Tomar tereré en Pyongyang puede resultar peligroso, también sentarse en una silla del paisaje desolado y todavía radiactivo de Chernobyl. Gerardo Franco tiene 37 años y para los 40 pretende haber visitado todos los países reconocidos por las Naciones Unidas. Con su bandera y su camiseta de la albirroja aparece en los paisajes más afamados del mundo. Le falta conocer sólo una de las siete maravillas naturales del mundo porque acaba de regresar del Amazonas en un viaje increíble en una moto pequeña que hizo a las Guyanas.
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Gerardo
Franco (@gerard.conmochila) • Fotos y videos de Instagram
“Decidí empezar esta aventura de viajar por el mundo un 22 de noviembre del 2015”, cuenta este trotamundos nacido en Ciudad del Este hace 37 años.
“Trabajé 11 años ahorrando en España, empecé en obras
pasando ladrillos y después fui ayudante de cocina, bar tender, repartidor,
oficinista, vigilante, de todo mientras podía tener un ingreso y con eso seguir
soñando en cumplir mi meta”, dice Gerardo René Franco Pereira. “Al principio
fue bastante difícil mi situación en la “Madre Patria”, no tenía papeles, no
tenía experiencia, no sabía hacer nada, pero nunca desistí y gracias a ello
pude salir adelante. Durante un año pagué derecho de piso como dicen, sufrí
bastante pero este es el resultado hoy en día, por más difícil que parezca,
todo puede mejorar”, recuerda.
“Mis miedos eran viajar solo, el idioma inglés, que en ese entonces no hablaba y si la plata que tenía ahorrada me iba a ser suficiente. Empecé en Rusia, allí el inglés no era un problema ya que tampoco lo hablan. Mi primera idea era solo darle una vuelta al mundo, pero después me di cuenta que no era tan difícil como pensaba ni como me lo pintaban”, agrega el viajero que es conocido ya en el mundo como Gerard con Mochila.
Entonces, de a poquito, estudiando mapas, preparando la
logística, haciendo las cuentas justas para que el dinero alcance, se hizo a
las rutas. “Mi idea hoy en día es poder
pisar en todos los países del mundo, voy por el país 124”, dice recordando que
son 197 los reconocidos por las Naciones Unidas.
“Normalmente no me quedo mucho tiempo, e intento encontrar
la forma de quedarme con alguna persona local mediante aplicaciones como Couchsurfing
o a veces uso Instagram o Facebook”, dice sobre sus formas de encontrar
alojamiento barato o incluso gratuito.
Lo cierto es que venía bien, había recorrido ya más de un
centenar de países cuando la pandemia del Coronavirus lo dejó atrapado en
nuestras fronteras.
Todo parecía complicarse mucho, hasta que alguien lo
iluminó.
“Las Guyanas junto a Venezuela eran los países que me
faltaban en América continental y hace un año y poco un alemán que estaba de
visita por Paraguay me prendió la lamparita y me dio la idea de hacerlo en moto,
pero había un problema, hasta entonces no sabía andar en moto”, relata entre
risas.
“En principio iba a hacerlo en una motocicleta Frankenstein
(Frankie) a la que llamé así porque era una ensalada de frutas de todas las
motos chinas a la que le había adaptado un motor Honda de 150 centímetros
cúbicos (CC), pero después me enteré que el motor se trajo del Brasil sin
documentación y eso me hizo retroceder, entonces compré una XRE 300 que salió
con defecto de fábrica y al final por cosas que pasan mi única opción fue hacer
el viaje en una motito Honda CG 110 CC. Si me preguntan cómo logré hacer este
viaje, ¡Solo puedo decirles que no se!”, apunta.
“Las Guyanas (Surinam incluida) son bañadas por el mar Caribe,
pero no tienen playas paradisiacas, digamos que sería la jungla amazónica del Caribe,
eso sí, si te gusta ver naturaleza en estado puro y aventurarte por caminos de
árboles, este es el lugar, es impresionante, recuerden que el Amazonas es una
de las maravillas naturales del mundo”, relata.
“Me impresionó mucho en este viaje navegar por el río Amazonas durante 5 días compartiendo con la personas locales y durmiendo en hamacas. Era una de las maravillas naturales que me faltaban por conocer, ahora solo me falta Jeju Island en Corea del Sur”, dice esperanzado.
