Miles de personas movilizadas durante días
por las calles de Asunción. Reclaman por deudas, tierras y ahogo
impositivo. Campesinos amenazan con ocupar tierras, algo que no sucede
desde hace 10 años.
Más de 20 días en las calles de Asunción
hicieron falta para que campesinos y cooperativistas consiguieran que
el Gobierno ofrezca soluciones parciales a sus demandas. Fue una
revitalización de las luchas de sectores históricamente reconocidos como
líderes de las resistencias sociales.
Los labriegos, principalmente
organizados en la Mesa Coordinadora Nacional de Organizaciones
Campesinas (Mcnoc) reclaman la condonación de las deudas que las 250 mil
fincas dedicadas a la agricultura familiar tienen con entidades
financieras públicas y privadas.
Con sus característicos palos, símbolos
de una lucha larga y desigual, se sumaron a las marchas de los
cooperativistas que fueron los primeros en ganar la calle para protestar
ante la intención del gobierno del presidente Horacio Cartes de
aplicarles el Impuesto al Valor Agregado (IVA) a los préstamos que hacen
a sus asociados. Durante dos semanas ambos sectores protagonizaron
marchas por el centro de la capital, donde llegaron a movilizar a unas
20 mil personas y a las que adhirieron organizaciones sindicales y
urbanas.
La persistencia de la lucha hizo que el
Gobierno y los legisladores oficialistas, que al principio desoyeron los
reclamos, comenzaran a abrir las puertas a una negociación. El
Ejecutivo ofreció la refinanciación de las deudas campesinas a 10 años
de plazo y con dos años de gracia mientras que para el sector
cooperativo propuso conceder una postergación en la aplicación del IVA
hasta julio próximo. El jefe de Gabinete del presidente Cartes, Juan
Carlos López Moreira, también abrió la posibilidad para que el Banco
Nacional de Fomento (BNF) compre las deudas de los pequeños productores.
Los campesinos pidieron tiempo para
analizar las propuestas tras haber reclamado al gobierno del Partido
Colorado y a los legisladores oficialistas una ley que establezca un
impuesto del 15% a la exportación de granos en bruto, principalmente la
soya. La iniciativa está incluida en un proyecto que presentó el Frente
Guasú, agrupación política que lidera el ex presidente y actual senador
Fernando Lugo.
Visión del mundo
Los campesinos también advirtieron que
si no hay soluciones a estos reclamos ocuparán tierras soyeras. El
dirigente Elvio Benítez, del asentamiento Tava Guaraní del departamento
de San Pedro, dijo que volverían a “ocupar las tierras de soyeros de
forma masiva”. Desde los años del gobierno de Nicanor Duarte Frutos
(2003-2008), hoy embajador paraguayo en Argentina, los campesinos no
ocupan latifundios y tierras mal habidas. La imputación judicial por
aquel momento de más de dos mil dirigentes limitó el accionar de las
organizaciones de labriegos.
“Seguiremos marchando por Asunción hasta
que se resuelva el impuesto a la soya”, advirtió Benítez. Arengó a sus
pares instalados en campamento en las céntricas plazas frente al
Congreso: “Debemos seguir organizándonos para exigir la reforma agraria.
Estos soyeros nos sacan de nuestras tierras, nosotros tenemos derechos y
vamos a expulsar a todos los soyeros, eso significa la ocupación masiva
de tierras en todo el país, mucha tierra mal habida hay para
recuperar”.
El secretario general de la Mcnoc, Luis
Aguayo, a la vez vocero de la Coordinadora Intersectorial que se
conformó con los cooperativistas, sindicatos y otros sectores, dijo que
la aprobación del impuesto “sería una buena señal”, aunque se sabe que
las cosas no tendrán un trámite tan sencillo. Cartes vetó el anterior
intento de los legisladores por consagrar dicha contribución que, según
los cálculos de los economistas, aportaría al menos 400 millones de
dólares por año al fisco. Los campesinos reclaman que un 20% de esos
fondos se dedique a la agricultura familiar.
Esta demanda del impuesto a la
exportación de soya es respaldada también por los cooperativistas que
recuerdan que la aplicación del IVA a los préstamos a sus asociados
podría llegar a contribuir poco más de 100 millones de dólares por año,
una quinta parte del otro, que además hace a la justicia tributaria ya
que se trata de un impuesto directo.
“Se avanza gracias a la presión de los
manifestantes en las plazas y en otros puntos del país, pero por el
momento cada uno tiene que seguir en su lugar, que es la calle”, señaló
Aguayo. Los campesinos recordaron durante estos días en Asunción que la
disputa con el llamado agronegocio tiene una violencia que en la ciudad
no se percibe. Unos 80 mil labriegos son expulsados por año de sus
tierras a causa de la presión de los empresarios.
