Rosa Grilo, la última testigo de un crimen de estado. Foto Chaco TV/Digital |
En algún lugar del fondo de sus ojos
centenarios aparece el dolor sin medida, el de ver morir a los suyos,
indefensos, engañados, bombardeados por un avión de la Fuerza Aérea
Argentina en la que se conoce hoy como la Masacre de Napalpí.
“Se asusta uno, porque parece que
está viniendo [el avión], por eso no quiero hablar de la matanza.
Ya pasó, ya pasó. La gente que murió, criaturitas como estas
[señala a una niña] las mataban. Le largaron la bomba”, cuenta
Rosa Grilo, indígena Qom, quizá la última sobreviviente de un acto
de terrorismo de estado, un delito de lesa humanidad ocurrido en
Napalpí, una reducción indígena del estado en la hoy provincia del
Chaco, Argentina, distante a 148 kilómetros de su capital
Resistencia.
Fue el 19 de julio de 1924, cuando ante
la súper explotación laboral los Qom realizaron una
huelga de brazos caídos que impedía la cosecha del algodón, hecho que generó
la reacción más brutal posible.
Una protesta laboral lógica, ya que
cobraban en vales de escaso poder de compra que administraba
leoninamente el almacenero de turno.
La reducción tenía mil habitantes y
se estima que unos 500 murieron en la masacre perpetrada con bombas o
granadas desde un avión, con fusiles Winchester contra alguna que
otra lanza y arqueros que no podían ofrecer combate.
Algunos indígenas mal heridos fueron
rematados a machete por la policía y grupos civiles armados que
respondían al gobernador del territorio chaqueño, Fernando Centeno
Ahora, con este testimonio tomado y
registrado en video el 27 de noviembre pasado, el fiscal en derechos
humanos Diego Vigay quiere abrir una causa en la justicia del Chaco
antes de que concluya el año. El testimonio de Rosa permitirá
avanzar y eventualmente condenar al estado a la reparación material
a los sobrevivientes, a su descendencia, al pueblo todo.
Los recuerdos de la anciana de entre
100 y 105 años, no se conoce su edad con precisión, hacen entender
que el plan fue macabro. Sobrevolar un descampado y arrojar allí
comida para la gente a la que se le habían cortado los suministros a
causa de la protesta.
Una vez congregados a buscar las
raciones que habían caído desde el aire, el vuelo traidor del avión
regresó con bombas o granadas para causar una masacre que fue
silenciada, oculta por décadas, por la historia oficial, por los
sucesivos gobiernos.
Se dijo en la prensa que fue un
enfrentamiento entre los Qom y los Whichi y que la policía sólo
acudió a poner orden y así repitió la prensa patronal y nadie
preguntó mucho.
Así lo cuenta Rosa: “Pensaban que
era mercadería. Y dice mi abuelito: ‘No vayan, porque ese está
llevando la bomba, vamos a huir. Fue la gente a buscar la mercadería,
y cuando están todos juntos largan la bomba. Los que buscaron
murieron, nosotros nos salvamos porque mi abuelito no quería que
fuéramos, había criaturas. Ellos escaparon, mi abuelito, mi
abuelita, mi mamá. Menos mi papá, a él lo agarraron porque quedó
ahí. Y nos quedamos en el monte y mi abuelito fue a buscar a no sé
dónde para poder comer”, recuerda.
“Sufrimos hambre, comemos algarrobo,
algunos no creen, abuelito sacaba los cardos del monte y ponía en
una jarra y eso tomábamos” para no tener sed, agrega en la
entrevista que filmó Chaco TV/Digital.
Develando
Vale mencionar la voz valiente de
Enrique Lynch Arribálzaga: “La matanza de indios por la policía
del Chaco continúa en Napalpí y sus alrededores. Parece que los
criminales se hubieran propuesto eliminar a todos los que se hallaron
presentes en la carnicería del 19 de julio (...), para que no puedan
servir de testigos”, escribió en carta al Congreso dejando sentada
unas líneas por la verdad en el mismo año de la Masacre. La
oposición socialista pidió una investigación que el gobierno del
radical Marcelo Torcuato de Alvear jamás emprendió.
