El organista y pianista que desarrolló buena parte de su
carrera en nuestro país celebró los 25 años con la música en un
concierto que compartió con su hermano el guitarrista Gabriel Lema y
amigos en un evento emotivo y conmovedor. Aquí hace un repaso de esa
rica historia, de su presente y reflexiona sobre los caminos de la
música en el país y en el continente.
– ¿Cómo viviste estos festejos por los 25 años de carrera?
- No los venía contando, hasta que dijimos, bueno, comenzamos en el 93, nos miramos y dijimos “¡Boludo, son 25 años! Y así surgió. La idea es celebrar muchas colaboraciones musicales que fuimos haciendo a lo largo del tiempo con un montón de gente. Una excusa para llamarla a Yenia y decirle, che, vamos a tocar Razones de Valija otra vez, ¡Fué mágico!. Llamarlo a Cruz Almao y decirle toquemos algo. Juntarnos con Gabriel sin que importen nuestros proyectos actuales para tocar en homenaje a toda la gente que hizo lo que hoy somos.
- Es muy raro porque te das cuenta que la venís peleando desde hace un cuarto de siglo, que de chico uno pensaba que iba a andar en limousine con champán con Yacuzzi y la estás peleando igual, está buenísimo que no nos encuentra quietos, para mí fue súper emotivo, una celebración sincera, no careteamos algo que no es.
- ¿Desde el piano primero a este Hammond cómo vivenciaste ese salto fundamental?
- A mi me pasó que no encontraba mi lenguaje en el piano, siempre me sentí un extranjero en el piano, como que había desarrollado un montón de técnicas pero no encontraba qué decir en el piano. Y cuando probé un órgano en Francia, cuando toqué un Hammond por primera vez es como que conecté y me dije “Yo soy esto” y es muy loco porque es un instrumento que es súper conservador. El 50% de los organistas tocan Gospel y el otro 50% toca al estilo de Jimmy Smith, jazz de los años 50`. Y yo no soy un negro de la calle 52, soy un chabón en la Patagonia y nada que ver con esas corrientes, me considero un outsider del instrumento tocándo el instrumento. También me paso que para laburar me conseguí un pianito allá y comencé a tocar con gente de tango, gente del folklore y es como que me reencontré con el piano hace unos años y volví a estudiarlo, sentarme, hacer proyectos con piano y comencé a encontrar como un lenguaje personal en el piano que tiene que ver con estas composiciones nuevas que son más sencillas, minimalistas y que apelan a sentimientos más profundos, más reflexivos, tal vez me estoy poniendo viejo… (Risas)
- (Risas)
- … También tiene que ver con la música para cine que hice también, (Tren Paraguay y Overava) con el estudio de composición clásica que hice y es como que todo eso comienza a destilar en una cosa nueva que todavía no sé bien qué es pero que me hizo reencontrar con el piano desde otro lado. En mi cohabitan todas esas cosas, el jazz, el tipo que toca tríadas en un tema clásico romántico del siglo XIX y todo eso se sigue mezclando, surgiendo y sigue siendo una búsqueda
- A ver, como síntesis de eso, escuchando el Oblivión del Octópodo siento como una confluencia de todo lo que mencionás. ¿Cómo venis con ese proyecto inédito y original?
- Ese es mi proyecto actual, me junté con Diego Pérez Beveraggi, un baterista de Bariloche, donde resido actualmente, que es él músico con el que tengo más afinidad, un tipo que toca súper bien, que puede leer cualquier cosa, hemos hecho giras, hemos ganado y perdido guita juntos, siempre sin problemas. Un día le dije, mirá, hay cosas que uno hace y hay cosas que uno és. Y yo soy esa banda, entonces onda, voy a seguir con ésto y él se siente igual, entonces es el primer proyecto en muchísimo tiempo que lo puedo pensar a 10 años.
- En realidad porque es una sola cosa en una construcción horizontal y democrático. Los temas los compongo yo, pero presento un bosquejo del tema y lo armamos entre los dos. El hace que yo toque de un modo distinto al que lo hago habitualmente, entonces es un bicho, digamos (Risas)
- ¿Y el repertorio?
