultural
de España Juan de Salazar, el cortometraje recuerda las investigaciones
periodísticas de medios extranjeros que consiguieron poner por apenas un
tiempo en blanco sobre negro esta historia criminal. Con el espanto que
genera el exceso, la barbarie del tercer mundo, la cuestión comenzó a
contarse allá en los 70, pero nunca se había tenido, un testimonio
directo de una víctima.
Era
conocida esa casa en Sajonia donde el entonces coronel Rodolfo “Popol”
Perrier operaba condenando la vida de niñas y adolescentes reclutadas
para el tráfico humano con fines sexuales, que no era la única, porque
había otras en la Gran Asunción, en el interior.
Vista de la casa regenteada por Rodolfo "Popol" Perrier |
A
casi 30 años de la caída de ese régimen que se desenvolvió corrompiendo
en estas formas tan brutales, todavía sobrevive un miedo, una vergüenza
social, que impide un proceso de memoria y justicia necesario que esta
película contribuirá a romper.
La
víctima habla desde el dolor profundo de esos episodios acompañada por
cuidadas y poéticas imágenes que van insinuando un camino para la
sanación. Las verdades tienen fuerza parecida al agua que horada la
piedra.
Jorge Zárate
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