¿Retorna el stronissmo?
Dilema: a días del cierre
de listas electorales el 15 de febrero, la división
entre el Frente
Guasu liderado por Fernando Lugo y la agrupación
Avanza País, que
lleva como candidato presidencial a Mario Ferreiro,
allana el camino
para el retorno del Partido Colorado al poder. Horacio
Cartes,
empresario denunciado por vínculos con el narcotráfico y
lavado de
dinero, encabeza las encuestas de intención de voto y
espera
consolidar la línea de gobierno instalada tras el golpe de
Estado del 22
de junio. Habrá elecciones presidenciales el 21 de
abril.
Con todos los candidatos
prácticamente
definidos, Paraguay se encamina a
una elección
presidencial cuyo resultado
podría significar el regreso de la
derecha
al poder por la vía democrática.
Ante esa
amenaza, crece el
clamor popular para
que se concrete una unión electoral de
última
hora entre los distintos sectores de la
amplia izquierda
paraguaya.
El 15 de enero se cumplieron siete
meses de la masacre de
Curuguaty (ver
recuadro), utilizada como pretexto para
el golpe de
Estado. Allí, los candidatos
presidenciales del Frente Guasu,
Aníbal
Carrillo, y de Avanza País, Mario Ferreiro,
participaron de
un acto conmemorativo,
bajo el clamor de “unidad” de la
multitud.
Ambos remarcaron la injusta
distribución de la tierra y la
existencia
de grandes latifundios amparados en el
poder de las
minorías que orquestaron el
golpe de Estado como las causas de
la
tragedia. También exigieron la libertad
de los campesinos presos
y el apoyo a las
familias de las víctimas. Pero a pesar de
las
coincidencias ideológicas y las posiciones
comunes, no hubo avances
para
conformar la ansiada unidad electoral.
Horacio Cartes del
Partido Colorado y Efraín Alegre del Partido Liberal lideran las
encuestas. La tercera fuerza está conformada por los guarismos
sumados de Mario Ferreiro (Avanza País) y Aníbal Carrillo
(FG)
sería el único camino para enfrentar a los
sectores que el 22
de junio pasado destituyeron
a Fernando Lugo mediante un golpe
de
Estado parlamentario. La candidatura
única les permitiría a las
fuerzas arrancar
la campaña electoral con un 24% de intención
de
voto, cifra que permite pensar inclusive
en una posible victoria
electoral.
“Hay que juntar un millón de votos”,
dijo Carrillo
consciente de la situación en
una entrevista con el periódico
digital EA.
El cálculo es correcto, porque el Tribunal
Superior de
Justicia Electoral (Tsje) habilitó
a un total de 3.516.273 electores
para
los comicios del 21 de abril.
Campaña en marcha
En diciembre y
enero se definieron formalmente
la mayor parte de las
candidaturas
mediante elecciones internas, con la
participación de
más de 30 organizaciones
políticas. El Frente Guasu eligió
al
médico Aníbal Carrillo como su candidato
presidencial y al
dirigente campesino
Luis Aguayo como aspirante a la
vicepresidencia.
Y Avanza País –concertación
creada recientemente
por una escisión en
el Frente Guasu– ratificó al periodista
y
presentador de televisión Mario Ferreiro
como su candidato
presidencial.
Las diferencias entre los referentes
de ambos espacios,
Ferreiro y Fernando
Lugo, se basa en desacuerdos por la
conformación
de las listas de candidatos
a diputados y senadores, y evidencia
una
disputa por liderazgos y ambiciones personales
que sorprendió a
la fracción del
electorado que esperaba una acción conjunta
de la
amplia y heterogénea izquierda
paraguaya para enfrentar a los
partidos
políticos tradicionales, responsables del
golpe de Estado
parlamentario en junio.
Ferreiro dijo estar abierto al
diálogo,
respaldado por los resultados de las primeras
encuestas de
intención de voto,
que le dan una ventaja por escaso margen
sobre
Carrillo: “Apoyaremos al candidato
de izquierda mejor posicionado
y
cada uno podrá conservar sus listas parlamentarias,
como siempre
dijimos”.
Pero
Lugo no quiere dar el brazo a torcer, pese
a que el
lanzamiento de su candidatura a
senador no logró trasladar su apoyo
popular
a Carrillo en la magnitud esperada.