Pasaron casi 100 años para que la
verdad salga a flote.
El testimonio de Rosa, se suma al de
Melitona Enrique, sus hijos y otros sobrevivientes que describieron
aquel horror como Pedro Balquinta.
La entrevista que le realizaron en su
domicilio, ubicado en el Paraje rural el Martillo del Lote 40, en el
departamento de 25 de Mayo de la provincia del Chaco, ya hace parte
de la investigación sobre la Masacre de Napalpí como un crimen de
Lesa Humanidad. Causa en la que intervienen los fiscales generales
Federico Carniel y Carlos Amad , el fiscal federal Patricio Sabadini
y el fiscal ad hoc el ya mencionado Vigay.
El acta de apertura de la investigación
expresó “creemos necesaria la búsqueda de la verdad y el
ejercicio de la memoria histórica para que los hechos de violencia
no se repitan, para establecer el por qué, cuándo y cómo se
consumaron los hechos y saber quiénes son los máximos responsables
y cuál es el origen y las motivaciones económicas, políticas o
sociales que han conducido a su ejecución; para que se conozca
públicamente el contenido integral de esta historia de horror y que
se reconozca socialmente a las víctimas. La reparación debe
contener la recuperación de la memoria histórica, la difusión
pública y completa de la verdad de los crímenes perpetrados y la
dignificación de las víctimas”.
En la causa, según reportó la
Fiscalía, “se incorporaron un cúmulo de trabajos de investigación
realizados sobre la Reducción y la Masacre de Napalpi y el Genocidio
Indígena, recortes periodísticos de la época, legajos de efectivos
de la Policía Nacional de Territorios Nacionales y los informes y
documentación del Ministerio del Interior y de Defensa de la Nación,
del Archivo del Congreso Nacional, del Archivo Histórico del Chaco,
del Superior Tribunal del Chaco y del Aeroclub Chaco”.
Con el testimonio de Rosa se dió por
concluída la investigación y la Fiscalía “requerirá antes de la
Feria Judicial a la Jueza Zunilda Niremperger, la apertura de un
juicio por la verdad- al no existir imputados con vida -, con la
pretensión de que sea oral y público y con el objetivo de que se
dicte una sentencia que reconstruya la Verdad de lo sucedido, con un
sentido de reparación histórica a los pueblos indígenas víctimas”,
indicó el Ministerio Público.
Integrantes del Equipo Argentino de
Antropología inspeccionaron el sitio de la Masacre en octubre pasado
y esperan la orden de la jueza para comenzar a excavar en cuatro
fosas comunes que se sabe existen en el lugar.
Quedan sonando las palabras de Rosa, a
veces en Qom traducida por el historiador Juan Chico, a veces en
castellano de este registro tomado por la
Dirección de Cine y Espacio Audiovisual (DCEA) que tendrá
valor histórico:
“Yo
era niña, pero no tan chica, por eso recuerdo. Cuando la reducción,
mi abuelo cazaba cualquier bichito para rebuscarse. Es muy triste
para mí porque mataron a mi papá y casi no me quiero acordar,
porque me hace doler el corazón. Un avión de arriba tiraba bolsas y
caían al piso y ahí los mataban. Mi abuelo y mi mamá gritaban
disparemos, disparemos. No sé por qué mataron a muchos niños y
grandes, fue mucho el sufrimiento", contó.
“Nosotros
disparamos en el monte porque queríamos vivir. Ahí comíamos
algarrobo y cualquier fruto de los árboles y tomábamos agua de los
cardos. Mi mama me contó que lo mataron a mi papá. No quiero ver
que se repita. Duelen estas cosas. Cómo uno no va sentir la familia.