Durante el gobierno de Cartes se
registró un avance brutal sobre asentamientos campesinos donde había
títulos en disputa. Sus ocupantes fueron violentamente desalojados por
fiscales y policías que actúan a favor de los soyeros en la mayoría de
los casos, en procedimientos que incluyen topadoras y la quema de las
precarias casillas en las que habitan.
En Paraguay el 3% de los propietarios
tiene el 88% de las tierras, la peor distribución del mundo de acuerdo
al coeficiente de Gini, estadística mundial que mide estas relaciones.
“Si hablamos de agronegocio hablamos de alrededor de 200 familias ricas,
locales, subordinadas a empresas multinacionales”, recordó Ernesto
Benítez, otro importante dirigente campesino. Denunció que estas
familias “tienen una visión de mundo: cuando miran la tierra, el agua,
minerales, animales, semillas, ser humano; sencillamente ven dinero”.
Insistió en que “ellos nos disputan dos
millones de hectáreas que hoy en día siguen en manos de la población
indígena y campesina para despojarnos de los recursos naturales y
transformarlos en dinero”. Ilustró que del otro lado de una “visión
unidimensional del mundo, en la que sólo ven dinero (…) estamos
alrededor de dos millones de indígenas y campesinos (35% del total de la
población paraguaya)”. “Tenemos otra visión de mundo. A nuestra mirada
le decimos multidimensional. Primero tenemos una mirada ecológica,
nuestro territorio es nuestro espacio de vida. Y además una mirada
cultural”. completó Benítez.
Desde Asunción, Jorge Zárate
Detienen al tío narco del presidente Cartes
La policía paraguaya detuvo de manera
inesperada a Juan Domingo Viveros Cartes, tío del presidente Horacio
Cartes y buscado en Paraguay por narcotráfico. El 23 de abril la
avioneta en la que viajaba realizó un aterrizaje de emergencia en el
aeródromo de Caazapá, a 230 kilómetros de Asunción, mientras realizaba
un vuelo no declarado.
Había estado detenido en Uruguay desde 2013
hasta febrero pasado por ingresar a ese país en una avioneta preparada
para transportar sustancias ilegales. El 29 de julio de ese año la
Fuerza Aérea de Uruguay obligó a aterrizar en la ciudad de Durazno la
avioneta que él pilotaba, una Cessna con matrícula paraguaya. Mientras
esto sucedía en el aire, la policía interceptaba en una pista
clandestina 450 kilos de marihuana que, luego se sabría, formaban parte
del mismo operativo de tráfico de droga desde Paraguay.
Antes de eso, en 2001, también fue detenido
en Brasil pilotando otra Cessna también con matrícula paraguaya. Fue
procesado y condenado en aquel país a 17 años de cárcel por transportar
más de 200 kilos de cocaína. En 2007 fue extraditado a Paraguay, país
donde debía cumplir los restantes 11 años de prisión pendientes de la
condena en Brasil. Sin embargo la jueza paraguaya Ana Llanes, que había
pedido la extradición por un decomiso de 750 kilos de cocaína en el
Chaco paraguayo en 1997, autorizó que cumpliera su arresto en un
domicilio del que huyó tiempo después.
Actualmente, sobre Viveros Cartes pesaba
una orden de extradición desde Uruguay que, según Interpol, nunca fue
debidamente activada por las autoridades paraguayas. Estuvo dos años
detenido en una cárcel uruguaya y tras cumplir la condena en febrero
pasado había quedado en detención administrativa a la espera de ser
extraditado a Paraguay. Sin embargo la demora de un juzgado paraguayo
impidió que el trámite se completara, tal como denunció ese mismo mes el
Jefe de Interpol Paraguay, Luis Arias. En enero de este año un fiscal
uruguayo afirmó que oficiales de la Interpol de Paraguay llegaron a
Montevideo para extraditar a Viveros Cartes pero la operación se frustró
por “algún problema interno de la Justicia”.
La prensa recuerda que Juan Domingo Viveros
Cartes (68 años) armó una estructura narco-mafiosa gracias a la
experiencia acumulada en sus años de informante de la Agencia Antidrogas
de los Estados Unidos (DEA) y la Dirección Nacional de Narcóticos del
Paraguay (Dinar). De aquella época data su primera detención, en 1985,
junto a dos reconocidos narcos paraguayos, con 43 kilos de cocaína. El
ministro del Interior del Paraguay, Francisco de Vargas, fue el
encargado de darle la noticia a Horacio Cartes en la noche del 23 de
abril de que su tío había sido detenido. “Cuando le informé al
Presidente dio la orden de ser implacable y no tener ninguna
consideración”, resumió su ministro.