El ex presidente
considera que Ferreiro,
hombre al que le allanó el camino para
la
candidatura presidencial, apenas concretado
el Golpe desconoció
su liderazgo y
tiró por la borda el esfuerzo de construcción
que
constituyó el Frente Guasu.
Ferreiro es impulsado como
candidato
presidencial por los Partidos Movimiento
al Socialismo
(P-Mas), Revolucionario
Febrerista (PRF), Demócrata Cristiano
(PDC),
el Movimiento 20 de Abril y Paraguay
Tekopyahu. Todos ellos
conforman
Avanza País, una reciente escisión del
Frente Guasu
-conformado en 2010. El
Frente quedó compuesto por las
organizaciones
Movimiento Patriótico Popular,
Partido Comunista
Paraguayo, Convergencia
Popular Socialista, Frente Amplio,
País
Solidario, Participación Ciudadana,
Partido de la Unidad Popular,
Tekojoja
(PPT).
Otras fuerzas, como el Partido Humanista
y el Partido
de los Trabajadores,
llevarán candidatos propios.
A instancias del
movimiento de mujeres
Kuñá Pyrenda, creado en 2012,
se promovió un
diálogo entre el Frente
Guasu, Avanza País y las anfitrionas,
que
finalmente llevarán una candidata
presidencial propia: Lilian Soto,
ex ministra
de la Función Pública durante el
gobierno de Lugo.
El
diálogo entre las
tres fuerzas no provocó la unidad, pero al
menos
se generó una instancia necesaria
en momentos en que la entente
golpista
avanza en su programa de entrega de los
recursos naturales
en detrimento de la
soberanía nacional con la espuria firma
del
acuerdo secreto con la multinacional
canadiense Río Tinto Alcan,
laminadora
de aluminio que negocia con el gobierno
de Franco su
instalación en las cercanías
de la represa hidroeléctrica
Itaipú.
El cuadro electoral desafía al Frente Guasu
y todos los
sectores progresistas y de izquierda.
Está la posibilidad de que la
derecha
se consolide en el poder. Eso significaría un
duro golpe
para los campesinos presos tras
la matanza en Curuguaty, los que
luchan por
una porción de tierra, los trabajadores que
no tienen
salario mínimo, vivienda ni acceso
a la salud; para esa mayoría
silenciosa
que vive en la pobreza profunda en un país
rico en
recursos naturales.
Desde Asunción, Jorge Zárate
Curuguaty, una herida
abierta
“¡Fuego!”, ordenó
el comisario Erven Lovera
y se desató la tragedia. Aquel fatídico
15 de
junio de 2012, los policías tenían más que una
orden de
desalojo: asesinar a líderes campesinos
para dar una acción
ejemplar que evitara el
crecimiento del reclamo sobre las tierras
malhabidas
en todo el país.
Curuguaty fue un plan orquestado para
defender
el latifundio de Blas N. Riquelme y su
espurio juicio de
usucapión de las tierras de
Marina Kue, según surge del Informe de
la
Coordinadora de Derechos Humanos publicado
en www.codehupy.org.
Así se infiere de
los testimonios de campesinos que la
Fiscalía
nunca tomó en cuenta.
También ayuda a entender
esta
secuencia el infame asesinato de
Vidal Vega, líder campesino de
Curuguaty, el
1° de diciembre.
Este informe de gran valor tuvo poca
difusión
en la prensa comercial, pese a su seriedad
y las
revelaciones que aporta: no hubo
atención médica para muchos
heridos; sí detenciones
arbitrarias y torturas. Pero la
Fiscalía
sigue manejando la impresentable versión
de que un pequeño
grupo de campesinos armados
con escopetas mariscadoras provocó
una
emboscada al grupo de élite de la policía
nacional –un equipo de
320 efectivos– que
ingresó al terreno.
El fiscal Jalil Rachid
acusó
en diciembre a 14 campesinos, imputados y
detenidos, por
asociación criminal, invasión
de inmueble y homicidio doloso. Y
admitió públicamente
que basó sus acusaciones sólo en
base a
declaraciones de policías, excluyendo
el testimonio de los
campesinos que ocupaban
el terreno público en defensa del derecho
a
alimentarse y a tener una vivienda, en un
país donde el 2,5% de los
propietarios concentra
el 85% de las tierras.
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