Causalidades: un cronista de América XXI asistió a una obra que, por sus actores, condensa buena parte de la historia de la dramaturgia latinoamericana. En el festival paraguayo, una historia cruzada entre directores y compañías que atraviesan, viven y cuentan los dramas del continente.
La fragilidad de lo humano se prueba en los extremos, con pena, cuando todo se rompe. Y esto es así porque los vínculos tienen tanto de bueno como de tóxico, de impulsos como de frenos, en la ley binaria del universo, las máscaras de la tragedia y la comedia. En el teatro de la vida se juega todo.
Esto desnuda O.K., una de las grandes obras del conocido escritor y dramaturgo venezolano Isaac Chocrón, quien murió el año pasado. Por eso ha sido un doble homenaje esta presentación de la también mítica Fundación Rajatabla de Venezuela en el marco del Festival Internacional de Teatro de Asunción (Fita).
Con una puesta minimalista, la obra surge de una adaptación de una serie de lecturas de la dramaturgia de Chocrón que se organizara para una cátedra universitaria en los años 1960. “Desde las lecturas pasamos a hacer una primera puesta y después a ensayar esta que estrenamos aquí”, cuenta Tatiana Mabo, adaptadora y actriz de la obra.
Interesante acercarse a un maestro de la dramaturgia continental en este despliegue coreográfico y escénico que protagonizan Mabo (Mina), Eliana Therán (Angela) y Jean Franco De Marchi (Franco) bajo la coordinación de producción de Gerardo Luongo.
Mina es costurera y Franco un marginal, que apenas sobrellevan sus vidas en la pobreza, sobre la azotea de un edificio en una hiper ruidosa metrópoli que es Caracas, que es Asunción.
Les quedan la ilusión del romance, los buenos recuerdos, el amor físico para desandar el tiempo.
Hasta que un día Angela, una viuda rica, llama, viene a la casa y pide un vestido para dejar el luto.
La irrupción del dinero modifica cosas profundas y es fascinante presenciar cómo se actúa esa metamorfosis con técnicas teatrales que abrazan el clown, el absurdo, la comedia bufa y la ópera hasta el fantástico cuadro final, de plástica perenne, que corona todo el desarrollo.
Que apenas somos vida y para honrarla hace falta coraje, es la lección que dejan el brillante dramaturgo y los maravillosos actores, esta escuela de 41 años del mejor teatro latinoamericano que tuvimos la suerte de ver en el estreno de "Okey" en Asunción.
Desde Asunción, Jorge Zárate
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