Gerardo tiene fotos en lugares increíbles y en este último
viaje se destaca la que se hizo frente a la plataforma de lanzamiento de
cohetes espaciales en la Guyana francesa, uno de los últimos territorios coloniales
del mundo. “Si buscas una foto emblemática y que el mundo sepa que estuviste
por las Guyanas, posiblemente no lo vas a tener, porque tal vez no los hay,
pero la mezcla racial, lenguas y cultura, es una cosa increíble, Guyana es
parecida a África con personas de nacionalidad india trabajando los campos y
hablando inglés roto (broken English) la capital Georgetown está poblada por
90% de descendientes africanos y los campos poblados por indios, verdaderamente
me sorprendió”, sigue señalando. “Surinam es el más interesante ya que su
capital es un patrimonio cultural de las Naciones Unidas para la Educación y la
Cultura (Unesco) gracias a la arquitectura”
Un pañuelo
“Cada país es diferente al final de todo, recuerdo en
Bangladesh un niño se me acercó e intentaba tocar mis tatuajes, le era algo
anormal, ellos allí no se tatúan, en Guyana por ejemplo, las personas son más
rudas, ásperas, pareciera que no son simpáticas al principio pero al final te
invitan a fumar alguna hierba o alcohol. En países como Afganistán o Tailandia
conmigo fueron demasiado serviciales y amables, me invitaban a compartir con
ellos ya sea un té o una cerveza (en Afganistán está prohibido el alcohol”,
recuerda.
“Corea del Norte es todo un tema para llegar que se lo hace desde China, igual lleve tereré, tomé mate, quizá fui la primera persona que lo hice, saqué mi bandera para sacarme una foto en un lugar prohibido y el alemán al que le dejé mi teléfono no me tomó la foto. Después apareció rápido la guía norcoreana prohibía las tomas, una pena”, comenta.
“Chernobyl es una locura, hay materiales muy radiactivos
todavía y no te dan nada de protección. Te piden que no toques nada, pero qué
se yo, me senté en una silla. La gente que vió la famosa serie me dice que
estoy loco, jaja, hasta ahora no me pasó nada”, relata.
Una de las fotos lo muestra abrazado a unos niños en un
ambiente desértico. “Si, es en Afganistán, jugué partidito con ellos y el chico
que estaba conmigo hablaba farsi y me traducía, fue una lindísima experiencia”,
recuerda.
“En mi peregrinar por este mundo, solo me di cuenta de lo ignorante e insignificante que soy a medida que voy conociendo y sobre todo, ¡aprendiendo! El mundo está lleno de cosas maravillosas por disfrutar, pero eso sí, ¡no es fácil! Los paraguayos somos bastantes cerrados a nuestras ideas y no estamos muy acostumbrados a intentar explorar el mundo, preferimos la comodidad de lo conocido por miedo a lo desconocido, pero allá en el fondo podríamos ser unos indiana Jones sudamericanos”, considera.
“Creo que si vas en busca de aprendizajes y conocimientos, culturalmente
verás las cosas desde otro punto de vista, y particularmente pienso que
podríamos aportar muchísimo a personas a las que les gustaría también emprender
un viaje por algún rincón de este mundo, y quien sabe inspirar a los más pequeños
a que luchen por sus sueños”
“No sabría dar un mensaje pero le diría que si quieren ver
el mundo real un poquito más cerca, la adaptación es el principal punto, luego está
el coraje de irse, y luego, intentar y si no sale, no hay porque rendirse,
intentar otra vez. Solo estamos derrotados el día que nos damos por vencidos,
cada día que despertamos tenemos 24hs de tiempo para poder luchar”.
Gerard no piensa parar: “Ahora debo planificar el Caribe
para la tercera semana de enero y sobre abril me iré al África. Aprendí a ser
fuerte porque no tuve otra opción y eso me lleva a conquistar las cosas que me
propongo. Por eso me gustaria dar charlas motivadoras para que luchen por sus
sueños, porque si yo pude, cualquier persona viva podría hacerlo Antes de los
40 quiero visitarlo todo. Lo intentaré y, si muero en el intento, moriré feliz”,
asegura.
Continuará.
Amores, amistades,
comidas
Sobre los amores y amistades comenta: “¡En el tema de amores
no puedo decir mucho porque será un problema!. Pero una cosa, hay demasiadas mujeres en todo
el mundo para pelearse con una o dejar de vivir por una. Hice amigos en todos
los países que visité”, cuenta satisfecho.
A la hora de elegir lo más raro que comió o bebió en su
prolongada vuelta al mundo apunta que fue “una sopa de cerebro de cabra que me
dieron los nómadas en Mongolia. De tomar nada muy raro aún “
“Los lugares más peligrosos que visité en todo este tiempo
fueron Irak, donde pasé cerca de la base del Isis y Afganistán donde hice un
viaje de 5 horas en coche pasando por controles clandestinos de talibanes. Allí
se siente un poco de miedo, si te agarran ya sabes lo que posiblemente pasará:
O te tienen como moneda de trueque o te decapitan”, comentó.
Jorge Zárate
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