- Es súper ecléctico, tocamos desde temitas románticos a deformidades re violentas, así que estoy apasionado con ese proyecto. Estamos grabando el disco este año y la idea es hacer una gira de presentación a fin de año si es que nos da.
- Estudiaste mucho, te fuiste, Py fue importante como plataforma para despegar, pasaste por Francia, Irlanda, ¿hay cosas que van quedando escritas en el instrumento, pero también un regreso al sitio?
- Yo renegué muchísimo del Paraguay mucho tiempo. Renegué de cómo vivía, de las cosas que me pasaban, nunca fui el típico kurepa que viene acá y maltrata, para nada. El primer día que llegué me senté a tomar tereré con los perros en la esquina y me trataron muy bien. Renegaba de estar en el país tercermundista en el que no pasaba nada y cuando me mudé a Europa comencé a ver más allá de que había cosas que acá faltaban, al revés también, la calidad de vida era buenísima, los vínculos eran fuertes, un montón de cosas recopadas que aprendí a valorar. Así que cuando ganó Fernando Lugo (2008) y comenzó a haber un resurgimiento de lo cultural quise estar acá. Nos embarazamos con mi esposa y quise que mi primera hija fuera paraguaya porque hay un vínculo, no hay un arraigo, que no tengo ni en Argentina, porque mi viejo nos hizo pasear por todos lados, pero si hay un vínculo muy fuerte que yo aprendí a valorar estando lejos.
- ¿Y desde allí cómo fue ese retorno?
- Agité y agité y le puse pilas hasta que llegó el momento, por mi y por mis hijas, de ir hacia Argentina, pero el vínculo está y trato de mantenerlo viniendo cuando puedo, a veces por laburo, a veces a riesgo, a pérdida, pero vengo y resucito los vínculos y genero cosas. Enseño y doy eso porque me siento parte del ambiente.
- Hay una movida que explotó también, hay una escena consolidada…
- Mucha gente me dice que hay semillas que sembramos que germinaron. Entiendo que lo que hicimos entre muchos tiene resultados, ex alumnos míos que están en la Universidad y el Conservatorio que están empujando cosas, aquí el propio bar Drácena al que no venía nadie, el otro viernes metimos 190 personas!. Las cosas se están moviendo y está buenísimo haber sido parte de todo esto. Yo me siento en casa aquí, al punto de entrar a la cocina y comer la comida sin permiso (risas)
- ¿Qué podés decirnos de la música sudamericana en relación a lo que viste y viviste en Europa?
- Se puede decir que hay un nivel enorme, pero nos falta gestión, entender cómo darle visibilidad a lo que haemos. Nos falta hacer redes porque estamos en países muy grandes. En Europa vos te despertás a las 8 de la mañana y para el mediodía podés haber pasado 4 países y aquí podés manejar 10 horas con el mismo paisaje. Vengo de Bariloche son 3 mil kilómetros. Falta armar circuitos y valorarlos, porque el nivel de los músicos y las propuestas están buenísimas. Sobre todo en Paraguay que están comenzando a ser autóctonas y sinceras, lo siento en la música más artística, en el rock no lo siento tanto, donde todavía es como un tributo a, pero ya va a aparecer alguien.
- ¿Qué te gustó especialmente?
- Y está Pedro Martínez, Chino Corvalán, hay una autenticidad, un lenguaje, un yo soy yo, y realmente creo que hay que apostar a eso y se va armando. En comparación a cuando volví en el 2009 que esto era la muerte, las cosas cambiaron.
- ¿Te vas contento?
- Muy feliz porque explotó de laburo, afecto, el recibimiento, se me reconocieron 20 años de laburo que no se me reconocían, y siento que estoy logrando unir mi vida de Paraguay con la que hago ahora en Argentina, como Julio Cortázar y sus dos lados en Rayuela, siento que estoy logrando hacer esa conexión, estoy muy contento porque venir fue una fiesta.
- Jorge Zárate
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Foto de Arturo Estigarribia
http://germanlema.com
Allí se puede acceder a su Discografía
Aquí unos ejemplos en Spotify y Youtube
Expansión 2011
Reescribiendo a Granados 2011
Reescribiendo a Barrios 2012
Meridiano 57 2015
Octópodo 2019