Por primera vez en 20 años el movimiento popular paraguayo consiguió una articulación inédita y se encamina en conjunto a expresarse en la huelga general prevista para el 26 de marzo. Diferentes actores sociales, políticos y sindicales manifestarán en una misma jornada su repudio a las políticas del presidente Horacio Cartes. Se discute la eventual coordinación de acciones conjuntas para dar más fuerza a la protesta.
Estas dos décadas sin una expresión de repudio tan genuina de los obreros del campo y la ciudad se explica en la atomización de la organización sindical experimentada durante el gobierno de Juan Carlos Wasmosy, entre 1993 y 1998. Este resquebrajamiento del frente trabajador derivó en el paisaje actual en el que conviven siete centrales sindicales y dos grandes organizaciones campesinas, además de otras agremiaciones más pequeñas.
La huelga cobra relevancia como punto de partida para una lucha que se presenta difícil y desigual contra un gobierno que cree en la doctrina de la represión. “Paraguay Para” será una de las consignas para dejar en claro el amplio acuerdo en el que se buscará reunir a trabajadores, campesinos, indígenas sectores populares, ciudadanos, estudiantes, pobladores y desempleados. Las principales consignas de la huelga son Reforma Agraria, reajuste salarial del 25% y control de precio de la canasta básica; contra la suba del pasaje del transporte, de productos y de servicios públicos; libertad sindical; derogación de la ley de Alianza Público-Privada (APP) y contra el modelo neoliberal del gobierno de Cartes.
Tomás Castillo, dirigente de la Federación Nacional Campesina (FNC) en Canindeyú, explicó a una radio comunitaria del asentamiento Maracaná la posición de los trabajadores de la tierra: “no estamos de acuerdo con la entrega de migajas (víveres), en tanto se siga atropellando al pueblo en los asentamientos con la agricultura empresarial”. El dirigente campesino pidió distribución de la tierra y políticas que apunten a la industrialización de la materia prima. “Cómo hablar de salud si se sigue fumigando a la gente. Se utilizan más de 26 millones de litros de venenos y aumentan a diario las personas con cáncer de estómago”, recordó en referencia al uso de agrotóxicos.
Frase reveladora
“Usen y abusen de Paraguay porque es un momento importante de oportunidades”. La frase textual del presidente Horacio Cartes fue escuchada con atención por los empresarios de la Confederación Nacional de la Industria (CNI) de Brasil en un acto protocolar en el Palacio de López, sede del gobierno.
El exabrupto presidencial confirmó sus intenciones de construir alianzas con el capital extranjero en torno a su amplio plan de privatizaciones que comenzó a tomar forma con el alquiler de la empresa Aceros del Paraguay (Acepar) al grupo brasileño Vetorial. La firma se comprometió a invertir 20 millones de dólares para la recuperación de instalaciones y pagará un alquiler de 400 mil dólares por mes por el arrendamiento, más un plus de 50 dólares por tonelada producida por encima de las cinco mil, que en teoría representarán 250 mil dólares más. La cooperativa de trabajadores Cootrapar, propietaria del 33% de las acciones de la empresa, alertó que la “solución” no termine siendo un despojo para ellos y para la propia Acepar, que puede reponer la inversión inicial en menos de un año.
Al recibir a 180 empresarios de 92 firmas brasileñas Cartes confesó que “Paraguay ya no quiere pedir limosnas al Brasil. Paraguay cree que hoy tiene atractivos para sentarse junto a Brasil y colaborar donde Brasil crea que Paraguay le pueda ser útil”. Resumió que su estrategia de alianza será “todo con Brasil, nada contra Brasil”.
El ministro paraguayo de Industria y Comercio, Gustavo Leite, explicó que su gobierno “quisiera generar las condiciones para que se creen entre 250 mil a 300 mil empleos los próximos cinco años” con el capital brasileño. Afirmó que al cabo del primer trimestre de 2014 se habrán inaugurado 17 empresas que generarán más de cuatro mil empleos.
Plata fresca
El discurso de Cartes, por momentos en portugués, fue duramente reprobado por todo el arco político opositor, incluyendo al derechista Partido Liberal (Plra), el centro-izquierdista Frente Guasu (FG) y otros partidos minoritarios de ambas tendencias.
El episodio provocó la reacción incluso de los industriales paraguayos que advierten que la voluntad del plan de gobierno es priorizar la gestión de los bienes públicos y hasta las compras del Estado al capital extranjero. El titular de la Unión Industrial (UIP), Eduardo Felippo, expuso las falencias que tiene la ley de Alianza Público-Privada (APP), la norma madre para las privatizaciones. “Preparamos un caldo de cultivo para que los abogados se diviertan en los próximos 10 años peleándose con las multinacionales”, dijo.
El empresario se quejó de la forma en que se licitan las compras públicas, en general en un solo paquete, pese a que las empresas nacionales que pueden competir se dedican solamente a un rubro. Alertó que esto fortalece el contrabando y la compra de equipos importados.
También protestó la Cámara Vial (Cavialpa) ante la posibilidad de que consorcios extranjeros se lleven la cuota grande de las obras públicas. Cartes respondió que “si Paraguay tiene proyectadas obras por 500 millones de dólares para el 2014, por qué no consorciarse; por qué tener miedo, si nosotros vamos a necesitar (…) Este país va a crecer con nosotros y abriendo el país al mundo. A todos nos hace bien cuando entra plata fresca”.
Desde Asunción, Jorge Zárate
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