Mi abuelo se llamó Francisco Grilo y mi mama Antonia Grilo. Nunca se
habló de lo que pasó, recién ahora se habla", dijo.
Rosa, que tuvo 13 hijos, continúa
trabajando cosiendo mosquiteros, imprescindibles en el verano del
campo chaqueño a la hora de dormir por las noches: “El que
necesite mosquitero que venga a comprar acá...”, dice en una
entrevista en la que se la ve tomando un vaso de vino. Uno de sus
nietos la pasea en la moto. “¡Más vale!, si querés te doy una
vuelta aquí en mi casa... estoy muy sana... Si tengo hambre tengo
para alimentarme con mis pollos, chancho, tengo mi vasito para el
vino... Pido al señor que me dé más años”, va contando.
“La quiero ver a Cristina (Fernández,
la ex presidenta de Argentina)... demasiado le quiero ver porque ella
ayudó mucho a la gente acá, con el sueldito con todo”, dice a la
cámara como último pedido.
Un trabajo esencial
La investigadora Mariana Giordano jugó
un papel clave en este proceso que comenzó en el año 2014, por
iniciativa de la Unidad de Derechos Humanos de la Fiscalía Federal
del Chaco. Le tocó declarar en febrero de 2016 y allí presentó su
análisis de las 14 imágenes tomadas por el antropólogo Robert
Lehmann Nitsche el día de la masacre, que se encuentran en el
Instituto Iberoamericano de Berlin (IAI). Una de esas imágenes
“muestra un avión con el piloto en la cabina sobre el que se
distingue la inscripción ‘2 Chaco’ y delante de él
funcionarios, policías con fusiles Winchester y el mismo Lehmann
Nitsche, además de vecinos criollos y, en un segundo plano, los
indígenas que no se adhirieron a la huelga”, comentó.
Investigadora principal del CONICET en
el Instituto de Investigaciones Geohistóricas (IIGHI, CONICET –
UNNE), Mariana Giordano prestó declaración y describió el rol que
tuvo la fotografía en la construcción de representaciones del
“control” y la “mansedumbre” de las comunidades indígenas y
en la justificación de los proyectos estatales de expropiación de
tierras y explotación laboral. En su tesis doctoral “Discurso e
Imagen sobre el indígena chaqueño” del año 2000, se refiere a la
manipulación discursiva de la prensa hegemónica que, en consonancia
con el discurso oficial, que presentó este suceso como un
levantamiento y un enfrentamiento entre grupos tobas y mocovíes.
Devolución
El pasado 12 de
diciembre, el gobernador del Chaco, Domingo Peppo recibió las urnas
que contienen los restos de nueve integrantes del pueblo Qom que
fueron fusilados en el siglo XIX y que se encontraban en la
Universidad de La Plata. “Esto es una señal más hacia la búsqueda
de justicia y reivindicación de nuestros pueblos originarios”,
expuso anunciando que descansarán en un monumento en Napalpí.
Destacó el trabajo de la Fundación Napalpí y de su presidente Juan
Chico, que realizó el reclamo durante el primer Seminario de
Reflexión sobre el Genocidio Indígena, en julio de 2017.
Los cuerpos
pertenecen a indígenas chaqueños que fueron fusilados entre el año
1880 y 1890, en lo que se conoce históricamente como la “Campaña
del Chaco” o “Campaña del Desierto Verde”.
“Ahí
adentro hay huesos de quienes fueron hombres y mujeres que fueron
asesinados por el Estado en ese momento. Imagínense la connotación
que tiene eso en nuestros tiempos...Esto debe permanecer en la
memoria y la justicia, fundamental para reivindicar a nuestros
pueblos originarios”, apuntó Peppo indicando que el memorial
ayudará a que “los ciudadanos sepan que ahí hay personas que
entregaron la vida por su tierra, que en definitiva fue entregar la
vida por su patria grande, la nación indígena”.
Jorge Zárate
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